Eien no Hanami C4

Capítulo 4: Una Chica Normal.

La escuela al día siguiente fue un día normal, o eso es lo que me gustaría decir. La verdad es que este “triángulo amoroso” estaba volviéndose más y más insoportable, y aunque recordara las palabras de Kotori Onee–chan, no fue fácil lidiar con las “consecuencias” de lo que había hecho el día anterior. Hablo de haber rechazado a Hoshika Nagasami.

Después del desayuno, en el cual ella no se dignó a aparecer, hablaba con Hakua acerca de los planes del fin de semana, en los que no coincidía con ella para nada. En esas platicas estábamos cuando Hoshika Nagasami entró al aula, sin pensarlo dos segundos ella se paró junto a mi banca, y con un movimiento brusco, arrojó todas mis cosas al suelo. Incluso Hakua se quedó mirándola completamente perpleja.

–¿Qué rayos te pasa? –

Pregunté, o más bien dicho, reclamé, ella volteó la cara con un “Jum” y se alejó. El caso es que todo el mundo estaba en el salón, por lo que comenzaron los cuchicheos.

–Nagasami…chan… –

Murmuró Hakua–chan, era evidente que no sabía lo que estaba pasando, lo mismo que yo, o que Waraki, a quien desafortunadamente le cayeron mis cosas encima, todo el mundo miramos cómo ella simplemente fue a su asiento y esperó a que llegara el maestro, sin mirar a nadie.

–Ella está enfadada contigo de nuevo… ¿no? –

Me preguntó Waraki–san en voz baja, yo voltee a verlo, pero no dije nada, era obvio que no hacía falta que preguntara algo como eso.

–Hablaré con ella por la tarde. –

Y suspiré, entendía que ella estuviera enfadada, pero estaba llevando las cosas demasiado lejos, como de costumbre, nos habíamos puesto en el centro de atención sin querer.

–¿Quieres que le diga que quieres hablar con ella? –

Preguntó Hakua–chan, agradecí sus buenas intenciones, pero le dije que no había necesidad, iba a resolver este asunto apenas tuviera el tiempo. De todos modos, fuera cual fuera el problema, era mi problema.

–––––––––

Resolver el asunto apenas tuviera tiempo, significó que cuando sonó la campana de la escuela, me paré junto al lugar donde Nagasami–chan se sentaba, la tomé del brazo con fuerza y la saqué del salón casi a rastras, ignoré sus quejas, si ella quería ser violenta, bueno, yo también sabía cómo serlo. Todo el mundo hizo cuchicheos cuando eso sucedió, pero creo que no me importan demasiado, Nagasami–chan no puede decir lo mismo, y esa era la razón por la que no entendía su comportamiento.

–¿Qué se supone que te pasa? Todo el mundo te vio sacarme a rastras. –

Me preguntó ella, con la cara roja por el coraje y la vergüenza de ser llevada a la fuerza por todo el pasillo de la escuela.

–Esa es mi línea ¿Qué te sucede, Hoshika–chan? ¿Por qué te has comportado así esta mañana? Toda la clase nos vio, pensé que te importaba tu reputación, pero por lo visto, creo que me equivoqué. –

–Eso debiste pensarlo ¡Antes de rechazar mis sentimientos! –

Me gritó ella, no estaba llorando, creo que estaba seriamente enojada, pero de alguna manera mantuvo la compostura, o se tragó sus lágrimas. Estábamos parados en el patio trasero de la escuela, que no era muy amplio, pero si estaba muy vacío porque en estos momentos todo el mundo se iba y la puerta estaba, obviamente, en el patio de en frente.

–¡Nadie me dijo que habría consecuencias! Y mucho menos de esta naturaleza… tienes que parar. –

De acuerdo, ella me lo había advertido, pero jamás imagine esta clase de comportamiento, menos de una chica como Hoshika Nagasami, aquello no iba para nada con su forma de ser habitual, es cierto que se enojaba con facilidad y que a veces parecía mirarte hacia abajo, pero esto era algo… desesperado.

–No quiero… y… más vale que estés preparado. –

Quiso irse de nuevo, volví a tomarla del brazo y jalé de ella, fue tan duro que ella cayó al suelo, con un sentón.

–Tienes que detenerte, estás actuando como una idiota. –

Ella comenzó a llorar, sé que no era por el golpe porque tardó demasiado en comenzar a llorar.

–¡¿Y qué esperabas?! Yo sé que soy idiota… siempre lo he sido, siempre lo voy a ser, así que no importa, si esta es la única forma en la que puedo atraer tu atención, entonces lo haré. –

Yo no respondí, no encontré palabras para decirle lo que quería decirle, o puede ser que tampoco yo era capaz de mantener este acto por mucho tiempo, tengo que admitir que sentí pena por ella.

–Para ti es todo tan fácil… tienes la atención de todo el mundo siempre, es muy fácil si eres el chico genial de la clase, y tienes a todas babeando cada vez que sonríes… me hizo falta mucho valor para hablarte la primera vez… me hizo falta mucho valor para mirarte a los ojos… ¡Y tú lo echaste a la basura en unos días! Eres lo peor Akai–kun… lo peor, en verdad lo digo. –

Yo me acerqué a ella y le tendí la mano.

–¿Y porque quieres salir conmigo entonces? –

Le pregunté, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas y me respondió como si la pregunta fuera muy tonta.

