Haru no Yurei C10

Capítulo 10: Una cita ¿Normal?

Pese a lo mal que se puso al final, creo que la visita a Minase salió bastante bien en realidad. Otra cosa es que me estaba acostumbrando a esta clase de cosas, quiero decir, a entrar sin ser visto y eso.

Pensaba en esto mientras iba para mi casa. En ese momento, llegó un mensaje a mi celular. Pensé que era raro porque normalmente no me enviaban mensajes a estas horas del día, la mayoría de las personas que conozco están dormidas.

Estaba llegando a mi casa y pasaban de las diez. Como sea, al abrir el teléfono me di cuenta de que era Sushake. Aquello sí que era raro. Es decir, él tenía mi teléfono, me habló una vez, pero nunca me había mandado un mail a estas horas del día. Lo que era más, luego de que tenía novia, casi no tiempo teníamos para conversar.

“Sakyomi quiere que la lleve a un Hotel de amor ¿Qué hago”

Algo así tenía que ser.

“Pues llévala”

Respondí, no tenía que ser tan denso. Entre más pronto fuera cómplice del crimen de su noviecita, mejor, al menos, así lo estaba viendo ella.

“Si ¿Verdad? Espera, eso ya lo sé, te pregunto si sabes de alguno que valga la pena”

Ah, eso explicaba las cosas mucho mejor. El caso es que yo casi no iba a esos lugares, no piensen mal, yo siempre estoy solo en casa. Pero ahora que lo recordaba, fui a uno un par de veces.

Le di la dirección.

“Eres un salvavidas, no sé si pueda pagarte, gracias.”

Respondió él. Yo entré a mi casa mientras respondía:

“No te preocupes por eso ahora, disfrútala.”

Le puse y me reí.

Luego entré a mi casa y me quedé dormido.

———–

Toshikane-kun… Toshikane-kun.

Esa voz me despertó por la mañana, pasaban de las nueve, algo extraño en mí, pero no había problema, al levantarme me di cuenta de que Kamine estaba en mi cuarto, y pero aun, estaba pateándome.

-Despierta. –

Me dijo, batí la cabeza para incorporarme. Recordar lo que había pasado el día anterior puso un par de ideas en mi cabeza, pero ella me miró con seriedad, al parecer no era el momento para eso.

Aparte ella parecía feliz, supongo que eran buenas noticias.

-¿Tienes que ser tan molesta desde temprano en la mañana? –

Pregunté, poniéndome de pie.

-Sólo estoy aquí para asegurarme de que estás listo para tu cita de hoy. –

Respondió ella, encogiendo los hombros.

-Y eso te pone feliz? –

Pregunté, ella asintió, luego se quedó mirando al vacío por unos segundos, como recordando algo.

-Oh, vine a darte otra buena noticia. –

Explicó ella, levantando una mano. Yo me fui al baño y me lavé la cara, ella permaneció en mi habitación, hablándome desde allí.

-Estaba desayunando con mi madre en la mañana, cuando ella accidentalmente mencionó algo sobre el fantasma de primavera. –

Aquello atrajo mi atención.

-¿Que dijo? –

-No sé si deba decírtelo. –

Ella estaba haciéndose del rogar, yo encogí de hombros.

-Entonces ya puedes irte. –

Le dije. Ella infló las mejillas.

-¿Podrías por favor fingir que estás un poco interesado en esto? –

Se quejó.

-No voy a rogarte, si es lo que me estas pidiendo, si tienes algo que decir, entonces dilo. –

-Siempre tan rudo, siempre tan frio, estoy empezando a arrepentirme de todo esto. –

-Pues es tarde, porque voy a cenar con Mizore esta tarde. –

Le dije, girándome para no verla, ella se puso frente a mí, sonriendo ampliamente.

-¿La llamas por su nombre? –

Mee rasqué la cabeza, aquello me tomó por sorpresa.

-Bueno, no se lo he dicho a ella personalmente. –

Le dije.

-Bien, eso me pone de mejor humor, mi madre me pidió que averiguara si había alguna forma de “llamar al fantasma” –

Explicó ella, sonriendo.

-Pero si todavía no es un rumor. –

Repliqué.

