Capítulo 8: El plan. Parte 1
-Oye… creo que estoy atorada. –
Tragué saliva mientras su trasero se balanceaba al tiempo que ella forcejeaba, al parecer tratando de salir.
-No te quedes allí parado, ayúdame. –
Se quejó, pero ya no la obedecí, me quedé allí parado, hipnotizado por su trasero levantado y sus pantis rojas.
-Dígame, Akiyama-san… ¿Tiene novio? –
Pregunté, ella se quedó en silencio por un momento.
-No… –
Respondió, su voz demostraba que empezaba a comprender lo que yo estaba pensando. El mundo me lo estaba pidiendo a gritos, estábamos solos, nadie iba a venir, el lugar estaba cerrado y ella estaba atorada y completamente indefensa.
¿Qué clase de hombre sería si rechazara algo así?
-No tengo tiempo para eso, trabajo mucho, ahora sácame de aquí. –
Bueno… en tal caso…
-Entonces… esto no es de nadie. –
Le dije, poniendo mi mano en su trasero, bastante grande por cierto, Sanae no era ni muy delgada ni era gorda, pero su trasero era grande. Lo suficiente como para parecer que reventaría su ropa interior si comía solo un poco más.
Se escuchó un golpe dentro de la escotilla por la sorpresa.
-¿Qué te crees que estás haciendo? –
Chilló ella desde dentro.
-¿Qué te parece que hago? Voy a abusar de ti. –
Respondí. Era una chica grande, seguro que, a diferencia de su hermana menor, sabía lo que estaba pasando, o más bien lo que quería hacerle. Hubo movimiento dentro de la escotilla, pero Sanae no salió.
-Espera… no… pervertido, déjame… –
Yo ya no la escuché, más bien dicho no le puse atención, menos aun cuando me di cuenta que sus pantis comenzaban a humedecerse.
-Le diré a mi padre… te echará de aquí. –
Me amenazó.
-Usted dice que no… su cuerpo dice otra cosa. –
Le dije, y me hinqué frente a su trasero para mirar más de cerca. Sus pantis estaban húmedas y ella había dejado de forcejear, creo que se rindió.
-Esto no puede estar pasando. –
Chilló, yo estaba indeciso acerca de continuar acariciándola o quitarle las pantis de una vez, me decidí por lo primero al tiempo que comencé a pasar mis dedos por su vagina, por encima de la ropa.
-¿En verdad lo vas a hacer? ¿Vas a aprovecharte de mí? ¿Qué te hice yo? –
-Bueno… la verdad es que sería una pena dejar las cosas como están en esta situación… –
Le dije, hundiendo mis dedos en la carne de su entrepierna, sus pantis comenzaron a escurrir y yo podía sentir el palpitar de sus genitales contra mis dedos, presioné solo un poco más.
Ella comenzó a hacer ruidos, al menos había dejado de resistirse, lentamente relajó sus piernas mientras yo me dedicaba a acariciarla cada vez con más fuerza, presionando y soltando.
-Haz lo que quieras entonces. –
Me gritó desde allí dentro.
-Eso hago. –
Respondí, encogí los hombros y continué acariciándola.
-Seguro que hay muchos hombres en su trabajo que ahora mismo sienten envidia de mí. –
Comenté, ella seguía haciendo ruidos.
-¿Qué estás diciendo? Ellos son gente seria, no tienen tiempo para estas cosas, detente de una vez. –
Se quejó ella.
-No… ni siquiera he comenzado… –
Le dije, metí mi mano por en medio de sus nalgas, Ella dio un salto y se escuchó un golpe desde dentro.
-¿Do…Donde crees que estás tocando? Pervertido. Para de una vez, esto no es divertido. –
-Es divertido en realidad… –
Respondí, ella siguió moviéndose, tratando de zafarse de alguna forma, pero una de sus manos estaba dentro del ducto junto con su celular, no pudo hacer mucho.
-Me enojaré en verdad si no… te detienes de una vez… que pares, te digo. –
Comencé a ignorarla mientras continuaba masajeando, ella volvía a resistirse, solo que esta vez no fue tan reticente como antes, poco a poco, el coraje con que se resistía comenzó a desaparecer, pude notar como su ropa interior comenzó a mojarse también.
-Estoy tocándote por atrás ¿Te gusta? –
Me resistía un poco a decir esa palabra claramente, no sé qué clase de mujer era ella, y una grosería podía arruinar el momento que ella estaba empezando a disfrutar.
-¡Claro que no! No hay forma de que eso pueda gustarme, así que para ya. –
Tomé su ropa interior y la bajé hasta sus rodillas, pudo haber sido impresión mía, pero de algún modo noté como ella expuso todavía más sus partes privadas, como invitándome.
