Haru no Yurei C26

Capítulo 26: Encuentros sorpresa.

Admitiré esto. Estaba feliz de estar en esto de nuevo. Muchas cosas me había tenido distraído últimamente, pro creo que cierto gusto le había tomado al anonimato con el que entraba a las casas ajenas. Cuando llegué a la dirección que Kamine me pasó por mensaje, me di cuenta de que, efectivamente, había un listón colgado en la puerta de entrada.

Admito que ese fue un gran detalle por parte de Kamine, aunque de ahora en adelante, supongo que necesitaría revisar seguido ciertos lugares, en caso de que hubiera listones rojos colgados por allí. También había la posibilidad de que lo usaran para tenderme una trampa.

Suspiré.

No había personas en la calle, pero de todos modos me aseguré de que nadie me viera acercarme a la casa de la profesora, era una casa como tantas otras que hay en este lugar, pasaba desapercibida en realidad. Tengo que haber pasado por este sitio cuando menos unas cien veces en mi vida, y nunca me percaté de que mi profesora de algebra vivía aquí.

No había letrero anunciando la familia. ¿Ayasara Sensei era soltera? Me preguntaba en ese momento, eso iba contra las reglas, pero ahora mismo no podía preguntar nada. El corazón comenzó a latirme con fuera a medida que escalaba una de las paredes interiores de la casa para acercarme a la ventana del segundo piso. Dejé mis zapatos escondidos en uno de los arbustos, incluso si tenía que huir sin ellos, podría regresar después.

Ahora, a trabajar. Entré en silencio, las luces estaban apagadas, abrí la primera puerta sin hacer ruido. No era allí, eso era el baño. Camine por el pasillo iluminándome con el celular, hasta que llegué a la segunda puerta, pero nada había dentro.

Era un cuarto vacío. Parece que Ayasara Sensei había estado sola durante mucho tiempo.

Suspiré, y caminé hasta el último cuarto, con más seguridad a decir verdad, era obvio que esta vez acertaría porque era el último cuarto que quedaba.

Abrí la puerta.

Las luces estaban apagadas, pero Ayasara estaba sentada sobre su cama, mirando a la ventana y dándome la espalda. Esperando.

–Entonces es cierto… existes de verdad… –

Entré a la habitación cerrando la puerta tras de mí. Ella se sobresaltó cuando escuchó el sonido de la puerta, pero no volteó.

Ya no estaba alumbrándome con nada, pero la luz de las lámparas de afuera pasaba a través de su ventana, si ella hubiera volteado, habría podido ver el dibujo de la máscara con toda claridad (y mi cara si no tuviera la máscara puesta) pero no volteó.

–Yo… ya lavé mi cuerpo… no iba a recibirte estando sucia. –

Aseguró ella, sin moverse, yo no supe si ella esperaba una respuesta, o estaba hablando por los nervios.

–Escogí la ropa interior más linda que encontré ¿Te gusta? No es muy indecente ¿Cierto?–

Ella llevaba unas pantis color oscuro con encajes color blanco, no tenía aberturas ni mostraba demasiado, pero era la clase de ropa que llevaría una chica para impresionar a su novio en un momento así, quiero decir que se notaba que estaba pensada para usarla en esto.

Me paré detrás de ella, su trasero apuntaba hacia mí, no era demasiado grande, pero era redondo y sexy. Podía escucharla respirar.

–Ni siquiera sé si entiendes lo que estoy diciendo… pero… antes de que lo hagas, quiero decirte que esperaba por ti… esperé mucho tiempo por esto. –

Toqué su espalda para darle a entender que estaba escuchándola, todavía no estaba muy seguro de querer hablar ahora, porque no sabía que tanto recordaría ella de mi voz a la mañana siguiente y eso podía ser desastroso.

La máscara me impedía besarla, pero eso no me detuvo de acercar mi cara a su cuello para poder olfatear su aroma. Estaba claro que se había bañado antes de esto, lo cual sería muy normal si no me diera cuenta de que ella había usado perfume y sales para baño.

–Tu rostro es frio, y tus manos calientes… –

Me separé. Estaba demasiado nerviosa, y sonaba un poco agitada, no de la buena forma, quiero decir.

–Yo… quería hacerte algo de cenar también… pero no sé si comes… todavía puedo bajar a la cocina después de esto y… –

Toqué su trasero y ella se irguió sin levantarse, arqueando su espalda y dejando de hablar por unos momentos. Es que estaba hablando sin sentidos.

–Yo… sé no debo tratar de mirar… no debo hacer preguntas… pero me he preparado ¿Lo notas? Por eso… si alivias mi soledad, yo… –

A veces la vida te da sorpresas, lo digo porque no pensé que Ayasara Sensei se comportaría de esta manera, nunca lo pensé en realidad. Había pensado de forma pervertida de casi todas las mujeres que conocía, la madre de Kamine entre ellas, pero hasta ahora, no me pasó por la cabeza que Ayasara era también mujer.

