Jimen no Hoshi C23

Capítulo 23: Para siempre, si pudiera.

Comenzó a hacerse de noche, y le dije a Himiko que deberíamos irnos, porque a pesar de la época del año, las noches en este sitio eran algo… frías. Himiko no parecía con ganas de irse de todos modos, así que tuve que convencerla diciéndole que compraríamos golosinas de regreso.

Eso pareció funcionar. Había luciérnagas ahora por donde caminábamos, y aunque no eran muchas, las luces nocturnas de éstas encantaron a Himiko, quien parecía emocionada como una niña pequeña. Pasamos a la tienda antes de terminar volviendo a casa.

– ¿Son siempre así las noches aquí? –

Preguntó ella.

–Bueno, no estoy seguro de a que te refieres, pero lo único especial de ésta es que tú estás aquí. –

Le dije, antes de entrar a la tienda.

–Creo que comprendo por qué tu madre quiso vivir aquí. –

Yo voltee a verla, esperando a que ella se explicara.

–Es decir, es un sitio tranquilo y relajante, y el cielo es bello, los campos también, uno puede respirar pacíficamente aquí. –

–Mi madre ha vivido toda su vida en lugares así, tengo entendido que su padre era leñador cuando era joven y carpintero también, nunca ha vivido en una ciudad. –

Respondí, ella miraba las golosinas que había en la tienda, pidió un montón de cosas, las pagamos y salimos de allí, estaban a punto de cerrar y lo celebro, parecía que ella podía haberse quedado allí toda la noche, o comprado toda la tienda.

Al salir sonó su celular.

Ella se retiró un poco para contestar. Durante un momento pensé que podría ser su padre o alguien de su casa, pero cuando me di cuenta ella estaba riendo al hablar por teléfono. ¿Con quién hablaba? Me preguntaba yo, mirándola. Después de unos momentos ella colgó y volvió a la carretera por donde caminábamos.

–Parecías divertirte. –

Comenté, mitad en broma.

– ¿Estás celoso? –

Preguntó ella, mitad en burla, yo giré la cabeza.

–Por supuesto que no. –

–Sólo te daré una pista, era una mujer. –

Me respondió ella, mostrando su lengua y echando a correr, yo fui tras de ella. Llegamos a la entrada de la casa. Las luces estaban apagadas, pero no era hora de que mis padres estuvieran dormidos, acababa de anochecer.

–Ya volví. –

Dije a nadie en especial al entrar a la casa, Himiko me siguió, dejamos los zapatos en el corredor mientras yo encendía la luz. Pero no hubo respuesta.

Voltee a ver a Himiko, quien encogió de hombros. Estaba comiendo una paleta.

–Como sea, quiero tomar un baño. –

Ordenó ella, yo asentí con la cabeza y preparé el calentador para que ella pudiera bañarse. Fue cuando le informé que el baño estaba listo que ella comenzó a actuar extraña. Puso la paleta en mi boca sin decir nada y subió las escaleras, yo me quedé perplejo, saboreando la paleta y con ella, el beso indirecto que ella me había dado, mirándola subir las escaleras sin mirarme.

Mientras ella se bañaba intenté telefonear a mis padres, sin éxito, creo que comenzaba a entender lo que estaba pasando, en parte al menos, pudiera ser que Himiko le hubiera hablado a mi madre sobre lo que pretendía hacer, cosa que me trajo a la mente la promesa que había hecho con Himiko.

No me había preparado mentalmente, y ahora que estaba consciente de que estaba solo con una chica en casa, que por cierto estaba tomando un baño, el corazón comenzó a latirme con fuerza.  Incluso puedo decir debido al silencio, podía escuchar el agua de la ducha al caer.

¿Qué demonios hago ahora?

Era mi única pregunta. Comencé un checklist rápido acerca de mí mismo. Bueno, todo estaba mal, estaba sucio y olía mal, corrí a mi alcoba antes de que Himiko saliera de bañarse, en busca de un cambio de ropa interior que pudiera ponerme después de tomar un baño de emergencia, dejé la ropa en el cuarto de huéspedes (que era el que yo estaba usando) y luego fui a tocar la puerta del baño.