-Eres una mujer hermosa, Akiyama-san. –
-Eso no es verdad, no lo digas mientras estas mirando sólo esa parte de mi… idiota. –
-Bueno, es que es la verdad. –
Al bajar su ropa interior, pude ver su vagina escurriendo líquido, rosada y brillante, parecía una fruta jugosa llamándote a ser comida, y el jugo estaba escurriendo por sus muslos y cayendo a cotas espesas al suelo.
-¿Quieres comenzar de una ves? –
Insistió… creo que ella estaba empezando a querer que comenzara.
-No… voy a hacer otra cosa todavía. –
Le dije, y metí mi lengua dentro de su vagina, moviéndola en círculos.
-¿En… donde crees que… estas lamiendo? Eso no… No puedes… –
La respiración comenzó a faltarle al tiempo que ella comenzaba a gemir y tenía problemas para hablar claramente, yo tomé su trasero entre mis manos para hundir mi lengua aún más en sus partes privadas.
-Para… por favor… detente… eso no… –
Y se interrumpió. Sorpresivamente pude sentir como su vagina se contrajo, y el líquido comenzó a salir más y más de ella. Los músculos de sus piernas se tensaron.
-No es lo que piensas… yo… –
Con la respiración entrecortada, intentó negar lo que su cuerpo estaba diciendo tan claramente.
-Veo que lo estabas disfrutando, después de todo. –
-No es eso, te juro que no es eso… es sólo que… –
-Está bien, lo hice para que te sintieras bien, me alegra saber que te agradó. –
Intenté tranquilizarme a pesar de que mi pantalón quería reventar por la presión, me puse de pie, sus músculos se relajaron.
-Yo… puedo salir ahora… ¿Quieres que salga? –
Preguntó.
-¿Que quieres decir? –
Pregunté, contrariado.
-Yo… pensaba que… podrías no querer que salga… ya sabes… –
Tartamudeó y levantó su trasero, exhibiéndose, yo sonreí.
-Creo que no comprendo, vas a tener que decir las cosas que quieres, Akiyama-san. –
-Dime Sanae. –
Respondió ella, saliendo de la escotilla gateando hacia atrás, hasta que su trasero desnudo rozó mi entrepierna,
-Vas a tener que decirme lo que quieres, Sanae. –
Le dije, ella no se puso de pie, permaneció en esa misma posición, incluso creo que se acomodó para separar más sus piernas.
-Quiero tu… pedazo de carne… en mi… –
Y se detuvo.
-No te escuché. –
Respondí, pero me bajé la cremallera, ella hizo un gemido al escuchar como liberaba mi pene de su prisión.
-Haz un desastre de mí. –
Dijo de nuevo, yo comencé a acariciarle el trasero, midiendo la distancia para penetrarla, ella dio un respingo.
-Por favor, no me puedes dejar así, estoy tan excitada que creo que explotaré. –
Se quejó, moviendo su trasero de un lado a otro.
-Nadie dijo que te fuera a dejar así. –
Coloqué la punta de mi pene en la entrada, jugando un poco con ella.
-Por favor, mete tu pene dentro de mí, quiero que lo metas, por favor. –
-A la orden. –
Sanae lanzó un chillido cuando metí mi pene dentro de ella, esta chica era increíblemente ruidosa, no le di tiempo de nada más, comencé a empujar sus adentros con todas las fuerzas que tenía.
-Más duro, haz un desastre de mi… –
Y comenzó a chillar y a berrear como nunca había escuchado a una mujer, ni siquiera en las películas, ni siquiera le dije que tenía que bajar la voz, estaba tan excitada que seguro que ahora mismo ni siquiera me escucharía.
-Se siente tan bien… más por favor… más… –
Me pidió, pero con sinceridad, yo no creía que pudiera hacerlo más duro que esto, y estaba empezando a cansarme, sin soltarla de la cintura, utilicé la mano que tenía libre para acariciar su clítoris con fuerza, el impacto fue inmediato.
-Espera no… ahí no… Eso es… –
No pudo completar nada más, comenzó a expulsar jugo vaginal con fuerza al tiempo que se venía con un gemido. Y como al venirse sus vagina se contrajo, pude hacerlo yo, dejando un maravilloso pie de crema entre sus piernas, que comenzó a escurrir cuando saqué mi pene de ella.
Sanae lloraba o reía, o alguna cosa en medio de ambos.
-Eres un tonto. –
Chilló, sin levantarse.
-No pude evitarlo. –
Le dije, ella se acomodó el vestido, enderezándose y me miró con rabia.
-Dame una razón, sólo una razón, para no llamar a la policía. –
Se quejó ella, aunque no parecía que quisiera hacerlo para nada.
-Lo siento, eres demasiado linda, no pude evitarlo, estabas allí y… –
Sanae suspiró.