Comencé a acariciar su trasero suavemente con toda la mano, metiendo los dedos de cuando en cuando por dentro de sus pantis para sentir su piel.

–Yo… no puedo creer, que de verdad alguien me está tocando… después de todo este tiempo… se siente tan bien…–

Metí mi otra mano por debajo de su brazo y presioné uno de sus pechos, ella ahogó un grito.

–Si… esto es lo que quería… –

Comencé a presionar su pechos con algo de fuerza, atrayéndola hacia mí para pegar su espalda con mi pecho, en un movimiento desesperado, ella tomó mi mano y la metió bajo su sostén, sus pezones estaban duros, y se pusieron aún más firmes cuando comencé a apretarlos.

–Siénteme más, tócame más… disfruta mi cuerpo todo lo que gustes… es para ti… –

Mi otra mano, mientras tanto, comenzó a hacerse pasar a través de su trasero, buscando el calor que desde este punto ya comenzaba a sentir salir de su entrepierna. Admito que por unos momentos, me olvidé de lo que me había dicho Kamine, y comencé a acariciarla de forma más atrevida. Su respiración se aceleró.

–Es mucho pedir supongo… pero aunque ya no sea joven, aunque nunca me hayas visto, finge que te gusto, por favor… –

Ayasara me dijo eso mientras pegaba su cuerpo al mío, en algún momento sentí que trató de darme un beso, pero la máscara se interpuso. La distraje metiendo mi mano entre sus piernas, así como estaba, ella saltó.

–Hazme sentir como si esto fuera importante para ti. –

Dijo, pasando sus brazos sobre mis hombros, atrayéndome hacia ella y dejándose caer sobre la cama, caí sobre ella mientras mis manos se ocupaban de disfrutar su cuerpo como ella me había pedido. Iba a comenzar esto en serio cuando recordé las palabras de Kamine. ¿Podía detenerme ahora? Me preguntaba mientras ella separaba sus piernas.

Ella puso una mano sobre mi cara, tocando la máscara, pero yo podía sentir perfectamente el calor de sus manos incluso a través de ésta Me retiré en ese momento, Ayasara no comprendió nada y se quedó como estaba, quitó incluso sus manos del camino, exponiendo sus pechos frente a mí. Yo ya tenía una tienda de campaña en el pantalón, así que si iba a detenerme tenía que ser ahora, antes de no poder controlarlo.

.¿Qué ocurre? –

Preguntó ella cuando me puse de pie. Sus ojos se abrieron llenándose de lágrimas cuando comprendió que no iba a pasar.

–No es posible… ¿Fui… demasiado aprehensiva acaso? Lo siento… yo… –

Me retiré de ella un par de pasos mientras negaba con la cabeza, luego miré a la ventana. Y cuando ella miró también a la ventana me di la vuelta.

–¿A dónde vas? No tienes que irte así… por favor… no te vayas… –

Ayasara comenzó a llorar como una niña pequeña mientras se ponía de píe. Admito que fue una buena ida traer la máscara, porque de otro modo ella se había dado cuenta de que esto era un problema para mí. No solo mi orgullo como hombre salió herido dejando todo como estaba. Ayasara se hincó en el suelo.

–¿Que hice mal? Dímelo… yo no quiero que te vayas… haré lo que sea… por favor… quédate un poco… no tenemos que hacer nada… solo… quédate un poco más. –

 

Fue lo último que escuché mientras cerraba la puerta detrás de mí. La escuché dar rienda suelta a su llanto una vez que se quedó. Me sentí muy mal por ella, lo admito. Porque era muy obvio que ella realmente se sentía muy sola. En realidad era lo único que había dicho desde que llegué.

Suspiré, pensando seriamente en darme la vuelta y volver a entrar, pero eso rompería el encanto también, todo tenía que verse lo suficientemente misterioso como para que ella tuviera una esperanza de que regresaría a terminar lo que comencé. Incluso aunque por ahora ella se sintiera devastada por el rechazo, la humillación y la desilusión de haber sido abandonada de esa forma.

Salí de la casa mientras escuchaba algunos truenos en el cielo. Quizá con un poco de consejo ella acabaría pensando que mi negativa como fantasma se debió a la lluvia.

O quizá tendría que convencerla después.

Me fui a casa pensando en todo aquello. Lo único que realmente quería hacer, era dormir, y con ello, olvidar esto que había pasado. Hubiera sido mejor que mee atraparan en la tienda, yo creo, o que el plan de Kamine hubiera salido bien aquella vez.