–Porque eres genial. –

Me dio la mano después de eso, la ayudé a ponerse de pie, y ella se sacudió la falda, luego me miró a los ojos.

–Akai–kun, tú… tienes todo aquello que yo desearía tener… eres genial, lindo e inteligente, tienes buenas notas y también eres bueno en la clase de arte, amigos que se preocupan por ti, y eres genial, y amable, y si quisieras compartir unas pocas de esas cosas conmigo, yo sería muy feliz. –

Ella me dijo esas cosas con una ilusión muy grabada en el rostro, tengo que admitir que me conmovió.

–No soy quien crees, te lastimaré, soy malo con estas cosas, haré alguna idiotez y saldrás lastimada. –

Aun no puedo recordar qué fue lo que me motivó a decirle esas cosas, supongo que una parte de mi todavía se resistía a usar a Hoshika como telón de acero. Pero también sabía que, al punto en que estaba la situación, aquellas vagas y débiles razones no iban a cambiar nada, fue sólo palabrería.

–Yo sé que sólo estoy pensando en mí, pero lo que sea que te haya gustado de mí, cualquier razón que te haya hecho declararte ese día, puedes tomarlo a cambio, yo estaba en verdad feliz ese día y no sé qué fue lo que te llevó a declararte a mí, pero estaba feliz de saber que tenía algo que tu querías, que si había algo que yo podía brindarte, entonces estaríamos a mano… pero la vergüenza no me dejó reaccionar… –

La abracé para interrumpirla, ella no se negó, ni siquiera lo intentó, creo que era una forma de decirle que saldría con ella… la interrumpí porque me dio miedo dejarle continuar y arrepentirme, creo que de alguna forma, yo sabía que lo que estaba haciendo, estaba mal.

––––––––

Caminé al lado de Hoshika Nagasami mientras salíamos de la escuela, ella no parecía tener ganas de mirarme después de la escena que habíamos dado en el patio trasero de la escuela, aunque pensándolo bien, tenía la esperanza de que nadie nos hubiera visto, esperanza vana si me pongo a pensar en las dos escenas que pasaron antes de esa, pero… no puede hacerse nada.

Caminábamos por la acera sin decir palabras, atardecería pronto, pensaba en esto mientras subía con ella al tren. Ella se sorprendió cuando se percató de que iba en el mismo tren que ella, yo sólo la miraba sin decir palabra.

–Akai–kun… este no es tu tren. –

Me dijo con una vocecita que de no haber tenido sentido para mí, habría pasada por un susurro en el viento. Sus ojos estaban hinchados por el llanto, y su cara estaba roja.

–Quería acompañarte al menos durante el tren, ya lo sabes, los trenes son peligrosos. –

Ella comenzó a reír, la gente volteó a vernos. Yo no sabía que tenía eso de gracioso.

–Oh, Akai–kun, en verdad te has creído eso… ese era mi excusa para pasar tiempo contigo, nunca esperé que realmente lo creyeras. –

Ella se estaba mofando de mí mientras que la risa apenas le dejaba recuperar el aliento. Yo no pude menos que sonreír, no sabía que había sido una excusa en aquel momento, y tenía demasiadas cosas en la cabeza en aquellos momentos como para ponerme a pensarlo.

–Lo sé, esta vez… la excusa es mía. –

Respondí. Era mentira, sin duda, o tal vez no, no lo sé, la verdad es que no pensaba demasiado en lo que estaba diciéndole. Yo sólo me sentí bien de verla tan animada, a pesar de que tenía bien presente que esto era un acto para que nadie sospechara acerca de… mi asunto en casa, por decirlo de alguna manera. Así que el verla reír me hizo sentir bien, me hizo relajarme un poco.

–¿Eh? ¿Has dicho algo? –

Preguntó ella, fue interrumpida en su risa y pareciera que no escuchó bien, pero por como la conozco, sé que lo único que deseaba es que yo lo repitiera, sin embargo, estaba demasiado sonrojado para hacer eso. Simplemente evadí su mirada mientras ella se acercaba un poco a mí, sonriendo.

–Bien entonces ¿Qué tal si hoy me llevas hasta la puerta de mi casa? –

–¿Ehhhh? –

Aquello fue inesperado para mí, ella se dio la vuelta después de eso.

–No tienes que hacerlo si no quieres… no tenías por qué sonar tan molesto, de todos modos, no me importa. –

Se quejó ella. Yo no la miré, estaba ocupado dándome cuenta de que ella estaba volviendo a ser como siempre, sólo que tal vez, esta vez su hostilidad había disminuido. Creo que la subestimé un poco en ese momento.

–––––––––

Por alguna extraña razón, llegar a mi casa después de haber pasado gran parte de la tarde con mi novia, era muy distinto que después de haber pasado la tarde con mis amigos, la verdad es que sentía algo de… vergüenza, era algo extraño.

No podía mirar a Kotori Onee–chan a la cara y ella no pareció darle importancia, al menos de momento.

A lo que si le dio importancia fue al hecho de que llegara tan tarde a la casa.

–Imura–kun, no puedes llegar a estas horas, estaba preocupada por ti ¿sabías? Te envié varios mails, ¿Por qué no respondiste ninguno? –

Tuve ganas de reírme, recordé que había olvidado mi teléfono en la escuela, por lo que no era posible para mí ver los mensajes de Kotori Onee–chan, ella se enfadó aún más cuando se lo expliqué.