–Déjame algo de agua caliente… estoy sucio. –

Le dije, agradeciendo que la puerta estaba cerrada para que ella no viera mi cara avergonzada. No hubo respuesta, algo extraño de hecho, iba a volver a tocar cuando ella salió del baño, toda cubierta con toallas. Su cara estaba roja también, a pesar de que las toallas no dejaban ver ni un poco de su piel aparte de su cara.

–Toda tuya. –

Dijo ella, con los ojos encadenados al suelo. Suspiré, entiendo tal vez que no sólo era difícil para mí. Ella fue a mi habitación después de eso, caminando todo lo rápido que las toallas alrededor de sus piernas lo permitieron.

Me bañé lo más rápido que pude, sin poder contener los nervios en mi estómago. ¿Iba a hacerlo? ¿Justo ahora? ¿Debería decirle algo? ¿Debería permanecer en silencio? ¿Qué si pensaba que no soy atractivo? ¿Qué si pensaba que no era suficiente tamaño? Ya saben de qué hablo.

Salí en silencio del baño y me encerré en el cuarto de huéspedes luego, cambiándome lo más rápido posible, para terminar dudando de todo lo que había pensado justo antes de abrir la puerta. Tragué saliva.

Quería hacerlo, de eso no había duda, y por otro lado, esa era la razón de que Himiko estuviera aquí. Por supuesto que quería hacerlo con ella, es decir… soy un hombre, o eso era lo que yo creía. Pero mi miedo era demasiado. Me di la vuelta tres veces para pensarlo mejor.

¿A que le tenía miedo? Esto era algo que todo el mundo hacía, por eso es que estábamos en el mundo… bueno, eso era una excusa. Hasta donde sabía, eran cosas que hacen las parejas, era algo con lo que demostrabas amor, puede que me sintiera algo joven para intentarlo, o puede que fuera el hecho de que nunca me tuve en un concepto muy alto a mí mismo. Pero era tonto permanecer esperando algo que ambos queríamos, no sabía que iba a pasar, nunca sabía qué iba a pasar con nada de lo que hacía, y aun así lo intentaba. Esto no debería ser la excepción, supuse que ella lo entendería si no sabía cómo.

Y así fue como suspiré de nuevo y me paré frente a la puerta, iba a tocar cuando ella abrió.

–Pensé que me dejarías esperando… pero, no eres tan tonto. –

–Estaba reuniendo valor. –

Respondí. Alzando la vista para mirarla, me llevé una sorpresa. Ella llevaba una bata de dormir, se notaba demasiado que no estaba hecha para dormir, me refiero a que, vaya, era transparente.

– ¡Lo sabía! No debí ponerme esto… yo. –

El caso es que se veía bastante linda, hay que decirlo, y aunque si era bastante indecente, supuse que no había ningún problema si estábamos los dos solos en casa. Tomé su mano.

–Se te ve bien, te ves linda. –

–“Linda” no es el cumplido que busco con esto. –

Se quejó ella, girando la cara, como cuando decía exactamente lo que no quería decir. Sus manos temblaban.

–Trato de ser respetuoso. –

Respondí, no quería decir algo como “sexy” a Himiko, no tanto por ella sino por mí, estaría demasiado avergonzado para cualquier cosa si lo decía.

– ¿Y bien? ¿Vas a entrar o no? –

Reclamó, yo miré a todos lados en un intento por recuperar el control de mí mismo, luego de todas esas cosas tan vergonzosas, aunque su rostro y su atuendo no me lo facilitaban.

–Claro que sí. –

Respondí, con una sonrisa. Sucediera lo que sucediera, aquí estábamos.

Al entrar ella se sentó sobre mi cama, esperando a que tomara la iniciativa, yo me quedé parado por unos momentos, ella llevaba su cabello aun húmedo sostenido en dos coletas que estaban sujetas alrededor de su cabeza, creo que se había tomado un tiempo arreglándose.

Me senté junto a ella para acortar distancia, hablando literalmente, sus piernas blancas brillaban con la luz de la habitación, y su ropa interior se trasparentaba debido a su atuendo. Me hubiera gustado ser la clase de sujeto que no pensaba en nada y sólo se lanzaba sobre ella, pero no era tan valiente.

