Capítulo 3: Temporada de conejos.
–Yamaki–san, buenos días. –
Comenté, refiriéndome a la chica a la que había saludado recién entré al salón. Esto es, al día siguiente. Ella se dio la vuelta y me devolvió una sonrisa.
– Tento–kun, buenos días. –
Dijo ella, su primo no parecía haber llegado aún, le pregunté por eso.
– ¿Tu Nii–san está ausente el día de hoy? –
Pregunté ocasionalmente, al tiempo que me sentaba, ella negó con la cabeza.
–No, ha ido a comprar algo de beber, o eso dijo, no debería tardar demasiado. –
Me respondió, en ese momento sonó la alarma de inicio de clases, Satou–kun entró justo antes de que el maestro iniciara sus clases. Se acercó a donde yo estaba.
–Toma, considéralo un símbolo de buena voluntad. –
Explicó él. Yo me quedé atónito, levantando una ceja, comenzaba a pensar que había algo raro en él, pero inmediatamente él parece haberse dado cuenta y negó con la cabeza.
–No soy homosexual. –
–De acuerdo, en tal caso, muchas gracias, Satou–kun, buscaré cómo devolver el favor. –
Que alguien tuviera un gesto así en el colegio hubiera hecho que todo el mundo mal pensara, pero por lo visto, parecía que en el instituto eso cambiaba. Ahora que también puede ser que todo el mundo quería llevarse bien con todo el mundo ya que era nuestro primer año.
El maestro entró luego y mientras yo bebía el contenido de la lata, comencé también a tomar apuntes de lo que el profesor estaba explicando. Las cosas comenzaban a complicarse en lo que a las clases se refiriera, pero tenía que esforzarme. Después de aquella clase siguió la de lengua, luego física, luego biología. Todas difíciles. Y luego, el descanso.
––––––––––
Fue durante el descanso, que Satou–kun y Yamaki–san volvieron a acercarse a mí.
–Pensábamos que tal vez querrías compartir almuerzos. –
Comentó Satou, Yamaki no dijo nada, sólo asintió alegremente con la cabeza.
–Bien, no es como que haya traído mucho de comer, no me dio tiempo de preparar nada, iré por un pan francés a la cafetería para complementar. –
Me apresuré a llegar a la cafetería para pedir mi pan, y luego fui al encuentro de Satou–kun y Yamaki–san. Lo primero que hice cuando llegué a donde estaban fue poner un par de sodas en las manos de ellos. Al parecer iba a pasar mis días de escuela junto a ellos, lo cual era bastante bueno, y si podía causar una mejor impresión, entonces sería aún mejor. El horizonte pintaba bastante bien, mejor de lo que lo pareció en un principio.
Mientras comenzábamos a comer, una nueva chica se acercó hasta donde estábamos.
Cabellos rubios y mirada distraída, ojos grandes y verdes. Y sobre todo, lo que más llamó la atención, aunque me sienta incómodo por decirlo así, pechos enormes, que parecían decididos a darse a notar por más que apretara los botones de su uniforme. Satou la miró con expectación, Yamaki con desconfianza.
–Disculpen las molestias, los lugares en comedor de la escuela están llenos, y los he visto al pasar ¿Puedo sentarme? –
Satou asintió con la cabeza. Creo que con su reacción me quedó claro aquello de que no era gay. Quien no parecía muy contenta con todo era Yamaki. Aun con todo, ella mostró una sonrisa.
–Estamos compartiendo almuerzo, si eso no te molesta. –
Yo me quedé pensativo, era bastante obvio que el comentario iba destinado a desanimar a la chica, pero ella asintió.
–Si es así, pueden tomar lo que gusten del mío. –
Dijo ella, sentándose y desenvolviendo su caja de obento. Sus pechos rebotaron cuando ella se sentó. Satou y yo tragamos saliva. Personalmente tengo que admitir que me vino de maravilla, la magnífica caja que ella desenvolvió cubrió por completo mi falta de comida, por otro lado, esto humilló de alguna forma a Yamaki, quien mostró una sonrisa extraña.
–No te has presentado… –
Comenzó a decir Yamaki. Aun haciendo un esfuerzo por mantener la compostura, Satou estaba demasiado ocupado para darse cuenta de lo que pasaba, pero fue evidente que Yamaki se sintió agredida porque esta chica estaba llevándose la atención de su Nii–san sin siquiera presentarse.
