Capítulo 20: El precio de tu sonrisa
Volver a casa después de haber estado en el hospital, es quizá una de las cosas más tormentosas que alguien podía pedirme, sobre todo en la situación en la que estaba.
Sólo entonces me di cuenta de lo patético que era estar así. No niego que me arrepentí un poco de haber besado a Nagasami, pero tal y como ella lo prometió, aquella fue la última vez que ella se acercó a mí, con intenciones románticas, por decirlo de alguna forma.
No hubo ninguna respuesta cuando anuncié que ya había llegado. Pero claro, si Onee–chan ahora salía mucho más tarde. Era obvio que no estaría en casa cuando yo regresara. Me preguntaba ahora si valía la pena volver temprano, pero desde que mi vida escolar estaba hecha pedazos, no era mucho lo que quedaba por hacer fuera.
Sin pensarlo demasiado y tratando de no pensar en nada más, encendí mi consola. Comencé a jugar un videojuego de aventuras mientras dejaba que el día sólo pasara detrás de mí. Onee–chan llegó al menos una media hora más tarde. Saludó y devolví el saludo. Ni siquiera despegué la vista de la pantalla. Claro que tenía ganas de verla, pero también tenía miedo de ella, o de lo que sentía por ella. Tampoco estaba seguro de lo que quería decir.
Estaba molesto, eso es un hecho, y estaba preocupado, eso también, pero aparte de eso, sabía que algo le pasaba a ella y no estaba seguro de qué era. Es cierto que en un principio descarté la idea de que ella tuviera un novio o un pretendiente, pero conforme pasaban las horas, esa idea fue apoderándose de mi mente, al grado de que llegó el punto en que no pude dejar de pensar que así era. Seguí mirando a la pantalla mientras ella preparaba la cena como si nada.
¿Qué se ha creído? Me preguntaba mientras sentía el corazón en la garganta simplemente porque ella estaba parada cerca de mí. ¿Era esto lo que sentía Nagasami? Si así era no era raro que actuara de esta forma. Nunca ha habido prueba más dura que esta. Tener a alguien a un lado, y no poder decir nada. No es como que no pudiera, más que nada, tenía miedo de su respuesta, tenía miedo de que ella dijera “Hay alguien más”
Ya lo dije, tenía miedo de escuchar esas palabras, sé que no había sido precisamente el mejor chico, sé también que cometí errores, rayos, aún estaba perfectamente consciente de lo que había hecho. Quizá esa era la parte que daba más miedo, que si ella llegara y dijera: “Me he enamorado de alguien más” yo ni siquiera tendría derecho a replicar. Y ella estaría haciendo lo correcto, en todos los sentidos, y yo lo sabía.
De pronto, ella me preguntó.
– ¿Quieres cenar ahora? –
Yo volteé a verla. ¿Es que no se daba cuenta de que no quería comer? Bueno, no podría saberlo… ¡Claro que podría saberlo! ¿Quién diablos iba a querer comer en mi situación? Me puse de pie y caminé hacia las escaleras, ella se acercó a mí y me tomó de la mano.
–Imura… –
Iba a soltarme, tenía tanto coraje que incluso pensé que estaría bien si le gritaba, pero la verdad es que ni siquiera sabía qué le podría gritar. Entonces se me ocurrió algo mejor, la tome de la mano y al besé a la fuerza. Ella se resistió, y eso me hizo enfadar más.
Metí mi mano bajo su falda, buscando su entrepierna y que tocándola, dejara de resistirse. Siempre funcionaba, siempre. Esta vez no. En lugar de eso ella comenzó a forcejear. Caímos al suelo.
–Imura, por favor, detente, por favor, no hagas esto… no quiero esto… por favor. –
Mientras continuaba suplicando yo continuaba forzándola, no era una resistencia amigable, de cualquier modo, ni yo estaba siendo de lo más amable. Tomé su pecho con fuerza y ella comenzó a llorar.
–Imura… por favor, te lo imploro, no hagas esto, por favor… no. –
Saqué sus pantis por la fuerza hasta sus rodillas, y ella se cubrió la entrepierna con una mano, mientras la otra permanecía en su cara porque ella estaba llorando, fue entonces que me detuve. Esto no era normal, yo no era esta clase de sujeto.
