Capítulo 7: Cómplices.
–No te hagas la idea equivocada, no es una cita. –
Eso fue lo primero que Hoshika Nagasami me dijo cuándo me acerque a ella. Estaba parada junto a la entrada del tren, con una blusa color celeste y una falta color café que hacía juego con sus zapatos y su pequeña bolsa. Un peinado que parecía difícil y un par de listones en su cabello, y sobre éste, una pequeña boina, café también. Fue abrumadoramente evidente el empeño que ella había puesto en su vestimenta, al igual que el hecho de que ella no hacía tanto por su aspecto a menudo.
Sin embargo, el día de hoy había algo distinto en ella. Quiero decir que algo estaba verdaderamente mal. Pero lo que sea que fuera, en aquel momento, yo no pude averiguarlo. En un principio, ella intentaba ocultarlo.
–Si bueno, ¿A dónde vamos? Te prometí que vendría así que, aquí estoy. –
Dije eso con una sonrisa, esperando que ella se pusiera feliz. Pero eso no ocurrió, en lugar de eso, ella me miró por un momento, como si esperase algo. Yo creí que ella deseaba un cumplido, así que se lo di, no dije mentiras de todos modos.
–Te ves linda hoy, Nagasami. –
Ella enrojeció inmediatamente, sin embargo, momentos después ella negó con la cabeza.
–¿Qué cosas estas diciendo tan de pronto? –
Me preguntó, comenzando a caminar. Parecía enfadada, yo me encogí de hombros, supuse que se arreglaría en el transcurso del día. Bueno, ya que ella había planeado todo esto, yo me limité a seguirla, ella llevaba su bolsa con ambas manos frente a ella. Yo la miraba caminar. Tuve que admitirme, que mirarla ahora, con ropas diferentes a las del uniforme escolar, producía una impresión muy distinta. Ahora que lo pensaba mejor, ella era muy bonita.
Caminamos en silencio por los pasillos de la estación de trenes, yo sólo la seguía en silencio. ¿Por qué no podía ir junto a ella? ¿Por qué ella caminaba tan aprisa? No podía alcanzarla así. Comencé a caminar más aprisa para poder seguirle el paso. Sin entender realmente por qué aquél simple detalle me frustraba tanto.
Una de sus manos, ahora libre, estaba frente a mí, mientras ella se acomodaba su bolsa en el hombro, extendí la mano para tomarla, y justo antes de alcanzarla, un mar de gente nos separó, ella se perdió en el tumulto de gente, camino a la salida. Yo me quedé allí parado, incapaz de decir o hacer nada.
Realmente quería tomar su mano…
Nadie dijo que aquello estaría mal. Kotori Onee–chan fue muy específica, tenía prohibido besarla, no dijo nada acerca de tomarnos las manos. No era infidelidad por hacer eso.
Me quedé en silencio parado donde estaba, mirando mi mano. Temblaba.
Y me quedé pensando en tantas cosas, que no me di cuenta cuando Nagasami regresó y se paró frente a mí, mirándome extrañada, y molesta, para variar.
–¿Qué haces? –
Preguntó. Parecía estar molesta porque estaba interrumpiendo su cita.
–No lo sé. –
Respondí a media voz, bajando mis manos y volteando a verla, ella arqueó una ceja.
–¿Podemos irnos ya? –
Preguntó ella, por su tono de voz, hubiera parecido que ella comenzaba a sentir cierta repulsión. Algo que yo no era capaz de comprender, en todo caso. Por un momento, pensé que sabía algo, pero a decir verdad, el hecho de que ella estuviera aquí desacreditaba cualquier sospecha, así pues, lo que sea que estuviera sucediendo, no era eso.
Volteé a mi derecha para evadir esa mirada que había en ella. No sabía que estaba pasando, pero no me gustaba para nada el modo en el que estaba mirándome ahora mismo. Es cierto que estaba enojada y que yo lo sabía, también es cierto que era mi culpa y que yo tenía que asumir la responsabilidad por haber roto esa promesa. Pero sencillamente no podía sufrirlo, algo había, algo diferente que no estaba allí la vez anterior. Y siendo sinceros, me hizo sentir incómodo.
La culpa pudo más, yo trate de ignorar lo que estaba sintiendo con tal de compensarle lo que había hecho. Por eso es que aparte la mirada. Vi a una pareja, ella estaba sonriendo tontamente porque acababa de encontrarse con él. Era algo que yo no había visto en Nagasami, ni una sola vez.
Aquel sin duda, sería un día largo.