Todo era culpa de la madre de Akane por no dejarse abusar aquel día. Una vez que esto estuviera terminado, volvería… quizá más de una vez.

A la mañana siguiente, me desperté bastante tarde, y debido a ello tuve que salir corriendo a la escuela, Kamine no había aparecido para nada por la mañana y lo agradezco, porque de otro modo, ambos llegaríamos tarde y los alumnos podían empezar a sospechar.

Para colmo, nos tocaba clase con Ayasara Sensei en primera hora.

Cuando llegué al salón, a pesar de que era tarde, la maestra no estaba allí, llegó poco después, sin embargo, y puedo decir que terminé de arrepentirme por lo que había pasado. Aunque no parecía que hubiera llorado o algo así (posiblemente debido al maquillaje) la maestra estuvo seriamente distraída durante toda la clase.

Incluso cometió un par de errores de los que los demás se rieron, y aunque fuera muy gracioso, yo me sentí más mal de lo que ya me sentía.

Se quedó estática cuando sonó la alarma del final de clase. Normalmente ella esperaba a que todos salieran y luego tomaba sus cosas, esta vez solo se dio la vuelta y salió del salón.

Varios compañeros notaron que aquello no estaba del todo bien. Comentarios como “algo le ocurre” o “quizá es la edad” fueron comunes mientras salía del salón.

Fui a ver a Kamine después de eso, ella estaba tranquilamente tomando su desayuno con sus amigas.

–Ya está, justo como dijiste. –

Comenté cuando ella se separó de sus amigas y fue hasta donde estaba.

–¿Y bien? –

Preguntó Kamine. (Kamine tomaba la mayoría de las clases en un salón diferente al mío, de hecho, sólo tomábamos tres clases juntos, y casi siempre eran las ultimas horas.)

–Bueno, espera a que la veas… –

Respondí, batiendo la cabeza. Kamine me puso una mano en el hombro.

–Anímate, una vez que le haya contado a mi madre podrás tenerla de nuevo, y si quieres, puedes ir y terminar el “trabajo” de Ayasara–Sensei. Seguro que te pone una A. –

Explicó Kamine, no sonaba a que guardara rencor a Ayasara Sensei para nada, por lo que supuse que para ella en todo momento se trató del plan. ¿Estaba ella realmente interesada en que me acostara con su madre? Me preguntaba.

Después de volver a clases, me enteré de que Kamine había sido mandada llamar a la dirección de la escuela. Algo me dijo que Ayasara Sensei planeaba una visita domiciliaria, pero no dije nada. Sonó la alarma del final de clases y salimos todos. En ese momento, recibí un mensaje.

Era Sakyomi.

“Hey. Chico lindo. ¿Estás bien? Sushake dice que te veías desanimado esta mañana ¿Necesitas que algo te de ánimos? Yo puedo ayudarte con eso.”

Ah, me vendría de maravilla a decir verdad.

“Y exactamente ¿Cómo planeas hacer eso?”

Pregunté, mientras terminaba de guardar mis cosas.

“Eso depende ¿Cuánto tiempo tienes para pasarlo conmigo? Hablo de en un salón… solos… ¿3–D te parece? ¿Debería esperarte allí?”

Miré hacia todos lados, todos se estaban yendo, Sushake me dirigió una mirada significativa, le hice una seña con la mano para decirle que subiría, él asintió con la cabeza, luego de eso tomé mis cosas y subí tranquilamente, esperando a que todos salieran.

Encontré a Sakyomi ya en el salón que me había dicho, estaba recargada en la pared, y volteó a verme cuando abrí la puerta del salón para entrar.

–Sabía que vendrías. –

Dijo ella con una sonrisa amistosa. Luego se acercó a mí y me tomó del brazo.

–Ven… cuéntamelo todo… –

Dijo. Poniendo el seguro a la puerta y luego haciendo que m sentada en una banca. Y como ella sabía que no había venido a hablar, se hincó frente a mí y bajó mi cierre.

–Verás… –

Comencé a contrale lo que había pasado, pero no con la profesora, sino lo de Akane, era una buena forma de empezar. Sakyomi no perdió el tiempo, se las arregló para lidiar con la ropa interior mientras acaba mi pene del pantalón. Yo reaccioné frente a lo repentino del toqueteó y ella pudo meterlo en su boca.

–No la entiendo para nada… –

Dijo ella, sacándolo de su boca un momento para poder hablar.

–Tampoco yo… –

Tengo que admitir que ella sabía perfectamente lo que hacía, lo sacaba de su boca de cuando en cuando, para lamerlo y limpiarlo a conciencia y luego lo volvía a meter, usando su lengua y succionando.