–Sí, queremos saber tu nombre. –
Apuntó Satou, totalmente perdido en la mirada de la chica. Lo admito, era una chica muy linda, y parecía muy amable.
–Me llamo Yuutsumi Haruna, es un placer, estoy a su cuidado. –
Hizo una presentación muy agradable, su voz era melodiosa y toda ella irradiaba confianza y elegancia. No había forma de que alguien como Yamaki–chan pudiera competir con ella.
–Yamaki Satou, es un placer. –
–Yamaki Harusaki, mucho gusto. –
Se presentaron, después de eso, Yuutsumi–san volteó a verme.
– ¿También eres de su familia? –
Preguntó con una risita. Eso hizo suspirar a Harusaki, al menos con las presentaciones ella comprendió que ellos estaban relacionados. Parecía entender su posición.
–No, mi nombre es Tento, Tento Daitako, es un placer. –
–Todos son de primer año ¿No? –
Preguntó ella, volviéndose a Yamaki–chan, quien asintió, aun con todo, ella parecía sentirse intimidada.
–Es un placer, pueden llamarme Haruna, si aún quieren pueden añadir el honorifico “chan” soy de segundo año, pero… no me gusta que me digan Sempai… –
Me hubiera gustado apartar a Satou y decirle que debería leer el ambiente, pero ahora básicamente estaban ellos dos en su plática, y Yamaki y yo habíamos quedado aparte. Empecé a tener la impresión de que ella no había hecho su presentación al azar, probablemente ella estaba interesada en Satou, y sabía perfectamente lo que tenía que hacer y el papel que ella debería interpretar para obtener su atención.
El almuerzo terminó después de unos minutos, Satou apenas y había probado bocado, Yamaki había terminado su almuerzo y yo había estado mirándola atentamente. Me pareció sorprendente que ella fuera capaz, en todo momento, de mantener la compostura. No creo que Yamaki–chan tuviera un interés romántico en su primo, eso sería raro, pero pienso que la presencia de Yuutsumi–san la hizo sentir incómoda, y el hecho de que Satou no se hubiese dado cuenta me molestaba un poco. No, no es que no se hubiera dado cuenta
Seamos sinceros. Ni siquiera le importó.
–––––––––
Como quiera que fuera, como no era mi asunto, no podía decir nada, y aunque lo dijera, no había mucho que hacer si ambos se gustaban, que era lo que parecía estar pasando.
A la salida de la escuela, un nuevo incidente dejó ver las consecuencias de lo ocurrido por la mañana. Hablo de que Yamaki–chan tomó su mochila y salió del salón. Cuando Satou trató de alcanzarla, ella se dio la vuelta diciendo “me iré sola”
Satou se quedó parado en el salón sin saber exactamente qué hacer, mientras todo el mundo lo muraba y comenzaba a murmurar, yo salí del salón buscando a Yamaki–chan, al menos para tratar de alegrarla un poco, quizá acompañarle a casa. pero no la encontré.
En lugar de eso, me encontré con Yuutsumi–san, quien conversaba con otras chicas, al parecer de segundo año.
– ¿Y qué vamos a hacerle? Es cierto que estoy interesada en él, pero no es para tanto, sólo fui allí a saludarlo. –
Bueno, no es como que ella tuviera la culpa de lo que Yamaki pensaba, ella solo hizo su presentación, si estaba interesada en Satou, es lógico que quisiera acercarse a él. Me extrañaba un poco que fuera así desde el primer día, pero por otro lado ¿Quién era yo para decir esas cosas?
Yo sólo había visto a cierta persona un par de veces, y no dejaba de pensar en su rostro cada vez que veía a una chica. Pero no estábamos hablando de eso ahora.
Alcancé a Yuutsumi después de escucharla decir eso. Quizá ella había visto salir a Yamaki. Ella sonrió alegremente cuando le pregunté, aunque negó con la cabeza.
–No la he visto desde el almuerzo ¿Paso algo? –
Preguntó ella.
–Bueno, ella… se enfadó con Satou y conmigo… ha salido antes de que sepamos a donde va. –
Mentira, lo sé, pero de otro modo ¿Cómo explicaba que la estuviera buscando, si no tenía que ver conmigo? Comenzaría a pensarse que quiero salir con Yamaki, y eso sería complicar las cosas mucho para un segundo día de escuela.