Me di un golpe en el rostro para reaccionar, el dolor me hizo enojar, pero también me permitió reaccionar. ¿Qué estaba a punto de hacerle a la mujer que amaba? Y además de eso ¿Por qué tenía que llegar a este extremo solo por tocar su cuerpo? Si ella no me quería más, entonces que así fuera, me lo prometí antes de que ella regresara a casa. Lo único que no pensé, es que fuera tan difícil de aceptar.
Kotori me miró con desconcierto, supongo que pensó que de verdad iba a abusar de ella, yo también lo pensé, siendo sinceros.
–Yo también te supliqué, Onee–chan, supliqué que no me abandonaras… –
Le dije, poniéndome de pie.
–Imura yo… –
Y me fui de allí antes de hacer algo de lo que realmente me pudiera arrepentir. Eso había estado realmente cerca, y no sé quién se había asustado más con eso, ella, o yo.
–––––––––
Después de estar un rato solo en mi alcoba, tocaron la puerta.
–Imura… ¿Estás allí? Hice tu comida favorita ¿Ves? Por favor… abre la puerta. –
Escuché la voz de Onee–chan tras la puerta, pero tenía miedo de abrir y verla llorar, o tal vez miedo de atacarla de nuevo, y no poder detenerme, o tal vez de que ella me dijera eso que no quería oír, o de todas esas cosas juntas, no sé, el caso, es que no abrí la puerta.
–Onee–chan, no quiero verte ahora. –
Le dije simplemente, con miedo de decir algo que pudiera herirla de verdad.
– ¿Es por lo de hace un rato? No quería que te enfadaras es sólo que… lo hago por tu bien ¿Entiendes? –
¿Por mi bien? ¡Pero si me estaba matando!
Sí, ya sé que dicen que nadie muere de amor y eso pero… ¿Acaso alguien ha estado en mi situación? Y sí, sí ¿Cómo le hacen para sobrevivir a ello? Que yo por más que lo intento sigo yendo de mal en peor. Si acabé en el hospital, fue por mi absurda idea de sostener esto tan firmemente, y claro, por haber ido a esa cita. En serio ¿Qué es lo que tengo que hacer? Tomé mi celular un momento. No tenía idea de que hacer, fue la primera vez que me arrepentí de haberme deshecho del mi anterior teléfono, al menos podría telefonear a Waraki y pedirle consejo, o salir un poco con alguien, tal vez él, o Minami, o incluso ver a Nagasami. ¿Tenía derecho siquiera de verla a estas alturas? Supuse que no.
–Imura, por favor abre la puerta, sé que no entiendes nada, pero déjame al menos explicarme. –
Pidió la voz detrás de la puerta. Yo me puse una chaqueta. No podía estar más en este sitio. Necesitaba salir, necesitaba un respiro antes de volverme loco. Y tenía hambre.
–No necesitas explicar nada, Onee–chan, y explicarlo no hará que sea más fácil de aceptar, no hará que te olvide. –
Le dije mientras abría la puerta, luego pase de ella y bajé las escaleras.
–Imura, ¿A dónde vas? No puedes irte ¿Comprendes? –
Yo me volví. ¿Es que aún se sentía con ganas de pelear? Porque yo no, simplemente batí la cabeza con pena. Y salí de la casa. Ella gritó algo más, pero no pude escucharla. Llegué a la conclusión de que si iba a arreglar esto, entonces tenía que saldar cuentas con Hakua, y que nada terminaría si ese asunto seguía pendiente.
–––––––––
Esa maldita no iba a detenerse, y esto no podía seguir así. Ella no podía seguir atormentando a Onee–chan, y si, por muy enfadado que estuviera con ella, todavía la amaba, todavía me preocupaba por ella. Al menos podía lograr eso.
Aún tenía miedo de arruinarlo más, pero la verdad es que necesitaba intentar algo, lo que fuera. Pensando en ello, fui a dar a casa de Hakua. Era bastante tarde, el sol estaba por ponerse, y ni siquiera había pensado en lo que iba a decirle. Pero al llegar a su casa. El lugar estaba lleno de patrullas. Había muchos policías. No quise acercarme hasta no tener una idea de lo que ocurría.
Fue entonces cuando vi a una señora, bastante parecida a Hakua, seguramente su madre, llorar desconsoladamente en una silla que estaba junto a una patrulla. ¿Qué estaba pasando? No pude averiguarlo. Había al menos una docena de policías y cinco carros patrulla en la casa, incluso se habían subido al jardín. Pensé que había ocurrido un homicidio o algo peor, pero el lugar no estaba acordonado. Me acerqué lentamente, tratando de no darme a notar. La señora alzó la cara y me señaló inmediatamente, diciendo algo ininteligible.