–Ella se lo pierde… está tan delicioso… –

Comentó Sakyomi, eso me dio un poco de vergüenza.

.–De todos modos, es imposible pensar en esas cosas cuando haces tan buen trabajo, Sakyomi. –

–No es cosa mía, es que me encanta… –

Respondió ella, lo sacó y comenzó a lamerla, para luego volverlo a meter hasta su garganta, rodeándolo con su lengua para hacerse espacio.

–Solo de pensar en lo que puedes hacer con esto… siento que voy a explotar… –

Explicó ella, aunque el que iba a explotar era yo. Con mucha habilidad, ella comenzó a desabotonarse su blusa sin dejar de lamer y succionar, y cuando lo hizo, dejando ver su sostén, ella comenzó a oprimir sus pechos con una mano, mientras la otra iba directo debajo de su falda.

–Me voy a venir… –

Anuncié, sacándolo de su boca, ella iba a decir algo cuando comencé a arrojar todo mi semen sobre ella, y como había estado soportándolo, fue bastante.

–Tan caliente… y pegajoso… –

Dijo ella, su cara, sus pechos y su estómago estaban totalmente cubiertos.

–Es mucho… así es como debe ser… –

Y comenzó a recogerlo con las manos para luego meterse los dedos lascivamente en la boca.

–¿Por qué no te quitas las pantis? –

Pregunté, mi erección no había bajado. Sakyomi me miró expectante.

–¿En verdad? –

Preguntó ella.

–Bueno, ambos sabemos que así no estas sintiendo mucho placer ¿No es cierto? ¿Qué tal si te hago sentir bien como a ti te gusta? –

Sakyomi sacó su mano de dentro de sus pantis y se puso de pie.

–Perdón… la costumbre… –

Dijo ella. Así que solía fingir que eso se sentía bien para ella.

–A veces olvido que estoy contigo y no con cualquier otro… –

Explicó ella, mientras se quitaba las pantis.

–Cuando dices “cualquier otro” estás hablando de Sushake ¿No es cierto? –

Pregunté, ella asintió. Sea como fuera, el tipo era todavía mi amigo. Me prestaba a su novia ¿Qué podía ser más amistoso que eso?

–Date la vuelta y muéstrame bien tu trasero… –

Le dije, mientras me ponía de pie, ella hizo lo que le había pedido, separando sus nalgas con las manos para que pudiera mirar bien, yo solo la tomé de la cintura y empujé mi pene con fuerza a través de su entrada trasera.

–Espera… no tengo de qué sostenerme… –

–No necesitas sostenerte. –

Respondí, empujando con más fuerza, abriéndome paso a través de su cuerpo, ella comenzó a gritar, yo la sostuve de los brazos y lentamente la fui dejando caer, ella quedó colgada sin tener a que aferrarse más que a mis manos.

–Está entrando… lo siento dentro de mi… dentro de mi trasero… está caliente… –

–Tienes que ser sincera con Sushake… –

Le dije, empujando hasta el fondo, ahora estaba completamente dentro de ella.

–No puedo… no podría… –

–Le diré que venga entonces… que te mire cómo lo disfrutas, agachada y perforada por detrás… –

Pude ver como su piel se erizaba al tiempo que comenzaba a sacarlo y le decía esas cosas.

–No… ¿Qué va a pensar de mí? Pensará que soy horrible… –

Se quejó ella.

–¿Cómo va a pensar esas cosas? Tiene que darse cuenta de lo bien que se siente metértelo por aquí… –

–No… no puedo… –

Comencé a empujar con más fuerza, estaba moviéndola tan fuerte que escuchaba sus pechos colgando rebotar.

–Si no lo prometes entonces lo sacaré ahora. –

Amenacé, ella volteó a verme.

–No… no lo saques… –

–Promételo. –

Repetí y me detuve de golpe, ella tuvo un espasmo.

–Está bien, está bien, lo diré… lo diré… ahora sigue. –

–De acuerdo. –

Respondí, encogiendo de hombros y empujando con todas las fuerzas que tenía.

–Pero no tan… fuerte… –

En algún momento dejó de importarle que hubiera alguien que pudiera escucharnos, porque comenzó a gemir como si fuéramos los únicos seres humanos en el mundo. Lo digo porque estoy seguro de que sus “Ah” tienen que haberse escuchado hasta la entrada de la escuela.

–Me voy a venir… otra vez… otra vez… –

Me concentré por un momento en lo que estaba haciendo a fin de aumentar el ritmo y la fuerza con la que empujaba, ella lo notó enseguida.

