Soul Eater C9

Capítulo 9: Seres de un mismo origen

No puedo detener a los gusanos.

—Me están comiendo.

Morder, masticar, sorber — mi cuerpo desaparecía como si se estuviera derritiendo.

—Me están COMIENDO.

No puedo detenerlos. No se detendrán.

Los chillidos que resonaban en esta cueva eran seguramente las encantadoras voces de los gusanos.

—ME ESTÁN COMIENDO.

Mi cuerpo estaba siendo devorado desde adentro. Como un rompecabezas terminado, las piezas de mi cuerpo están siendo desarmadas una por una a medida que los sentidos de mi cuerpo desaparecen.

—Voy a morir.

Voy a morir a este paso. No, ya era hombre muerto hace mucho tiempo. Nada puede salvarme ahora.

—¿Rendirme?

Ya me había dado por vencido. Estoy seguro de que me había dado por vencido hace mucho tiempo. Sora Mitsurugi no se convirtió en nada.

—Un verdadero idiota.

Ah, sí, soy un idiota. ¿Pero qué más puedo hacer que rendirme en una situación como ésta?

—Come.

¿Comer qué?

—Cómetelos.

¿Qué? ¿Estos gusanos?

—Correcto.

¿De qué serviría tratar de vivir tan duro? Dudo que ayude de todos modos. En primer lugar, aunque pueda comer la docena de gusanos que han entrado en mi boca, no hay manera de que pueda detener los cientos de gusanos en mi cuerpo. E incluso si me las arreglara para deshacerme de los cientos, probablemente todavía queden unos cuantos miles en esta cueva. No hará nada al final.

—Por eso… sólo obedece… y come.

No quiero que me coman. No quiero morir. Pero no hay nada que pueda hacer al respecto. El débil es innecesario. Así son las cosas. La isla no me necesitaba, la ciudad no me necesitaba; sólo soy alguien que no es necesitado. Incluso como espadachín, o como aventurero, Sora Mitsurugi es alguien que no es necesitado! Las palabras de mi padre eran demasiado correctas!

—Molesto.

… Molesto, ¿Dices?

—Si perecieras así, ¿No se reiría tu padre?

No, no lo hará. Apuesto a que su expresión no cambiaría, aunque me viera en mis últimos momentos. Ya estaba muerto para él cuando me desterró de la isla. Pero… Ah, sí, estoy seguro de que Raguna lo haría. Ayaka, Gozu, Cecil, y todos los demás alumnos probablemente se burlarán de mí como ‘Supongo que Sora Mitsurugi era sólo un hombre de ese nivel, después de todo’.

Todos en ‘Falcon Sword’, la recepcionista del gremio, y el padre y la hija de la posada seguramente harían lo mismo.

—Tu ser es realmente molesto.

…Sí, así es. Soy un fastidio, ¿Cierto? Estar hablando de esos tipos incluso cuando estoy al borde de la muerte en esta situación de desamparo. Tienes razón. Ya sean diez o veinte, debería llevarme a algunos de los hijos del ‘Fly Lord’ conmigo. Por suerte, todavía podía mover la boca. Se siente como si mis dientes estuvieran todavía allí, así que todavía puedo aplastarlos con ellos.

—Empieza a comer, entonces.

Oh, voy a comer. Sí, si fuera a luchar de todas formas, preferiría volverme loco y comérmelos a todos. Si puedo lograrlo, tal vez aún pueda aferrarme a mi vida. Me comeré un par de docenas, un par de cientos, o incluso un par de miles, ya que lo que tengo que hacer no cambiaría mucho.

—Come. Cómetelos todos.

Es comer y morir o comer para vivir, ¿Verdad? Entonces no tengo elección. Ah, ¿Por qué no me di cuenta de algo tan simple antes?

—Come… todo… en este mundo.

No sólo los gusanos. Los que me despreciaban, los que me humillaban, los que me traicionaban también…

—Tú y yo.

Si tan sólo pudiera tragarlos todos de un solo bocado. Ah, sí, eso sí que sería bueno después de estos dieciocho años.

—Yo y tú.

Sora Mitsurugi era una persona que no podía hacer nada. No podía luchar, no podía proteger.

—Somos… del mismo origen… somos uno e iguales.

Soy un don nadie, ¿Sabes? ¿Qué puede hacer un tipo que ni siquiera puede mantener el juramento que le hizo a su madre?

—Aquí… nosotros… renaceremos.

Me lo comeré todo aquí, es todo lo que puedo hacer.

—De ahora en adelante… me convertiré en… tu soul equipment*. (NT: No me acuerdo si traduje ese término antes pero ya luego reviso.)

Después de la conversación con no tengo idea de quién, emergí a un nuevo reino de conciencia.

… Tuve una extraña visión al final.

Una tierra desolada llena de rocas y barro por lo que pude ver.

Allí, un árbol gigantesco se erguía en medio de ese lugar. Era un roble.

Y junto al roble, había una figura enorme, tan grande como una pequeña montaña sentada allí, como si la estuviese protegiendo.

Esa criatura gigante con escamas que eran tan negras como el cielo nocturno era un dragón sin importar cómo lo mirara.

La raza más fuerte dentro de todas las razas míticas de este mundo.

Levantó su largo cuello y me miró, probablemente porque se había fijado en mí.

No entendía las expresiones de un dragón, ni hablaba su idioma.

Y, sin embargo, sentí que el dragón me sonreía.

Además, sentí que incluso podía entender sus palabras de alguna manera.

El dragón me dio su nombre.

Su nombre era—


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