Nunca me quité el uniforme, debajo de la chaqueta mi suéter escolar era todavía visible y el pantalón escolar se notó demasiado para una señora que reconoció en mí, a un compañero de su hija desaparecida. De inmediato, tres policías se me acercaron.
–Eh muchacho ¿Te importaría ayudarnos un poco? –
Preguntó el policía, yo aún no sabía que Hakua no estaba allí, pero los gestos de la señora me pusieron algo alerta.
– ¿Pasa algo oficiales? ¿Hice algo mal? –
Uno de los oficiales, que se veía bastante viejo, sonrió amablemente.
–Mira, la verdad es que la señora insiste en que tu uniforme es el mismo que el de su hija, por lo cual nos preguntábamos si sabías algo acerca de la desaparición de una compañera tuya, que no se haya presentado a la escuela el día de hoy. –
Y así fue como me enteré que, no, la policía no tenía a Hakua, eso no significaba que estuviera libre. Alguien le había hecho algo, la pregunta era ¿Quién? Y claro ¿Por qué? Pero sabía que eran cosas que nunca iba a saber, a no ser que la situación se tornara excepcional.
Y lo hizo, pero en ese momento, yo no podría haberlo sabido. De todos modos, por mucho que odiara a Hakua, las lágrimas y el llanto desesperado de la señora pudieron más en mí. Probablemente la niña fuera un monstruo, pero seguro que la señora no se merecía esto. También me dio un poco de envidia saber que, Hakua tenía a alguien al menos, que parecía desesperado por encontrarle.
–La verdad es que, conozco a la muchacha que ha desaparecido oficial, pero… –
Expliqué, la señora se acercó a mí en cuanto escuchó esas palabras, supongo que para ella sonaron maravillosas.
– ¿Pero? –
Preguntó la señora, los policías trataron de detenerle, pero la desesperación de la señora era demasiada.
–No estoy en buenos términos con ella, no creo que haya más que pueda decir. –
Uno de los policías me miraba de forma extraña, sospechaba de mí, pero negué con la cabeza.
–Aun así, si sabes algo, quisiera que nos lo dijeras… –
–Por favor, ayúdame, ayúdame a encontrar a mi bebé, haré lo que tú quieras pero por favor, si sabes algo… –
La señora se echó a mis pies en ese momento, llorando como sólo una madre preocupada podría hacerlo, o eso había visto en los doramas, la verdad es que sus lágrimas comenzaron a sacar las mías, quizá por la envidia. Suspiré.
–Esto es lo que sé, la última vez que vi a Hakua, ella estaba junto con un grupo de pandilleros, entre los que muy probablemente se encontraba su hermano mayor. –
Le dije, la señora detuvo su llanto en seco, mirándome desconcertada. Uno de los policías anotaba mientras otro me tomó del hombro, por la pura sorpresa.
– ¿Cómo sabes que eran pandilleros chico? Eso es importante. –
–Porque me golpearon, el día de ayer, y fui enviado al hospital, he salido de allí esta mañana, y cuando fui al colegio Hakua nunca apareció. –
Le dije al policía, uno de los policías, el mismo que sospechaba de mí, volteó a ver a la señora.
– ¿Tiene otro hijo señora? –
Preguntó, la señora negó con la cabeza.
–No es mi hijo, es el hijo de mi hermana, es su primo, pero ella le dice Onii–chan de todas formas ¿Creen que él tuvo algo que ver? –
Preguntó la señora. Al parecer, las pistas que les había dado eran más que suficientes. Me di la vuelta.
–Espera chico ¿Estás seguro de que fueron ellos quienes te golpearon? ¿Los golpes no te confundieron? ¿Podrías identificarlos? –
El policía más anciano estaba hablando muy rápido, no me detuvo por la fuerza, pero me pareció que no era justo dejarlos sólo así.
–Hakua grabó todo y lo envió a mi hermana mayor, si quieren pueden revisar los registros en el hospital, soy Akai Imura, en el hospital Yanagida. –
–Señora, si su hija se ha visto envuelta en actividades ilegales, no hay mucho que podamos hacer, no sabemos de qué calibre son las personas a quienes este chico se refiere ¿Está usted segura de que no son…? –
Sabíamos todos lo que el oficial estaba insinuando. La señora negó con la cabeza.