–Como sea, la cena está servida, si quieres comer algo, hazlo, yo me voy a mi alcoba, que pases buenas noches. –

Sentenció ella y se fue, creo que estaba bastante enfadada, y yo suspiré, era un mal momento para enfadarse, porque seguía sin poder mirarla a la cara.

–––––––

Sin encender el televisor, por las razones que ya había mencionado, comí la cena que Kotori Onee–chan había preparado para mí, y luego de eso subí las escaleras para tocar la puerta de ella. Quería disculparme por llegar tarde, aunque sabía que el verdadero problema no era mi hora de llegada, sino el hecho de no haber respondido los correos de Onee–chan. Aproveché esa culpa para tocar la puerta del cuarto de Kotori Onee–chan y poder pedir disculpas, pero ella no me abrió.

–Onee–chan ¿está todo bien? Necesito decirte algo, por favor, abre la puerta. –

Comencé a llamar a Onee–chan, hasta que ella abrió la puerta, frotándose los ojos con la mano, tenía puesta su pijama, lamenté el haber hablado tan fuerte.

Creo que pensaba que ella estaba enojada conmigo, más que eso, pensaba que ella debería estar enojada conmigo, por lo ocurrido con Nagasami, aunque ella aún no lo sabía. De haber sabido que ella dormía, no me habría atrevido a despertarla.

–Imura… ¿Tienes que hacer tanto ruido? –

Se quejó ella, yo me quedé perplejo mirándola, maldiciéndome a mí mismo por haberla despertado.

–¿Qué quieres? No tengo ganas de “eso” ahora… en serio. –

Me ruboricé enseguida.

–No vine hasta aquí por eso… ¡Tonta! –

Kotori Onee–chan, algunas veces ella era demasiado abierta, sobre todo cuando se sentía en confianza, o quizá era el estado semi–consiente en el que se encontraba, no estaba muy seguro.

–¿Entonces? –

Preguntó ella, como si “aquello” fuera la única razón normal para venir a buscarla.

–¿Qué imagen tienes de mí? –

Le pregunté, algo enfadado, pero más que nada avergonzado por la situación en la que estaba, ahora que también tengo que admitir que su blusón de dormir estaba medio abierto… ya saben de qué hablo.

–Vine a pedirte disculpas… yo… –

–En verdad que la has armado… me preocupaste mucho… no lo hagas otra vez ¿de acuerdo? –

Ella comenzó a decir, con una voz completamente libre de rencores, parecía que se le había ido el coraje, pero yo negué con la cabeza, tenía que decírselo ahora o esto no me iba a dejar dormir.

–No es eso… bueno, si es eso, pero por otro lado… pasé el día con Nagasami, he comenzado a salir con ella. –

Eso la hizo abrir los ojos, se quedó callada por un momento, yo bajé la cabeza, sin saber realmente porque me sentía tan culpable, después de todo, ella me dijo que lo hiciera.

–Imura… kun. ¿Sucedió algo?… ¿La besaste? –

Preguntó ella, con evidentes problemas para hablar, a pesar de que parecía que la declaración la había hecho despertar del todo.

–¡Claro que no! No lo haría, por nada del mundo… sólo te quiero a ti, sólo a ti. –

Ella me abrazó y pegó mi cara contra sus pechos. Comenzó a tallarme contra ella.

–¡Moo! Imura… tonto… me asustaste… eso dolió por un momento ¿sabes? Pensé que… que… –

–Es por eso que quería decírtelo… yo no me he sentido bien con esto… es difícil, y se siente extraño, sólo quería recordarte que nunca te traicionaría, pero parece que he hecho un enredo justo ahora… te quiero Kotori Onee–chan. –

Ella se separó de mí un poco, yo pude admirarla por unos momentos, antes de darme cuenta de que ella estaba ruborizada.

–Te vez linda incluso con tu pijama, Onee–chan. –

Le dije y sonreí, ella me tomó de la mano y me metió a su alcoba.

–Ven conmigo, entra a la cama con tu Onee–chan, duerme junto a mi… te necesito. –

–Pero, Kotori Onee–chan, dijiste que… –

Ella negó con la cabeza mientras me forzaba a entrar en su cama.

–Nada de “pero”… ¿Quién es la Onee–chan? –

–Tú lo eres. –

Ella puso la cobija sobre nosotros y metió sus piernas entre las mías.

–¿Y quién manda? –

–Tú mandas. –

Me dio un beso después de que le dije eso. Yo no la toqué.

–¿Y qué haces tú entonces? –

–Obedecer. –

Kotori Onee–chan sonrió con los ojos cerrados, acarició mi cara por un momento. Luego añadió, ya casi dormida.

–Que buen chico eres… Imura–kun, te quiero. –

Nuevamente, fue la respiración tranquila de Onee–chan la que me ayudó a conciliar el sueño.

–––––––

La mañana siguiente fue básicamente igual a la del día anterior, Kotori Onee–chan preparó el desayuno, comimos juntos, puse mis cuadernos en mi mochila, me lave la cara y me cambié la ropa. Ella me dio un beso en los labios antes de salir.

