Capítulo 23: Una sinfonía de muerte, amor, y sueños.
La señora bajó en cuanto escuchó al sujeto llegar, no parecía contenta, pero como supuso que se trataban de asuntos de fuerza mayor, no argumentó demasiado.
–¿Has visto la hora que es? ¿Cómo se supone que va a llegar el chico a su casa?
–Las cosas se complicaron un poco. –
Respondió el sujeto. Aquello era completamente inaudito, la voz, la mirada, los gestos, todo era diferente, era como si estuviera interpretando un acto para engañar a la señora, o como si hubiera interpretado uno para engañarme a mí. Iba a decir algo cuando vi entrar a la chica. Supe que la engañada era la señora por los gestos de la chica, ella no había cambiado para nada.
Kirara miró a la chica con desconfianza, pero ella seguía tomada de la mano de él. ¿Ella no había ido a su casa? Me preguntaba, si era tan tarde ¿Cómo es que la chica aún estaba aquí? ¿Por qué yo era el único a quien le parecía extraño? No tenía tiempo de pensar en todas esas estupideces, la chica dijo algo que no pude escuchar, luego se dio la vuelta y volvió a salir.
En ese momento me acerqué a la puerta, y vi que Onee–chan estaba allí parada. Me acerqué corriendo.
–¡Onee–chan! Tan sólo mírate, estás empapada, pescarás un resfriado. –
Le dije, en ese momento Kotori Onee–chan reaccionó, y corriendo hasta donde yo estaba, me abrazó con fuerza.
–No ha sido nada, Imura–chan, vámonos a casa… vámonos a casa. –
Kotori Onee–chan estaba temblando cuando dijo esas cosas, su ropa y su cabello estaban mojados, pero yo conocía a Onee–chan, sabía que ella había pasado algo horrible.
–Onee–chan, estas personas saben de… –
Kotori me miró con los ojos empapados en lágrimas. Parecía que iba a estallar en llanto en cualquier momento.
–Lo sé, lo sé y no me importa, nunca volveré a separarme de ti ¿me oyes? –
Me abrazó y hundió su nariz en mi cuello, sin importarle absolutamente que estuviéramos frente a otras personas, a pesar de que ellas no nos pusieron nada de atención. ¿Qué había pasado allá? Me preguntaba ahora mismo.
–Vámonos ahora ¿sí? –
Me dijo ella, yo asentí, luego recordé que había venido hasta aquí con mi mochila.
–Tengo que ir por mis cosas, Onee–chan. –
Al entrar en la casa de nuevo, me encontré de frente con la señora, quien me sonrió.
–Me alegra mucho que ya esté tu Onee–chan en casa ¿No vas a invitarla a pasar? –
Estaba tan alegre por ver que Onee–chan estaba bien, que no me importo nada más en absoluto, todas las preguntas, reclamos y demás, se evaporaron con el abrazo que acababa de darle a Kotori. Agradecía que ella estuviera sana y salva mientras tomaba mi mochila. No vi más a Ki–chan.
–Oh, no, no podría provocar más problemas cuando ni siquiera me conocen bien, además, Onee–chan ha acabado muy mojada por la lluvia y necesitamos llegar a casa para que ella pueda bañarse. –
Le dije, mirando a Kotori Onee–chan hablar con la chica extraña… Katabe, creo que se llamaba. La frialdad en los gestos de ella seguía igual. Onee–chan parecía apresurada por irse. Ni siquiera pude agradecer a Ki–chan por su ayuda, sobre todo emocional.
Lo único que hice fue salir, la chica rubia hizo un gesto de desaprobación, y se dio la vuelta, entrando a la casa y volviendo a ser el brazalete vivo del chico. La puerta se cerró.
Caminamos apenas unos pasos, la lluvia no era fuerte pero tampoco había cesado por completo. De pronto, mis lágrimas comenzaron a salir. Me detuve. Ella se detuvo y volteó.
–¿Onee–chan? –
Llamé, ella no respondió, pero me miraba con los ojos hinchados por el llanto. Yo no tenía idea de qué estaba pasando realmente, sólo quería abrazarla, sólo eso, pero también cabía la posibilidad de que ella no lo quisiera.
Me acerqué lentamente a ella. Mirándola a los ojos para ver como reaccionaba, pero a medida que me acercaba, lo único que hizo fue llorar más y más, hasta que la abracé. Cuando me di cuenta, yo estaba llorando más que ella.
–Kotori… Kotori… –
Repetí su nombre mientras ella gemía en asentimiento a cada vez que la nombraba, no sabía que había pasado y por el momento, aquello era segundo término, porque yo apenas podía creer, que después de todo, ella estaba allí, que estaba bien, y lo afortunado que era por poder abrazarla de nuevo para que ella se sintiera mejor.