-Mi madre piensa que sí, yo le he dicho que lo he escuchado de otras personas, lo creerá por un tiempo, y si ella comienza a escucharlo también, entonces todo estará bien. –

-Bueno, no conozco a muchas personas que puedan decir esas cosas abiertamente, eso también es cierto. –

-Y mi madre lo sabe, eso explica (para ella) por qué no ha escuchado nada ¿Entiendes? –

-Sí. –

-Entonces… ¿Hay alguna forma de llamar a ese fantasma? –

-No lo sé… –

Ella estaba pidiéndome una señal, pero no era tan fácil como parecía, sobre todo porque tenía que ser algo muy visible, y no muy obvio.

-Piénsalo… toma en cuenta que puede llegar el momento en que las mujeres llamen a ese fantasma solo para tenderle una trampa. –

Yo me llevé una palma a la cabeza.

-Este barrio va a hacer de una mentira una verdadera leyenda erótica. –

-Tenemos que saber reconocer las señales sinceras de las que no lo son, antes de decidir cuál es esa señal. –

Kamine tenía razón. Tenía que ser algo visible, pero privado, algo que solamente una mujer que deseara esa visita haría, pero sin levantar sospechas.

Ya lo pensaría.

-Te dejo ahora, tengo que bañarme porque voy a tener mucha diversión esta noche. ¿No quieres venir? –

-Tengo una cita. –

Respondí con desinterés.

-Tú te lo pierdes. –

Dijo, y balanceando su trasero más de lo normal, salió de mi casa.

———

Los hombres comemos mucho. Y eso a las chicas les incomoda. Por eso es que antes de cualquier cita, sobre todo si se supone que comas en ella, tienes que salir a comer algo.

Eso fue lo que hice, salí de mi casa a las dos de la tarde, fui a un puesto de Udón callejero, y volví a casa para lavarme los dientes y bañarme. Salí de mi casa a las cinco, con tiempo de sobra para llegar a la hora que había acordado.

Recibí un mensaje de Mizore.

“Lamento molestarte tan temprano, pero no logro decidir, ¿Te gusta el salmón? ¿O prefieres atún?”

No mentiré, estaba un poco nervioso, no tanto como normalmente lo estaría un chico antes de una cita, pero si lo estaba, y digo que no tanto porque… bueno, Mizore no me gustaba a mí. La encontraba linda y encantadora, pero hay que admitir que yo no sentía esa cosa que se siente cuando una chica en especial te gusta.

De todos modos, supuse que aquella no era razón para rechazarla, así que por eso iba a la cita, le dije que me gustaba el atún.

Toqué el timbre de su casa cuando faltaban cinco minutos para la hora acordada, y después de unos momentos pude escuchar como bajaba corriendo las escaleras. Me recibió con un delantal puesto todavía. Hay que decir que se veía linda.

– Otagane-kun… que bueno que estás aquí, pasa por favor… –

Dijo ella, saludando educadamente, yo hice como me pidió. Voltee a todos lados solamente por mirar, se escuchaba silencioso el día de hoy, mientras subíamos las escaleras ella me preguntó.

-¿Fue difícil llegar? –

Preguntó ella, casualmente, mirando al suelo.

-Bueno, la verdad es que soy bueno memorizando las cosas importantes, así que, no realmente. –

Le dije, había un halago escondido en miss palabras, ella sonrió por ello, sin darlo a notar. El secreto de esto está en usar las palabras correctas para halagarla sin avergonzarla.

-Espero no estés decepcionado, he cocinado casi todo yo… pero no soy muy buena con algunas cosas, mi madre me ha ayudado. –

Explicó ella, mientras abría la puerta de su departamento.

-La verdad es que, nadie ha preparado comida para mi desde hace mucho, no hay forma de que algo me decepcione. –

Le dije, y enteramos.

Ella cerró la puerta con evidente placer al poner el seguro, a pesar de que había todavía una persona en la cocina, su madre, supuse.

-Kaa-san, ya estoy aquí… él es… –

Una señora llevando un delantal idéntico al de Mizore salió de la cocina y me sonrió.

-Vaya, pero si es adorable, por un momento tu padre y yo pensamos que se trataba de un maleante, pero nos equivocamos, yo creo. –

-Moo, Kaa-san, no invitaría a un maleante, no soy esa clase de tonta. –

Se quejó ella.

-Lo sé, lo sé, pero es mejor estar prevenidas. –

Dijo la señora, blandiendo su cucharón, yo sonreí, había una amenaza en esas palabras.

-Soy la madre de Mizore, Hanagima Tatami, es un placer. –

Se presentó la señora, yo asentí e hice mi presentación formal.

