Jimen no Hoshi C36

Capítulo 36: Cuando el pasado nos alcanza.

Había pasado al menos una semana, yo no había visto a Misaki para nada y a decir verdad, tuve miedo de encontrarme con ella, sé que puedo parecer un cobarde por pensar así a estas alturas de mi vida, pero lo cierto es que su… actitud, tan diferente de lo que uno veía a diario me llamaba mucho la atención. Puede ser que yo ya no convivía con chicas en edad escolar.

Fue por esos tiempos que terminé la novela que estaba escribiendo, la verdad es que me tomó mucho tiempo llegar a un final que fuera convincente. Ahora que lo pienso mejor, puede que lo que haya estado haciendo fuera intentar buscar el perdón de Yukihana con esa novela.

No lo pensé más y me decidí a que la novela tuviera un final feliz, aunque para la persona en cuestión fuera todo lo contrario.

Si algo me gustaba de escribir mis propias novelas, es que uno podía hacer lo que quisiera con ellas, no estaban atados a tantas cosas que te atan en la vida real. Es cierto. Podía terminar de una forma feliz. Al menos allí.

Pero el terminar la novela y pensar en todas esas cosas me produjo una depresión difícil de creer a estas alturas, esta vez no era por Himiko, era por lo que le había hecho a Yukihana. Ella tenía razón, si yo continuaba al lado de Misaki, seguro que ella también saldría herida.

Lo mejor era que me alejara de ella, pero ahora no quería hacerlo.

No comprendo porque me parecía tan difícil si yo ya me lo había propuesto y me había salido de maravilla estos últimos años. ¿Porque tuve que rescatarla? Bueno, no es como que pudiera abandonar a una chica a su suerte de cualquier modo. Volví la vista a la foto que yo tenía de Himiko, esperando encontrar la respuesta a mi pregunta.

Algo me golpeó.

“Pero justo cuando pienso que lo hago bien por mí misma, llegas un día y desbaratas todo… y por más que traté de no involucrarme contigo, de no hablarte, de que no me vieras ¡Tú seguiste empujando, y empujando!”

–De acuerdo, ya entendí, así fue como te sentías ¿No? ¿Es eso? ¿Es venganza? –

Dije a la fotografía. Por supuesto que no hubo respuesta, pero cuando me recargué en la silla y cerré los ojos ella tenía una sonrisa triunfal en el rostro, como si lo disfrutara.

–Si sabes que puedo mandar todo al diablo de inmediato ¿Cierto? –

Pregunté, con lágrimas en los ojos, saqué la Nodachi de donde la guardaba.

–Todo lo que tengo que hacer es lo mismo que has hecho tú, no puedes enfadarte por ello. –

Desenvainé el arma, aún estaba manchada de sangre, nunca la limpié porque no había vuelto a sacarla de la vaina en la que la tenía. El señor esponjoso debe haber sentido que algo andaba mal porque salió corriendo y saltó por la ventana. Mi madre tocó la puerta.

– ¿Daitako? ¿Con quién hablas ahora? –

Preguntó, y abrió la puerta, se quedó pasmada cuando me miró con el arma desenvainada y apuntándome solo. Dio un paso atrás. Yo la miré a ella, luego a la fotografía.

–Empiezo a creer que de verdad me odias. –

Le dije a Himiko.

– ¿Qué haces? –

Preguntó mi madre, sin entender.

–Hablo con Himiko. –

Dije, soltando el arma y desplomándome sobre mi silla. Mi madre se acercó lentamente y cogió la Nodachi.

–No te importa si me la llevo ¿cierto? –

Preguntó mi madre, tratando de parecer tranquila, aunque era lógico que estaría aterrada, sus manos temblaban.

–Llévatela. –

Mi madre cerró la puerta del cuarto después de eso, llevándose la espada. Ahora había alarmado a mi madre por tener una discusión estúpida con una fotografía.

––––––––––

Día de flores.

Estaba hincado frente a la tumba de Himiko. Pidiendo disculpas por lo que había dicho la vez anterior. Tuve que asegurar a mi madre que aquello no iba a volver a ocurrir, y así fue como aquella Nodachi pasó a formar parte de las pertenencias de mi madre.