–No, estoy segura de que no se trata de asuntos tan graves, mi hija no se mezclaría con esa clase de gente sólo así, aún no puedo creer lo que este chico acaba de decir, pero también sabía que su primo era una mala influencia de cualquier forma. –
–Podemos rastrear el registro de los hospitales para corroborar la historia del chico, si es así, necesitaríamos un acceso a sus redes para verificar el supuesto video, si está allí, entonces podemos rastrear el teléfono, o cualquier otro aparato. –
La señora se llevó las manos a la cara.
–Tomen todo lo que necesiten, sólo encuentren a mi niña, por favor. –
El jefe de policía comenzó a dar órdenes, me quedé “a solas” con la señora un momento, lo digo porque aunque el patio estaba lleno de policías, todos estaban ocupados. Lo único que yo deseaba era marcharme.
–Se quién eres, mi hija me habló de ti. –
Dijo la señora, yo me volteé, y la miré, ella estaba haciendo una reverencia. Yo no sentía que la mereciera, así que iba a negarme cuando ella alzó la cara.
–No sé por qué haces lo que haces y no me importa, yo le dije a mi niña que no se metiera en problemas, pero parece que ella no me escuchó, sé que ese video existe… sé la clase de persona que es su primo. –
Explicó.
– ¿Qué es lo que quiere decir? –
Pregunté, suavemente, sabía la tensión que la señora debería estar sintiendo, al menos lo imaginaba. No saber qué le ha sucedido a un ser querido, era sin duda lo más aterrador que yo pudiera imaginar.
–Que si mi hija aparece, por la información que has dado, te estaré eternamente agradecida, y aún más si no presentas cargos, verás… la reputación de mi familia se mancharía. –
Me dijo, su voz temblaba, pero la deje continuar.
–Si evitas que se haga un escándalo, todo terminará allí, no tendrás que volver a preocuparte. –
–Es difícil creer en esas palabras, señora, más aún por la situación en la que estoy, ni siquiera estoy entendiendo lo que me está ofreciendo. –
–Estoy ofreciéndote nuestro silencio, a cambio de tu ayuda, lo que sea que mi hija haya averiguado, no volverá a interferir con sus asuntos, lo prometo. –
Explicó, su voz sonaba desesperada, es cierto, pero al menos ambos sabíamos suficiente del otro para poder hacer algo al respecto, lo que la señora proponía no estaba tan mal.
–El trato es así, esas fotos desaparecen, yo no presento cargos, y le digo todo lo que sepa a la policía ¿estoy en lo correcto? –
La señora asintió. Todavía tenía lágrimas en los ojos. Yo sonreí, había salido mucho mejor parado de lo que planeaba, solo por venir aquí. Al menos la suerte no me había abandonado del todo. Me acerque a la señora y puse una mano en su hombro.
–Hakua estará bien, señora, no tiene que preocuparse, estoy seguro de que esto será un gran malentendido. –
La señora asintió, y nos pusimos de pie. Los policías la llamaron, y a mí.
–¿Es este el video no es verdad? –
Preguntó uno de los policías, yo asentí.
–Vamos pequeño, no te han golpeado tan fuerte. –
Agregó sonriendo uno de los policías, luego vimos la parte donde caía, el mismo policía hizo un gesto de lastima.
–Es seguro que es el muchacho ¿Por qué no lo dejamos ya? ¿Puedes rastrear el móvil que recibió el video? –
–Lo estoy intentado, pero hay cientos de modelos iguales en Tokio, esto va a tomar un rato. –
Les di el número de Onee–chan para que pudieran trabajar, después de un rato, salió la trasferencia y así dieron con el celular de Hakua, y con todos los mensajes que había enviado. Así como la fecha y hora en la que había enviado los mensajes, el ultimo era de este mismo día, a las 9 de la mañana. Esto es, después de que desapareció. Hay que ver lo sorprendentes que eran sus aparatos.
–Este es el último, podemos empezar desde aquí, hay un enorme callejón en ese sitio… es ideal para esconder personas. –
“O cuerpos” pensé, pero era obvio que el oficial no quería decir esas palabras.
No entendí del todo como fue que relacionaron una cosa con la otra o como es que su búsqueda funcionaba, pero al parecer el tener también el número de Onee–chan sirvió bastante. Estaba anocheciendo y varias patrullas más habían llegado. El trabajo demoró todavía otras tres horas. Luego un convoy de patrullas salieron a toda velocidad hacia una callejuela abandonada en el noreste de la ciudad, realmente no tan lejos de la escuela, o del puente.