Íbamos con dirección al acuario, según ella misma me dijo después. A mí ni siquiera me gustan esos lugares, pero ya se lo había prometido, y no quería romper mi promesa. Sin embargo, ella ni siquiera había volteado a verme. ¿Para qué se había tomado la molestia de arreglarse tanto si era obvio que ella no quería estar aquí?
En el camino, vi a un anciano y (yo creo) su esposa, que caminaban tranquilamente por el parque por el que Nagasami y yo veníamos andando. El hombre llevaba un taiyaki. Digo todo esto porque en realidad, yo no había desayunado nada antes de salir de mi casa. Tenía algo de dinero, así que pensé en que, tal vez, sería bueno comprar un par de “peces fritos” antes de hacer cualquier cosa. Le propuse la idea a Nagasami.
–¿Eh? ¿Quieres comer ahora? ¿Por qué no puedes esperar a que salgamos? Bien, haz lo que quieras, de todos modos, no me importa. –
Respondió ella, su tono era incluso más hostil que el que había usado por la mañana. Yo me encogí de hombros. Me había convencido a mí mismo, de que si no prestaba demasiada atención a su…lo que sea que tuviera, entonces yo no saldría tan afectado, estaba claro que ella se hallaba descontenta, pero evidentemente no iba a decirme por qué. Cuando me formé, la cola era enorme. Nagasami estaba furiosa.
–Oh, lo que nos faltaba. –
Ella hizo un montón de gestos en desaprobación, pero yo no me moví de la fila. Era en serio, tenía hambre, y no parecía haber más puestos de comida por allí, además, no había ningún problema si llegábamos al acuario media hora después, era media tarde todavía. Aunque también tengo que decir que lo único que yo deseaba era alejarme de Nagasami y de esa mirada tan… dolorosa de soportar.
Sin embargo, ella pensó que lo había hecho para hacerla enfadar, no me miró en todo el resto del camino. Mucho menos me habló. Yo sólo me preguntaba una cosa.
¿Qué estaba haciendo yo allí?
Cuando llegamos a la entrada del acuario, ella revisaba su celular con mucha prisa, yo no le presté atención a eso tampoco, seguía comiendo mi pez frito, me acerque a ella con la bolsa de papel en las manos, tenía aun otro taiyaki.
–¡Termina de comer! –
Me urgió ella, yo tenía el taiyaki en la boca, me quedé parado como un tonto mientras ella hacía una rabieta.
–Puedo guardarlo si quieres. –
Respondí, bastante irritado a decir verdad, estoy de acuerdo en todo lo que ya había dicho, toda esa basura de las promesas y la culpa, pero estaba en mi límite, ella debe haberlo notado, porque suspiró.
–¿Sabes? Lo pensé toda la noche, yo… ni siquiera quería venir hoy, no sé qué sucede, pero no estoy segura, quiero decir, de seguir saliendo contigo, no quiero romper, pero tampoco quiero seguir, es complicado. –
La hostilidad estaba marcada en sus gestos, ella estaba diciéndomelo como si asumiera que no podría entender sus sentimientos.
–Yo no quiero herirte ni nada es sólo que, ahora mismo no sé qué me pasa. –
–No necesitas preocuparte por mí, Nagasami, sólo me iré a casa, eso es todo, no va a ocurrirme nada. –
Ella se sobresaltó cuando le dije esas cosas, iba a decir algo más, pero yo ya había tenido suficiente. Es cierto que tener que volver a casa en estas condiciones resultaba bastante irritante, incluso doloroso, pero lo que fuera era mejor que estar aquí con ella, tratando de evitar algo que parecía inevitable, aparte de ello, tenía que recordar quién era Nagasami y lo que tenía con ella. y siendo más francos, sus palabras me venían bien. Eso no lo hizo más llevadero de todos modos.
–De acuerdo. –
Respondió Nagasami, aunque no sonaba que estuviera de acuerdo para nada, luego se encogió de hombros y se dio la vuelta.
La vi irse mientras me sentaba cerca de allí a comer mis peces fritos. Al menos la hubiera tomado de la mano.
“Maldición” aquello dolió, más de lo que pensé, en todo caso. No importaba, a decir verdad, me convenía que así fueran las cosas. Sin embargo, por más que me dijera a mí mismo que todo estaba bien ahora, no pude evitar sentirme bastante triste. Terminé mis peces fritos, y me fui a casa.
––––––––––
No pude evitar pensar en Nagasami en el trayecto a casa, algo había pasado con ella pero ¿Qué podía ser? Yo no tenía ninguna pista porque, ahora que lo pensaba, yo sabía muy poco de ella. Tampoco creía haber hecho algo para que ella pensara de esa forma, al menos que ella estuviera enterada. ¿Actuaría de esa forma si ella supiera algo sobre mí y Kotori Onee–chan? No, definitivamente no, actuaría mucho peor. Eso me dejó claro que lo que sea que Nagasami haya tenido, no tenía nada que ver conmigo, y por primera vez en mi vida, ese pensamiento me alivió, en la medida de lo posible.
