Capítulo 2: El privilegio de mirar.
Nunca había pensado que una simple prenda de vestir pudiera dar tanta felicidad.
Y nunca había pensado tampoco que pudiera sentirme tan culpable por la mañana.
Admito que estuve tentado a devolverlo.
Estuve tentado incluso a confesar, pero soy demasiado cobarde para ello. En lugar de eso, guardé el cuerpo del delito en un sitio seguro en mi casa y salí a buscar algún sitio donde pudiera desayunar antes del trabajo.
¿Había mencionado que tengo un trabajo de medio tiempo? Bueno, mi trabajo es simple, se trata de hornear pan. Trabajo en una panadería que está a algunas calles de mi casa, he conocido al dueño desde que era muy pequeño. Y cuando supo que necesitaba un trabajo, me ofreció un buen salario por dieciséis horas a la semana.
El sábado es uno de los días en los que trabajo más. Nueve horas hoy, tres horas el domingo, y el resto a lo largo de la semana.
No estoy seguro de porqué, pero evité la casa de la señora Kaoru mientras pasaba por allí, quiero decir que me pasé al otro lado de la acera.
Entre a la panadería.
Había desayunado un sándwich de atún y ahora me preparaba para comenzar mi turno. Una chica con coletas se acercó.
Su nombre es Akiyama Minase. Es la hija del señor, y a veces viene aquí, no le presto mucha atención de todos modos, no quiero que mi jefe vaya a pensar que algo está mal conmigo. Sí lo está, pero no en ese sentido.
-Akiyama-san, buenos días. –
Comenté, ella me miró sonriendo.
-Buenos idas ¿Esta mi padre adentro? –
Preguntó ella, yo estaba afuera, como he dicho, apenas iba a comenzar, estaba poniéndome el delantal.
-No, dijo que iría por algo de cambio al banco, ya sabes que hoy es un día importante. –
-Comprendo. –
Respondió ella y se dio la vuelta, yo me puse mis guantes de hacer pan.
-¿Vas a empezar a trabajar? –
Preguntó ella.
Esa es otra razón por la que trato de no hacerle caso, va en segundo año de colegio y siempre quiere preguntar cosas, aunque en realidad no haya nada que preguntar.
-Sí, ya estoy… listo. –
Le dije, acomodándome el guante.
-Qué bueno, esfuérzate hoy para que mi padre pueda comprarme un teléfono. –
Dijo ella y salió saltando de la panadería.
Era una chica algo frívola, pero creo que era normal para su edad.
Encogí los hombros y entré. Escuché que el señor regresó y habló con su hija unos momentos. Ya no debería preocuparme por el mostrador.
———–
Después de medio turno tocaba descansar un poco. Le dije al dueño que saldría a estirar las piernas, debería terminar mi descanso incluso antes de que el pan que había puesto en el horno estuviera listo.
No es por nada, pero lo cierto es que tanto tiempo de trabajar aquí te hacía estar al tanto de muchas cosas, te volvías un experto si ponías empeño en esto.
Y tengo que admitir, que no había nada que me gustara más de mi trabajo, que el olor del pan recién horneado. Me gustaba tanto que yo casi nunca comía pan, a pesar de que podía pedirlo al señor.
El olor me bastaba.
Ese olor a corteza recién salida del horno… creo que me esforzaba aún más en mi trabajo solo por poder tener ese olor en mi nariz al momento de sacarlos del horno.
Después de mi descanso, el señor me habló un momento.
– Otagane-kun podrías… ¿venir? –
Preguntó el señor, yo encogí los hombros y me acerqué a la caja, había dos personas en el mostrador, el señor Akiyama los atendió antes de decirme lo que quería decirme.
-¿Cómo estas en la escuela? ¿Tienes buenas notas? –
Preguntó. Yo asentí, no es por presumir pero mis notas eran buenas, no tan buenas como las de los primeros lugares, pero yo no estaba compitiendo, me bastaba con mantener un buen perfil escolar y había que mantenerlo si quería seguir trabajando.
Pensé que de eso iba la conversación.
-Son buenas, podríamos decir que excelentes. –
Comenté, el señor sonrió.