Ella aseguraba que era más peligrosa para mí mismo que para los demás si dejaba que estuviera en mi alcoba. Yo comenzaba a creer que era verdad. Y después de disculparme con mi madre, estaba disculpándome con Himiko. No debí haber hecho eso. Pero la desesperación se apoderaba de mi con una rapidez impresionante.

Tenía un problema, lo sé, pero no había mucho que yo pudiera hacer para solucionarlo. Sobre todo si tomamos en cuenta que no era yo el único afectado. Decidí no pensar más en ello mientras volvía a casa y me preparaba para el día siguiente en el trabajo. Corregí algunas cosas de mi novela. Ni que hacerle, las cosas me habían salido así.

Como había dicho, no había vuelto a ver a Misaki, tengo la impresión de que no era el único que evitaba el encuentro, es decir, ella sabía dónde trabajaba, pero me pareció muy obvio que por la vergüenza de lo que había ocurrido la última vez que nos vimos, no quisiera verme hasta haber esclarecido muchas cosas.

Otra cosa es que, bueno, ella tenía una vida. Quiero decir que no creo que “verme” fuera la única cosa que ella tuviera que hacer. Seguramente estaba esforzándose en la escuela, aparte de que tuviera asuntos familiares, amigas, cosas por el estilo. Esperaba que estuviera bien, me di cuenta de que, en realidad yo sabía bastante poco sobre ella, y eso no estaba nada bien… ¿Desde cuándo quería conocerla?

Suspiré.

La echaba de menos.

Me acosté a dormir pensando en esas cosas.

Soñé con Himiko. Si, habían pasado todos estos años y yo seguía soñando con ella.

–––––––––––

No puedo recordar del todo que fue lo que soñé acerca de Himiko. Lo único que recuerdo es una pregunta que ella me hizo en el sueño y que resonó en mi cabeza muchas veces luego de que desperté. Ella dijo:

“¿Dónde está tu coraje?”

Me fui a trabajar con lágrimas en el rostro. ¿Dónde está? Pues te lo llevaste, como todo lo demás. Pero si estuviera tan vació, entonces no estaría aquí, preguntándome que debería hacer. Me dejó lo justo necesario para sobrevivir. Pero nunca quise culparla, ni lo hago ahora. Después de lo que ocurrió con ella, el odio me mantuvo con fuerzas, eso y la idea de que alguien tenía que deshacer todo este embrollo, pero luego de lo ocurrido en la mansión, yo me quedé con menos aún dentro de mí y no sabía qué hacer con esto que me había quedado.

El problema era que había alguien que parecía encontrarle alguna utilidad. Me refiero a Misaki.

Ella apareció después de mi hora de salida.

–Hola. –

Dijo ella como si nada, yo fumaba y fingí que no me di cuenta de que estaba allí hasta que ella saludó. Me extraño sentir que mi corazón latía con más fuerza sólo porque escuché su voz. Volteé a verla, en vez de su uniforme escolar, ella llevaba un vestido de color celeste, a juego con sus zapatos, y un listón delgado sosteniendo su cabello.

–Pensé que te habrías enfadado conmigo. –

Le dije, ella sonrió ligeramente.

–Ni siquiera tú te crees eso, lamento haber tardado tanto en aparecer, tuve un problema y tuve que ausentarme incluso de la escuela. –

Eso me alarmó un poco.

– ¿Un problema médico? –

Misaki se alarmó un poco, levantó una mano para negar mientras respondía.

–No, por supuesto que no, es decir, problemas familiares, no creo que sea lo que quieras hablar, de todos modos. –

Me dijo, y suspiró como tratando de sobreponerse a algo, pero lo que sea que fuera, yo no pude adivinar qué era.

–Por mí, podemos hablar de cualquier cosa. –

Ella negó con la cabeza.