––––––––––
Kotori permaneció aferrada a mi brazo y con la cara metida en mi pecho, llorando en ocasiones. Yo acariciaba su cabello, diciéndole que todo estaba bien ahora, no es que me lo creyera sin embargo, pero sabía que ella dependía de mí, y quería hacerla sentir mejor a como diera lugar, daría mi alma para que ella pudiera olvidar el mal rato. No estábamos muy lejos, a decir verdad, nos tomó treinta minutos en tren y unos diez a pie para volver a la casa. estaba lloviendo muy fuerte.
Una vez que cerramos la puerta tras de nosotros, Kotori volteó a verme.
–Imura… –
–Prepararé un baño para ti, Onee–chan, estas empapada, no quiero que te resfríes. –
Le dije, ella se quitó el suéter, y la blusa, y el sostén. No parecía estarlo pensando demasiado. Ahora que lo recordaba, mamá llegaría hoy ¿No era tiempo de que ya estuviera aquí? Iba a preguntarle a Onee–chan cuando vi que ella se quitaba la última prenda que le quedaba, estaba temblando.
–¿Todavía me amas? –
Preguntó ella de pronto. Yo volteé a verla. Mi cuerpo respondió en medio segundo, pero yo no estaba seguro de qué hacer.
–¿Cómo me preguntas así eso? Kotori, estaba muy asustado, creí que te perdería ¿Cómo es que te involucraste con personas así? ¿Quiénes eran esas personas?. –
Le grité todo eso sin ponerme a pensar en que le sería doloroso responder, después de todo, estaba seguro de que ella no se había involucrado por gusto. Kotori no tenía nada que ver con esas personas, hasta que esa foto apareció… ¿De dónde sacaron ellos esa información? Me preguntaba en ese momento.
Pero en lugar de pelear, lo que hubiera sido más lógico ya que estaba siendo regañada, y a ella no le gustaba para nada esa idea, bajó su cabeza.
–Lo lamento. –
Respondió.
Permanecí parado frente a ella mientras ella me miraba como si hubiera hecho algo malo, aunque yo no podía imaginar qué era eso que hacía que Kotori se sintiera tan culpable. En ese momento Kotori comenzó a llorar en silencio, yo busqué su cara y tomé su mano. Ella se echó sobre mí, llorando.
–Imura… Imura…. Yo…. –
No logró articular palabra después de eso, sólo continuó llorando. Yo la abracé, ella estaba desnuda y pescaría un resfriado si no se bañaba ahora, pero la verdad, no quería soltarla. Me dije a mi mismo que esto era una idiotez, que tenía que dejar que ella se bañara, pero antes de que pudiera soltarla, el teléfono de la casa sonó. Kotori Onee–chan volteó a verlo, suspiré, enfadado.
–Yo contesto, Onee–chan, tienes que tomar un baño. –
Le dije… ella asintió, sin decir palabra, yo tomé el teléfono.
…Moshi–Moshi, ¿Okaa–san?
…Moshi–Moshi, Imura, ¿Eres tú? Que alegría que estés bien, iba a decir que no pude llegar hoy, los vuelos están detenidos y…
Ella parecía querer hablar de algo conmigo, pero la verdad es que sólo escuchar su voz me hacía sentir ansioso.
…Okaa–san, lo lamento ¿sabes? Pero ahora mismo tengo cosas más importantes que atender. Perdón.
Colgué.
Me di la vuelta y me di cuenta de que Onee–chan seguía parada a mitad de las escaleras, sin mirarme. Estaba llorando en silencio.
–¡Onee–chan! Pescarás un resfriado, vamos ahora, debes bañarte. –
Llevé a Onee–chan de la mano mientras ella seguía diciendo que lo sentía. Moví las perillas del calentador del baño (me alegraba mucho del día en que aprendí a hacerlo) y me metí con Kotori al baño. Fue entonces que me di cuenta de lo mal que estaba Kotori, emocionalmente hablando, ella se quedó allí parada, sin responder, sólo estaba llorando. Algo muy grave había pasado mientras yo esperaba, tomé una esponja e hice lo que nunca pensé que un hermano menor tendría que hacer, comencé a bañarla.
“Ahora no, maldición” me dije a mi mismo mientras comenzaba a sentir como ciertas partes de mi cuerpo comenzaban a responder mientras lavaba el cuerpo de Onee–chan, ella me miró desconcertada después de unos momentos, sin embargo, no dejaba de llorar. Aquello comenzaba a asustarme en serio.
–¿Imura? ¿Podrías hacerme el amor? –
Me preguntó, esa pregunta me dejó helado, porque realmente ella nunca me había preguntado algo como eso, ni siquiera en nuestros mejores momentos, sólo lo hacíamos y ya.
–No puedo hacerlo así… Onee–chan. –
Respondí, me dolió negarme a decir verdad, pero siendo sinceros, aún tenía miedo, ella asintió y volvió a bajar su cabeza. Parecía completamente ausente, después de unos momentos, Kotori se puso de pie.