Vamos, yo sabía que lo que estaba pasándome no era normal, pero a decir verdad, no me molestaba. No me importaba que no fuera lo normal, porque en el momento en que yo volviera a casa y cerrara esa puerta, todo lo que había afuera se quedaría afuera, a nadie en el mundo entero le importaba lo que ocurriera dentro de la casa ¿Por qué yo tenía que preocuparme de lo que ocurriera afuera? Es una tontería, lo sé, pero yo deseaba tanto esta felicidad, que ni siquiera me cuestionaba sobre los motivos de hacer “esto” y “aquello” con Kotori Onee–chan, si ella era feliz así y yo también lo era, entonces así estaba bien, no tenía por qué ser de otro modo.

Caminaba con dirección al tren mientras pensaba en esas cosas, como había dicho antes, subestimé por completo a Nagasami–chan. Me di cuenta de lo tonto que había sido cuando al entrar en la estación, la vi sentada en una de las bancas como si nada pasara, como si ese fuera el sitio donde ella se sentaba todos los días a esperar en tren. Creo que no hace falta explicar la parte rara de todo el asunto. Cuando la vi levantarse y sonreír me acerqué a ella.

–No parece que estés contento de verme, Akai–kun. –

Ella me dijo haciéndome notar que llevaba prendedores nuevos. Yo fingí no darme cuenta.

–No esperaba encontrarte aquí, es todo. –

Fue lo que le respondí, ella me miró por unos momentos, como esperando a que le hiciera algún cumplido, a veces ella es predecible.

–Pero… quería ir en el mismo tren que tú –

Explicó, volviendo a girar su cabeza para que notara lo que había visto en cuanto la divisé. No soy alguien que se fije mucho en esas cosas a decir verdad, pero aquello era definitivamente muy notorio ¿Cómo es que no se daba cuenta de que estaba ignorándolo a propósito?  Soporté las ganas de reírme mientras miraba el tren llegar, ella me miró aún más intensamente.

–¿No notas algo nuevo? –

Preguntó, aquello era demasiado, casi se sale la risa de mi boca, pero para no hablar, negué con la cabeza.

–Akai–kun… idiota. –

Dijo resoplando como siempre hace cuando está enojada, yo volteé a verla.

–Tienes prendedores nuevos. –

Le dije después de unos momentos, tratando de sostener la risa, ella volteó a verme acusadoramente.

–No vale, tenías que verlos mucho antes. –

–Pero los he visto en cuanto te vi a ti, era imposible no notarlo. –

Ella enfureció.

–¿Y porque no has dicho nada? –

No pude soportar la risa, comencé a reír a carcajadas mientras me sujetaba de los barandales del tren.

–Quería verte enojándote por esto. –

Respondí simplemente, una vez que mi aliento me lo permitió claro. Ella volteó a verme, a cada cosa que decía su cara se ponía más roja de coraje.

–¿Me has estado haciendo enojar a propósito? –

Preguntó ella, como si no comprendiera lo que estaba diciéndole, o como si el hecho de que quisiera verla enojada le pareciera completamente irracional. Esto no se lo dije, pero siempre que se enojaba de esta manera, parecía inflar sus mejillas de una forma graciosa.

–Bueno… si, lo hice a propósito, quería ver tu rostro enojado, es la verdad. –

Ella llegó al límite, enfureció y me dio un empujón con lo que yo fui a dar contra el suelo del tren, luego ella giró la cara, haciéndose la digna y parándose justo al lado de donde yo estaba tirado, pero se negó a mirarme. Me puse de pie después de eso y dispuesto a seguir haciéndola enfadar, me acerqué a ella, ella comenzó a quejarse porque yo estaba muy cerca, pero al oído, le dije:

–Pude ver tus pantis. –

Fue como invocar a un demonio, ella se giró, ahora si completamente fuera de sí, y me dio una bofetada con la cual casi me hace volver al suelo. Me gritó pervertido y bajó del tren, a pesar de que aún no habíamos llegado a la escuela. Yo la miré enrojecer por la ventanilla, mientras el tren se iba.

Cuando llegué a la escuela, lo primero que hice fue comprar un jugo de frutas que sé que a ella le gusta, le puse una nota diciendo “lo siento” y la metí en su cajón de los zapatos, luego me dirigí al salón de clases. Esperaba que aquello pudiera hacerla calmar aunque fuera un poco, mientras tanto, sacaba mis cuadernos y me preparaba para las clases. Hoshika–chan llegó al salón después de eso, se sentó al lado de mí, sin mirarme, pero bebiendo un jugo de frutas, que aún tenía pegada la cinta que utilicé para poner el mensaje.

–¿Han hecho las paces de nuevo? –

Preguntó Hakua–san en ese momento, ella me miró, luego con un “Jum” volvió a evadirme, yo evité la risa mientras asentía.

–Sé que Nagasami es una chica maravillosa, Hakua–san, no me importa que se enoje mucho conmigo, de todos modos no voy a odiarla nunca. –

Me asegure de que la chica en cuestión, es decir, Nagasami–chan, escuchara lo que había dicho. Hakua volteó a ver a Hoshika significativamente, mientras el maestro entraba a dar la clase. De momento, todo lo que estaba pasándome me pareció algo… distinto de lo habitual, y eso me gustaba. Comenzaron los cuchicheos después de la primera clase, mientras Waraki se acercaba a mí, todos los alumnos hablaban de sus asuntos, me molestaba saber que uno de esos asuntos, era mi extraña relación con Nagasami Hoshika. Me convenía, según Kotori Onee–chan, que todo mí alrededor estuviera enterado de este asunto.

––––––

Durante el descanso, me encontré con que Hoshika–chan estaba sentada en una de las bancas de los jardines de la escuela. Ella me saludó tímidamente, así que me acerqué.