Por supuesto que la señora ya no estaba allí. Una vez que algunos de los policías recibieron el informe de que la habían encontrado, viva, todos se tranquilizaron.
–Hey, chico, quizá es hora de que te vayas a casa ¿Deberíamos llevarte? –
Preguntó el jefe, el mismo policía anciano con que me había llevado bien todo este tiempo.
–No se moleste, seguro tienen cosas que hacer. –
Dije el oficial se paró frente a mí, haciendo señales con la mano.
–Para nada, nos has ayudado mucho, puede que no estés en buenos términos con ella, pero en realidad, no deseabas que nada horrible le sucediera ¿No es así? –
Tuve que forzar una sonrisa para no decirle al oficial, que la hubiera matado con mis propias manos de haber tenido la oportunidad, pero estaba hablando con rabia, además, me hizo mejor hacer un trato. Restaba saber si cumplirían el trato, pero en caso de que no, yo aún tenía ese video en el celular de Kotori.
También pienso que el ofrecimiento era una forma de evitar que me siguiera entrometiendo, quizá había ocurrido algo de lo que no estaba enterado, si era así, quizá era mejor que por ahora me fuera.
–De acuerdo, no soy tan grosero como para rechazar una oferta así dos veces, estoy a su cuidado. –
Le dije, el oficial sonrió. Luego, como si fuera yo un prisionero (sólo que sin las esposas) me subí al auto del policía y arrancamos.
––––––––––
–Tu amiga está bien, si estas preocupado, ya la encontraron, pero todavía quedan muchas cosas por hacer. –
Me explicó mientras conducía. Imagine que los policías querrían cuestionarla en privado. Ya había dicho lo que había dicho, no había marcha atrás, por otro lado, esa información le permitió a los agentes encontrar a Hakua.
–¿Tienes alguna idea de quien pudo hacer algo así? ¿Sabes si tiene tratos con…? –
Volvió a cuestionar el oficial, negué con la cabeza.
–No, Hakua puede ser muy pesada a veces, incluso llegar a los extremos que se vio, pero no creo que tenga ninguna relación con esa gente, los otros sujetos sin embargo… –
Lo pensé un momento, el oficial se quitó el sombrero.
–Los otros chicos están muertos. –
Dijo él. Me quedé estupefacto.
–La única pista que tenemos es esa niña, y no sabemos si vio algo. –
Explicó después.
–Los encontraron hoy por la tarde, eso fue lo que hizo que aceleráramos la búsqueda como lo has visto, temíamos que tu pequeña compañera estuviera muerta, pero me han informado hace algunos momentos, que estaba viva, aunque inconsciente, dentro de una nevera abandonara… no deberías enterarte de esto, pero lo que sea que haya pasado, lo mejor sería que te mantuvieras lejos ¿Comprendes? –
–Entiendo, oficial, muchas gracias. –
Le dije, el oficial asintió.
–Tengo un hijo de tu edad, estudia en la junior High del distrito donde vivo, todos los días le digo que estas cosas suceden pero él no parece creerlo, me gustaría que nunca me creyera. –
Confesó. Yo asentí, supongo que se sintió mal por la información que me había revelado, sin pensarlo mucho. El viaje duró más o menos media hora. Después de eso, yo salí de la patrulla, y el oficial también.
Me repitió como cuatro veces que no me metiera en problemas mientras me despedía. Luego se fue.
¿Cómo que muertos?
No pude procesarlo. Mi mente se negó a comprender como es que tres sujetos que me habían enviado al hospital habían muerto mientras yo estaba en el colegio. Quizá antes, mientras yo estaba aún inconsciente. El mundo afuera, era aterrador.
––––––––––
Cuando entré a la casa lo único que quería era ver a Onee–chan, y fue lo que hice, la encontré sumergida en un mar de lágrimas. Me miró por unos momentos, luego volvió a hundir su cara en su oso de felpa y volvió a llorar. Ese oso, se lo había regalado yo, cuando ella cumplió once años.
–¿Onee–chan? –
Pregunté, ella volteó a verme, sus ojos se iluminaron levemente, guardó silencio. Iba a acercarme y abrazarla, pero luego recordé lo que había pasado entre nosotros. Bajé la cara, y eso hizo que ella volviera a llorar.