Así que hice lo mismo que los cobardes hacen, comenzar de a poco, quise tomar su mano. Ella levantó su mano asustada.

– ¿Deberíamos esperar? –

Pregunté, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas, y coraje.

– ¿Estas rechazándome? –

Preguntó. Supongo que le había provocado traumas con lo de nuestra última pelea.

–No me refiero a eso… quiero decir, tenemos tiempo, no tenemos que comenzar ahora mismo. –

–No es que no quiera… yo… –

Comenzó a tartamudear. Eso me hizo darme cuenta de lo insegura que se sentía, porque ella nunca tartamudeaba, la tomé de la mano, fui más firme esta vez.

–Está bien, yo también estoy asustado. –

–¡No estoy asustada! –

Gritó ella, cerrando los ojos, intentó soltarse, pero no demasiado. Yo la sostuve de la mano.

–Estas negándolo justo como una persona asustada lo haría. –

Respondí yo, ella batió la cabeza.

–Es que… tú nunca me has dicho que quieres hacerlo, no quiero que lo hagas sólo porque si, tiene que ser especial. –

Me chilló, al parecer ella también tenía sus propios miedos acerca del tema.

–Te amo Himiko, y estoy aquí contigo ¿Cómo algo podría ser más “especial” que esto? –

Expliqué, ella dejó de intentar soltarse y suspiró.

–Pero piensa sólo en mi ¿entiendes? –

–He pensado sólo en ti desde mucho antes de que me lo pidieras, no necesitas recordármelo. –

Respondí, con una sonrisa en el rostro.

–Me compré esto porque pensé que te gustaría… yo no suelo ser así…  quizá no debería usar algo tan desvergonzado cuando esté contigo. –

Se quejó ella, mirándose a sí misma.

–Pienso que es sexy, es difícil resistirse a mirar cuando sabes que se trasparenta. –

Expliqué. Kamakura estaba roja de la cara, ni siquiera me miraba, permaneció sentada en la cama, sin moverse y mirando sus rodillas.

–Entonces dime que piensas… ¿Te gusto? –

Preguntó ella, nerviosa y a punto de las lágrimas, yo usé la mano que tenía libre para acariciar su cabello.

Entonces cerré los ojos, armándome de valor. Estos asuntos podían ser muy delicados, podías destruir a una persona sólo por decir alguna estupidez en este momento. Lo digo porque a mí me importaba mucho lo que ella pensara de mí, si ella hubiera dicho algo como “No me siento atraída por ti” no creo que hubiera podido superarlo. Ni siquiera haciéndolo después. Hubiera quedado grabado en mi mente, quizá para siempre. Es por eso que naturalmente uno se quita la ropa. No sólo estás quitándote la ropa, y estar desnudo no solamente es estar desvestido.

Así que, incapaz de asegurar que lo que le respondiera fuera especial, al menos como ella quería que lo fuera, le di un beso en los labios. Ella intentó separarse, pero pasé una de mis manos alrededor de su cintura, pude sentir sus músculos relajarse lentamente mientras la besaba.

Aquello fue suficiente para que mi cabeza pudiera callarse un poco y pudiera concentrarme en estar con Himiko, nos separamos por un momento, para poder respirar, pero al menos ella sonreía.

–Te tardaste mucho. –

Se quejó, pero tampoco había angustia en su voz, aunque todavía parecía muy nerviosa.

–No puedes pedir demasiado, todavía no me puedo creer que eres toda para mí. –

Ella ahogó un grito de vergüenza mientras sonreía por el cumplido, sonrojándose aún más y echando un poco su espalda hacia atrás.

–Pues… sí, si lo quieres ver de esa forma, soy para ti. –

Respondió ella, sonriendo seductoramente. Lo sabía, necesitábamos un pequeño empujón luego de todas esas tonterías, para sentirnos más… íntimos, por decirlo de alguna forma. Puse una mano sobre uno de sus pechos, ella se llevó un dedo a la boca.

– ¿Te gustan? –

Preguntó cuándo dejé de apretarlos.