–Tengo que lavarte yo. –
Dijo, yo me desvestí, y entonces ella comenzó a tallarme, la espalda y los brazos, yo me tallé el frente, ella hubiera querido hacerlo, se le notaba, pero simplemente yo no podía hacer esto en el estado en que se encontraban las cosas. Ni yo ni ella estábamos listos para algo así.
–Onee–chan, vamos a la bañera, no sé qué está pasando ahora, pero todo está bien ahora ¿sí? no tienes que hacer esto, te amo, en verdad. –
Kotori me miró por unos momentos, como intentando retener las lágrimas.
–Ya pasó, Onee–chan, todo va a estar bien ahora, todo va a estar bien. –
Quise consolarla, acariciando su cara, pero ella no me lo permitió, negó con la cabeza.
–Esta… está bien si ya no me quieres… está bien yo… –
La tomé de la cara, era una medida para que me escuchara, su llanto y su desolación estaban acabado conmigo de una forma mucho más voraz que su abandono la última vez, sólo que esta vez no encontraba las palabras correctas para decírselo. Ella me miró a los ojos, dejó de llorar por unos momentos, y por primera vez desde que salí del hospital, ella, por voluntad propia, tocó mi cara.
–¿No lo harás? –
Preguntó ella, negué con la cabeza.
–No puedo. –
Respondí, ella comenzó a llorar aún más, iba a salir del baño cuando la alcancé y tomé su mano de nuevo. Ahora quien lloraba era yo.
–Esto no es sobre eso Onee–chan, no Kotori… por favor no te vayas, por favor. –
Supliqué, ella se detuvo, pero no me miró, yo la abracé por la espalda, necesitaba estar en contacto con ella, de la forma que fuera, oler su aroma, sentir su piel.
–Pero lo arruine todo, ya no me quieres, ya no te gusto. –
–¡Esto no es sobre eso Kotori! Es porque no puedo hacerlo mientras te veo llorar ¿comprendes? Tiene que ser algo feliz… No puedo hacerlo de esta forma…. –
No logré continuar, el horror se evaporó de mi cabeza poco a poco, saliendo como vapor quemando mis ojos y sacando mis lágrimas. Yo estaba tratando de parecer fuerte, porque sabía que ella me necesitaba, pero la verdad es que esto era completamente insoportable.
–¡Tuve mucho miedo! –
Gritó ella, lanzándose sobre mí, yo la abracé, finalmente ella se quebró. Ignoro porque había estado resistiéndose, pero dejó de hacerlo. Yo la abrazaba y acariciaba su cabello, dejándola desahogarse, no le pedí que se tranquilizara, si ella quería llorar lo mejor era que lo hiciera, no sabía que había pasado, pero seguro que había sido horrible. Después de un rato, ella me tomó por los hombros, y me besó, estaba roja de la cara, aunque estaba llorando.
–Vamos a la bañera, Kotori. –
Le dijo, ella asintió, y sin despegarse ni un milímetro de mí, se metió en la bañera conmigo, el agua cálida reconfortaba el corazón, que estoy seguro que ella lo necesitaba demasiado en este momento. Mientras nos acomodábamos, ella confesó:
–¿Sabes? Ya no me importa nada, quiero ser tu novia, quiero quedarme contigo. –
Aun no entendía nada, ni siquiera el porqué de esas palabras, si hasta esta mañana ella parecía tan decidida a dejarme, pero no dije nada. Estaba de espaldas a mí, y por eso no podía verla a la cara, pero la abracé por la cintura, ella se estremeció por el contacto, pero no hice más que abrazarla, esperando a que su cuerpo se calentara lo suficiente con el agua para que ella se sintiera mejor, y no se enfermara.
–Esas personas… hicieron algo horrible… yo hice algo horrible… –
Comenzó a decir a media voz, con espasmos y con mocos, yo puse mi nariz sobre su hombro. Ella sostuvo mis manos con fuerza, como tratando de conseguir en mi la seguridad para no derrumbarse mientras hablaba, por toda respuesta, apreté sus manos con las mías también.
–¿Qué fue lo que pasó? Kotori… ¿Qué hicieron? –
–Eran una pareja en el instituto, que siempre fueron bastante demostrativos, yo tenía algo de envidia de lo que ellos tenían, porque yo no podía ser tan demostrativa contigo sin que tuvieras problemas por ello, el jefe del comité se metió en problemas con ellos por esa razón, les levantaron un acta y amenazaron con expulsar al chico. –
Kotori me decía eso como si estuviera vomitando todo lo que ella tenía, todo lo que su silencio y el mío le habían obligado a tragarse. Quizá si hubiera escuchado todo lo que ella tenía que decir a su tiempo, sabría qué decir, pero no lo sabía.