Kotori Onee–chan estaba de lo más dulce conmigo después de lo ocurrido el día de ayer. Porque no dejé de perseguirla hasta que fue muy tarde en la noche. Todo lo que hacíamos era descansar un poco, hacer cualquier cosa, y volver a comenzar. Ella estuvo tan contenta que incluso me dio permiso de salir con Nagasami el día de hoy, a pesar de ser domingo.
Por ello cuando me vio entrar a la casa, abatido y pensativo como estaba, lo primero que hizo fue preguntarme que había pasado. No pudo hacer más, una persona estaba allí. Era una amiga de su escuela. Ella me había dicho que estaría allí, por eso es que no sentí remordimientos al dejar a Kotori Onee–chan sola. Ella estudiaría con su amiga hasta media tarde, yo llegaría a la casa después de que su amiga se fuera, e iríamos a algún puesto de soba a cenar. A ella le gusta el yakisoba.
–Imura, has llegado muy pronto. –
Comentó ella alzando la cara. Sonreí sin querer porque su amiga, una chica de cabellos amarillos y ojos grandes, alzó la cara también, parecía un conejito. Sin embargo, supongo que mi semblante volvió a ser oscuro momentos después.
–Si bueno, es sólo que, creo que he roto con mi novia hoy. –
Ambas chicas se quedaron perplejas. Kotori Onee–chan hizo lo que pudo por recuperar el ambiente. Supongo que estaba mal decir algo como eso frente a los extraños, pero por otro lado, aquello nos haría ver normales a ojos de su amiga. Eso también era importante.
–Ah, me he olvidado, lo siento mucho, Imura, ella es Misaki, una compañera de la escuela. –
–Tobichi–san, me habías hablado de ella Onee–chan, como sea, es un placer. –
Respondí, haciendo una leve inclinación, ella hizo lo mismo.
–Un placer, Imura–san, o Akai–san, es más correcto, creo que… lamento lo que ocurrió, quizá sea hora de que me vaya. –
Supongo que la declaración, que había hecho nada más llegar, había hecho sentir incómoda a Tobichi Misaki, pero yo no quería interrumpir la reunión de Onee–chan, aún tenía la intención de que todo saliera como lo habíamos planeado.
–Oh, no hay problema, puedes quedarte, yo quiero tomar un baño y luego iré a dormir un poco, es todo, siéntete como en tu casa. –
Después de eso subí las escaleras, creo que escuche a Misaki decir algo como “pobre chico” pero no presté atención, como había dicho, me di un baño después de eso. Luego fui a mi alcoba. Pasaron todavía unos momentos antes de escuchar que Kotori Onee–chan se despedía.
––––––––––
Ni siquiera presté atención al sonido del móvil.
Simplemente me recosté en la cama, pensativo, más que triste. Esto estaba bien así como estaba, no tenía por qué ser diferente, si esto era así entonces Nagasami no averiguaría nada acerca de nosotros, y yo podría seguir llevando mi vida con Kotori Onee–chan como la había estado llevando. En cierto modo, esto estaba bien así. Sin embargo, como había dicho, no pude evitar pensar en que algo le había ocurrido a Nagasami, y siendo así, la cosa no iba a terminar allí. Tuve razón en ese momento, pero no había gran cosa que yo pudiera hacer a estas alturas.
Onee–chan entró a mi justo después de despedirse de su amiga.
–Imura ¿estás bien? –
Yo volteé a verla, ella se veía preocupada, yo sonreí amargamente, ella era la menos indicada para preguntar eso.
–¿Qué clase de pregunta es esa? Onee–chan, por supuesto que estoy bien, estoy mejor así, y lo estaría más si no supiera que esto no va a terminar sólo así. –
–Te veías muy triste cuando entraste, Imura, sé sincero, ¿La querías? –
Preguntó ella, yo la miré a los ojos, sin moverme de mi cama.
–Te mentiría si te dijera que no siento nada por ella, Onee–chan. –
Ella hizo una expresión dolorosa en su rostro. Me sentí algo mal por lo que estaba sintiendo Onee–chan en ese momento, pero siendo realistas ¿Existe alguien en este mundo, que pueda salir con una chica sin sentir nunca nada por ella? Era por eso que Kotori Onee–chan no debía hacer esas preguntas, sin embargo, yo no había terminado.
