Jimen no Hoshi C1

La noche no necesita la luna,

Ni el mar las olas, ni el cielo las estrellas;

no del modo en que el amante necesita a su amor.

–Mitaka Kotsuka.

Capítulo 1: La caja de música.

“Las mujeres no están conformes sólo con el buen sexo, quieren tu alma también.”

–Henry Miller.

«Se dice que las mujeres son vanidosas por naturaleza; es cierto,

pero les queda bien y por eso mismo nos agradan más.»

–Goethe.

Caminaba por la calle.

Si, así comienza mi historia, cuando caminaba por la calle, no era una caminata agradable de todas formas, ahora mismo explico por qué.

No se veía ni un alma. Me dijeron que el barrio de Yokosuke estaba repleto de actividad a estas horas del día. Pero de alguna forma acabé en Atsumori.

A fin de comprar mis útiles para el ingreso a la escuela, (Ingresaría al instituto la semana que viene) quería ir al barrio de Yokosuke, que, cómo todo el mundo lo sabe, es un lugar donde la mayoría de la gente compra todo lo que necesita relacionado a la escuela o el trabajo de oficina.

El ver el barrio tranquilo y aparentemente carente de negocios fue lo que me hizo darme cuenta de que había errado el camino.

Mi móvil se quedó sin batería y con ello, me quedé sin sentido de la orientación, y en alguna parte, comencé a ir mal y terminé en el barrio de Atsumori. Muy bonito, sí, pero esto no era lo que yo necesitaba. Pensé en preguntarle a algún transeúnte, para saber dónde estaba Yokosuke, o en última instancia, la estación del autobús, para volver a casa. Pero como he dicho, no se veía ni un alma. Ni un negocio, ni un transeúnte, nada. Y a pesar de que era todo muy raro, no le tomé importancia y seguí caminando, sin rumbo.

“Si no sabes a dónde vas, poco importa el camino que tomes” o eso decía esa cabeza de gato de la película.

Fue entonces que comenzó a oscurecer, y como si aquello no fuera lo suficientemente malo, terminé también dándome cuenta de que volví al mismo sitio en el que había estado hacía ya mucho rato. Había caminado en círculos.

Además, el cielo mostraba un gris tan intenso como el color del pelo de un gato pardo. Un tanto desesperado, hice un doblez en una esquina, al lado de un parque, y reanudé la marcha. Pensaba mientras tanto, que la compra de útiles escolares tendría que esperar hasta mañana, tenía que volver a casa pronto, o seguro que seré regañado por Oshizu–san.

Oshizu–san es mi casera. Es una señora muy amable que me renta una alcoba por tres mil yenes al mes. Siendo apenas un estudiante, evidentemente no podría costearme nada más. Hay otra persona que renta a la señora Oshizu una alcoba, la casera dice que ella es muy amable, aunque yo jamás me he encontrado con ella, así que toda ella es un misterio. Todo lo que sé es que es una chica de nombre Kamakura, y como no tengo mucho tiempo en este sitio, no puedo decir que ella esté evitándome o algo así, también he visto un uniforme escolar colgado en el tendedero.

La señora Oshizu tiene dos hijos, uno de ellos es un abogado que trabaja en la suprema corte, está casado y tiene un bebe con su esposa. El otro de ellos es universitario, se ha ido a Fukushima a estudiar. A causa de eso, dos recamaras sobraban en su casa. Mi padre fue quien hizo el acuerdo con la señora para que yo pudiera tener un sitio cercano al entrar al instituto.

Pronto comenzó a llover, y acabé metido en una tienda extraña mientras buscaba desesperadamente una forma de regresar. Miraba desesperado desde detrás de la entrada como comenzaba a llover. Completamente seguro de que esta vez seguro que me regañaban.

–Bi… Bienvenido. –

Dijo una voz desde detrás de mí. Una voz temblorosa y ciertamente infantil. Me giré para ver de quien se trataba: Había una chica parada mirándome con curiosidad.