–¿Aun estas enfadada? –

Pregunté, quizá con la intención de arreglar las cosas, no es como que tuviera algún interés en que ella estuviera enfadada. Ella giró la cara.

Yo me senté junto a ella y puse un jugo de ciruela al lado de ella. Hakua me dijo que es su favorito.

–¿Eso es para mí? –

Preguntó, con evidente interés.

–Sí, lo es… yo lamento lo que pasó en el tren. –

Respondí, con toda la intención de hacer las paces.

–Eres un pervertido. –

Respondió ella, tomando el jugo de ciruela y abriéndolo sin mirarme.

–Nunca creí que tendría que cuidarme de ti, Akai–kun, eres desagradable. –

–Si bueno, lo único que quería era hacerte enfadar, pero no pensé que realmente terminarías odiándome. –

Le dije desanimado, creí que ella no estaba dispuesta a perdonarme, pero para mi sorpresa, en ese momento, ella comenzó a reír.

–No te odio. –

Dijo después de unos momentos.

–Es verdad que sentí vergüenza cuando me dijiste eso, pero también me has avergonzado otras veces, y todavía no te odio. –

Se acomodó el cabello tras la espalda y me miró con serenidad.

–Bueno, estás aquí, disculpándote apropiadamente, lo menos que puedo hacer es perdonarte, fue mi error, debí considerar que eres un chico después de todo. –

No supe porque, pero me sentí herido por aquella afirmación, sin embargo, ella sonreía.

–No estoy seguro de cómo debería responder a eso. –

Le dije, ella se puso de pie sin decir nada.

–Sólo como advertencia, si vuelves a hacer algo como eso, realmente, realmente me enfadaré ¿entiendes? –

Ella había vuelto a su hostilidad habitual después de aquello.  Yo batí la cabeza, abochornado.

–De acuerdo, de acuerdo. –

Asentí con la cabeza después de eso, y comenzamos a caminar hacia el salón de clase.

Yo la miraba ¿Cómo es que una chica, aparentemente tan tranquila, podía enfadarse con tanta facilidad? Ahora que lo pensaba, ella pasaba más tiempo enojándose conmigo que alegre. Ahora comprendo lo nerviosa que ella se sentía cuando yo estaba cerca, pero en aquellos momentos, su comportamiento me parecía de todo, menos comprensible, quizá fue eso lo que comenzó a interesarme de ella.

Chocamos al entrar al salón. Nos miramos, sonreímos, y nos quedamos parados en la puerta para esperar a que pasara el otro. Ella montó en cólera, me hizo un gesto y entró, yo me encogí de hombros y me senté de nuevo, junto a Waraki–san.

–¿Has vuelto a hacerla enfadar? –

Preguntó él, ella entró con aire de huracán con falda y se sentó, me miró, y luego evadió mi mirada con un “Jum”

–No he hecho nada, lo juro. –

Respondí, luego simplemente me dediqué a las clases.

Aquello hubiera terminado de forma más o menos tranquila, si no fuera por el mensaje que recibí momentos después.

 “Pasaré por ti a la hora de la salida, espérame ¿sí? Cariños.

–Kotori.

Aquel mensaje me confundió un poco, porque nunca había pensado en esto, pero ¿Podía presentar a Kotori Onee–chan a mis amigos? ¿Cómo debería actuar? ¿Era siquiera una buena idea? Esos pensamientos me turbaron completamente,

––––––––––

Cuando sonó la campanada de salida de la escuela, lo único en lo que pensaba es en salir los más pronto posible del salón, me despedí con prisa de todo el mundo y salí de allí. Sucedió lo único que no deseaba que sucediera. Mis amigos comenzaron a hacer preguntas.

–¿No quieres venir con nosotros esta vez? Queríamos salir un rato, tal vez ir todos juntos al cinema o algo así. –

Comentó Waraki, en ese momento se escuchó otra voz.

–Podemos ir a la plaza Hamaya, allí hay un espectáculo de música ahora mismo, tengo entradas. –

Invitó Hakua, Waraki–san asintió mientras me miraba con algo de ilusión. No soy muy bueno diciendo que no, pero de todos modos, tenía un asunto urgente, Hoshika–chan habló también, al parecer ella no podía salir tampoco.

–No puedo llegar tarde a mi casa, mi padre se enfadara conmigo si eso sucede de nuevo, ya han sido muchas las veces que llego tarde así que él está muy molesto conmigo,  Akai–kun ¿Vendrás conmigo a casa? ¿O piensas ir con Hakua–chan? No me molestaré si no quieres. –

Me dijo ella con una sonrisa, parecía que comprendería si yo no deseaba acompañarle a casa esta vez, el problema era que mis motivos no eran los mismos.

–No puedo, tengo algo que hacer. –

Les dije a todos y me di la vuelta, voltee a ver a Hakua después de caminar hasta la puerta.

–Tal vez en otra ocasión. –

Le dije, Waraki y Hoshika se miraron el uno al otro mientras yo me daba la vuelta y salía lo más rápido que podía, al encuentro con Kotori Onee–chan.

–––––––––

En serio. ¿Hasta cuándo iba a soportar esta clase de vida? No es que tuviera algún arrepentimiento por lo que había pasado entre Kotori Onee–chan y yo, es solo que, de alguna forma, todo esto me estaba causando mucha tensión, decidí comentarlo con Kotori Onee–chan, pero también sabía que tenía que encontrar el momento para decirlo, si no, podía herir su corazón y eso es algo que no estaba dispuesto a hacer de cualquier manera.