–Ummh, si es por mi causa, lo lamento mucho, no volveré a molestarles. –
Ella se llevó una mano a la cara. Confundida, yo sonreí y negué con la cabeza.
–Descuide, Yuutsumi–san, no creo que tenga nada que ver con usted. –
Ya sé que era mentira, pero es lo que se dice en estos casos, además, no tenía ninguna intención de importunarla. No soy nadie para meterme en el camino del amor. Pero eso no evitaba que Yamaki–san estuviera triste.
–Aun así, quisiera hablar con ella para disculparme, creo que después de todo si fui un poco invasiva ¿No es verdad? –
Preguntó ella, insistiendo, volví a negar, haciendo énfasis con las manos. Lo único que era peor que una chica herida emocionalmente, eran dos chicas heridas emocionalmente.
–Le recuerdo que no es su culpa, al contrario, fue muy amable al compartir su almuerzo con nosotros, es solo que Yamaki no estaba en el mejor de los estados, hablaremos y todo estará bien ¿De acuerdo? –
Ella finalmente asintió con una sonrisa, yo sonreí.
–De acuerdo, nos vemos después, Yuutsumi–san. –
–Daitako–kun. –
Ella me llamó por mi nombre, yo enrojecí, aunque ella hizo un gesto gracioso.
–Es Haruna–chan, por favor. Somos amigos ¿De acuerdo? –
Quizá para Satou estaría bien si él le llamaba por su primer nombre, es decir, le gustaba él… espero. En lo personal, aún me resistía a llamarla por su primer nombre, aunque no sé muy bien porque me resistía. De todos modos, como iba con prisa, asentí con la cabeza y me fui de allí.
Esa sí que era una chica amable en toda la extensión de la palabra. Si todo era como yo estaba pensando, entonces me alegraba por Satou. Mira que conocer a una chica así en tu segundo día de escuela.
––––––––––
Me encontré con Yamaki–san después de salir de la escuela. Ella estaba sentada en una de las bancas que estaban afuera. Parecía esperar a alguien.
–Así que estabas aquí… –
Saludé, no sabía qué más podía decir, ella volteó a verme y forzó una sonrisa en su cara, que pronto se apagó.
– ¿Te envía Satou? –
Preguntó ella, malhumorada y usando su nombre, pateando una pequeña piedra en el suelo.
–Pues… no… no realmente, es sólo que te vi salir de allí bastante enfadada, y quería saber si estabas bien. –
–Si te dijera que estoy bien ¿Me creerías? –
–Si me lo dijeras y además de eso sonrieras, te creería. –
–Estoy bien. –
Dijo ella entonces, forzando de nuevo la misma sonrisa en su rostro.
–No tienes que fingir ahora, al menos no conmigo, puedes ser franca. –
–Seguro que él se ha encontrado con esa chica ahora, es decir, ella es muy bonita, y estaba muy interesada en todo cuanto decía Nii–san. –
–Probablemente, es normal que las chicas se interesen por los chicos y viceversa ¿No crees?
Comenzamos a caminar, ella seguía pateando la misma piedra.
–Era la misma mirada que tenías tú en la tienda, cuando mirabas a mi mamá. –
–Es vergonzoso que lo recuerdes de esa forma. –
Le dije, girando la cara, finalmente ella sonrió, tratando de contener la risa.
–Mi madre estuvo feliz toda la tarde por eso ¿Sabes? Fue raro verla de esa forma. –
Se quejó ella, parecía con ganas de cambiar el tema, por más que a mí no me gustara el tema que ella estaba tomando, lo acepté porque al menos eso la ponía de mejor humor.
–Si tuvieras que escoger entre mi madre y esa chica ¿Cuál escogerías? –
Preguntó ella entonces, yo voltee a verla, al parecer, Yamaki–san realmente quería saber la respuesta.
–No puedes preguntarme eso, estamos hablando de tu madre, no hay forma de comparar. –
–Sólo una pequeña idea. –
Pidió ella, parándose frente a mí.