–La señora de la tienda no… no está… ¿Qué desea? –

Como su timidez se notaba a leguas, y además estábamos hablando de una chica bonita, me propuse mentalmente a no alarmarla o molestarla. Tampoco podía decirle que lo único que quería era cubrirme de la lluvia.  La chica se acomodó su cabello (rosa, no sé si era teñido o así era su cabello)

–Lo siento, yo… sólo pasaba a mirar, sólo quería saber que hay, espero no le moleste. –

En ese instante, la chica pareció perder interés en mí, solamente asintió con la cabeza, y diciendo “tómese su tiempo” se dio la vuelta y se fue. Yo miré como se iba por un momento, antes de prestar atención a las cosas que había en la tienda. Parecía una tienda de regalos ordinaria. Excepto que había muchas cosas extrañas en los anaqueles. Pensé que ya que estaba aquí, podía comprar un par de cosas, no sabía que eran, y no era a lo que había venido, pero la verdad había varias cosas bonitas.

Alguien más hizo sonar la campanilla de la entrada.

–Haru … ¿Dónde estás? He traído la cena. –

Fue lo primero que dijo esta persona, también una mujer.

¿Haru? ¿Era el nombre de la chica que me había saludado? La señora que entró a la tienda después de mí, (que era una señora, de mediana edad) podría ser su madre, y a quien la chica se refirió como “la encargada de la tienda” si era así, entonces podría pagar por lo que quería comprar, y esperar el momento de marcharme. Ya estaba oscuro afuera.

Efectivamente, la chica salió desde alguna parte. Comenzaron a conversar, sin notar siquiera mi presencia, lo digo por la recién llegada.

–Okaa–sama ¿Estás bien? Creo que hay un huracán ¿Quieres que prepare la cena? –

–Oh, no, la prepararé ahora mismo. –

–Pero Okaa–sama, tenemos clientes. –

Replicó la chica, y entonces fue que la señora se dio cuenta de que yo estaba allí.

–Oh vaya, Esto sí que es una sorpresa. –

Comentó la señora, mirándome. No comprendí, es decir, esto era una tienda ¿Cierto? Se supone que tengan clientes. Aunque bien pensado puede que no fuera la clase de cosas que todo el mundo compra.

– ¿Has escogido ya lo que quieres llevar? –

Preguntó la señora, acercándose lentamente. Yo retrocedí. No es que la señora diera miedo, por el contrario, era muy hermosa, precisamente por eso retrocedí.

–Vaya, llevas un par de cosas curiosas allí… a ver… –

Dijo, acomodándose el cabello, del mismo color que el de su hija, y tomando las dos cajas (iguales) que yo había escogido las registró en una caja ruidosa de esas que hoy en día sólo se ven en las películas viejas.

– ¿Para qué son? –

Pregunté, simple curiosidad lo juro, pero la chica, que estaba mirando, dejó escapar un gesto como de risa, como si le costara trabajo evitar burlarse de lo que yo había dicho. Yo volteé a verla y ella se escondió detrás de una estantería.

–Ara… ¿Cómo es que estas comprando algo si no sabes lo que es? –

Preguntó la señora, con evidente placer al explicar aquellas cosas. Yo más bien me preguntaba cómo es que dos personas pueden sobrevivir con una tienda como aquella. La señora tomó uno de los pequeños artefactos que había comprado y le dio algo de cuerda, al instante algo se movió y apareció una pequeña bailarina que se movía al son de una música bastante linda que sonaba desde el interior. Yo abrí los ojos sorprendido, la señora se llevó una mano a la boca.

–Es maravilloso. –

Comenté, impresionado. Era una especie de caja musical, pero hay que admitir que era muy bonita. Aunque no es la clase de cosas que un chico suele comprar, mucho menos si no lo vas a regalar a alguien, tengo que admitir que no me arrepentía de haberla tomado del anaquel.

La señora las colocó luego en una caja, y poniendo la caja en la bolsa, me la entregó después. Yo no hice más que permanecer en silencio mientras miraba a aquella señora. La señora irradiaba tranquilidad con cada cosa que hacía, irradiaba confiabilidad.

– ¿Las tomarás? –

Preguntó ella de pronto, sonriendo amablemente, yo reaccioné batiendo la cabeza, después de haberme perdido no sé cuánto tiempo mirándola. Sentí unos ojos asesinos desde detrás de uno de los anaqueles, pero la chica que me había recibido desapareció tras el anaquel cuando voltee a verla de nuevo.

–Lo siento mucho… ahora le pago. –

No entendí muy bien por qué, pero estaba tan nervioso que el dinero cayó de mis manos antes de que pudiera entregárselo. La señora reprimió una risita.