Cuando salí de la escuela Kotori Onee–chan no estaba allí. Me había dicho que la esperara, pero también tenía miedo de que alguien fuera a darse cuenta de que estaba esperando por algo en aquel lugar, de todos modos, cuando intenté llamar a Kotori Onee–chan, ella no respondió el teléfono. ¿Qué estaba pensando? Me preguntaba ahora. Quizá de no haber estado en la situación en la que me encontraba, no hubiera sentido que había un problema, pero ahora mismo sentía como si corriera peligro por algo.

Kotori Onee–chan llegó más o menos cinco minutos después de mi hora de salida, iba a decirle que llegaba tarde cuando ella me sonrió con aquella sonrisa encantadora que tiene y me saludo con mucha amabilidad. Tuve que reprimir mi miedo frente a ese gesto de ella.

–Imura, sé que te he hecho esperar un poco, pero ya estoy aquí, ahora podemos irnos ¿no? –

Preguntó ella, con la más dulce de sus voces, yo asentí y bajé la cara, comenzamos a caminar por la calle, después de haberla visto sonreír de esa manera, nada más fue importante para mí.

– ¿Por qué decidiste venir? Onee–chan. –

Le pregunté, ella fue tomada por sorpresa, caminaba por la calle con una tranquilidad envidiable, mientras yo estaba teniendo problemas para lidiar con la vergüenza y el miedo a causa de caminar junto con ella por la calle, a pesar de que aquello nunca había sucedido antes. Kotori Onee–chan me miró con los ojos muy abiertos, parece que no esperaba una pregunta como aquella.

–Yo quería pasar el día contigo, no hemos salido juntos desde hace mucho, y no creo que una vez que ingrese al instituto, tenga el tiempo necesario para venir hasta tu escuela. –

Me explicó ella, como si aquello fuera lo más obvio del mundo, yo no respondí, sólo mantuve mi cara en dirección al suelo, después de un rato, ella volvió a hablar.

–Tu sabes, mejor que nadie, que no me gusta estar sola en esa casa, y no sabía si tendrías planes, así que decidí venir hasta aquí. –

Aclaró después, yo volteé a verla, ella llevaba las manos al frente y miraba los árboles, no pude evitar el pensamiento de «ella es hermosa» en mi cabeza, ya ni siquiera me molestaba en negarlo, pero aún me sentía demasiado tímido como para decírselo, bajé la cara ruborizado.

–No tienes que decirlo si no quieres, sé que estás pensando «mi hermana se ve linda el día de hoy» ¿verdad? –

Yo la miré con ojos asesinos, me molestaba que ella fuera tan vanidosa, pero pensándolo bien, yo mismo le había metido esa idea en la cabeza, después de enojarme por el hecho de que ella estuviera tan consiente de lo que yo estaba pensando, sonreí, porque me gustaba que ella tuviera más confianza en sí misma, aunque lo utilizara del modo equivocado.

–Si, en eso estaba pensando, Kotori Onee–chan. –

Le respondí, ella enrojeció y miró hacia otro lado, no pude seguir su lógica.

–  ¡Moo! –

Se quejó y comenzó a caminar más rápido, obviamente para que yo no notara que ella se había ruborizado, la alcancé para decirle que era tarde para eso, ella se negó a mirarme hasta que la tomé del brazo.

–Se supone que lo negaras… Imura… tonto. –

Me dijo ella con voz temblorosa, yo sonreí.

–Pero no puedo negar algo así, sería como mentirle a la existencia, un crimen. –

Le expliqué, ella se ruborizó aún más, y se negó a mirarme de nuevo. Me di cuenta de que avergonzar a Hoshika y avergonzar a Kotori Onee–chan eran dos cosas que nada tenían en común, porque la primera era divertida, esto te dejaba una sensación rara en el corazón.

Kotori Onee–chan decidió responder al fuego con fuego, quiero decir que me miró, tragándose su vergüenza, y con una sonrisa de lo más encantadora, me dijo:

–Te quiero, Imura–kun. –

Yo me ruboricé por ello. no era la primera vez que ella me llamaba de ese modo, siempre pensé que aquello estaba fuera de lugar, pero al parecer, en casos como este, se sentía bien ser llamado de ese modo, estaba pensando en esto mientras caminábamos uno al lado del otro, la luz del sol se filtraba por los arboles bañando el rostro de Kotori Onee–chan, haciéndola ver aún más bonita de lo que ya era, su cabello rojo, normalmente hecho girones (como ella le decía) ahora estaba peinado discretamente hacia un lado.

Estar mirando a Kotori Onee–chan era mi pasatiempo favorito, de alguna manera resultaba relajante mirarle caminar tan tranquila, sin preocuparse por nada. Ella caminaba con las manos atrás, llevando su uniforme escolar.

–Imura–kun ¿Crees que parecemos una pareja? –

Preguntó ella al azar, caminando como ya he dicho, sin mirarme. Yo olvidé que aquí fuera, nadie tenía forma de saber que en realidad éramos hermanos, así que me alarmé por ello.

–Espero que no… eso sería problemático ¿No es verdad? –

– ¿Problemático? –

Ella me miró con cara de no entender porque estaba yo diciéndole eso, luego sonrió.