–Pensé… todos pensamos que eso los detendría, no lo hizo… un día, el presidente tocó a la chica en el hombro por alguna razón que desconozco… su respuesta fue brutal, me hicieron reunir a varios miembros del comité en el muelle, junto con el jefe… y los asesinaron, los bañaron en combustible, y me ordenaron prenderles fuego… ellos me dijeron que eso era lo que tenía que hacer, si quería volver a verte. –
Kotori Onee–chan comenzó a llorar con todo el pulmón que le quedaba después de admitir eso. Yo me quedé perplejo, fue difícil sobreponerme al horror. ¿Kotori Onee–chan había hecho eso? ¿Por qué? Batí la cabeza, sentía ganas de vomitar. Es decir, los quemaron, dispararon a no sé cuántas personas, dejaron a Hakua invalida, ¿Quiénes eran estos sujetos?
–¿Cómo fue que esas personas sabían algo de nosotros? –
Pregunté, y para ser sincero, tenía mucho miedo de escuchar esa respuesta, ella se dio la vuelta como pudo, para mirarme a los ojos.
–Ellos sabían algo… me mostraron una fotografía… de la cita que tuvimos en la plaza Hamaya… me dijeron que si no accedía, te harían daño… yo no sabía que hacer ¡No puedo vivir sin ti! Y sé que soy una pésima persona porque no pude darme cuenta hasta ese maldito momento en que me dijeron algo tan horrible, y ellos tenían el reloj y… y… –
No pudo continuar, y a pesar de que quería saber cómo se habían hecho con la fotografía, el asombro que me causaron estos sujetos y el dolor que yo sabía que ella estaba sintiendo, no me dejaron pensarlo mucho, finalmente, había cosas más importantes en ese momento.
–Porque ellos iban a matarte a ti si no lo hacía, yo les dije que te dejaran fuera de esto, pero ellos no me escucharon, ella dijo “Es hora de que pruebes tu amor” Yo… tenía mucho miedo de que te hicieran daño, lo único que quería era volver a verte, y ellos dijeron que la única forma de que eso sucediera era que esas personas murieran. El jefe fue asesinado también… lo mataron a balazos… él suplicó por su vida pero… ellos… y yo no podía pensar en otra cosa, que en verte… ¡Soy un monstruo! –
Me gritó y se echó a llorar. Me abrazó con fuerza. Ahora entendía el hecho de que ella actuara de esa forma, ella quería comprobar que aquello que había escogido seguía estando allí, y que toda esa experiencia maldita no había sido en vano. Bueno, no lo fue, yo la amaba.
–Onee–chan, lo lamento mucho. –
Le dije mientras la acariciaba, ella negó con la cabeza.
–Yo no lo lamento, no lo lamento para nada, los vi morir y aún no lo lamento, porque… lamentarlo significa que desearía que tú murieras y… y… ¡Yo te amo tanto! No debería sentirme así pero… –
Me dio un beso, interrumpiéndose sola y dejando de llorar. Era evidente que de haber llamado a la policía, ellos me hubieran matado. Comprendí que en ningún momento Kotori tuvo opción de negarse, y que yo había sido un señuelo, le dispararon a Hakua, por un señuelo…
Kotori Onee–chan volvió a mirarme, aun derramando lágrimas.
–Yo ya entendí, ya lo entendí todo… ¡Al demonio con todos! Al demonio con mamá, al demonio con la escuela, y con mis compañeros y con los tuyos, al demonio con todo… sólo quiero ser tuya, quiero estar contigo, así que… ¡Perdón! –
Y diciendo eso se echó a llorar de nuevo, y siguió llorando, durante un buen rato, hasta que el agua se enfrió. Yo la abracé, de algún modo entendía lo que ella sentía, aunque me sentía muy mal de que ella hubiera pasado algo tan horrible. Sin embargo, no podía culparla por lo que había pasado. Nos levantamos de la bañera algo entumecidos, la ayude a ponerse de pie mientras buscábamos una toalla para secarnos.
–“Eres una buena chica, te daré una oportunidad, iremos a donde tu hermano, lo tomarás y te lo llevarás, y jamás, jamás te volverás a interponer en mi camino” dijo ella cuando todo terminó. –
Explicó Kotori mientras temblaba, no sé si de frio, o de miedo. Comencé a pasar la toalla por su cuerpo, secando su piel con delicadeza, asegurándome de que ella quedara seca o todo este desastre del baño no tendría ningún sentido, ya después me ocuparía de la limpieza, ahora lo único que quería es que ella descansara, y si fuera posible, que se sintiera mejor.