Tengo que haberme visto patético. Pero ni aún con toda la pena que sentí en ese momento podría negarlo. Era una belleza, de esa clase de gente que da gusto encontrarte.

–––––––––

Dio la casualidad que no pasó mucho tiempo antes de que terminara de llover, tras aquella vergüenza monumental, lo único que pude hacer fue darme la vuelta, pude sentir los ojos penetrantes y asesinos de la chica tras el anaquel, pero ya no tenía el valor de voltear a verla siquiera.

Cuando terminó de llover, lo único que hice fue salir de la tienda y buscar el modo de volver a casa. de todos modos no estaba tan lejos como yo mismo creí, y después de caminar un poco y preguntar en un puesto de soba, me dijeron dónde estaba la estación de autobús.

Mientras viajaba, lo único que hice fue mirar por la ventana durante el pasaje de regreso, sin duda este sitio tenía mucha más gente que los suburbios, de donde yo venía. Aquí todo el mundo estaba apresurado y todos parecían siempre tener que llegar a algún sitio.

No es por hacer alarde de que mi hogar era más tranquilo, más bien me di cuenta hasta ese momento, de lo que realmente significaba estar en la ciudad. Era mi primera vez saliendo solo. Cuando llegué a la casa donde me estoy quedando, sentí algo de vergüenza al tocar la puerta, así que me quedé allí parado unos momentos, pensando con detenimiento acerca de lo que iba a decirle a la casera, quien seguramente estaría preocupada.

Abrieron la puerta poco después, antes de que yo pudiera tocar, la señora me miró con cara de pocos amigos.

– ¿Y bien? –

Preguntó. Parecía enfadada, yo me decidí a no ocultar nada.

–Lamento haber causado problemas. –

Le dije, ella hizo un gesto de desaprobación.

–A mí no me has causado ningún problema, pero tu madre ha llamado hace ya un rato, porque no pudo comunicarse contigo ¿Qué clase de muchacho desconsiderado preocupa a sus padres? –

Respondió la señora dándose la vuelta y entrando a la casa, yo entré detrás de ella, con la cabeza gacha. Seguro que había estado preocupada, aunque dijera que no. Su coraje lo demostraba.

–Hablaré con mi madre ahora, sólo tengo que conectar el celular. –

Expliqué, mientras me quitaba los zapatos y buscaba el cargador.

–Habla con tu madre pronto, luego apresúrate, o la cena se enfriará. –

Ordenó la señora, desapareciendo detrás del pasillo. Marqué el número de mi madre. Lo que se esperaba, otro regaño.

…¿Es que no tienes corazón?

Me gritó ella, desde el otro lado del teléfono.

…Lo siento mucho, en verdad, no quise preocuparte, madre.

…Si no querías preocuparme ¿Cómo es que apagaste el teléfono? Sabes perfectamente que la ciudad es peligrosa. ¿Qué si te ocurre algo? ¿Qué haré yo? ¿Ah?

Mi madre me chilló al teléfono. Mi madre ha crecido en una zona bastante más… rural, según sé. Es un poco supersticiosa y no confía mucho en la ciudad ni en la gente que vive en ella.

…Si, lo entiendo, me he quedado sin batería, fue sólo eso.

…Eso me pasa por confiar en ti, sabía que esto daría problemas, es culpa de tu padre.

Me chilló ella, es algo… especial cuando se angustia, como soy su único hijo, ella dice que me atesora mucho por ello. Casi llora cuando le dije que tendría que irme de casa al ir al instituto

…No le culpes a él, la culpa es toda mía, lo siento mucho, prometo que te compensaré.

Lo dije pensando en una de las cajas que había comprado, creo que estaban hechas a mano, seguro que a mi madre le gustaría algo así. Es decir, sé que no es normal que las mamás sean así de… apegadas con sus hijos, pero siento que es parte de su forma de ser. No le reprocho nada, sé de casos contrarios y no son agradables. A fin de cuentas, prefiero esto.

…Si quieres compensarme como tú dices, más te vale tener buenas notas, y venir a casa seguido ¿Entiendes?

…Sabes, creo que he olvidado algo importante, ¿Podría ir este fin de semana a la casa y recogerlo?