-Otagane Toshikane, un placer, y perdón por las molestias. –

-Ah, eres muy educado, espero que te sientas bien. –

El tono de la señora seguía siendo desconfiado, casi hostil. Imagino que ella se opuso firmemente a esto en un principio.

Mizore intervino.

-No tienes que portarte así, por otro lado ¿Dónde está Itto? –

Preguntó ella a su madre, con evidente intención de cambiar el tema. Había la posibilidad de que hubieran tocado el tema muchas veces antes de hoy, en cuyo caso, Mizore estaría cansada de repetir lo mismo.

Casi podía escucharla en mi cabeza. Sonreí sin decir nada, la señora entendió.

-Ha ido al parque con los hijos de la señora de al lado, pensé que estaba bien si lo dejaba divertirse esta tarde. –

Respondió la señora casualmente, volviendo a la cocina.

-Imagino que vas a seguir ayudándome, o quizá prefieres atender a tu nuevo invitado. –

Mizore suspiró.

-Madre, ya lo hemos hablado, no tienes que ser así. –

Se quejó ella.

Su madre volteó a verla e hizo la tonta.

-¿Cómo? –

Preguntó. Mizore suspiró y dirigiéndome una mirada significativa, siguió a su madre a la cocina, a donde pude escuchar una pequeña discusión disfrazada de susurros. Mizore salió de la cocina momentos después, con la cara roja.

-Perdona, no era mi intención que esto pasara, mi madre a veces es así… no le tomes importancia, no es que sea una mala persona ni nada, es sólo que es desconfiada. –

-Puedo verlo. –

Le dije, in pensar, pude ver como una nube negra apareció justo por encima de la cabeza de Mizore.

Negué con ambas manos nerviosamente.

-No es que me moleste ni nada parecido, no pasa nada malo con ello, es normal que ella sea desconfiada. –

Quizá fue mi desesperación lo que la convenció de que estaba siendo sincero, más que mis palabras, porque ella trató de sonreír después de aquello. No suelo hablar sin pensar lo que digo, pero admito que aquello me tomó por sorpresa.

-Como sea, la cena esta lista, si quieres… –

Me dijo ella, ahora poniendo una débil sonrisa. Yo asentí y fuimos al comedor, la señora se ocupó de poner los platos mientras Mizore limpiaba la mesa un poco y colocaba unos pequeños manteles.

Para alguien que está acostumbrado a comer en la combini y cosas en los puestos callejeros, aquello, más que una cena, parecía un festín. Es cierto que cenaba en casa de la señora Kaoru con regularidad, pero no puedo decir que a la señora le gustara cocinar.

Gyozas, arroz blanco, pescado, verduras salteadas, todo era genial y con sinceridad lo comí con una sonrisa, la señora poco a poco suavizó mi mirada al tiempo que transcurría la cena.

Yo hablaba con Mizore.

Ella se dedicó a contarme algunas cosas acerca de su escuela mientras comíamos, imagino que pensó mucho en el tema porque era la clase de cosas que no podrían arruinar el ambiente en ninguna forma.

Desgraciadamente, tampoco es la clase de cosas de las que uno recuerde mucho.

Después de más o menos una hora, la señora se levantó, me ofrecí a ayudar con los platos, pero ella se negó.

-No te preocupes, eres un invitado, está bien así. –

Mizore la miró acusadoramente, pero alcanzaba a notarse un reproche de “te lo dije” en la mirada. Supuse que había sido una buena idea ofrecerme, aunque sabía de antemano que se negaría.

-Se quedarán solos ahora, si quieres, Mizore, puedo bajarles algo pronto, de todos modos, deberías cuidar tus horas, no permitas que se vaya muy tarde. –

No comprendí el tono de la señora, pero supuse que estaba bien asentir y decir que si, así que eso fue lo único que hice, luego miré a Mizore, con la cabeza baja, y una sonrisa. Luego de que la señora subió las escaleras, me encontré mirando a todos lados, esperando a que ella dijera algo.

-Creo que le agradas. –

Dijo ella, sonriendo finalmente.

-Bueno, yo no lo llamaría “agradar” pero me basta con que acepte la idea de que no soy un peligro para ustedes. –

Le dije, sonriendo, ella asintió.

-¿Quieres ir a la sala? Podemos sentarnos en el sillón, que es más cómodo… –

Dijo y bajó la cabeza.