-Escucha, mi hija ha venido hace un momento, parece que tendrá un examen pronto y no le esta yendo muy bien en sus lecciones ¿Crees que podrías ayudarla un poco? –
Preguntó el señor, era evidente que le costaba decir eso sólo así. Lo que menos quería, yo creo, es que pensara que su hija era tonta.
Iba a negarme, cuando el señor volvió a hablar.
-Escucha, sabes que mañana no es precisamente un día difícil, si quieres, puedes usar las horas que deberías estar aquí, pienso pagarte de todos modos. –
Pero a mí no me molestaba trabajar aquí. Otra cosa es que posiblemente el pan que había hecho hoy, y el que estaba pensando en hacer, fueran suficientes para el día de mañana.
-Minase puede ser algo cabeza dura, estoy al tanto de eso, por otro lado, ella sabe que necesita la ayuda para aprobar sus exámenes. –
Explicó.
Después de esa insistencia, tuve que aceptar. El señor me dijo que lo viera en la panadería a la hora habitual. Y podría verme con Minase para luego ir a casa de ella. Ni que hacerle, volví al trabajo luego de aquello.
———–
Mientras guardaba mis cosas para salir del turno entró alguien conocido a la panadería.
Era Kamine.
-Hola ¿Qué haces aquí? –
Pregunté, afuera había un chico parado.
-Vine a comprar pan, señor inteligente. –
Se burló ella, yo contuve la risa. No había nadie más en la panadería más que el dueño, Kamine, quien tomaba su pan con la agarradera y yo.
-¿Es tu novio? –
Pregunté en voz baja, el dueño parecía estar haciendo sus cosas, bastante ocupado.
-Si… mi madre le ha convencido de que se quede a cenar, y me ha acompañado hasta aquí. –
-Bueno, al menos en fin de semana es mucho mas fácil. –
Comenté, dejando el delantal, ella se dio cuenta de que estaba de salida y preguntó.
-¿No quieres venir? –
Pura amabilidad, diría yo. Y como tal, me negué. Esperé por ella mientras se dirigía a la caja.
-No, no sería justo arruinar tu tiempo a solas con tu novio, ya ha tenido que esperar bastante. –
Comenté, sonriendo con el significado oculto tras mis palabras, ella enrojeció y bajó la cara. Luego se dio la vuelta, y pagó su pan.
-Mi madre está en casa ¿Sabes? Además no es como que vayamos a hacer cosas malas, tu solamente piensas esas cosas. –
-Bueno, es natural que los chicos pensemos así, no puede hacerse nada. –
Le dije, encogiendo de hombros, luego salí de la panadería. El dueño había entrado a verificar que todo estuviera limpio luego de que Kamine pagó por su pan, salimos juntos de la panadería.
-Yo iré a buscar algo de cenar por allí… de todos modos me alegra haberte visto. –
Kamine se alejó caminando al lado de su novio.
———
Comiendo en un puesto de ramen fue como se me hizo de noche, yo trabajaba hasta las siete, momento en que todavía había algo de luz, pero cuando pagué por el ramen que ya me había comido eran más de las nueve. Hay que ver que hice algo de tiempo para no llegar a mi casa a hacer nada.
Después de eso caminé de vuelta a mi casa, observando el vecindario. Pude ver a un par de hombres llegar a sus casas luego de sus días de trabajo, también vi a una señora con un perro que entró a unos departamentos.
Eso fue lo más interesante que hubo en mi barrio.
Di la vuelta justo en la calle en donde estaba mi casa.
Fue entonces que escuché un ruido extraño. Voltee a ver a todos lados, pero no había nadie, el ruido volvió a escucharse.
>Nos van a ver.
La voz entrecortada de una chica salió de alguna parte. Aquello bastó para que mi corazón se acelerase. Caminé siguiendo el ruido, y como no se escuchó nada más, esperé en la calle. Todo estaba silencioso.
>Esto es vergonzoso.
Volví a escuchar la misma voz, entrecortada, desde alguna parte, volví a caminar. Por fin pude reconocer de donde venía la voz, y de quien era: Kamine.
Entonces si iban a hacer cosas malas.
Sonreí para mí mismo mientras comenzaba a acercarme, cubierto por la oscuridad de la noche.