–No estoy aquí por eso, quiero que vengas a cenar a casa de mis tíos, si tienes tiempo, claro. –

–Vaya, eso es un desarrollo bastante significativo. ¿Puedo preguntar porque? –

Le dije, estaba algo sorprendido. Era ella, de nuevo al ataque. Su actitud seguía siendo refrescante, por mucho que ella pareciera nerviosa, y no de la forma bonita. Aparte de eso, me aliviaba verla sana y bien, creo que su sonrisa era lo que yo necesité todo este tiempo para recuperar la cordura, lo cual, como sin duda el lector entiende, es ya algo bastante serio.

–Si puedes, pero no te responderé si no me dices que sí. –

–No estoy seguro de que valga la pena. ¿Quién cocina? –

Fue lo que respondí, fumando. Pretexto de cualquier forma, porque no tenía la intención de rechazar la invitación.

–Yo, por supuesto. –

Dijo ella, inflándose de orgullo por un momento.

–De acuerdo, entonces está bien. –

Misaki sonrió, y dándose la vuelta, comenzó a caminar, se detuvo un par de pasos adelante, para verificar que yo la seguía.

– ¿Ahora mismo? –

Pregunté, aquello era un poco… repentino para mí, pero ella asintió como si fuera lo más normal.

–He dejado todo listo antes de salir. –

Explicó ella, asintiendo con la cabeza.

– ¿Qué si decía que no? –

Pregunté, confundido, ella bajó la cabeza y respondió en voz baja.

–Te secuestro. –

Respondió ella con una sonrisa rara, mitad en broma, pero sólo mitad en broma, fingí no haber escuchado mientras la seguía, ella caminaba lentamente. No pude evitar una ligera mirada a su trasero mientras caminaba, sonreí para mí mismo mientras la alcanzaba para no mirar más.

–Hay un montón de cosas que quiero hablar contigo, pero la principal de ellas es ¿Estas bien? –

Algo había cambiado, aunque no estaba seguro de qué era, decidí que dejaría que las cosas siguieran su curso.

–Bueno, sí, he terminado de trabajar, estoy algo cansado, pero nada que una cena no arregle, por otro lado, he terminado mi novela justo ayer, ha sido más duro de lo que yo pensaba. –

Fue lo que le dije, mientras comenzábamos a caminar rumbo a su casa, estaba oscuro, al igual que como cuando la conocí.

–Me habías mencionado que escribías ¿Publicarás?. –

Negué con la cabeza.

–No tengo ese nivel de habilidad, es más que la verdad, además, no es mi intención, lo hago por tener un pasatiempo, y para sacar un par de cosas de mi mente. –

–Tu siempre tienes muchas cosas en la mente, pero si no te sientes con confianza de lo que has escrito… bueno, si quieres yo podría darte una opinión. –

– ¿Prometes ser sincera aunque duela? –

Pregunté, no muy seguro de que valiera la pena, su juicio podía ser alterado por muchas cosas, y eso no era de mucha ayuda, pero más que su opinión, no niego que quisiera compartir lo que hacía con ella. Creo que ella se sentía igual, es decir, había una distancia un poco… intimidante, para ambos.

–Lo prometo, aunque, conociéndote, estoy segura de que será genial. –

Dijo ella sonriendo.

“Nota mental: No tomar demasiado en serio su juicio, ya está muy alterado.”

–De acuerdo, entonces te la daré en cuanto pueda. –

–Envíala a mi correo, yo siempre lo mantengo organizado. Leo rápido. –

Me especificó.

Intercambiamos correos y prometí que se lo enviaría en cuanto llegara a casa.

Hubo un factor que no había tomado en cuenta, es decir, era una cena en su casa. bueno, era casa de sus tíos, pero el caso era el mismo. No era una casualidad de todos modos, estaba a punto de ser evaluado.

––––––––––

Me di cuenta de que algo no era del todo normal cuando ella dejó caer accidentalmente las llaves, una vez que estuvimos en la puerta de los apartamentos donde la había dejado el día en que la conocí. Recogió las llaves y antes de abrir la puerta confesó.

–Perdón, estoy algo nerviosa. –

Dijo ella, yo lo medite por un momento y me di cuenta de lo que mencionaba, de todos modos ella lo explicó.