–¿Y simplemente dijeron que te dejarían en paz? –
Es cierto que aún no podía creer lo que había pasado, pero eso no era importante ahora mismo. Lo único que me importaba, era que ella estuviera tranquila
–Les dije que te amaba, que sólo quería verte, que no me importaba nada que no fueras tú… ella dijo, te daré la oportunidad de que te vayas, pero si vuelvo a verte, los matare a ambos… ella no tendría piedad de nosotros, no quiero volver a verle…lo único que me importaba era verte de nuevo, decirte que había sido tonta en no aprovechar el tiempo contigo, incluso esta mañana había pensado que eres desagradable… pero… tú me amabas… por eso lo hiciste ¿no es verdad? y yo fui una idiota por no entender que tú me necesitabas, que querías mi cariño, que te hacía falta mi cuerpo… que a ti no te importaba lo que pensara nadie… que lo único que tú me pedías era amor… y yo había estado comportándome como una idiota, desperdiciando todo ese cariño sin saber por qué…–
Le dije, ella estaba llorando de nuevo.
–¡Pude haber perdido mi razón para vivir y no me hubiera dado cuenta! Me despertaste con un beso en los labios ¡Y yo pensé que eras desagradable! Lo único que soy es una cobarde que no puede sostener lo que siente, era muy fácil cuando sólo tu tenías problemas, yo podía confortarte y sentirme bien con ello, sólo tenía que adorarte, pero cuando las cosas se pusieron difíciles, huí… Ni siquiera merezco tu cariño, merecía morir. –
Terminé de secar a Onee–chan quien se quedó callada por un momento, yo no estaba seguro de cómo debería afrontar esta situación. Pero la verdad es que entendía un poco como se sentía. Para ella, ver a esa pareja “cursi” hacer todas esas cosas debe haber sido hasta cierto punto doloroso, para luego verlos asesinar a sangre fría… . Yo la verdad nunca vi nada cursi en ellos, pero es cierto que ella me había mencionado antes que había en su escuela “una pareja demostrativa” durante alguna de nuestras comidas.
–Entiendo si ya no me quieres, aparte de todo te he hecho pasar miedo a ti, seguro que no tienes por qué pasar por estas cosas, soy yo quien te prometió que te amaría, y mira en lo que terminó, así que… está bien si ahora mismo no quieres verme, está bien si ya no me amas. –
Me dijo, mientras comenzaba a caminar, para salir del baño. Al parecer ella había malinterpretado mi negativa de acostarme con ella, a pesar de que no tuvo nada que ver con ello.
–¿Quieres dejar de decir esas cosas? Incluso aunque fuéramos hermanos normales habría estado aterrado, no veo como eso tiene que ver con lo que tenemos tu y yo, y ya te he dicho que no dejaré de amarte nunca, no entiendo porque sigues insistiendo en ello, no quiero dejar de amarte, aun ahora… lo único que siento es que me alegro de que estés a salvo, lo demás no es importante… si tú estás bien, lo demás no es importante. –
Le dije, sosteniéndola del brazo, ella volteó. Yo tragué saliva para poder explicarle lo que iba a explicarle, no era fácil de desglosar, de todas formas.
–Yo… no sé cómo pasó esto, no entiendo tampoco a que se referían esas personas con todas las cosas extrañas que nos dijeron, tampoco sé porque tenías que vivir algo tan horrible, es cierto que estaba triste esta mañana, es cierto que llegué a pensar que te perdería, no puedo negar que incluso me resigné a ello, y estaba preocupado por no saber cómo actuaría contigo de ahora en adelante… es cierto que me dolieron algunos de los gestos que tuviste… pero la verdad es que nada de eso importó cuando te vi llegar sana y salva hace un rato. Lo único en lo que pude pensar todo este tiempo, es que estuvieras bien… yo… si te hubieran herido yo simplemente yo no sabría qué hacer, y entiendo ahora, como te sentiste cuando fui a dar la hospital, lamento lo que te hice en aquella ocasión, la verdad es que tuve mucho miedo, aun lo siento… todavía estoy temblando por ello… –
Le mostré mis manos, era cierto, estaba temblando, la verdad es que había sido un día muy duro, la impresión no estaba del todo lejos de mí. Ella tomó mis manos, como si tomándolas quisiera comprobar lo que le había dicho.
–Pero ahora mismo, lo único que quiero es saber que estás a salvo, y que estés bien, quiero dejar este horrible recuerdo atrás, sé que no es algo fácil de hacer en realidad, y que no tengo ningún derecho, porque de los dos, eres tú quien ha pasado por más miedo, pero no quisiera que siguieras llorando, quiero que te sientas mejor. –
Ella comenzó a derramar lágrimas a medida que yo le iba diciendo esas cosas, asintió con la cabeza después de unos momentos.