–Estás haciéndolo más fuerte… tú quieres romperme… quedaré amoldada a tu forma para siempre… –

–Eso es bueno… –

Respondí, jalándola hacia mí de los brazos para que ella se levantara y cambiar un poco el ángulo, y como ella recargó su cara sobre mis hombros con el movimiento, pude mirar perfectamente como salían sus jugos hacia el suelo. Sakyomi se quedó sin aliento y si no hubiera sido porque estaba sosteniéndola, creo que se había desvanecido.

–Eso fue… tan bueno… eres genial… lo digo en serio. –

Comentó Sakyomi, casi sin aliento.

–No soy yo, es que tu cuerpo es muy bueno. –

Respondí, aprovechando que ahora que estaba a mi alcance podía tocar sus pechos, su sostén aún estaba manchado con semen y ella estaba sudorosa ahora. Volví a empujar dentro de ella, Sakyomi saltó.

–¿Qué? No… espera… yo… –

Imagino que estaba confundida, la última vez la dejé descansar un poco más de tiempo, ahora apenas si me había dado tiempo de recuperar el aliento.

–No puedo evitarlo… sopórtalo… –

Respondí, comenzando a moverme, así como estábamos, de pie. Oprimí sus senos con fuerza, podríamos decir que me sostuve de ellos para seguir empujando dentro de ellas.

–Pero… esta posición… –

–¿No te gusta? –

Podía sentir como su ano intentaba contraerse cada vez que empujaba, supongo que no estaba pensado para esta clase de cosas, se supone que era una salida. Tres veces fueron todas las que empujé.

–¡Me vengo! –

Un nuevo chorro de jugos al suelo, estaba empezando a formarse un charco. Sakyomi luchaba con tomar algo de aire, me detuve unos segundos.

–Creo que si te gusta mucho… –

–Nunca… lo había… hecho así… –

Respondió ella, tratando de retirarse, pero todavía la tenía bien sostenida, de los pechos y la cintura, rodeándola con mis brazos para que no escapara.

–¿Eh? Pero no he terminado. –

Volví a empujar.

–No… –

Respondió ella, tratando de mirarme, volví a empujar, Sakyomi se retorció ante la proximidad de un tercer orgasmo.

–Espera… por favor… –

No hice caso, en lugar de eso, volví a levantarla desde adentro, empujando.

–Otra vez… –

Y de nuevo, tercer orgasmo, y cuarto y quinto. Ella forcejeaba para que la dejara ir y yo no me detenía, después de siete deje de contarlos. Fue básicamente uno tras de otro, no necesitaba más que empujar un poco y ella estaba arrojando sus jugos de amor al piso de nuevo. Casi la hago llorar.

–No es justo… no es justo… –

Me detuve porque ella pareció comenzar a tener problemas para respirar, y a decir verdad, también me cansé. En cuanto la solté, ella trató de caminar lejos de mi hasta que se sostuvo de una banca, yo me senté un momento.

–No es justo… –

–¿Qué no es justo? –

Pregunté, sonriendo. Ella estaba allí, recargada sin fuerzas en la banca, apenas sosteniéndose y respirando pesadamente.

–Se suponía que yo te iba a hacer sentir mejor. –

Replicó ella, yo suspiré.

–Pero yo no sabía que parada se sentiría tan bien. Nunca me había venido tanto… me arde mi trasero… –

–Me siento mejor. –

Respondí, encogiendo de hombros.

–No me mientas para consolarme. –

Replicó ella.

–Acordamos que nada de mentiras, es la verdad, mirar cómo te venías desesperadamente me hace sentir bien en realidad. –

Expliqué, ella me miró sospechosamente.

–No es mi culpa si no vuelvo a disfrutar del sexo con otra persona en mi vida. –

Replicó ella.

–Solo tienes que mostrarles el modo en que a ti te gusta. –

Repuse, sonriéndole y arrojándole sus pantis… que estaban mojadas como si estuvieran recién lavadas. Había un charco en el suelo.

–Póntelas… antes de que mirar ese trasero tuyo me haga querer continuar. –

Le dije, ella sonrió y las tomó, se las puso luego y me miró, ya más recuperada.

–Agradece que no vamos a casarnos, no te dejaría trabajar nunca más. –

Me dijo ella, batiendo la cabeza.

–Si… seguro que tampoco yo querría salir de la cama. –

Respondí, Sakyomi se rio y tomando el trapeador comenzó a limpiar. Creo que ella escogió este día porque le tocaba la limpieza. Yo tenía que irme.

–Podemos seguir luego, si quieres. –

Le dije, ella solo me miró y sonriendo, bajó la cabeza avergonzada. Cerré la puerta detrás de mí. Por alguna razón nadie vino a molestarnos, no creo que realmente no nos hubiese escuchado nadie. Después de eso tuve que ir a trabajar, y por ser el día que era, tenía que ver a Minase.