–Bueno… la verdad es que el hecho de que tu madre sea un ama de casa le da cierta bonificación, ambas son lindas… pienso que tu madre sería una mejor opción… y no volvamos a mencionar el tema. –
A medida que respondía ella iba sonriendo y yo me iba ruborizando. Finalmente ella se rio un poco.
–Eres un desvergonzado. –
Se burló ella. Por supuesto que estaba hablando al aire, no es como si realmente fuera a intentar algo con ninguna de las dos. Pero pienso que si el hablar del tema la hacía sentirse mejor, entonces estaba bien. Después de aquello, ella finalmente cambió su semblante.
–Tengo que disculparme con Nii–san, lo traté mal, y a decir verdad no es como que tuviera el derecho de ponerme así. –
–Suceda lo que suceda, no dejarán de ser primos nunca, puedes conseguir un novio y él una novia, y la relación que tienen entre ustedes no va a cambiar. –
Expliqué, ella asintió, luego volvió a mirarme, poniendo sus manos atrás.
–Eres alguien realmente amable, lamento haberme comportado así cuando nos encontramos en la escuela, espero que nos llevemos bien de ahora en adelante. –
Dijo ella, sonriendo de una forma rara, luego añadió pícaramente.
–Si te portas bien, quizá te lleve a mi casa un día, para que puedas ver a mi mamá. –
–Dijiste que era una mujer casada. –
Reclamé, ella se rio.
–Mentí. –
–––––––––
Ese mismo día, yo me hallaba en mi cuarto tratando de repasar las lecciones de física de la clase de hoy. Después de una mañana tan ajetreada, lo único que quería era un poco de paz. Sin embargo, de cuando en cuando, volteaba a ver a la pared que daba al cuarto de Kamakura.
El incidente en la escuela me hizo apartarme de esos trenes de pensamiento por lo menos un poco, pero en cuanto terminó, yo estaba de nuevo pensando en ella. Suspiré, recordando el brillo de sus ojos, lo linda que se veía al caminar, el color de sus piernas desnudas.
Kamakura Himiko.
¿Por qué ella no podía ser tan amable como Yuutsumi o Yamaki? Sabía que pensar en aquellas cosas no tenía ningún objeto, pero no podía evitarlo. Tan no podía evitarlo que cerré mi libro y decidí salir a dar un paseo. Quizá así podría dejar de estar mirando la pared como un idiota, como el mirar esa pared la pudiera volver transparente.
Resultaba irritante para mí porque sabía que pensarlo no cambiaba nada. Y sincerándome conmigo mismo, quería que cambiara… maldición, no debió decirme su nombre. Himiko. Ahora no podía dejar de pensar en ello. Al salir de mi habitación estuve tentado a ir a tocar su puerta, hasta que recordé que ella aún no había llegado de la escuela.
Salí de la casa pensando en que quizá debería volver a intentar llevarme bien con ella. Quizá la última vez estaba molesta por algo, o demasiado nerviosa porque yo pudiera hablar, que no pudo actuar con claridad. Me imaginé una escena donde ella tenía un buen carácter, y nos llevábamos bien. Mi vida sería maravillosa si aquello pudiera ocurrir.
Como si el destino no estuviera lo suficientemente enfadado conmigo, cuando salí la vi llegar a la casa, ni siquiera me saludó. Quise acercarme para saludarla, pero después de notar que estaba allí, ella simplemente me ignoró y entró.
Yo sólo la miré entrar y me maldije a mí mismo por pensar que ella siquiera voltearía, sólo por amabilidad.
––––––––––
¿Qué se tiene que hacer para agradar a una chica como esa? Ni siquiera quiso llevarse bien conmigo. ¿Tanto le costaba decir eso? Sólo tenía que ser educada, sólo eso. Pero ni siquiera eso me concedió, ahora pensaba que había sido cobarde salir de allí en aquella ocasión.
Comenzó a dolerme la cabeza mientras comenzaba a oscurecer, y poco a poco, los pensamientos comenzaron a llevarme a la depresión. Yo había caminado en círculos tratando de aclarar mi mente, pero no funcionó. Finalmente me admití que estaba tan atascado como alguien podía estarlo. Miraba al cielo. Allá arriba estaba ella, brillante y hermosa, y cruelmente inaccesible.
Yo no podía tener nada que una chica así quisiera.