–Son perfectos, toda tu lo eres. –

–Si prometes ser amable, puedes hacerles lo que quieras, ya te he mostrado cómo. –

Ya para ese momento ninguno de los dos estaba pensando con claridad, lo cual agradezco porque pensar solamente nos ponía cosas en la cabeza que nada tenían que ver con lo que estábamos haciendo. Ella permito que tocara sus pechos, incluso por debajo de la bata cuando lo intenté, después de unos momentos, estábamos besándonos como nunca antes lo habíamos hecho y mis manos estaban calientes por el contacto con su cuerpo.

Himiko me había quitado la ropa hasta que quedé en ropa interior, luego de eso pareció que había que esperar para seguir desvistiéndome. Yo por mi parte, le había quitado el sostén y las pantis, y ahora ella estaba solo con la bata trasparente.

Sus pezones parecían dos pequeños botones que se notaban firmes tras de la bata, y yo me dediqué a presionarlos y lamerlos como mejor pudiera, ella no me detuvo, al contrario, parecía disfrutarlo. Pasamos así un momento.

Luego ella se recostó sobre la cama y me miró, como invitándome a dar el siguiente paso, pero yo no sabía cuál era este, o no estaba seguro, así que sólo me recosté sobre de ella y continué besándola.

–Tócame más. –

Pidió, pero yo no sabía que era lo que eso quería decir, esa no es la clase de cosas que dicen en las películas para adultos que yo no debería conocer porque tenía quince años.

–Aquí. –

Dijo ella, tomando una de mis manos, sin dejar de besarme, y paseándola por sus muslos, hasta llevarla a su entrepierna.

Mi erección se volvió dolorosa en ese momento, estaba húmedo y cálido, justo como todo el mundo decía, pero cuando te lo dicen simplemente no puedes imaginarlo, y cuando ves una película casi siempre censuran esta parte.

– ¿Estás pensando en mí? –

Preguntó ella de momento, mientras movía mi mano para que yo hiciera lo que ella quería que hiciera.

–Claro que estoy pensando en ti ¿Cómo rayos iba a pensar en algo más ahora? –

–Entonces dímelo, dime que piensas. –

–Pienso que no puede existir nada mejor que tu cuerpo. –

Sentí una contracción en mi mano cuando le dije eso. ¿Era eso lo que llaman excitación? No podía manejarlo, tuve que soportarlo mucho para no hacer el ridículo en ese momento, puede parecer una tontería, pero para alguien que nunca había hecho nada parecido, la estimulación era abrumadora.

–Estoy lista. –

Dijo ella a media voz. Yo tragué saliva, recuperando el control un poco, y quitándome la última prenda que me quedaba. Sentí un poco de vergüenza de que ella pudiera ver mi… ya–saben–qué pero ella no dijo nada, ni hizo nada más que solo mirarme a los ojos.

– ¿Estás listo tú? –

Preguntó, acariciándome allí donde todos saben.

–Lo estoy. –

Respondí, mi respiración estaba tan acelerada como la de ella. Himiko sonrió.

–De acuerdo… entonces. –

Y enrolló sus piernas alrededor de mi cintura.

–Hagámoslo ahora. –

––––––––––

¿Por qué es que nadie te dice que la primera vez también resulta dolorosa para uno? No es que pueda compararse con lo que sienten las chicas, pero, carajo, alguien avise por lo menos. Resultó menos fácil de lo que yo pensaba, en todo caso, supongo que las cosas mejoraban cuando al menos uno de los dos tenía experiencia en lo que estábamos haciendo.

Himiko me preguntó muchas veces si le amaba en ese momento. A todas respondí que sí, me niego rotundamente a pensar que pierden validez solamente porque estaba haciéndolo con ella. Y aunque se quejó un poco al principio, no se separó de mi para nada, ni me permitió separarme yo.

Como si su vida dependiera de ello, no quiso que me detuviera, poco a poco se sintió mejor, y después de un rato, parecía que habíamos abierto la caja de pandora. Lo digo porque no dejamos de repetirlo, todas las veces que fue posible. Hay que admitir que no pasaban diez minutos antes de que yo terminara, lo siento, no tenía experiencia, aunque con franqueza, y al contrario de lo que yo pensaba, eso parecía gustarle.