-Degenerado. –
Dijo. Yo iba a preguntarle por qué cuando en ese momento, escuché que tocaron la puerta de servicio. Sanae se levantó inmediatamente, acomodándose la ropa como pudo y sin mirarme fue a abrir. Era su padre, lo primero que hizo el hombre fue preguntar qué había pasado. Entró a la panadería luego, llevando dos cajas con compras y acompañado de su hija quien se arreglaba discretamente el cabello.
-Estuvimos revisando si hay algo en el aire… pero no pudimos ver nada. –
Expliqué.
-Tu tendrías que haberte ido ya, es tarde… –
-De alguna manera perdí el sentido del tiempo. –
Expliqué.
El hombre volteó a ver a su hija, quien solamente sonrió asintiendo.
-De acuerdo, no importa, es tarde y debes irte a casa… –
Respondió el hombre, creo que sospechaba algo, pero no dijo nada, Sanae aún estaba roja de la cara. el señor volteó a verla y también la envió fuera.
-Y creo que es hora de que te vayas también, aún tengo algunas cuentas que hacer, y poner estas cosas en el refrigerador, mañana vendrán a revisar los técnicos de cualquier modo. –
Explicó el señor, y entonces, ambos, Sanae y yo salimos sin decirnos nada. Una vez afuera de la panadería, ella volvió a llamarme degenerado.
-Ya te lo dije, no pude evitarlo ¿Es tan difícil de creer? –
-Cállate, debería llamar a la policía ahora mismo y decirles que has abusado de mí. –
-¿Se sintió mal? –
Pregunté, ella guardó silencio y bajó la cara.
-No pero… –
-Entonces está bien ¿No es cierto? Ambos nos sentimos bien. –
-Terminaste adentro, estaríamos en problemas si no fuera un día seguro. –
Se quejó, queja vana en primer lugar, porque no había nada que hacer al respecto a estas alturas.
-Por eso fue que no me dijiste nada ¿No es verdad? –
-Si te me vuelves a acercar, te prometo que llamaré a la policía. –
Dijo ella, caminando en dirección a su casa, yo la seguí.
-No quise ofenderte. –
Respondí, no era mi intención.
-Y para hacer las cosas peores, tenía que ser justo en esa posición ¿Tienes idea de lo vergonzoso que fue? Ahora me siento sucia. Vete a casa, y no vuelvas a hablarme. –
Dijo, acomodándose su bolsa y se fue, me detuve después de eso, creo que no era una buena idea seguirla.
No era virgen, eso era seguro, lo que no me quedaba claro es… ¿Hacía cuanto que no lo hacía?
Por la forma en que reaccionó puedo decir que no estaba acostumbrada, quizá tenía mucho tiempo sin novio o algo así.
Solo espero que mi jefe no haya sospechado nada sobre todo esto.
Tenía que darle clases a su otra hija mañana.
Me fui a casa con intenciones de dormir, pero antes de llegar me percaté de que Kamine estaba afuera y estaba esperando por mí. Quizá algo había ocurrido.
-Vaya… sí que trabajas mucho tiempo… ¿es normal para un estudiante? –
Preguntó ella, a modo de hacer conversación.
-Si… digamos que tuvimos un problema justo en el aire acondicionado, estuve revisando los agujeros, pero no pude arreglar nada. –
Comenté, mientras abría la puerta de mi casa, invité a Kamine a pasar.
-Tengo algo para ti. –
Me dijo ella con una sonrisa pícara y cerró la puerta de la casa.
-¿Algo importante? –
Pregunté, sonriendo.
-Bueno… si, lo es… escucha, esta tarde la señora Fushima se quedó un buen rato platicando con mi madre, no estoy segura de qué hablaron, pero lo que si me enteré es que la señora está sola desde hace dos semanas. –
-¿Qué paso con el señor Fushima? –
Pregunté. Los señores Vivian a escasas dos calles de la nuestra.
-Parece que se fue a un viaje de negocios. –
-Parece la situación perfecta. –
Comenté, sonriendo, ella hizo un gesto de complicidad.
-Claro que es la situación perfecta, como dije, no me enteré de lo que hablaron, le preguntaré a mi madre casualmente el día de hoy, mientras tanto, tu deberías planear lo tuyo. –
-Hay un problema… la señora Fushima tiene un perro. –
-No tiene que ser de noche… yo podría estar jugando con el perro, voy seguido a encargos de mi madre o algo así… y mientras tanto, tú vas a por la señora, en la ducha o algo así. –
La verdad es que me resistía porque la señora no me gustaba para nada, al contrario de la madre de Kamine, la señora Fushima era delgada, del tipo que parecía que se rompería si eras demasiado brusco con ella.
-Ajá… ¿Y cómo le hago para que no sepa que soy yo? –
Pregunté, ella me miró recelosa.