–No tienes que preocuparte, Imura–kun, no pasa nada. –

Yo voltee a verla, estaba algo enfadado de que ella se mostrara tan despreocupada, pero por otro lado, tenía miedo de hacer que se entristeciera o se enfadara. Decidí hacerle caso y no prestar demasiada atención por el momento, si bien era cierto que parecíamos una pareja, no era como que alguien fuera a darse cuenta de lo que éramos en realidad, en cierto modo, estábamos a salvo.

–¿Hay algún lugar al que quieras ir Kotori Onee–chan? –

Le pregunté, ella volteó a verme, mientras caminaba.

–Pues… a decir verdad hay un espectáculo que quiero ver, en la plaza Hamaya habrá un espectáculo y quisiera que lo viéramos juntos ¿esta eso bien? ¿Imura–kun? –

Me preguntó y me sonrió, yo asentí y la seguí, no era como que tuviera especial interés en el espectáculo que ella decía, pero ir a una cita con Kotori Onee–chan, fue para mí algo especial. Me acerqué un poco más a ella mientras caminábamos, ella estaba feliz, y el mirarla ser feliz era algo que me reconfortaba el corazón. La tomé de la mano por unos momentos, ella enrojeció, pero no se soltó.

–Imura… Etto… –

Yo me reí levemente mientras la soltaba, aquella era la primera cita que yo tenía con la chica que me gustaba, y me hizo feliz que ella pareciera ilusionarse con esto tanto como yo… el ir caminando al lado del otro hizo parecer esto una cita cualquiera, me hizo sentir como si a mi lado, estuviera sólo Kotori, una chica normal.

–De acuerdo… vamos allá entonces. –

Le dije finalmente, ella abrió los ojos inmensamente mientras asentía con la cabeza y sonreía.

––––––––––

Al finalizar el espectáculo, que Kotori Onee–chan había disfrutado con bastante obviedad, ella se veía bastante deprimida, comenzaba a hacerse de noche. Fue tan evidente su cambio de actitud que me vi forzado a preguntar qué era lo que sucedía, con algo de miedo, a decir verdad, y bajo el riesgo, de que al no preguntar, ella pensara que estaba ignorándola.

–¿Pasa algo? Onee–chan, no te ves muy feliz. –

Eso fue lo que le dije, estábamos sentados en una de las bancas de la plaza, mientras la otras personas comenzaban a irse, sin prestar la más mínima atención a una pareja como nosotros, había tantas en este lugar que estábamos ocultos en el anonimato por ello.

–Es que, yo quería pasar más tiempo con Imura–kun, y el espectáculo ha terminado muy pronto. –

Me dijo ella, mirando al suelo y jugando con sus pies. Yo sonreí, aquello era algo de lo que tenía que preocuparse demasiado, pero está visto que ella solía deprimirse por las cosas más insignificantes, al mismo tiempo que guardaba mucho la compostura cuando algo era realmente grave, así es como es Onee–chan, o quizá sólo tenía ganas de ser mimada, siendo así, le puse una mano en la cabeza. Era un gesto que no había tenido nunca con ella, por su condición de Onee–chan, así ella volteó a verme con los ojos llorosos.

–Kotori Onee–chan, está bien, no tienes que ponerte triste por esto, tendremos muchas más citas como esta, así que podremos pasar un montón de tiempo juntos. –

Fue lo que le dije, ella sonrió después de eso y sus ojos se iluminaron. Comenzó a limpiarse las lágrimas con las mangas de su sweater escolar.

–¿De verdad Imura–kun? No lo dices para consolarme ¿cierto? Tendremos más citas como esta. –

Me preguntó ella, con evidente ilusión, por toda respuesta, yo asentí y volví a acariciarle la cabeza.

–Yay, entonces, está bien, me pondré feliz, está todo bien ahora, Imura–kun… Te quiero. –

Me dijo ella, poniéndose de pie de pronto y restirando su falda, era hora de irnos o estaríamos en casa muy tarde por la noche, y eso no buena idea.

Caminamos después de eso a casa, Kotori Onee–chan compró un algodón de azúcar que venía comiendo muy alegre, después de unos momentos comenzamos a entrar entre la gente, ella aprovechó que estábamos rodeados por completo de gente que parecía urgida en salir y me dio un beso fugaz en la mejilla. Yo me ruborice cuando unos niños empezaron a gritar lo que habían visto, voltee a ver a Onee–chan y ella sacó la lengua tontamente.

–Mira donde estamos… –

Le dije a media voz, mientras seguíamos caminando, ella se rió tontamente por eso, llevándose una mano a la cara, yo no hice más que batir la cabeza y entonces sentí la bocanada de algodón que ella metió en mi boca. Lo comí mientras volvía a sonreír. Subimos al tren después de eso, la plaza Hamaya no estaba particularmente lejos de mi casa, pero por si acaso, no nos acercamos mucho durante el trayecto, puede que no fuéramos los únicos en el vecindario que decidiéramos venir a ver el espectáculo. Creo que de todos modos ya debe haber habido a quien le pasara la idea en la cabeza, sobre todo si hablamos de dos hermanos jóvenes que viven básicamente solos, aunque todo el mundo descartara la idea después por considerarla poco lógica.

Tristemente sabía, o más bien ambos sabíamos, que tendríamos que acostumbrarnos a esto, porque, éste iba a ser, de ahora en adelante, nuestro modo habitual de vida.