Yo nunca había estado tan lejos de casa, tampoco había pasado nunca tanto tiempo sin ver a mis padres, entendía que ella estuviera nerviosa, incluso pienso que mi padre también estaría algo… tenso. Es cierto que solía salir con amigos de cuando en cuando, pero nunca pasé una noche fuera de casa. Por fin, mi madre dejó de llorar al teléfono. Escuché un suspiro.

…De acuerdo, sólo promete que esto jamás sucederá otra vez.

…Lo prometo, ahora debo ir a cenar.

Grave error.

… ¡Son más de las diez de la noche! ¿Cómo es que no has cenado?

…Iré a cenar a hora, nos vemos.

Colgué antes de que el regaño comenzara de nuevo.

Al acercarme a la mesa, pude notar que alguien había terminado de cenar, los platos estaban acomodados elegantemente en un rincón de la mesa. Mi cena estaba servida. Era bastante buena, y la verdad es que el hambre no me permitió ser demasiado melindroso (aunque no lo soy, de hecho) por lo que me dispuse a comer.

Oshizu–san apareció después, colocando un vaso de té justo al lado de mí.

–Toma, no queremos que te ahogues justo antes de comenzar tu vida escolar ¿cierto? –

Dijo ella, con una sonrisa extraña en la cara, luego se fue. Fue cuando terminé de comer que comencé a sentirme con sueño.

Ni que hacerle, quería jugar un poco un cierto videojuego, pero la verdad es que aquella caminata sin sentido me había dejado exhausto. Ya había reservado una de las pequeñas cajas para mi madre ¿Qué debería hacer con la otra? Me preguntaba mientras la miraba girar, poniéndome mi pijama.

No paso realmente mucho tiempo antes de que me quedara dormido.

––––––––––

Desperté con sed a media noche, la verdad es que no quería tener que salir por un vaso de agua, pero mi calor era demasiado. Me vi forzado a levantarme y abrir la puerta de la alcoba. Estaba todo oscuro, y por poco tropiezo con un pequeño mueble que estaba en el pasillo. Aun así me abrí paso hasta la cocina.

Tomé el vaso de agua en el más absoluto de los silencios, mientras pensaba que debería tener una botella de agua para evitar venir a la cocina en estas ocasiones. Mientras volvía a subir, escuché un ruido de algo en el pasillo. La verdad es que la sorpresa pudo más en mí que el miedo, quiero decir, no soy alguien que crea en los fantasmas y esas cosas, pero admito que escuchar un ruido en un sitio que debería ser silencioso, le pone a uno los pelos de punta.

Y como todas las personas, al menos las que no creen en los fantasmas, fui a investigar de que se trataba, incluso encendí la luz en los pasillos.

Pero las puertas de todas las recámaras estaban cerradas, las ventanas también. Considerando que sería desconsiderado de mi parte mantener la luz encendida, las apagué y volví a mi alcoba. Volví a escuchar un ruido, provenía de la habitación de al lado, algo sentí que me removió por dentro, era llanto. El llanto de una chica.

¿Cómo reacciona uno en ocasiones así?

Imposible saberlo. No podía ir y tocar a la habitación de al lado, sólo para preguntar ¿Quién llora? Sería desconsiderado de mi parte. Aparte de que, después de unas cuantas conclusiones, yo comenzaba a entender, esa chica, Kamakura, a la que yo nunca había visto, estaba del otro lado del muro, y estaba llorando.

Mi vista reparó en la puerta de mi propia habitación. ¿Qué podía hacer yo? De cualquier modo, ni siquiera la conocía. Pero no quería simplemente hacer el ciego, a pesar de toda esa lógica aplastante que me sugería que dejara las cosas como estaban, pudo más mi virilidad, o mi estupidez, o como sea que gusten llamarle, al tiempo que me ponía de pie de nuevo, resuelto a hacer algo, lo que fuera, excepto ignorarlo.

Mi padre siempre decía que uno no puede ignorar los problemas de la vida por siempre, y que ser responsable se trataba de hacer frente a las cosas que la vida nos presenta, por buenas o malas que puedan ser. Otra cosa es que una chica llorando en la otra habitación no tuviera nada que ver conmigo, pero yo quise creer firmemente que sí.

Fue entonces cuando pensé en la pequeña caja musical que aún tenía, y si bien era cierto que no tenía idea sobre si a ella le gustaban esas cosas, pensé que la distracción sería suficiente para que ella dejara de llorar. Si yo podía escuchar su llanto desde el pasillo, seguro que ella escucharía la caja si la ponía, por ejemplo, afuera de su habitación.