-No puedo resolver todos tus problemas ¿Sabías? –
Se quejó Kamine.
-Lo pensaré… ¿sabes cuánto tiempo va a estar así? –
-No estoy segura, pero no creo que sea poco, según sé, el hombre se fue a un viaje de negocios, posiblemente una semana o dos más todavía. –
Explicó.
-De acuerdo, hagamos esto, que sea el fin de semana tu me ayudas a que el perro no me coma cuando intente pasar esa puerta. –
-Está bien… por otro lado… bueno… puede que Mizore quiera una cita contigo para entonces… –
Explicó ella, bajando la cabeza.
-¿Estas vendiendo a la señora a cambio de una cita con tu prima? –
Pregunté, ella se enfadó.
-Claro que no, lo único que digo es que ambas cosas no pueden coincidir ¿Entiendes? Ella no puede saber nada de esto. –
-Ya me lo habías dicho. –
Respondí con tedio.
-Solo te lo recuerdo por si eres un tonto y se te olvida, dijiste que hablarías con ella y todavía no le has marcado. –
-No lo he olvidado, es solo que aun estas aquí. –
Repliqué, ella se cruzó de brazos.
-Ah, disculpa señor de vida privada, me voy ahora, si no te importa. –
Dijo, y mostrando su lengua, salió de la casa, yo tomé el teléfono. La verdad es que si lo había olvidado.
…Moshi-Moshi
Mizore respondió inmediatamente.
… Hanagima-san, es tarde… disculpa…
…Chan está bien, y… no te preocupes, digamos que tuve una corazonada, ¿Está todo bien?
Una corazonada llamada Kamine, muy bien. De todos modos supongo que esta niña no estaba en posición de admitirlo, de todos modos.
Me corrigió con el honorifico, eso tenía que significar algo.
…Bueno, la verdad es que el trabajo se prolongó y… no importa, lo único que quería era hablar un poco contigo antes de cenar.
Fue lo que le dije, ella se rio levemente del otro lado del auricular.
…De acuerdo, no sabía que tenías que trabajar hoy, quizá debería dejarte en paz, no pretendo retrasar tu cena, debes tener hambre.
…No es eso… aún tengo que ir por ella, verás, no hay nadie en casa para que cocine.
Si, estaba haciendo el mártir, si cualquiera se lo pregunta.
…¿Cómo que no hay nadie en casa? ¿Qué vas a cenar entonces?…
…Larga historia, pero supongo que puedo conseguir algo en la combini…
Hasta aquí pude escuchar el sonido de su puchero.
…Eso no está nada bien, no puedes comer solo eso, no quiero parecer engreída pero necesitas comer bien…
…Lo sé… es solo que los días en los que trabajo simplemente no tengo el tiempo…
Lo que quería es que ella fuera quien lo dijera, no hubo que esperar mucho en realidad, todos, incluyendo ella, podíamos ver a donde iba esta conversación, eso fue un alivio.
…Bien, puede que me esté adelantando un poco con esto, y lamento si soy intrusiva pero… ¿Qué tal si vienes a cenar un día? Es decir, yo podría pedir permiso en casa y todo, y… bueno, solo si tú quieres…
Su voz se fue apagando a medida que se avergonzaba.
…¿En verdad? Es decir, no es una especie de broma ¿cierto?…
Ella rio con vergüenza, pero suspiró al responder.
…Por supuesto que no, estoy siendo seria con esto ¿Quién haría una broma como esa de todos modos? Lo que digo es que… no puedo decidir qué es lo que comes o no pero… si tu gustas, podrías venir un día…
…De acuerdo, tu solamente avísame y estaré listo… sería mejor un día que no tuviera que trabajar en realidad, es decir, no pretendo incomodar a tu familia…
…Lo entiendo, eres alguien muy considerado… ¿Este domingo estarás disponible? Quiero decir, ¿Tienes que trabajar o algo?…
…No, el domingo estaría bien, si puedes permitírtelo, entonces de acuerdo…
…Entonces… es una cita ¿no?…
Preguntó Mizore, había que decir que sí, pero que no lo pareciera.
…Bueno… supongo que… podemos decir que lo es… no digo que…
…De acuerdo… no hablemos más de esto que es vergonzoso, y más aún, es tarde y tú tienes que comer, si es así, nos vemos el domingo…
…Hasta entonces, descansa…
…Si, ten dulces sueños, hasta entonces…
Y colgó.
Yo suspiré y fui a la cama.
Le había mentido, ya había comprado algo para comer, y básicamente en todo cuanto le dije, en especial porque el domingo si tenía trabajo, pero supuse que podía pedir permiso a mi jefe para salir antes, es decir… siempre llegaba a tiempo y eso. Esperaba que para entonces el asunto de la señora estuviera resuelto.
Después de eso, sólo me quedé dormido.