Estaba en la panadería cuando mi jefe estaba hablando algo con un cliente, sin pensarlo demasiado me puse el mandil, a pesar de que sabía que no iba a trabajar en la panadería ese día. Después de que mi jefe terminó de hablar con el cliente, entró al cuarto del horno.

–Me alegra mucho ver que llegas temprano, pero… –

Comenzó a decir él, yo asentí con la cabeza.

–Si bien, supuse que ya que Minase no estaba aquí todavía, podría dejar algo preparado aquí. –

Expliqué, mi jefe se rio levemente.

–De verdad te gusta tu trabajo ¿No es cierto? –

Preguntó, dándose la vuelta y colocando algunas cosas en el refrigerador. Fue en ese momento que Minase entró en la panadería, saludó a su madre y me miró de forma significativa, yo encogí de hombros.

–Te tomaste tu tiempo ¿No es cierto?–

Preguntó su padre, mirándola con algo de coraje.

–No es eso… yo… tenía que esperar el autobús. –

Explicó, su padre se rascó la barbilla.

–Bien, lo has hecho esperar, y eso no está nada bien. –

Minase me miró e hizo una leve inclinación.

–Perdona por la demora. –

Dijo ella. Yo asentí, no es que me molestara en absoluto, aunque no me dio tiempo de hacer nada.

–¿Qué hay de tu amiga? –

Preguntó el señor, Minase se sobresaltó, creo que ella no iba a decírmelo todavía. De algún modo supuse que esto pasaría.

–está esperando afuera. –

Respondió Minase, bajando la cabeza.

–¿No va a pasar’? –

Preguntó su padre, yo suspiré y fingí que seguía acomodando la harina en la batidora.

–Es que… ella no quiere entrar… –

–Ya veo… –

Mi jefe me dirigió una mirada extraña mientras salía del cuarto, porque había otra persona esperando pagar.

–Hatami–chan quería venir. –

Comentó Minase bajando la cabeza.

–Bueno… no es que sea quien para decirte a quien puedes o no llevar a tu casa… –

Comenté, en cierto modo era su amiga, pero Minase negó con la cabeza.

–No… no vamos a mi casa… –

Comentó ella en voz baja, tuve la impresión de que estaba haciéndolo a escondidas de su padre.

–¿Qué quieres decir?–

Pregunté, ella me tomó del brazo con prisa.

–Vámonos ya, te lo explicaré en el camino. –

Salimos del cuarto de los hornos y de la panadería, Minase se despidió apresuradamente agitando la mano. Su padre no pudo decir nada porque aún había gente esperando que le atendieran. Una vez afuera, Hatami Kurimo apareció.

Me quedé perplejo.

–Hola… –

Saludó Kurimo con una vocecita tímida.

–Hola… –

Respondí, todavía asombrado.

Es decir, era la misma Hatami–chan que yo conocía, pero es que estaba súper linda, con un vestido bonito y un moño en el cabello, evidentemente mucho más pensado para una cita que el día en que la conocí. Es cierto que no estaba maquillada, pero tenía las uñas pintadas y evidentemente sus mejores zapatos.

Era un gran cambio, en realidad.

–No… no deberías mirarme tanto. –

Se quejó ella, bajando la cabeza.

Minase se vio obligada a intervenir, porque yo no pude decir nada.

–Ya fue suficiente, que bueno que te parezca linda, ahora vamos, Onee–chan está esperando. –

Intervino Minase, metiéndose entre Hatami y yo para que dejara de mirarla, cubriéndola con las manos.

–¿Metiste a Sanae en esto? –

Pregunté, asombrado, Kurimo volteó a verme, pero en cuanto me di cuenta y la miré ella giró la cara de nuevo hacia otro lado.

–Escucha, mi padre no lo sabe, pero Onee–chan prometió llevarme al cine hoy, así que le dije que quería ir de todos modos, y ella se ofreció a llevarme, por eso es que va a ayudarnos. –

–Y… ¿Ella sabe que Kurimo–chan y yo vamos contigo? –

Hatami volteó a verme, visiblemente avergonzada.

–Mira cómo tienes que hacer las cosas, no la avergüences ¿Es que no tienes corazón? –

Preguntó Minase. Aquello me recordó a lo que Sushake decía de mí.

–Bueno si lo tengo… lo siento, Hatami–chan. –

Respondí, refiriéndome por su apellido esta vez. Hatami negó con la cabeza.

–Ku… Kurimo está bien… si quieres. –

Dijo ella, nuevamente bajando su voz todo lo que podía. Minase se llevó una palma a la cabeza y me haló del brazo.

–Escucha, ella quería venir ¿Entiendes? Ha estado molestando por otra oportunidad y pensé que salir todos podía ser una buena idea… –

Explicó.