Después de bajar del tren, el camino a casa es peligroso para nosotros, por nuestra relación, no queremos que los vecinos comiencen a sospechar. Lo que menos deseábamos es darles más razones para tener en que pensar con respecto a nosotros. Por ello, mientras caminábamos a nuestra casa, faltando apenas unas calles, no nos tomamos de la mano para nada, ni siquiera hablamos, nos limitamos a caminar lo que quedaba del trayecto hasta que estuviéramos a salvo.

Aquello fue demasiado para mí, no pude creer lo difícil que era mantenerme distante de Kotori Onee–chan sólo por este hecho, tal vez se debía a que nosotros no salíamos regularmente, así que nunca habíamos pensado en que teníamos que cuidarnos mucho, pero ahora por nuestra situación, supimos que tendría que pasar, estaba claro desde el principio que si no éramos hermanos normales, tampoco podíamos ser una pareja normal. Solo que nunca me había parecido tan… difícil. Fue por eso que una vez que estuve a salvo, pude lanzar un suspiro de alivio mientras abría la puerta de la casa, entré y encendí la luz. No pude descansar hasta que escuché el sonido de la puerta cerrarse detrás de mí.

–KA–CHÁN–

En el momento en que escuché el sonido de la puerta, sentí los brazos de Kotori Onee–chan abrazarme por detrás.

–Esto es una locura… –

Me dijo ella, yo no comprendí a que se refería hasta que volteé a verla, ella se veía ofuscada.

–¿Que es una locura, Kotori Onee–chan? –

Pregunté, ella acercó su cara a mí.

–No estoy acostumbrada a pasar tanto tiempo evitándote, evitándonos, ha dolido mucho más de lo que pensé. –

Me explicó ella, yo sonreí y asentí con la cabeza.

–Tampoco yo puedo decir que sea fácil, quería estar cerca de ti todo el trayecto que no hablamos, ha sido duro. –

Le dije, eso fue como encender un switch en su interior, inmediatamente después, ella me besó en los labios. Me separé de ella con evidentes trabajos, al tiempo que mis manos se esforzaban por mantenerse lejos de sus pechos, ella me miró con rubor en la cara.

–Onee–chan, tenemos que cenar. –

Le dije, estaba demasiado alarmado todavía, ella asintió con la cabeza y fue corriendo a la cocina. Lo primero que hice fue subir y encender las luces del pasillo, luego comencé a cerrar las cortinas que estaban abiertas y volví a bajar hasta donde Kotori Onee–chan se ocupaba de preparar la cena, cuando ella terminó de poner los platos en la mesa, volteó a verme, y me di cuenta de que estaba llorando.

–Kotori… ¿Onee–chan? –

Pregunté, ella me miró, había lágrimas en sus ojos y una sonrisa en su cara.

–Yo… estaba celosa, tu siempre sales con tus amigos, has salido con tu novia, pero no conmigo, nunca habíamos tenido una cita, eso me hizo sentir mal, porque no quiero que sigas viéndome como… –

Me dijo ella, admitiéndolo con bastantes problemas mientras le ayudaba a colocar los platos en la mesa, en un impulso, toqué su trasero, ella dio un salto.

–¡Kya! –

Volteó a verme después de eso, desconcertada, sus lágrimas se habían ido.

–No estoy muy seguro de cómo, pero el día de hoy, me has parecido una chica normal Onee–chan, y siendo sincero, me gustaría que se repitiera. –

Le confesé, ella volvió a acercarse a mí, me di la vuelta para no mirarla, porque estaba empezando a sonrojarme, ella me hizo mirarla tomando mi cara con sus manos, mis palpitaciones se fueron a mil por hora, pero no me resistí. Después de eso, ella me preguntó:

–Entonces, ahora mismo, ¿Quién soy para ti? Imura. –

Me preguntó ella, con los ojos llenos de ilusión.

–Eres una chica de la que estoy enamorado, es todo. –

Eso la hizo ruborizarse, era obvio para mí que ella trataba de tranquilizarse, pero no podía hacerlo, dejó el último plato en la mesa y se paró frente a mí.

–Imura… yo… –

Comenzó a decir, me pareció que no estaba creyendo en lo que le decía, así que ella esperaba una especie de demostración, no estaba tan difícil esta vez, sólo tenía que actuar como un chico normal. Me preguntaba ahora, como me dirigiría a ella si estuviera en su casa y yo viniera de visita, y… estuviéramos solos y ella me mirase de la forma en que lo hacía en estos momentos. ¿Qué le diría si ella fuera una chica normal?

–Kotori, no quiero cenar, quiero estar contigo. –

Ella abrió los ojos, yo nunca le había dado una orden y nunca le había llamado por su nombre así de simple, pero creo que eso era más o menos lo que ella estaba esperando, lo digo porque lo único que dijo fue decir “si” y comenzó a tratar de desvestirse. Estaba temblando y no era capaz de desabotonar su blusa o su falda.

Me vi forzado a intervenir, besando sus labios la recosté contra la mesa. Los platos que íbamos a cenar cayeron al suelo, pero eso no nos importaba en lo absoluto. Ni eso ni ninguna otra cosa importaban cuando estaba cerca de ella. Kotori Onee–chan ya no dijo nada, pero se dejó hacer todo lo que yo quisiera. Y repetí su nombre cuando menos unas cien veces esa noche.