Sin saber que decir o que hacer, me di la vuelta. Quería abrazarla, quería tocarla y besarla, y decirle que todo iba a estar bien, pero ni siquiera yo estaba seguro de eso. La impresión de lo que había pasado con aquellos sujetos seguía grabada en mi mente, y no me dejó reaccionar. Aparte de que, no sabía ahora ¿Hasta dónde estaba bien ser afectivo con ella?
Ella se puso de pie en cuanto comencé a subir las escaleras y me alcanzó antes de subir.
–Imura, come algo por favor, lo hice para ti, es tu favorito… por favor. –
Me suplicó, parecía pensar que era importante que comiera lo que ella había preparado. Ella me sirvió con mucha diligencia, pero no puso un plato para ella ni se sentó. En lugar de eso, se quedó algunos pasos atrás, abrazando su oso con nerviosismo, y con los ojos hinchados, porque evidentemente había pasado todas estas horas llorando.
Comer el primer bocado me hizo darme cuenta de lo mucho que ella estaba sufriendo por esto.
–Sabe a tristeza. –
Le reclamé. Era cierto, era el mismo sabor extraño que el curry de aquella vez, sin embargo, seguí comiendo.
–Lo siento, no pude hacer nada mejor, estaba muy preocupada y muy triste, y yo… –
–¿Me sigues amando, Kotori? –
La interrumpí para hacer esa pregunta. La verdad es que aquello me estaba atormentando bastante. La idea de que hubiera alguien más, de que ya no me quisiera, de que estuviera harta de mí, sólo quería sacarla de mi cabeza, si ella me permitía sacar eso de mi cabeza, entonces podría estar en paz, ya después vería que era lo que había que hacerse, quizá este trato solucionaría las cosas.
–Si… –
Ella no pudo decir nada más, comenzó a llorar inconsolablemente mientras apretaba su oso con fuerza, yo dejé de comer, y me acerqué a ella, la tomé por los hombros y la llevé junto al sillón para que se sentara, una vez que ella se sentó me senté a su lado, y puse su cabeza en mi regazo.
Ella siguió llorando durante un buen rato, sin prestar demasiada atención y sin que yo hiciera más que sólo acariciar su cara y su cabello, repitiéndole una y otra vez, que todo iba a estar bien.
Después de unos momentos, ella se recuperó lo suficiente para hablar.
–Mamá me llamó anoche, se enteró de lo que paso, yo estaba buscando mi bolsa para ir al hospital, después de que… recibí ese horrible video… y mamá llamó entonces…. Dijo que yo no te cuidaba bien, y que por mi culpa estabas en el hospital… yo no supe que decir…. –
Explicó. A mí me saltó una duda en la cabeza ¿Mi madre odiaba a Kotori?
Desde que éramos muy pequeños, mi madre culpaba a Kotori Onee–chan por todo lo que me ocurriera, sin importar si ella tuviera algo que ver o no. En algún momento supuse que, era cuestión de que Kotori era mayor. Pero por la forma en la que siempre hablaba con ella, yo empezaba a preguntarme si la odiaba.
–Yo… vi ese video… deseando que la que era golpeada fuera yo… no quiero que alguien te haga daño, y esta relación solo ha traído problemas para ti, sólo te haces daño, yo no puedo soportarlo. –
–Entonces me hubiera dolido aún mas ¿Cómo crees que me sentiría si fueras tu quien acaba en el hospital? –
Le reclamé, con voz suave, porque en realidad, entendía lo que había pasado, y esa pregunta me permitió entender, cómo se sentía ella al respecto, fue sólo que no tener la seguridad de sus palabras claras, puso un montón de cosas en mi cabeza.
–Mamá llegará muy pronto ¿Qué sucederá si se entera? Cada vez que creo que estamos seguros, algo me demuestra lo equivocada que estoy, pensé que si hacía tu comida favorita, al menos querrías hablar conmigo… pero no quisiste… tu mirada daba miedo… me dejaste aquí sola, ahora me odias. –
–Entiendo que he actuado todo este tiempo como un tonto. –
Le dije, ella volteó a verme.
–No es verdad, tienes razón en odiarme, yo fui quien te metió en esto, pensé que lo soportaríamos, pensé que… –
–¡Sigues culpándote! –
Le grité, no pude evitarlo. No se trataba de las opiniones de los demás, se trataba de que ella seguía creyendo que lo que hacía estaba mal. Ella seguía creyendo que me estaba haciendo daño por amarme, por ser mi novia, por lo que pasaba entre nosotros.