–Es una buena idea. –

Tengo que admitir que ver a esta chica me hizo sentir bien, puede ser que la última vez no le hubiera prestado demasiada atención, o puede ser que el uniforme no era particularmente lindo en su caso pero… era linda.

–Entonces trátala bien… –

Dijo Minase.

Otra constructora de planes. Algo así tenía que ser, suspiré mientras seguía a Hatami y a Minase por la calle, hasta que nos encontramos con Sanae.

–¿Tienen una idea de cuánto tiempo tengo esperando? –

Preguntó Sanae cuando nos vio. Yo la saludé como si nada, ella giró la cara enfadada cuando me vió.

–Lamento la tardanza. –

Se disculpó Kurimo. Sanae cambió su postura inmediatamente.

–Tú no tienes que preocuparte, está todo bien como esta, Hatami–chan. –

Dijo ella. Fue vidente que Sanae estaba encantada con la nueva amiga de su hermana pequeña, sonreí para mí mismo mientras pensaba en ello. Kurimo era la clásica chica tranquila que no destacaba mucho, pero al parecer, gente como Minase o Sanae, normalmente ruidosas y más del tipo explosivo, encontraban a Hatami–chan especialmente agradable.

–Y tu… más vale que te comportes ¿De acuerdo? –

Preguntó Sanae, dirigiéndose a mí. Kurimo subió al auto y se acomodó.

–¿Por quién me tomas? Puedo comportarme. –

Pregunté, evadiendo su mirada. Minase intervino también.

–Siempre tuve esta pregunta… ¿Los chicos disfrutan de estas cosas? Es decir, ¿Realmente quieren pasar tiempo con las chicas de forma normal y todo? o ¿Es solo preparar las cosas para que resulten de forma pervertida? –

Buena suerte que Hatami–chan ya no estaba escuchándonos.

–Seguro que solo lo hacen esperando “eso” –

Agregó Sanae, luego ambas me miraron interesadas.

–¡Por supuesto que nos agrada! Es decir, cualquiera disfruta pasar tiempo con una chica linda, eso no tiene nada que ver con las cosas pervertidas.–

Repliqué. Bueno, al menos yo si lo disfrutaba. Minase–chan suspiró convencida, pero Sanae negó con la cabeza, luego subimos al auto. Allí, Sanae le comentó a Kurimo:

–Si te hace algo malo puedes decirnos, me encargaré de moler esa cara a golpes. –

No solo el tono que usaba era ruidoso, las palabras también eran explosivas, pero Hatami negó con la cabeza.

–¡No! –

Hatami respondió como si realmente creyera que Sanae iba a golpearme, seguro que a Sanae le daba un paro cardiaco por ello, lo digo porque a mi estaba a punto de darme.

–No lo lastimes. –

Agregó Hatami, bajando la cabeza. Minase explicó:

–No lo dice en serio, Hatami–chan, a Onee–chan le gusta bromear así. Nadie va a lastimar a nadie aquí. –

Eso hizo a Hatami sonreír, cosa con la que Sanae suspiró aliviada y arrancamos. Estábamos sentados en la parte trasera del auto, Hatami–chan, Minase–chan y yo, en ese orden.

–¿No quieres cambiar el lugar? –

Preguntó Minase a Kurimo, quien venía sentada con la cabeza agachada, a veces, volteaba a verme, yo fingía no darme cuenta para no avergonzarla.

–No… no podría… –

Dijo ella. Durante todo el camino, me pregunté ¿Qué era lo que Sanae pensaba de todo esto? Hay que decir que ella y yo teníamos… nuestros asuntos pendientes, aunque pensé también que el único que los consideraba “pendientes” era yo.

Durante el camino, e imagino que tratando de despejar un poco el tenso ambiente que los sentimientos de Kurimo (que eran bien visibles para todos aquí) había puesto, Minase mencionó:

–¿Sabes que Onee–chan tiene novio ahora?–

Preguntó de la nada, el carro frenó.

–¿Qué estás diciendo? –

Preguntó Sanae, yo la miré por el espejo retrovisor, estaba roja de la cara.

–Solo la verdad. –

Respondió Minase, mirándome sonriendo. Yo pude notar una ligera sonrisa en el rostro de Hatami, aunque no podría decir muy bien por qué sonreía.

–No es mi novio. –

Respondió ella.

–Pero lo será… –

Respondió Minase. Después de unos momentos ella detuvo el auto.

–Si quieren bajar a comprar dulces este es el momento. –

Anunció, supongo que trataba de quedarse a solas conmigo, y Minase se dio cuenta de ello de todas formas, porque Minase y Hatami bajaron del auto y fueron a la combini.

–Solo para aclarar… no es mi novio. –

Dijo Sanae. Es decir ¿Por qué debería hacer esa aclaración?