–Yo, no sé qué decir… yo… estoy feliz de estar viva, estoy feliz de que tú lo estés, y ya no tengo miedo. Yo… no me arrepiento de nada, lo siento mucho por esas personas, pero… no podría vivir si esas personas, o cualquier otra, te hubieran hecho daño… –
Después de unos momentos, nos habíamos calmado lo suficiente como para respirar un poco, es cierto que ella aún tenía los ojos hinchados, y su respiración estaba entrecortada por los espasmos, pero al menos ya podíamos mirarnos a los ojos. Y nos quedamos así como estábamos, tomados de las manos y mirándonos, no sé por cuanto tiempo, ella intentó sonreír después de eso, y aunque no le salió muy bien, supe que ella estaba haciendo todo lo que podía por recobrar la calma, luego de eso, lentamente, ella me abrazó.
– ¿Sabes? Yo… Yo, te he amado desde que éramos niños… desde antes de que yo supiera lo que significa esa palabra, yo sentía algo muy especial por ti, mi corazón siempre ha latido muy fuerte cada vez que estoy cerca de ti…y no voy a dejar de hacerlo, yo… nunca más te haré sentir solo, nunca más tendré miedo, nunca más te haré infeliz, nunca más volveré a abandonarte, así que por favor, sal conmigo. –
Ella se inclinó e hizo una confesión como la haría cualquier chica. Yo me acerqué a ella, la arrinconé contra la puerta de su alcoba, tomando su mano, y acercando mi cara a la de ella le dije que sí.
Luego la besé.
–Dime que me amas. –
Suplicó ella con voz dulce, una voz que pensé que nunca volvería a escuchar, de tantas formas, cada una más aterradora que la anterior.
–Te amo Kotori –
Al menos ella había dejado de llorar, eso era algo, supongo, pero yo no podía dejar de hacerlo. Y cuando ella vio que no podía dejar de llorar, me abrazó y la abracé también.
–Lamento haber dicho que quería dormir sola, no quiero estar sola… tengo mucho miedo. –
Confesó, aunque pienso más bien que lo que ella intentaba es que yo dejara de llorar.
–Entonces duerme conmigo siempre ¿De acuerdo? –
Ella asintió con la cabeza, luego abrimos la puerta de su recamara y lo primero que ella hizo fue encender la luz. Kotori siempre había tenido miedo a la oscuridad. Supongo que eso sería aún peor debido a esto. Y lo fue, no quiso que apagara la luz, tampoco que la cubriera o me cubriera con las cobijas por completo, y si bien es cierto que siempre me abrazaba, aquella fue la primera vez que parecía realmente temerosa de soltarme.
Era bastante más tarde de media noche cuando nos acostamos a dormir, ella se despertó varias veces, algunas con gritos. Cada vez que eso sucedía, ella tenía lágrimas en los ojos, y yo no hacía más que abrazarla contra mí y decirle que todo iba a estar bien, ella volvía a conciliar el sueño para despertar dos o tres horas más tarde.
La última vez que eso sucedió, ella se quedó con los ojos abiertos, estaba desnuda, yo me coloqué sobre ella, y entonces la luz del sol iluminó su rostro. Ella dijo las palabras que yo más adoraba escuchar.
–Buenos días Imura…te amo. –
Estábamos recostados sobre la cama, ella acariciaba mi cabello. Se escuchó el rugido de mi estómago, sentí vergüenza al tiempo que ella se reía.
–¿Quieres bajar a comer algo? –
Preguntó ella a media voz, me pareció estúpido negarme ya que ella había escuchado lo que había escuchado.
–Quisiera comer curry. –
Le dije, mirándola a los ojos, el horror no había escapado de ellos completamente, pero también había recuperado aquella luz que yo echaba tanto de menos y que sólo había visto en los ojos de ella, Kotori sonreía.
–Eres cruel, Imura, acabamos de volver y quieres ponerme a hacer deberes. –
Se quejó ella, acomodando su cabello para quitárselo de la cara, yo le di un beso.
–Podría ayudarte si quieres, he aprendido algunas cosas acerca de cómo hacerlo… –
Le dije, a pesar de que no deseaba acordarme de eso, ella se rió levemente.
–¿Y entonces te cortas de nuevo? No… me conformo con que me acompañes al supermercado… yo no quiero estar sola. –
Explicó ella, yo bajé la cabeza y ella me hizo levantarla con un beso sorpresa. Después de todo este tiempo, volvíamos a ser una pareja de enamorados–tontos. Mi alma podía descansar.
––––––––––
Kotori se vistió apresuradamente mientras yo me lavaba la cara. Hay que ver que ella no usó su uniforme escolar y se puso ropa simple. Quizá sería extraño ver a dos jóvenes en el supermercado en horario escolar, pero eso no pareció importarle a nadie. En realidad nadie nos miraba siquiera. Y aunque entré al supermercado con algo de miedo, al poco rato me di cuenta de que a nadie le interesaba y lo dejé pasar.