-¿Qué pasa? –

-Bueno, es que es más íntimo… –

Dijo con una vocerita, se retractó inmediatamente, dándose cuenta de la cantidad de significados que esas palabras podían tener.

-Y más normal quiero decir, no sería bueno que permaneciéramos en el comedor… Itto puede venir y… –

Yo sonreí.

-De acuerdo… –

Le dije, asintiendo, y cambié el tema.

-¿Cómo es tener hermanos? –

Pregunté, más que nada con la intención de que ella se distrajera. Ella volteó a verme asombrada.

-¿No tienes hermanos? –

Preguntó ella, consternada.

-Bueno… podríamos decir que Kamine es como una hermana… es lo más cercano que conozco a eso, pero aun así, bueno, no ha crecido conmigo… no sé cómo es en realidad. –

Una sonrisa de inmensa satisfacción se dibujó en su rostro y sus ojos brillaron. Lo admito, aproveché el momento, no era esa la intención con la que traje el tema en primer lugar, pero reconozco que era un buen momento para ello.

Quiero decir que, claro que ella estaría algo… preocupada por la cercanía que había entre Kamine y yo, si le decía que era como mi hermana (una hermana a la que de todas maneras podía tomar si quería, pero eso no se lo dije.) sus sospechas serían mucho menores.

-Bueno, creo que depende mucho de la situación, en mi caso, Itto es muy pequeño, y me ve como una figura grande… supongo que no es lo mismo si es mayor que tu… a mí me hubiera gustado tener un hermano mayor, yo creo. –

Explicó.

-¿No te agrada ser la mayor? –

Pregunté casualmente, ella asintió.

-Claro que si… es difícil no sentirse bien cuando un niño pequeño te mira y depende tanto de ti como Itto depende de mí… pero a veces, escucho a mis compañeras en clase, ellas hablan de personas grandes y confiables en quien apoyarse… –

Explicó, y suspiró.

-Bueno, no te queda más que ser esa persona para Itto-kun, en todo caso… –

Expliqué, palabras para halagar su buen trabajo, y luego las de cercanía.

-Y si sientes que te hace falta algo… puedes depender de mí. –

Mizore me miró, completamente roja de la cara, fueron solo unos segundos, bajó la mirada luego de eso.

-Eso… estaría bien. –

Respondió finalmente. Lentamente, sin voltear, acerqué mi mano y la coloqué suavemente sobre la de ella, Mizore tuvo un sobresalto, pero en lugar de quitar su mano, ella la volteó para entrelazar sus dedos con los míos. Pude sentir los latidos de su corazón a través del pulso de su mano.

Permanecimos así por unos momentos.

Finalmente nos miramos.

Y antes de que pudiera decir cualquier cosa, la señora entró desde detrás.

-Traje galletas y jugo ¿Están bien? –

Era la sala de la casa, no tenía puerta, así que no pudimos escuchar nada, sólo nos soltamos inmediatamente.

-¿Está todo bien? –

-Cla… Claro que… que sí, madre, sólo… déjalas allí. –

Respondió Mizore con un tartamudeo, al ver que ella estaba roja de la cara, la señora mee dirigió una mirada de sospecha, pero no me dijo nada, yo suspiré.

-Está haciéndose tarde, Mizore. –

Recordó la señora al volver a subir las escaleras, yo tragué saliva, y miré a Mizore a los ojos.

-Eso me asustó. –

Se quejó ella. Yo sonreí.

-Bueno, creo que es hora de que me vaya. –

Le dije, lo que menos quería era causarle problemas, y no sé hasta qué punto los tendría ahora.

-Perdona por eso. –

Me dijo ella, yo negué con la cabeza.

-Al contrario, no es que tratara de avergonzarte ni nada, yo no sé qué me pasó. –

Le dije, y nos pusimos de pie, ella trataba de sonreír a pesar de que todavía parecía avergonzada. Salimos de su casa después de eso, pero ella tenía que llevarme hasta la entrada de los departamentos.

Al salir de su casa, ella venía cabizbaja, como si estuviera tratando de convencerse de algo, y fue al final del pasillo, antes de bajar las escaleras que, escuchamos algo raro. Y como todo estaba silencioso, pudimos escucharlo con claridad.

Volteamos a todos lados, pero no vimos nada. Eso nos distrajo de la vergüenza que ella había pasado hace un momento.

-¿Qué está pasando? –

Preguntó ella, a la nada en especial, me asomé por el barandal para saber si podía ver algo hacia arriba, pero no se veía nada.