Y eso fue lo que hice, hice funcionar la caja, y la coloqué justo afuera de su puerta, haciendo el mínimo ruido que fuera posible, me sentí un poco idiota, pero en realidad, no quería que ella se sintiera descubierta, cómo no sé nada de ella, no sé cómo reaccionaría si se entera de que alguien le ha escuchado llorar. Si está llorando a estas horas es porque, evidentemente, sabe que todo el mundo duerme, y nadie la escuchará…

Es una perfecta idiotez, si cualquiera me lo pregunta. Pero las chicas son chicas, y no puede hacerse nada. Entré a mi habitación esperando que no supiera de quien se trataba, sé que era un comportamiento raro, parecía que intentaba cazar algo, pero por otro lado, pensaba en evitarle la vergüenza. Parecía haber funcionado, porque después de un rato, escuché que abrieron una puerta, y el llanto dejó de escucharse.

Por supuesto que ella sabría que se trataba de mí, y por supuesto que iba a pensar que soy raro, pero si algo como eso podía ayudar a que se calmara, entonces daba esa caja por bien empleada.

¿Cuándo iba a conocerla?

–––––––––

Me desperté al día siguiente con la firme intención de comprar mis útiles escolares, así que lo primero que hice fue tomar el teléfono y telefonear a mi madre. Por supuesto que todavía tenía muchas cosas que hacer, pero lo mejor es que lo del día de ayer no se repitiera.

…¿Estás seguro de que vas a estar bien? ¿No prefieres comprarlos una vez que estés aquí?

…Okaa–san, la ciudad no es como te lo han dicho, es bastante tranquilo, un día que vengas lo entenderás.

…¿Quién sabe?

…No debes preocuparte por mí, estoy seguro de que puedo ocuparme de esto.

…De acuerdo, pero si necesitas ayuda debes llamar ¿Entiendes?

Pienso que lo mejor es que mi madre pensara en algo más que hacer, soy su único hijo y ella siempre estuvo muy pendiente de su familia, (porque me avergüenza decir “pendiente de mi”) pienso que sentía la misma soledad que yo sentía a veces. No es que nadie nunca haya pasado por eso, pero a ella en especial le afectaba bastante. No me gusta mencionar esto, pero mi madre está enferma del corazón. Es por eso que yo tengo que ser el doble de considerado.

Pensando en estas cosas, me preguntaba entonces ¿La chica de anoche, lloraba porque se sentía sola? Y si así era, ¿Por qué estaba aquí desde tan pronto? Es cierto que faltaba relativamente poco para el comienzo de las clases, pero si ella no tenía, como yo, cosas que preparar, si ella no era de nuevo ingreso ¿Qué le impedía estar en casa todo este tiempo, y llegar tan sólo un día antes de que las clases recomenzaran? No logré encontrar una respuesta, y con lo poco que sabía de ella, probablemente no fuera tan simple. Quizá sus padres están verdaderamente lejos, en otro país, por ejemplo.

––––––––––

Llevando mi celular pude darme cuenta, de que nunca estuve realmente lejos del barrio de Yokosuke, hablo del día de ayer en que me perdí. Ni que hacerle, a veces la vida nos juega malas pasadas, aunque de hecho, quizá estaba destinado a llegar a esa tienda, me gusta pensar así.

Y ahora que lo pensaba, aquella chica… “Haru” era bastante bonita. No tuve oportunidad de pensarlo con detenimiento en aquella ocasión, pero ahora que lo pensaba, bueno… era linda. Me gustaría volver a encontrarme con ella.

Cuando estaba en el colegio tenía una novia. Nunca fuimos especialmente cercanos y en realidad apenas nos veíamos, creo que la relación con ella se enfrió porque ambos teníamos otros intereses. Ella estaba en un club, y yo tenía que llegar a casa temprano para poder ir al deportivo con Ibiki–kun, un amigo de la infancia con quien siempre jugaba baloncesto. Pero lo cierto es que no soy tímido, al menos yo no me considero así. Tampoco es como que fuera muy popular. Si tuviera que definir mi popularidad diría que, normal.