Ella dijo después que le hacía feliz saber que yo me sentía tan bien a causa de ella, quiero creer que era el mismo efecto que a mi provocaba su seguridad de cuando en cuando. De todos modos, volver a estar listo no me parecía algo difícil y ella no pareció molestarse, así que sólo esperaba a que estuviera… firme de nuevo, y volvíamos a comenzar.

Mis padres llegaron cuando menos a las doce de la noche. Momento para el que nosotros, ya cansados y algo doloridos debido a lo nuevo del ejercicio, estábamos acostados sobre la cama. Himiko dijo que era un día seguro, no sabía lo que significaba eso, pero me agradó.

Fue solamente después de aquella extraña sensación, que ella pudo estar tranquila, y porque no decirlo, yo también. de alguna forma acabamos acostados en la cama justo al revés de como estábamos, quiero decir que ella estaba ahora sobre mí.

Yo la abrazaba por la cintura, ella me besaba el cuello y la cara.

–Y bien ¿Qué piensas ahora? –

Preguntó ella, supongo que preguntaba si mi opinión había cambiado luego de lo que habíamos hecho.

–Que quiero hacerlo contigo de nuevo. –

Respondí, sus pechos estaban pegados al mío, y me hubiera puesto a llorar si se despegaban en ese momento.

–No puedo más… me duele. –

Se quejó ella, yo sonreí. La abrazaba por la cintura. Ella dijo que no podía porque le dolía, nunca dijo que no quisiera.

–La persona que marcó hace un rato, era tu madre. –

Explicó ella después de unos momentos, supongo que aquello le daba vueltas en la cabeza.

– ¿Por qué no me marcó? –

Pregunté, más que ofendido, consternado, ella se rio levemente, como con vergüenza.

–La convencí de que nos dejara solos. –

– ¿Qué? –

Es decir ¿Mi madre sabía sobre esto? ¿Cómo? Y lo que era aún más importante ¿Cómo hizo Himiko para convencerla?

–Supuse que si te lo decía antes, no querrías hacerlo conmigo. –

–No es eso, es que, no quisiste decirme ¿Cómo la convenciste? ¿Qué fue lo que le dijiste? –

–Fui sincera. –

– ¿Qué le dijiste? –

Pregunté, pellizcando levemente su mejilla. Ella se rió.

–Está bien, está bien, te lo diré… le dije que eras especial para mí, y que no pretendía robarte de ella, que sería mejor si ella me añadiera como parte de su familia. –

Explicó ella, sin mirarme, evidentemente era algo de lo que le costaba hablar, yo asentí con la cabeza.

–Básicamente le dijiste que no perdería un hijo, sino que ganaría una hija. –

Le dije, ella me besó en los labios, luego me miró con una sonrisa que yo nunca le había visto, sus mejillas estaban rojas aunque ella no parecía avergonzada. Era la mujer más hermosa que yo hubiera visto jamás.

– ¿Qué? –

Preguntó ella, y respondí como siempre respondía.

–Eres hermosa. –

Ella se rió levemente, aun respiraba con dificultad.

–Un cumplido no me hará cambiar de parecer. –

–No lo dije por eso. –

–Estoy sudada, cansada, con el cabello revuelto, sin maquillaje y desvelada ¿Cómo es que eso puede parecerte bello? –

Preguntó, acomodándose el cabello con las manos, quitándoselo de la cara para mirarme, yo supuse que podía ser cursi en este momento, no había nada que me lo impidiera, y quería decirlo.

–Bueno… lo eres, no necesitas ninguna de esas cosas, seguirás siendo tú, y te amo por ello. –

Ella escondió la cara en mis hombros, mientras me mordía con delicadeza, yo ahogué un grito porque no lo esperaba.

– ¿Sabes? No quiero salir de aquí nunca, me quedaría aquí para siempre si pudiera. –

Aseguró Himiko, sin mostrarme su cara, que seguro que estaba roja como un tomate, ella no solía ser así de sincera, así de afectiva. De pronto ella comenzó a reír.