–No sé qué tiene de malo. Por mi está bien… –

Respondí, encogiendo de hombros.

–Si pero… –

Sanae enmudeció.

–¿Qué ocurre? –

Pregunté, creo que ella trataba de decirme algo importante.

–¿Te gusta ella? Hablo de Hatami–chan. –

Preguntó Sanae, bajando la cabeza.

–Bueno, es linda. ¿No lo crees? –

Respondí, sinceramente.

–Claro que sí, pero… bueno, yo no pienso en ella de forma… ya sabes… sucia… ¿Tu si? –

Preguntó Sanae, evidentemente haciendo un esfuerzo para poder decirlo.

–Bueno, es que soy un chico. –

Respondí.

–En eso tienes razón… ¿Saldrás con ella? –

Preguntó finalmente, supongo que esa era la verdadera pregunta que ella quería hacer.

–Bueno… con chicas como ella, no se puede ir demasiado rápido, hay que dejar que las cosas sigan su curso, si quieres saber si me gustaría, te diré que sí, pero no creo que sea pronto. –

Sanae suspiró. Después me contó la historia.

–Conocí a un joven, es lindo, creo. Y siempre es muy amable conmigo y todo. A veces me invita a salir pero siempre le digo que estoy ocupada. Yo… quiero salir con él, pero… tengo mucho miedo. –

Explicó.

–¿Miedo? –

Pregunté, era un tanto extraño para mí, por más que la razón tenía que haber sido obvia.

–No lo sé… ¿Qué tal si no le gusta? Cuando… hagamos cosas sucias, quiero decir ¿Qué si piensa que no tengo suficiente experiencia? Soy una chica mayor, debería saber de esas cosas… –

Explicó. Yo suspiré y como no dije nada, Sanae continuó.

–Minase dice que le has estado enseñando, y me gustaría saber… si no tienes problemas en mostrarme un par de cosas… solo para impresionarlo. –

¿Quién diría que un día estaría hablando con Sanae de “un par de cosas” para impresionar a un hombre en la cama? Cruel ironía.

–No sé qué es lo que quieres que te enseñe, sólo he abusado de ti. –

Respondí, cruzando los brazos, ella se giró para poder mirarme.

–¡Pues abusa más! Tu… yo pienso en ti de forma sucia… muy sucia en realidad… y tu… no has vuelto a usar mi parte especial… yo solo quiero saber si puedo satisfacer a un hombre… –

Aquellas dos se estaban tardando. Yo suspiré.

–Bueno, como dije, no creo comenzar una relación con Hatami–chan justo ahora… tenemos algo de tiempo, si es lo que quieres saber. Podría usarla de nuevo, solo para… comprobar que puedes confiar en ello. –

Sanae me miró con una ilusión en el rostro difícil de creer con el tema que estábamos hablando.

–¿Mis pechos también? –

Preguntó ella, yo hice una seña para que bajara la voz.

–No quisiste que los viera. –

Respondí.

–Son feos… tienen pecas. –

Respondió ella, yo me llevé una palma a la cabeza. Esta chica se había pasado la vida buscándose cada pequeño defecto… era ridículo.

–Ahora quiero verlos más… –

Sana abrió la guantera del auto y me extendió un papel. Era una foto de ella, sin ropa, sus pechos eran aún más grandes de lo que parecían, y era cierto que tenían algunas pecas claras sobre ellos, pero nada de que avergonzarse, hasta parecían lindas.

Sanae volvió a su asiento después, con la cabeza gacha.

–¿Qué piensas?–

Preguntó ella, sin levantar la cabeza. No respondí nada, en lugar de eso, saqué mi pene del pantalón, que ya estaba firme y comencé a hacerlo solo, mirando la foto perdidamente.

–¿Estás haciendo eso con mi foto? No lo hagas, eso es obsceno… –

Se quejó ella, sin dejar de mirar mi pene.

–Tú me diste la foto en primer lugar ¿Qué esperabas que hiciera? –

Pregunté, sin dejar de tocarme.

–No sé… no lo hagas, en serio… me da vergüenza… voy a llorar. –

Dijo ella. En ese momento pudimos ver que Hatami y Minase venían de regreso.

–¡Guárdala idiota!  ¡Guárdala! Y… tu cosa también… –

Urgió Sanae, yo la metí dentro de mi camisa mientras me acomodaba allí abajo para que no se notara lo que había estado haciendo. Cuando entraron, nos sonrieron y se sentaron. Esta vez, Kurimo estaba al lado mío, imagino que se tardaron porque mina estaba convenciéndola de ello.

Yo miré a Hatami–chan y sonreí, y debido a ello, ella bajó la cabeza para ocultar que sonreía. Arrancamos de nuevo.