>Por favor… detente, nos van a encontrar… mi madre se va a….
El sujeto debe haberse cansado de sus quejas, porque la voz de Kamine se detuvo de súbito. ¿Qué hizo? Me preguntaba mientras me metía como podía entre los arbustos. Solo esperaba que ellos no se dieran cuenta de que eran observados o se acabaría el show.
Asomándome por en medio de unos arbustos con flores pude ver lo que ocurría, Kamine estaba de rodillas, metiendo el miembro de su novio en su boca.
Su blusa estaba desabrochada y ella parecía disfrutar lo que estaba haciendo, lo digo porque una de sus manos estaba metida en su entrepierna.
>¿Te gusta?
Preguntó el novio, ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero aquí estaba, haciendo a Kamine meter su miembro en la boca.
Tan impresionado estaba en lo que estaba mirando, que no me puse a pensar en que, en realidad, yo no debería estar haciendo esto.
>Está rico….
Kamine dijo eso en una breve pausa, y luego volvió a metérselo a la boca, continuó así por un momento, hasta que el tipo comenzó a sostener su cabeza y empujar hacia su garganta.
>Me voy a venir, Kamine.
Fue lo único que dijo, luego de eso, pude ver como Kamine tuvo problemas para tragar todo lo que le estaban aventando en la boca, el chico estalló dentro de su garganta, lo digo porque llegó el punto en que Kamine no pudo contenerlo y comenzó a toser.
Su cara quedó un poco manchada, de todos modos. Y yo estaba en una posición perfecta para ver todo, sin que me vieran.
Quien hubiera dicho que la normalmente alegre Kamine podía hacer esa cara.
No sé si era la primera vez que esto le sucedía a ella, pero en ese momento, el sujeto la levantó de un brazo y le dio un beso obsceno. No es precisamente el momento que yo hubiera escogido, pero ni a él ni a ella pareció importarle.
Traté de agacharme para esconderme mejor, aunque en realidad, con lo que estaban haciendo, no creo que ninguno de los dos hubiera volteado hacia acá.
El chico tomó a camine de un brazo y haló de ella hasta recargarla contra la pared de la casa, metió la mano bajo su falda entre las quejas de Kamine.
>Ahí no… por favor…
>Pero si estás muy mojada.
>Eso no es cierto…
Pude ver, desde donde estaba, que el sujeto comenzó a masajearla con algo de violencia. Kamine dejó de resistirse después de unos momentos.
>Te quiero dentro de mi…
Gimió Kamine, el chico comenzó a molestarla.
>Quieres ¿Qué?
>Ya sabes…. Por favor…
>No puedo comprenderte a menos que me lo digas claramente.
Es un maldito infeliz, pero a Kamine no parecía molestarle, de hecho parecía que lo estaba pasando bien.
>Quiero tu…
>Mi ¿Qué?
>Tu… pene… eso quiero.
Una risa de nervios por parte del chico después de eso. Kamine se llevó una mano a la boca. Nunca hubiera esperado escuchar eso de Kamine.
Por el momento, no podía levantarme de donde estaba.
>Dentro de mi…
El chico pareció cansarse de esperar y le cumplió a Kamine su deseo, levantó una de sus piernas y la penetró de un solo golpe. Diablos, eso debió doler. Las lágrimas acudieron al rostro de Kamine, pero no se quitó de allí.
>Está caliente.
Y entonces, el accidente.
Así como había entrado, al escuchar a Kamine decir eso, el chico terminó, dentro de ella. Kamine ahogó un grito de sorpresa mientras los fluidos blancos salían de su vagina, manchando su falda y la ropa interior que ella tenía en los pies.
Rayos. Y tan bien que la estaba pasando.
>¿Qué ocurrió?
Preguntó Kamine, el chico resoplaba mientras se sostenía de la pared.
>No pude evitarlo… eres demasiado sexy y… ¿Hay problemas?
Preguntó. Se había terminado.
>No… es un día seguro pero…
No estaba satisfecha, sólo que no se atrevió a decirlo, eso no quiere decir que el chico no se diera cuenta.