–Basta ya Kotori, no tienes por qué ser así, no tiene por qué ser de esa forma, entiendo que lo que viste fue duro, entiendo que te asustaste, entiendo que mamá está a punto de regresar, pero eso nada tiene que ver con nosotros ahora mismo, yo te seguiré amando ¿Cómo rayos voy a odiarte? –
–Pero te hacen daño… en un principio creí que todo estaría bien, pero esto se vuelve cada vez más difícil de soportar ¿Qué si algo malo te hubiera pasado? Solo porque estoy cerca de ti… sólo porque… te amo. –
Replicó, yo me pasé una mano por la cara. Nada iba a sacarle esa idea de la cabeza por ahora.
–¿Cuándo llega mamá? –
Pregunté, intentando salir del tema, al menos un poco. Ella negó con la cabeza.
–No lo sé, sólo dijo que vendría antes de que terminara la siguiente semana. –
–Ya pensaremos en algo. –
Respondí. La verdad es que con todo lo que había pasado el día de hoy, lo único que quería era dormir. Y quería que Kotori durmiera conmigo.
–Por lo pronto, necesito que entiendas que no es tu culpa, nada de esto lo es, las cosas pasan así y ya. –
Le expliqué, el saber que aquellos tres chicos habían dejado de existir me impactó muy fuerte, pero el que ella se culpara por mis golpes era tan tonto como que yo me culpara porque esos chicos habían fallecido. Lo cual no tenía ningún sentido. Aun así, ella negó con la cabeza.
–No puedo sacarme la idea de que te hago daño, y me asusta mucho esa idea. –
–No me importa cuánto tiempo te tome, quiero que la saques, yo aún no voy a rendirme Kotori, eres mía, y no voy a entregarte a nadie más, estas advertida. –
Ella se quedó sin aliento. Se levantó de mis piernas mientras se acomodaba los lentes.
–¿Lo dices en serio? ¿No me odias por lo que te he hecho pasar? ¿Me seguirás amando? –
Preguntó, aparte del miedo, había una especie de luz en sus ojos. Yo asentí con la cabeza.
–Sólo si tú quieres. –
Respondí. Ella me abrazó lentamente, duró tan sólo unos segundos, pero fue agradable.
–¿Aunque te haga daño? –
Volvió a preguntar.
–Mamá te metió ideas tontas en la cabeza, pero me aseguraré de que salgan de allí, ahora vamos a dormir. –
Le dije y la tomé de la mano. No termine de comer, de todos modos, pero eso ya no importó.
–Sé que lo que voy a decir es una tontería pero… ¿Puedo dormir contigo? –
Preguntó ella, yo volteé a verla, por supuesto que tenía ganas de dormir con ella, no había ninguna forma mejor de dormir que escuchando su respiración. Estaba seguro de que si me declaraba en ese momento ella aceptaría, pero también estaba seguro de que su miedo regresaría a la primera de problemas, y yo estaría metido en el mismo agujero de nuevo. Primero tenía que quitarle ese miedo, tenía que convencerla de que esta relación valía la pena, lo cual en mi situación, era bastante complicado. El tiempo se estaba terminando.
–Por supuesto. –
Le dije, sonriendo, Kotori también sonrió.
–Hasta ahora te he hecho llorar muchas veces, Kotori, muchas más de las que me gustaría, pero si estar en el hospital de cuando en cuando, es el precio que tengo que pagar por esa sonrisa, entonces lo seguiré haciendo. –
Le dije, mientras ella se metía en mi cama y yo me ocupaba de arroparla.
–¿Aunque no lo merezca? –
Preguntó. Yo acaricié su cara.
–Esto no es sobre merecer nada, esto es sobre amor, sólo eso. –
Kotori me abrazó para dormir. Hubiera querido besarla, pero entendía ahora que el impacto que ella recibió había sido grande. Y la llamada de mi madre seguro que complicó las cosas, esto tenía que terminar de alguna forma, tenía que haber alguna forma de tener paz, de que fuera mía, de que todo terminara de la mejor manera.
Antes de dormir, lo único que pude hacer fue rezar por que todo esto saliera mejor que la última vez, en silencio, recé a los dioses para que me escucharan.
Me escucharon.