Entré a la casa con la firme intención de olvidarme del asunto. Ni siquiera tenía ganas de cenar, sólo me acosté a dormir. Pero ya fuera porque en realidad no quería hacerlo, ya fuera porque estuve pensando en ella todo el rato, soñé con Himiko.
Me despertó el sonido de la puerta. Miré el reloj, eran las doce de la noche.
El corazón me latió con fuerza. ¿Qué estaba sucediendo? Era imposible que Oshizu–san viniera a tocar a estas horas. ¿Era ella? ¿Por qué? Yo no había hecho nada. Me levanté de mi alcoba temblando, y abrí la puerta.
Era ella. No estaba en pijama, aún tenía puesto su uniforme escolar… Se veía hermosa.
Seguro que había venido a atormentarme. Y eso hizo, empezando por una pregunta que no comprendí para nada.
– ¿Dónde está el señor esponjoso? –
Ella me gritó eso con un resentimiento que era difícil de creer viniendo de alguien quien se había negado a saludarme por la tarde.
– ¿Cómo? –
–¡Muévete! –
Me ordenó y me dio un empujón, entrando a mi cuarto, así sin más. Yo me enfadé.
–¡Oye! No sé qué es lo que pasa, pero no puedes entrar al cuarto de un chico así sin más, mucho menos venir hasta aquí a empujarme, no tienes ningún derecho. –
Le dije. Ella volteó a verme con lágrimas en los ojos, aquello me dejó perplejo, iba a disculparme por hablarle de aquella forma (si, a ese grado de estupidez) cuando ella volvió a hablar.
–Si me devuelves al señor esponjoso me iré, es todo, sólo tienes que dármelo… –
Me recriminó, pero yo aún estaba a medio dormir.
– ¿Quién es el señor esponjoso? –
–No te hagas el tonto conmigo, sé que está aquí, escuché su maullido hace un momento, lo he buscado toda la tarde. –
¿Su maullido? Como sea, lo único que tenía que hacer era decirle que yo no tenía a su gato… seguro que lo entendería y se marcharía… si, como no.
–No tengo a nadie aquí. ¿Por qué iba a tener a tu gato? –
Le dije, ella, por supuesto, se enfadó, hizo una rabieta.
–Si no me lo devuelves te arrancaré la cabeza ¿Entiendes? Así que más vale que… –
La interrumpieron, pero no fui yo.
Afuera, en el patio de la casa, había un árbol, a causa de cierta chica que dejó la ventana abierta, un gato travieso se había subido a una de las ramas, y al parecer, allí seguía. ¿Cómo es que no se le ocurrió buscar en el árbol primero?
–Escúchate, hablando de venir a arrancarle la cabeza a la gente a media noche… –
Le dije, abriendo la ventana para que el gato pudiera entrar, pero éste no se movió. Yo dejé abierta la ventana y volví a mi cama. Himiko se acercó a la ventana y comenzó a llamar al gato, pero éste no se acercó ¿Quién iba a acercarse a una chica tan problemática de todos modos? El único idiota que querría hacerlo era yo.
–Hazlo que baje. –
Me chilló ella.
–Déjalo, bajará por la mañana. –
Le dije, mas dormido que despierto, ella se acercó a mi cama y me destapó. Aquello ya era pasarse de la raya. Me puse de pie con intención de golpearla, hasta que recordé que era una chica, no sólo una chica: la chica que me gustaba, ni más ni menos.
–Tú lo pusiste allí, bájalo. –
–Yo no puse allí a tu gato, yo ni siquiera sabía que tenías un gato. –
–Pues tengo un gato, ahora ¡bájalo de allí! –
No iba a pedírmelo por las buenas ¿cierto? Suspiré derrotado. Lo único que quería era dormir, dormir para olvidarme de que ella estaba allí, tenía escuela mañana y ella también. Si le daba a su gato, ella me dejaría dormir. No tenía elección.
Me acerqué a la ventana, pero el gato no parecía querer bajar, quizá estaba asustado.
–Trátalo con cuidado. –
Ordenó la chica desde detrás, visiblemente preocupada. Bueno. Al menos había averiguado algo más sobre ella. Y pagué el precio por esa información muy pronto. Nuestros cuartos estaban en un segundo piso, y cuando estuve lo suficientemente cerca para tomar al gato, el gato me mordió la mano y por la sorpresa, rompí la rama.