-No lo sé… quizá conviene que… –

Iba a decirle que volviera a su casa, cuando los ruidos se convirtieron en otra cosa. Era una pareja, dentro de uno de los departamentos, y estaban… en su momento especial.

Mizore se dio la vuelta y se cubrió la cara.

-Lo siento mucho. –

Gimoteó ella, a punto de llorar. Yo trataba de contener la risa.

-No te preocupes, no es tu culpa… es decir, mucha gente vive en estos edificios. –

Expliqué, ella negó con la cabeza, y armándose de valor, se acercó al departamento en cuestión. Los ruidos seguían escuchándose, parecía que lo pasaban muy bien allí dentro.

-Alguien debería decirles que sean más silenciosos. –

Dijo Mizore, e iba a llamar a la puerta, pero la detuve, sosteniéndola de una mano.

-No, no, no… No deberías interrumpir algo así… –

-Pero… –

La verdad es que, a mí no me gustaba que me interrumpieran, supongo que a nadie, no me parecía justo porque además, ellos (quienes quiera que fueran) estaban en su casa. Nosotros seríamos los intrusos allí.

-Sólo, déjalo ser… –

Le dije, y encogiendo de hombros, bajé las escaleras, y como la había tomado de la mano para detenerla, bajé con ella las escaleras sin soltarla.

Al llegar abajo nos reíamos sin saber porque.

-Gracias por venir. –

Me dijo cuándo nos calmamos, y nos soltamos, tristemente.

-Todo lo contrario, fue genial, la cena estaba deliciosa… y puede que debiera decir esto antes, pero te ves encantadora. –

Mizore se volteó y se llevó las manos a la cara.

-Perdón, iba a decirlo desde antes… pero tu madre estaba allí y me dio vergüenza. –

Mentira, podía haberlo dicho en ese momento, no es vergüenza lo que me detuvo, sino el peligro de que su madre se enfadara con ella cuando yo me hubiera ido.

-No… está bien… nunca nadie me lo había dicho tan claramente… pero… me halaga mucho que pienses eso de mí. –

-Bueno, creo que, dentro de nuestros límites, podemos decir que fue un éxito. –

Le dije, ella volteo a verme.

-¿No piensas que fue un desastre? –

-Claro que no. –

-¿Ni siquiera con lo que escuchaste al final? –

Preguntó ella, cruzando los brazos. Creo que me juzgaba por un pervertido, y si lo era, pero no la detuve por eso.

-Bueno… como dije antes, no deberíamos interrumpir, están en su casa, y bueno, no sé quiénes sean, pero supongo que se aman el uno al otro, no es que tengan la intención de incomodar a nadie. –

Mizore sonrió.

-Entonces… el amor puede incomodar a veces… –

Dijo, sonriendo con satisfacción, quizá mi punto tenía mucho sentido para ella, no lo sé, y no tuve tiempo de pensarlo.

Hablo de que en ese momento, ella se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, luego se dio la vuelta.

-Vaya, eso fue inesperado. –

Le dije.

-Tu aceptaste que podía ser incómodo… –

Respondió Mizore sin voltear, visiblemente acomplejada.

-No me refiero a eso… –

Repliqué, tocándome la mejilla con la mano.

-Es por el halago de antes. –

Agregó ella, tenía dificultades para hablar. Permanecimos allí sin saber que decir, después de un momento, las luces de la calle se encendieron.

-Tengo que entrar. –

Dijo ella, aun sin mirarme.

-¿Puedo volver a verte? –

No lo pregunté al azar, lo juro. Ella estaba allí esperando resolver esa cuestión, fue muy obvio porque si lo tuviera resuelto, ella había entrado justo luego del beso. Eso no evitó que me sintiera un tanto… nervioso por ello.

-De acuerdo. –

Mizore solo tuvo que responder eso y entró. Suspiré.

Vaya una chica.

———–

Volví a mi casa después de eso, al pasar por la casa de la señora me percaté de que la luz en la alcoba de Kamine estaba encendida, pero con sinceridad, no tenía ganas de ver nada esta vez… ahora que ya me había acostado con ella, sentía que mirarla había perdido un poco de su atractivo.

Y también sentía que había tenido suficiente acerca de mujeres por un día. Suspiré agotado cuando subí a lo cuarto, preparándome para dormir. En ese momento llegó un mail al celular.