–Pero no la amo, y más que triste, estoy algo preocupado, porque conociéndola, sé que esto no es tan simple como para acabar allí. Además se sintió como si algo fuera diferente, muy diferente, a decir verdad. –
Onee–chan asintió, ya con mejor semblante, luego cerró la puerta de la habitación.
–¿Estás diciéndome que piensas que sabe algo? –
–No, también lo pensé, pero si así fuera, ella no hubiera actuado como actuó, fue más bien como si ella quisiera romper por alguna razón, algo sucedió después de que quedé de salir con ella. –
Kotori Onee–chan sonrió después de sentarse sobre mi cama, y colocó mi cabeza sobre sus piernas.
–Pienso que no deberías preocuparte por ella, Imura, no dejes que te agobie, todo estará bien. –
–Lo dices porque estas celosa ¿no es cierto? Pero no me preocuparía tanto si no supiera que esto no va a traer consecuencias, puede que incluso intente averiguar cosas sobre mí, y bueno, fue algo… impactante que me lo dijera de esa forma, no lo esperaba, y antes de que digas cualquier cosa, es cierto que ella me atrae, es mi novia, o lo era, pero te amo a ti, si es eso lo que te preocupa, puedes estar tranquila. –
–¡Moo! Imura, no está bien que veas a través de mi corazón con tanta facilidad, ni que me lo digas con tanta franqueza, eres cruel con tu Onee–chan, que tanto te adora. –
Por toda respuesta, miré a Onee–chan a la cara y tomé su mano, Kotori Onee–chan me miró por un largo rato, supongo que estaba deshaciéndose de sus sentimientos personales al respecto, lo digo por lo que me preguntó después.
–¿Dolió? –
–Supongo que sí. –
Respondí, sinceramente, luego suspiré, ella comenzó a acariciar mi cabello.
–Puedes conseguir otra fachada luego, yo seguiré estando celosa de todos modos, puede que incluso haga más escenas como aquella, enfadada porque se llevan un pedazo de ti, asustada de que lleguen a gustarte más de lo que te gusto yo, pero ¿Sabes? Yo siempre te amaré y realmente me gustaría que llegara el día en que no necesitáramos fachadas, pero por ahora tengo que admitir que es lo mejor. Así que no tengo más que soportarlo, y esperar que ninguna me quite la parte que me corresponde ¿Puedes prometerme que eso no va a pasar? ¿Aunque te gusten? ¿Seguirás amándome a pesar de todo? –
–Y yo soy el que debe decir las cosas con menos franqueza, Onee–chan… –
Respondí sonrojándome.
–¿Cómo es que puedes ser tan vanidosa? ¿Cómo es que estás tan segura de que te amo a ti? –
Le reclamé, ella sonrió.
–Bueno, ayer tu… –
Se sonrojó después de eso, yo sentía que la cara me ardía, ahora que lo pensaba, estaba seguro de que aquello había sido excesivo, pero ella no parecía pensar lo mismo.
–Ahí vamos de nuevo, no sólo se trata de eso, Onee–chan. –
Le dije, más que nada para que dejara de hablar de esas cosas tan vergonzosas.
–No es eso lo que quiero decir, es sólo que, ayer fue la primera vez que me perseguiste, todas las otras veces, sentía que tenía que forzarte, al principio se sentía bien “abusar” de mi hermano menor… –
Estuve a punto de gritar ¿Cómo es que ella podía admitir aquello con tanta calma? No pude responderme, pero aquella no era la parte que importaba de lo que ella quería decirme.
–Luego me asusté, pensé que yo era la única que lo deseaba, y por ello, que sería fácil que alguien llegara un día y te alejara de mí, ayer fue diferente, yo quería resistirme, pero ese deseo frenético con el que me atacabas una y otra vez me hizo sentirme bien, me hizo sentir segura de que yo era la mujer que tu deseabas, y que nada de eso ocurriría si fuera otra chica, tal vez no sea la forma correcta de decirlo y tal vez lo que sucede entre nosotros no sea un amor normal, pero en cierto modo, creo que esa seguridad era lo que yo estaba buscando. –
Fue lo que Onee–chan me dijo. Yo tomé su mano de nuevo, porque la había soltado cuando ella comenzó a acariciar mi cabello.
–Por supuesto que estoy celosa de saber que debes pasar el tiempo con otra chica, me enferma de sólo pensarlo, pero, también entiendo que es así como debe ser, y no puedo prohibirte que las quieras.–
Asentí con la cabeza al tiempo que comprendía lo que ella estaba tratando de decirme, yo no sabía cómo reaccionaría si ella llegase un día y dijera “tengo un novio” incluso aunque ella asegurase que es sólo para distraer. Kotori Onee–chan tomó mi mano y la colocó sobre su pecho.