Ella llevaba una blusa color rojo que hacía juego con su cabello y con sus zapatos, y una falda muy bonita color azul, que siendo sinceros era mi favorita, porque las pequeñas bolsas cosidas a la falda la hacían ver linda, al menos para mi gusto. Yo solo llevaba un pantalón gris y una camisa con rallas que Kotori dijo que le gustaba.
Pensé que sería una mala idea mencionarle algo a Kotori de lo ocurrido, por lo que evité el tema a toda costa, pronto, estaba conversando con ella, acerca de lo que había pasado con Inoue y Waraki, y ella estaba riendo. Omití por supuesto la parte en la que yo conté a Waraki lo mal que me sentía, y la respuesta de Inoue–chan a esa conversación.
Kotori se reía en serio con todos los pequeños enredos de Waraki e Inoue–chan, y verla sonreír cuando caminábamos al lado del otro, fue algo que me alegraba el corazón. No tardamos mucho en el supermercado, de todos modos. Antes de pagar, le dije a Kotori que esperara y fui corriendo al pasillo de los dulces.
–Imura, no es eso por lo que hemos venido. –
Me dijo ella cuando me vio con una caja de Pocky en las manos.
–Por favor. –
Supliqué, ella sonrió y asintió.
–Está bien, por mí no hay ningún problema, ya que en verdad parece que los amas. –
Dijo ella, sonriendo complacida.
–Los amo. –
Dije, mirando la caja. Aquella caja era el símbolo de mi felicidad, porque hacían feliz a la mujer que amaba. Ella sonrió, nos cobraron en el supermercado, y tomé las bolsas antes de que ella pudiera tomarlas.
–No es necesario que las cargues todas, Imura. –
Dijo ella, tomando una de las bolsas bastante pesada, pero no se la dejé.
–Déjame ayudarte. –
Me dijo ella, yo le dije que no. Aparte de eso la tomé de la mano. Ella se ruborizó, pero no dijo nada. Caminamos así durante un rato.
–Imura… yo…estas tomándome de la mano. –
Dijo ella, aunque no parecía tener ganas de soltarse.
–Aún estamos lejos de casa, Kotori, no creo que haya ningún problema. –
Le dije, ella estaba roja como un tomate, pero no dijo nada, otra cosa es que yo podía notar la sonrisa en su rostro.
–Esto es como un sueño hecho realidad para mí. –
Me dijo a media voz, luego seguimos caminando, yo no parecía querer soltarla, y ella no hacía mucho por evitar que mi mano sostuviera la suya. Supongo que eso era lo que la hacía sentir feliz en ese momento.
Luego de aquel día y de aquellos raros y macabros sucesos, yo dejé de referirme a ella como “Onee–chan” porque ahora entendía que esa “Onee–chan” que yo tenía miedo de que desapareciera, en realidad, nunca existió.
––––––––––
Nos soltamos las manos antes de acercarnos a la casa, era una costumbre hasta cierto punto inevitable, pero eso permitió que a ella se le quitara lo sonrojada, y conversábamos animadamente de algo que ahora mismo no hace al caso recordar.
Dejé las bolsas sobre la barra de la cocina mientras ella cerraba la puerta, dejó su bolsa de mano en el perchero y subió las escaleras, bajó unos momentos después, con un delantal y tarareando algo, se acercó a mí por la espalda mientras yo sacaba los ingredientes, aún tenía intenciones de ayudarle. Yo volteé a verla, ella parecía feliz. Yo había sacado los vegetales y había comenzado a lavarlos.
–Ahora, ¡Fuera! No quiero que me interrumpas. –
Dijo ella, yo volteé a verla, suplicante.
–Déjame ayudarte, por favor. –
Le pedí, ella negó con la cabeza mientras me hacía a un lado para comenzar a lavar todo. Yo bajé la cabeza y salí de la cocina.
–¿Entonces que se supone que haga en este tiempo? –
Pregunté, tratando de sonar desanimado, aunque en realidad, nada me hacía más feliz que verla cocinar, y saber que lo que sea que ella cocinara, quedaría delicioso. Lo he dicho antes, y lo repito. Amo su cocina. Así que trataba de parecer desanimado mientras me quedaba parado en la sala y miraba su trasero. Lo sé, soy un pervertido, pero no puedo evitarlo, una de las razones por las que esa falda me gusta tanto, es porque hace resaltar sus caderas y sus formas, de por sí ya generosas.
Ella se dio cuenta de que estaba mirándola de forma pervertida, y sonrió.
Kotori se levantó levemente la falda, fingiendo que se acomodaba, pude ver su ropa interior por un momento. Luego volteó a verme, provocadora, y se relamió los labios. Yo iba a lanzarme sobre ella en ese momento. Pero ella habló antes de que eso sucediera.