“Necesito consejos sobre esto”

Decía, el remitente era un número desconocido, así que no lo comprendí, iba a preguntar de quién se trataba cuando entró un nuevo mensaje.

“Sakyomi dice que estuvo bien, pero creo que algo dentro de mi no lo cree… ¿Cómo sabes si hiciste bien el “trabajo” a una chica?”

Ah, así que se trataba de Sushake, aquel segundo mensaje me lo confirmó. Escribí:

“La forma más fácil de saberlo es preguntándoselo, pero ¿De qué va a servir si no crees en lo que dice? Ten más confianza en ti mismo, eres un hombre”

Esa fue mi respuesta.

Lo pensé por unos momentos sin embargo, yo nunca había hecho esa pregunta, no pensé que valiera la pena. Si alguna chica se sentía a disgusto conmigo posiblemente no volvería a acostarse conmigo, en tal caso, no valía la pena preguntar. Y si querían volverlo a hacer ¿Qué sentido tenía preguntar entonces?

“¿No hay una manera de saberlo?”

Preguntó de nuevo.

No es como que nunca hubiera sentido aquella inseguridad, creo que cualquier chico la siente, sobre todo las primeras veces, pero… quizá después de un tiempo, aquella pregunta simplemente deja de importar.

“Pues… no… las chicas son difíciles de cualquier modo, de todas formas si ella no termina contigo eso significa que puedes seguir acostándote con ella, ¿No es eso suficiente?”

Pregunté.

Lo pensaba de verdad, iba a dormir cuando Sushake respondió. Este tipo sí que tenía serios problemas con esos detalles.

“Como de costumbre, eres un ser sin alma ¿No es cierto? Pregunto porque a mí me importa saber, quiero que ella se sienta bien, no sólo sentirme bien yo.”

Me reí un poco, esa puede ser otra razón.

Quiero decir, que sus objetivos y los míos en ese aspecto eran distintos. Realmente no estaba demasiado interesado en saber lo que una mujer pensaba de mi desempeño sexual. Me esforzaba, eso sí, pero sus opiniones… eran poco relevantes. Es la verdad. Puede ser que yo no estaba acostándome con las chicas porque quisiera hacerlas felices o alguna cosa de esas. No había más que deseo puro y duro, y quería que permaneciera así.

Por mi propio bien.

Akane…

De todos modos le respondí.

“No mezcles una cosa con la otra, el cariño es cariño y el deseo es deseo. Puedes enamorarte de ella si quieres, pero cuando te acuestes con ella tienes que tratarla como tu juguete.”

Era un buen consejo, si cualquiera me lo pregunta. Sé que soy un mal sujeto por aconsejarle eso a un amigo, pero creo que en realidad sí funciona. Ya no hubo respuesta, y pude dormir en paz.

———

Olvidaba decir, que Mizore me envió un mensaje después de todo eso, pero no lo leí porque estaba demasiado somnoliento y esperé hasta la mañana siguiente.

Y al despertar, lo primero que hice fue lavarme la cara responder ese mensaje.

El de ella decía.

“Espero que ya hayas llegado a tu casa, la verdad es que me gusstaría haberte citado antes y pasar un poco más de tiempo, pero por otro lado, creo que no habría sido justo hacerte esperar tanto por una cena. De todas formas, espero que descanses.

Hanagima.”

Y yo le respondí esto:

“Espero que hayas tenido una buena noche, a decir verdad llegué a mi casa y lo único que hice fue dormir, así que no vi tu mail hasta que desperté, iré a la escuela ahora, ten un buen día.

PS: No hace falta que sigas firmando los mensajes”

Y después de eso me bañé, y me preparé para ir a la escuela. Kamine estaba esperando afuera de su casa cuando salí de la mía. Nos fuimos a la escuela, juntos, como de costumbre.

-¿Qué tal ha estado tu cita? –

Preguntó ella casualmente mientras caminábamos, yo la miré sospechosamente.

-¿Por qué me preguntas algo que ya sabes? Seguro que Mizore ya te ha contado todo. –

Le reclamé.

-Ella dijo lo mismo cuando le pregunté, no me dijo nada. –

-Pues si ella no te lo dijo, yo tampoco. –

Le dije, ella infló sus mejillas.

-Hey, al menos déjame enterarme de algunos detalles… No sé qué le ocurre a ella, apenas respondió mis mensajes anoche. –

-Quizá estaba ocupada, su madre dio algunos problemas, en realidad. –

Le dije, había la posibilidad de que hubieran hablado largo y tendido luego de que me fui.