Era de esperarse, ninguno de los dos podía tener gran experiencia en estas cosas, y a decir verdad el rostro de Kamine en ese momento resultaba increíblemente incitante.
Hasta yo que estaba a varios metros de distancia pude ver eso.
¿Quién iba a pensar que Kamine me resultaría atractiva algún día?
Pero bueno, no niego que tenía un gran problema en el pantalón luego de eso.
Tuve que esperar a que ellos entraran a la casa para poder liberarme de esta erección que comenzaba a ser dolorosa.
Me encargue de ella del modo en que ya saben.
———–
Imagino que para este punto más de uno lo habrá notado, no soy virgen.
Cuando estaba en segundo año de colegio, tuve la fortuna de gustarle a una chica de tercer año. Tenía yo trece años en aquel momento.
Durante un buen tiempo, no hacíamos más que mirarnos y sonreír a la hora del descanso, pero un día en que nuestras clases de educación física se juntaron, ella me acorraló en el salón de deportes y allí comenzó todo.
No tenía un cuerpo especialmente bueno, ni parecía muy experimentada, al menos no mucho más que yo en aquel momento, pero fue bueno.
Después de hacerlo, ella se vistió y se fue.
Así, sin más.
Hablé con ella un tiempo después y ella me dijo que “eso” era lo único que ella quería, que tenía novio y no quería que este se enterase, pero que ese día simplemente no pudo resistirlo más. Nunca salimos juntos y fuera de un par de encuentros más, que ocurrieron al azar igual que el primero, no la vi más.
A decir verdad… tampoco creo que hubiera podido tener una relación seria con aquella chica así que no me quejo.
Solo acepto lo que paso como lo que paso y es todo.
Hay que aclarar que después de eso, yo no había vuelto a hacerlo con nadie, el trabajo, el instituto y conseguir información sobre Akane para luego invitarla a salir no me dejaron pensar en nada más.
Hasta el día de hoy.
Después de ver a Kamine en esa… situación, creo que algo despertó dentro de mí.
Cuando volví a casa, me quedé mirando el sostén que había tomado de la señora Kaoru.
Estaba lleno de mi propio semen y así ya no resultaba tan atractivo.
¿Y si tomaba otro?
Descarté la idea después de hacerme esa pregunta.
O eso creí yo.
———-
Al día siguiente, fui a desayunar a casa de la señora, porque Kamine vino a tocar mi puerta apenas desperté.
La verdad es que yo no quería ir allí
Pero luego también pensé que si me negaba continuamente, comenzaría a levantar sospechas, y lo que menos quería era levantar sospechas.
Hay que decir que Kamine no tenía idea de que yo la había visto la noche anterior.
-¿Tienes trabajo hoy? –
Preguntó Kamine casualmente, mientras desayunábamos. Le dije que sí.
-Bueno… no es precisamente trabajo. Sólo tengo algo que hacer. –
Expliqué luego. No le dije que le daría clases a una chica porque era la hija de mi jefe. De todas formas Kamine intuyó que se trataba de una chica.
-Así que tienes una cita. –
Me reclamó ella, en tono de burla porque me negaba a decirle de qué se trataba.
-No es por eso. –
Le dije, desanimándome.
De verdad, de verdad me gustaba Akane.
-No tienes que ponerte así… está bien… es decir, eres lindo, seguro que le gustas a alguna chica por ahí. –
-No es eso… es que no hay ninguna chica que me guste de verdad. –
Respondí, en parte un tanto aliviado por poder cambiar un poco el tema, o más bien por la posibilidad de evitar la mención de lo que había visto.
La señora Kaoru regañó a Kamine.
-Tienes que dejarlo en paz, no puedes echar esos asuntos a la luz así nada más, él es un chico y tiene derecho a tener privacidad. –
Se quejó la señora.
-No tiene importancia señora Kaoru, no debería molestarse. –
La señora me sonrió amablemente.
-Ustedes los jóvenes se toman todo tan en serio… lo que sea que haya pasado, no dejes que te mortifique, y si esta niña sigue haciendo preguntas que no, la enviaré a su alcoba sin postre. –
Dijo ella, yo me reí, luego se levantó de la mesa, porque sonó el teléfono de la casa.