–Eres un chico muy sucio. –
Dijo, a modo de reclamo, luego dejó el sartén calentándose (y a mí también) a fuego lento y subió las escaleras mientras la miraba como el idiota que soy y que siempre he sido, y que en estas ocasiones, me encanta ser. Lo digo porque después de unos momentos, comencé a escuchar ruidos… no duró mucho tiempo, pero estoy seguro de que ella subió a hacer cosas indecentes a su cuarto.
¡Qué manera de provocar! No estoy seguro de porque no subí hasta donde ella estaba y la ataqué. Quizá era por lo impactante de la situación. Ella dijo mi nombre un par de veces, y yo sentí que mi pantalón iba a reventar. Después de eso ella bajó como si nada.
–Ahora vas a ser obediente y me vas a dejar cocinar. –
Dijo ella. Yo la miré con ojos asesinos en ese momento. Y se paró frente a mí, acto seguido, sonrió, estaba roja de la cara. Y luego agachándose, se sacó las pantis y las puso en mis manos.
–Entretente con eso un rato. –
Me quedé perplejo. Ella nunca me había dejado hacer algo como esto antes. Era como un sueño para mí. Uno muy sucio, pero un sueño al fin y al cabo, las miré por un momento, luego miré a Kotori. Ella se dio la vuelta y se dispuso a volver a la cocina, levantándose un poco más la falda para que pudiera ver que no tenía nada puesto.
–¿Qué se supone que haga con esto? –
Pregunté, estoy al tanto de que fue una pregunta muy idiota, pero la verdad es que apenas podía pensar con claridad, su ropa estaba aún cálida.
–No sé… están usadas… muy usadas. –
Dijo con una voz cantarina y entró a la cocina, perfectamente consciente de que la estaba mirando, y balanceando su cuerpo aún más mientras caminaba. Como para dejar en claro que ella era la mujer de mis sueños, que lo sabía, que lo usaría para tenerme en donde ella quería, y que disfrutaba hacerlo. Estaba muy claro que ella sabía lo provocativa que era, y como mis reacciones eran un tipo de halago muy sincero, eso la hacía feliz.
No desperdicié ni un segundo después de eso. Esperé a que ella fuera a la cocina y las puse contra mi cara, aún estaban húmedas, jamás pude imaginar una sensación más erótica que esta. Me arrojé al suelo y continúe olfateando y lamiendo el regalo que Kotori me había dado. Seguro que soy el hombre más pervertido del mundo por hacer estas cosas, pero no podía evitarlo, el caso es que no sé cuánto tiempo estuve así, lo único que sé, es que cuando me di cuenta, ella venía saliendo de la cocina, me miraba con una sonrisa de victoria y satisfacción en la cara que me dejaron en claro lo mucho que ella disfrutaba verme en aquella situación. Se paró a un lado mío sonriendo, sabiendo perfectamente que no llevaba nada bajo la falta y que podía verlo todo.
–¿Terminaste? –
Preguntó ella. Llevándose un dedo a la boca, con la cara roja y respirando pesadamente a pesar de que ella trataba de parecer tranquila.
–No. –
Le dije, poniéndome de pie. Metí mi mano entre sus piernas de nuevo, ella me abrazó y comenzamos a besarnos.
–Eres un pervertido, mira que ponerte así por la ropa de tu hermana. –
Me dijo entre los besos, respirando pesadamente, la arrojé contra el sillón.
–No me importa si eres mi hermana, igual eres mía. –
Le dije, ella cayó en el sillón con las piernas abiertas, pero en lugar de tomarla en ese momento, hice algo que nunca había hecho, metí mi cara en medio de sus piernas.
–Imura… que ¿Qué haces? … esto es vergonzoso. –
Dijo, pero no hizo nada por quitarme de allí, después de unos momentos, lo único que hacía era acariciar mi cabello, supuse que estaba disfrutándolo, yo lo disfrutaba. Aún tenía su ropa interior en las manos. No estaba muy seguro de lo que estaba haciendo, pero continué.
Olvidamos algo importante, lo supe en el momento en que Kotori contuvo el aliento. Me detuve, iba a preguntar a Kotori qué era lo que estaba pasando, porque incluso bajó sus pies del sillón.
Escuché un sonido detrás de mí. Como de algo cayéndose. Me di la vuelta para ver que el bolso de mamá había caído al suelo, y allí estaba ella, mirándonos con una cara llena de miedo, de asco y de consternación. Yo me quedé paralizado, más por la sorpresa que por miedo.
Finalmente había llegado el día. Pero tengo que decir que mi forma de pensar había cambiado mucho desde la última vez que lo pensé. Y por lo visto, la de Kotori también, porque ella sin decir nada, estableció en ese momento su postura, me abrazó por el cuello, me dio un beso amoroso en la mejilla y volteó a ver a mamá a la cara. Y al ver que ella no se acobardaba, tampoco lo hice yo.
Acaricié su rostro sin dejar de mirar a mamá. Sabiendo en ese momento, que había llegado la hora de la verdad.