-Entonces no salió bien. –

-No te lo diré. –

Respondí, en realidad no es que no quisiera contarle, no tenía una razón para no hacerlo, excepto claro, me daba pereza contarle.

-Oh vamos, ¿Sólo por esta vez? –

Aquella frase era su frase, suspiré, no me iba a dejar en paz a no ser que le dijera un par de cosas. Así que le conté, lo más superficialmente posible, lo que había pasado en mi cita con Mizore. No le dije que nos habíamos tomado de las manos ni que me dio un beso en la mejilla, pero al parecer fue suficiente.

De eso hablamos un largo rato.

-¿Y que tal tu? –

Pregunté, ella me miró con cara de no entender.

-¿Yo? ¿Yo qué? –

-¿Qué tal te fue ayer? –

Pregunté de nuevo, recordando que ella me había dicho que se vería con su novio. La verdad es que estaba preguntando solo por mantener la conversación fluyendo, no había ningún interés por enterarme de lo que había pasado entre Kamine y su novio.

Ella me lo dijo, de todos modos.

-Fue grandioso, no lo había hecho tantas veces desde que comencé a salir con él. –

Me dijo ella, con una sonrisa triunfal marcada en la cara. Espera ¿Ella quería contarme lo que había pasado?

-Esos son demasiados detalles ¿No lo crees? –

Le respondí.

-¿No quieres saber? –

Preguntó ella, con una sonrisa ladina en el rostro.

-¿Quieres contarme? –

Pregunté, extrañado, ella encogió de hombros.

-Bueno… sabes mucho sobre mí, no veo porque un poco más haría alguna diferencia, por otro lado, no tengo a quien más contarle. –

-¿Y tus amigas? –

Pregunté.

-Puedo decirles que estuve con mi novio, pero si les cuento cómo pasó, pensarán que soy una puta. –

Respondió ella.

-Tienes una cara de puta satisfecha ahora mismo. –

-Pero tú ya lo sabías desde antes. –

-De acuerdo, de acuerdo… sólo hazlo rápido. –

Me llevé una palma a la cabeza. Esta chica era una desvergonzada. Por otro lado, no niego que era importante para mí, como mi cómplice y mi amiga, Kamine era alguien a quien apreciaba.

-Bien, cuando llegó y nos quedamos solos comencé a seducirlo ¿Sabes? Normalmente toma tiempo, pero… no sé, ayer estaba como loco, en cuanto lo tomé de la mano él solo se levantó y comenzó a besarme, y como me tomó por sorpresa, no me di cuenta de cuando me quitó las pantis. –

Ella me contaba aquello con evidente placer al mencionarlo, supongo que resultaba halagador que ese chico se pusiera de ese humor por tenerla. Ese deseo frenético tenía que resultar en algo como “está loco por mí” dentro de la cabeza de alguien como Kamine.

-Luego metió sus dedos dentro de mi vagina, me dijo que era una sucia por estar así de mojada pero ¿Qué otra cosa podía pasar? Y los movió con fuerza, me lastimaba un poco, pero le pedí que no se detuviera… el comenzó a besarme más y a agarrar mi trasero con fuerza, todavía me duele, por cierto. –

No pue evitar una pequeña sonrisa, quizá imaginando la escena, quizá recordando algunas eescenas similares dentro de mis propias experiencias.

-Después de arrojó a la cama y me perforó con todas sus fuerzas y…–

La interrumpí.

-Muy bien, basta de detalles, es todo lo que quiero saber. –

Kamine suspiró.

-Fue grandioso. –

Dijo ella, los ojos le brillaban con una intensidad difícil de creer.

-Con eso me basta… que bueno que haya sido grandioso… –

Su relato estaba empezando a provocarme un problema, algo serio si hablamos de que estábamos en plena calle, y frente a la escuela.

-De acuerdo, entraré ahora, ¿Te veré en la salida?

Preguntó.

-No lo sé… te enviaré un mensaje. –

Fue mi respuesta, luego ella se despidió y entró corriendo a encontrarse con su novio.

Yo sólo permanecí afuera por unos momentos, preguntándome si las chicas con las que me había acostado hasta ahora podían decirlo de la experiencia lo mismo que decía Kamine.

Tenía mucho tiempo que no me hacía esa pregunta.