– ¿Ves la clase de tonterías que me haces decir? Me tienes como una enamorada tonta aquí hablando sin sentidos, solamente porque se sintió genial… eres horrible. –

Yo tenía que tener la culpa, de alguna forma. Sonreí mientras acariciaba su espalda, sintiendo como se estremecía por mis dedos pasando a través de ella, hasta donde la espalda deja de llamarse así.

–Hay algo que quiero saber. –

Comentó ella después de un momento, yo continué, ella tenía problemas para hablar cada vez que mis dedos tocaban su espalda.

– ¿Qué es? –

– ¿Has soñado conmigo alguna vez? –

Preguntó. Yo me quedé pensando, no tenía ganas de decirle que mis sueños sobre ella eran… poco convencionales, e incluso risibles, aun así, asentí con la cabeza, ella todavía no estaba mirándome.

–Algunas veces. –

– ¿Haciendo cosas como estas? –

–Bueno… yo… –

–Yo lo soñé. –

Confesó. Así que no quería saber nada, quería confesarlo. Bueno por mi estaba bien, es decir, no sabía que las chicas también soñaban cosas así, pero no me extrañaba. Lo que me extrañaba, es que fuera conmigo.

– ¿Justo como hace un momento? –

–No tan claro… yo no sabía que sería así… pensé que dolía más, pensé que era más vergonzoso, pero ahora mismo, no me molesta que me estés mirando. –

–Bueno, te había visto sin ropa antes. –

Le dije, recordando un poco del día de su cumpleaños.

– ¿Y me deseabas entonces? –

–Claro que sí. –

– ¿Por qué esperaste? –

–Porque tenía miedo, y por otro lado, me di cuenta de que todo lo que yo quisiera saber sobre ti, lo sabría, cuando fuera el momento, no había necesidad de apresurar las cosas, a su tiempo. –

– ¿Queda algo que quieras saber? –

Preguntó ella, quizá tenía ganas de ser cuestionada. Yo lo pensé por un momento, sí que había algo que no podía sacarme de la cabeza.

–La primera vez que te vi… estabas entregándole un sobre a algún sujeto sospechoso… ¿Qué había en ese sobre? –

Ella se rió estrepitosamente, como si no quisiera recordar.

–Un sostén. –

Dijo ella.

– ¿Tuyo? –

–Bueno… no, en el instituto, hay una especie de red de chicas que venden ropa interior usada, a gente que paga muy bien por algo así, pero la regla es que una nunca entrega su propia ropa, pones el sostén en un sobre, pones una foto tuya, y luego te entregan un sobre nuevo para que lo entregues, así es como funciona. –

–Así que lo has hecho también. –

Ella se alzó un poco para mirarme.

– ¿Eso te hace enfadar? –

Preguntó ella, mirándome desconcertada.

–Bueno, no me gusta la idea de que hay un sostén de mi novia rodando por allí. –

–No era tu novia entonces. –

–Aun así. –

No me gustaba la idea, era la verdad, ella notó mi descontento.

–Todo lo que puedo decir es que no lo volveré a hacer, estaba desesperada, y necesitaba el dinero, ahora tengo un dueño, no puedo volver en el tiempo, pero si aceptas mis disculpas… –

Ella tomó levemente el collar en mi pecho, como si quisiera recordarme porque me lo había dado. Yo la tomé de las manos. No podía decirle que no a esa mirada. Puede que lo hiciera con esa intención, pero eso no cambiaba el hecho de que tenía razón en lo que me estaba diciendo, no podía ser tan irracional como ella lo fue.

–No volverá a suceder. –

Repetí, ella asintió con la cabeza y luego volvió a hundir su cabeza en mis hombros.

–Ahora te quiero más. –

– ¿Por aceptar tus disculpas? –

–Porque sabías que había algo sospechoso conmigo, ningún negocio que hagas a escondidas puede ser bueno, y aun con todo eso, saliste conmigo. –

Me explicó, ella no sabía que la había visto, pero si, esa fue la primera vez que la vi. No conversamos nada más, porque lo siguiente que supe, es que Himiko dormía, y abrazándola, me quedé dormido también. Iba a ponerme de pie e ir al otro cuarto, pero la verdad es que mi cansancio era mucho, y no quería separarme de ella.

No hice nada más que cerrar los ojos, y dormir.