Me caí.
Y el gato conmigo.
Y como soy un idiota, lo único en lo que pude pensar es en asegurarme de que el gato no se hiciera daño mientras mi espalda se estrellaba contra el suelo en el patio.
Después del golpe, el gato sólo saltó lejos de mí y volvió a entrar en la casa, tenía una patita herida, lo supe al mirar como cojeaba, quizá fue por eso que me mordió cuando quise tocarlo. Lo único que esperaba, es que el ruido no hubiera despertado a Oshizu–san, a quien no habría forma de explicar por qué había saltado desde la ventana de mi cuarto.
No podíamos tener mascotas.
–––––––––
Cerré los ojos mientras me levantaba, seguro que esto iba a doler mucho más por la mañana, tuve buena suerte al no romperme nada, después de todo, pese a lo que haya dicho, no eran más de cuatro metros de caída, me fue bien.
Comencé a caminar con intención de volver a mi cuarto y a mi cama, ahora que todo el embrollo se había terminado, lo único que quería era dormir. Como se esperaba de Kamakura, ella volvió a su habitación en cuanto tuvo a su gato. Vaya una chica. Puede que fuera hermosa, pero en cierto modo, comenzaba a pensar que aquello no era lo mío.
Estaba volviendo a cerrar los ojos, cuando Kamakura abrió la puerta de nuevo. Y ahora ¿Qué quería? Nada de lo que me dijera iba a desaparecer el dolor que me había causado la caída por su estúpido gato, un gato que se supone no debería tener. Kamakura era un imán de problemas. Yo no quería problemas. Caminó hasta mi cama, mirándome inexpresivamente, o peor aún, con una mirada gélida.
– ¿Vas a acusarme esta vez? –
Preguntó ella, con una voz mecánica. Tuve que admitirme que no iba a hacerlo tampoco. Admitiendo también, que no iba a denunciarla por una simple razón: Me gustaba, no quería causarle problemas. Que ella se buscara los problemas sola era otra cosa.
–No se supone que tengamos mascotas, Kamakura–san. –
Le dije, mirando al techo.
–Ya sé, aun así quiero tener al señor esponjoso. ¿vas a decirle a Oshizu–san? –
–Como de costumbre, no te importa lo que piensan los demás. –
“Eres horrible” iba a decirle, pero no tuve el valor para tanto.
Ella se hincó frente a mi cama, mirándome a los ojos. Yo creo que quería ponerse seria. Mis ganas de dormir desaparecieron cuando ella puso su cara tan cerca de la mía. Retiro todo lo que dije sobre ella, era el dolor de la caída, hable enojado.
– ¿Hablarás? –
Preguntó ella.
Su voz era serena ahora, como nunca me había hablado. Era la primera vez que ella me preguntaba algo de forma dulce. Ignoro si lo hacía sin pensar, si intentaba manipularme, o si sólo quería salvar el cuello del gato. No sé, ni me importa.
–Cla…claro que no. –
Le dije, bajando la cara porque estaba ruborizado, ella pareció molestarse un poco, tomó mi barba y me forzó a mirarla a los ojos.
–No apartes la mirada, dime la verdad ¿Le vas a decir a la señora sobre el señor esponjoso? –
Ella creyó que apartaba la mirada porque estaba mintiéndole, pero la verdad es que era difícil para mí sostener su mirada. Ella no lo entendía así, yo creo… comencé a sentirme mareado.
–No diré nada. –
Le aseguré, tratando de no perder el conocimiento, sus ojos brillaron levemente al darse cuenta de que yo no le estaba mintiendo, y una ligera y muy débil sonrisa se dibujó en su rostro, que yo apenas pude apreciar porque la luz era muy poca. Pero una sonrisa era una sonrisa.
–Buenas noches entonces. –
Me dijo, yo podía haber saltado de alegría en ese momento. Pero no me moví, estaba demasiado impactado por lo que estaba pasando y demasiado avergonzado porque incluso podía sentir su aliento cuando hablaba. Así de cerca estaba ella de mí.
Ella incluso fue más lejos que eso, antes de ponerse de pie, me dio un beso en la mejilla. Mi cerebro hizo corto circuito mientras miraba como desaparecía tras la puerta.