–Sólo para que supieras, mi corazón late muy fuerte siempre que estas sólo un poco cerca de mí. Y me dio mucho miedo que le llamaras por su nombre. No pude evitarlo, sabía que era una estupidez, pero, yo sentía que te estaba haciendo daño, sentía que no eras feliz… –
Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, yo acaricié su mejilla con tranquilidad. Kotori se esforzó por tranquilizarse. ¿Cuándo llegará el día en que pueda considerar los sentimientos de los demás antes que los míos? Por supuesto que ella también tenía miedo, era normal ¿No es verdad? es decir… ¡Esto es una locura! Era irracional. Inmoral, estúpido y aterrador. Pero me encantaba.
Era la primera vez en mi vida, en que sentía latir mi corazón con tanta intensidad, era adicto a ella, adicto a la locura que Kotori me proporcionaba. Prefería mil veces vivir así, que en el miserable silencio en el que vivía hasta hacía unos días. Y por supuesto que no iba a renunciar a Kotori Onee–chan sólo porque daba miedo. Ella era mi hermana mayor, mi compañera, mi cómplice, mi amante, quizá más que todo eso. Y yo la amaba.
–Así que, si, estaba celosa, aún lo estoy, pero entiendo que debe ser así, entiendo que es lo mejor si queremos que esto continúe, debe existir esa fachada, y si está allí, entiendo que puedas llegar a quererla un poco, entiendo que te preocupes por ella, entenderé incluso si quieres llorar, te ofreceré mi regazo para hacerlo, o mi hombro si prefieres, o mi pecho. Soy tu Onee–chan, y ya que he dicho todas esas cosas, también tengo que decir que no quiero que nada malo te ocurra, Imura. Y me duele que algo te lastime… y admito que me da mucho miedo ser ese “algo”. –
Yo la abracé. Aquella era la primera vez en mucho tiempo, en que ella recuperaba esa imagen de chica madura y amable que estaba allí si yo me lastimaba, sin embargo, también me hizo recordar que ella era una chica frágil, y que en este momento, ella también necesitaba que la confortaran.
–Onee–chan, te quiero. –
Le dije simplemente. Y después de eso me dieron ganas de besarla. De alguna forma me sentía mucho más relajado que la última vez, sólo quería un beso, lo juro, y por como ella reaccionó, me pareció que ella también, quiero decir que cerró los ojos y me echó los brazos al cuello. Iba a besarla cuando sonó el timbre la casa. Vaya forma de interrumpir. Era un bello momento.
–Maldición. –
Dije, sin pensarlo mucho.
–Sólo espera un momento, Imura, no es necesario enfadarse. –
Dijo ella con una sonrisa y nos separamos. Ella iba a bajar a abrir la puerta, quizá algún paquete, o algo por el estilo, pensaba yo.
–Quizá sea Misaki–chan… le has gustado ¿sabes? –
Me dijo ella pícaramente mientras bajábamos las escaleras. Yo batí la cabeza. Con sinceridad, no quería verme envuelto en más líos. Y salí tras Onee–chan sin pensar realmente lo que estaba haciendo. Si había que cargar algo podía ayudarla, también había la posibilidad de que fueran mis amigos, poco probable, pero no imposible. El abrazo de Onee–chan me reconfortó lo suficiente como para recuperar los ánimos, es la verdad.
–¿Te ha parecido fea? –
Insistió, al ver mi respuesta cuando me habló sobre su amiga. Pero yo ni siquiera la había mirado.
–La verdad no lo sé, no me he fijado bien, y si no es mucha molestia, quisiera disfrutar que estoy cerca de mi Onee–chan justo ahora. –
Le dije, sonriendo sinceramente, ella se ruborizó.
–Oh, cielos Imura, tu siempre… –
Y abrió la puerta. No sé quién de los tres se llevó la impresión más fuerte.
Frente a nosotros, estaba una chica con los ojos hinchados por el llanto y el cabello revuelto, posiblemente por el coraje y la desesperación que estaban talladas en su rostro. Su expresión contrastaba fuertemente con el rostro alegre y satisfecho de Kotori Onee–chan. Ver esos dos rostros tan contrarios encontrarse, me produjo un escalofrío.
–Imura, esta persona es… –
Comenzó a decir Kotori Onee–chan, yo asentí. Ella bajó la cabeza, en ese instante, el mundo a mi alrededor contuvo el aliento.
–Soy Hoshika Nagasami, soy… la novia de Imura. –