En fin, hay cosas que no tienen remedio, y el romper con mi novia apenas dos meses antes de salir del colegio fue algo que no me sorprendió mucho. Ya saben la historia. Ella te llama y te dice que quiere hablar contigo. Se encuentran, te dice un montón de excusas y se va.

No diré que me rompió el corazón. Lo esperaba, pero tengo que decir que me sentí bastante mal, aunque me recuperara rápidamente. No quise salir con ninguna otra chica porque para ese tiempo, yo ya sabía que tendría que mudarme en cuanto terminara, para ir a la preparatoria. Esa es la triste historia de mi ex–novia. Es muy poco triste, pero es lo que tengo.

Para media tarde yo ya había terminado de hacer mis compras y estaba listo para volver a casa, después de esto solo faltaría llenar el formato de ingreso, y estaría listo para ingresar a la escuela. Caminé sin rumbo por un momento, quizá muy dentro de mi tenía la esperanza de encontrar aquella tienda, pero como no me quedaba nada de dinero, tampoco busqué demasiado a fondo. No la encontré, y me decidí entonces a volver.

Al dar la vuelta en una esquina, casi llegando a la casa. Noté una escena extraña  al final de un corredor. Había una chica, de cabellos castaños y visiblemente mayor que yo, hablando con un sujeto al que yo no podía ver bien, el sujeto recibió un sobre amarillo de las manos de la chica, y luego de eso ella recibió dinero, que guardó en una pequeña bolsa de mano que tenía.

El sujeto, que no parecía para nada una buena persona, se dio la vuelta guardando el sobre que ella le había dado, y desapareció en la oscuridad al otro lado del callejón. Acto seguido, la chica encendió un cigarrillo sin notar siquiera mi presencia y se recargó en la pared. Sin entender muy bien porqué, aquella escena me hizo sentir extremadamente incómodo, así que me fue de allí.

Seguramente lo que sea que hubiera pasado allí, no era nada agradable.

––––––––––

Una vez en casa, hablaba con Oshizu–san para explicarle que mi madre quería que volviera a casa antes de que recomenzaran las clases, para la casera fue bastante obvio que mi madre reaccionaría así después del incidente del día de ayer, por lo que ni siquiera se mostró sorprendida. Lo único que me dijo, es que tenía que dejar la habitación ordenada y limpia, y que no podía irme de noche, ni llegar de noche, así que tenía que calcular mi tiempo por los horarios de los trenes.

No sé exactamente por qué, pero me pareció acertado contarle acerca de lo que había pasado con la tienda extraña, y con las cajas. La señora se llevó los dedos a la frente.

–¡Así que eres tú quien ha traído esas cosas! –

Dijo ella, sonando molesta, yo no comprendí.

–He estado escuchando la misma canción desde esta mañana… esa cancioncilla me pone los pelos de punta. –

Se quejó. Yo me quedé perplejo.

–Pero… hay que hacerlas funcionar para que toquen, Oshizu–san. Y como puede ver, acabo de llegar. –

–No tú, niño, Kamakura, no ha parado en toda la tarde, se hizo el silencio una vez que ella salió. –

– ¿Ha salido? ¿Dijo a dónde? –

Pregunté, enrojeciendo un poco al enterarme de todo eso, es decir, aquello quería decir que el regalo le había gustado ¿No es verdad? Por más que yo no la conocía aún. Pero Oshizu–san negó con la cabeza.

–Ha salido hace al menos una hora. –

Dijo.

–Ella nunca dice a dónde va niño, en ocasiones cena aquí abajo, pero a veces se pasan tres días sin que yo escuche una palabra de ella, se encierra en su habitación y no sale más que para lo indispensable, y sólo escucho cuando abre la puerta de su habitación, no es muy considerada. –

Explicó la señora, aquello sí que era extraño, al menos para mí.

–Quizá sólo es que termina muy cansada. –

Comenté, sin saber exactamente qué decir, por supuesto que no iba a decirle a la señora que había escuchado a la chica llorar en la madrugada. Sin embargo, el hecho de que ella tuviera una de esas cajas indicaba, cuando menos, que ya nos conocíamos. Lo cual no era verdad.

Oshizu–san no le dio importancia, sólo encogió de hombros.

–Quien sabe, no comprendo a los jóvenes de ahora. –

Se quejó Oshizu–san, aunque tuve la impresión de que había un significado oculto dentro de todas esas palabras. Dejé todo como estaba y me fui a dormir después de eso.