–La verdad es que se me ocurrió que era una buena idea contar a mi madre lo que había pasado, creo que no expliqué bien y mi madre acabó creyendo que este es un sitio lleno de maleantes y que tú eres uno. Me dijo que si no te aprobaba mi tío yo tendría que regresar a Tokio. –

Enjugó sus lágrimas luego de ello.

–Me sacarán de la escuela si esto no sale bien, perdón, no quise meterte en esto pero… –

Acaricié su cabeza, no quería que ella se sintiera mal, además de que, bueno, mi edad me daba cierta seguridad en esto, sabía comportarme, y pensaba que si lo que ella quería es que su familia me aprobara, sería relativamente fácil de conseguir. Además, eso explicaba porque la prisa porque esto sucediera. Lo cierto es que después de la prueba del silencio, cualquier cosa en este mundo era fácil.

–Todo saldrá bien, sé comportarme. –

Ella me miró con una sonrisa. Bueno, era hora de hacer el papel de un buen hombre, había muchas cosas que dependían de esto, no iba a decepcionarla.

Ahora el príncipe era yo.

–––––––––––

La cena salió mucho mejor de lo que cualquiera hubiera creído, me senté educadamente, comí correctamente (gracias a mis comidas con Dai Sensei, en las que aprendí a comportarme en la mesa de una forma… ultracorrecta) y hablé un poco con su tío. Parecía un hombre duro, de esos que desconfían de todo y de todos.

Pero no hubo en mi ninguna abertura. Nada. Misaki sirvió la cena como si se tratara de una ama de casa, y aunque fue evidente que estaba muy nerviosa, al menos ella no era la evaluada.

– ¿Cómo conociste a mi sobrina? –

Preguntó el hombre, se llamaba Shigeru Kousaka, al parecer, era hermano de la madre de Misaki (a quien en todo momento me referí como Tobichi–san) Nos presentamos cuando nos encontramos con él en la puerta. Su voz era dura, pero tampoco puedo decir que me hablara con hostilidad, sólo estaba preocupado, y lo entendía, se lo dije.

–Iba saliendo de la combini, mi madre (usé el término “Haha” aunque yo no me refería a ella de esa forma.) me ordenó comprar leche y algunas otras viandas, dos hombres perseguían a su sobrina, me encargué debidamente de ellos. –

Otra cosa que cabe notar, es que yo estaba sentado como un guerrero, humilde, discreto, firme, pero sin rastro de servilismo. (Justo como había aprendido allá en el reducto.)

– ¿Por qué no llamaste a la policía? –

Preguntó Shigeru–san (así me referí a él.)

–El tiempo de respuesta de la policía en Nagoya es de once minutos y treinta segundos, señor, el tiempo de respuesta necesario era de mucho menos que eso. –

Misaki se quedó parada en la entrada de la sala donde estaban sus tíos, es decir, el señor con su esposa, y el chico que yo había visto la vez anterior, que me di cuenta, era su primo.

– ¿Y les venciste? ¿Solo así? –

–Tengo entrenamiento, señor, ellos no lo tenían. –

– ¿Entrenamiento? ¿De qué clase? –

–Militar, señor, aunque no soy miembro del ejército, sin embargo, pienso que es trabajo de los fuertes hacerse cargo de las emergencias, y proteger a los débiles, mujeres y niños entre ellos. –

El hombre se llevó una mano la barba, luego miró a Misaki, que se había quedado parada allí, Misaki batió la cabeza y puso la cena en la mesa luego de eso, me miró con una sonrisa.

– ¿Trabajas Tento–kun? –

Supongo que a mi edad no podría haber dicho que soy estudiante.

–Sí señor, en una tienda de libros, organizo los libros y recibo las entregas nuevas, a eso me dedico. –

–Entenderás que el hecho de que un empleado de una librería se encargue de dos maleantes así como así, resulta un tanto… sospechosa. –

Suspiré, lo mejor era hablar sinceramente.

–Entiendo que está preocupado por su sobrina, Shigeru–san, y entiendo que resulta un tanto alarmante que haya sido atacada de esa forma, ni hablar de lo que ocurrió después, por desgracia, nuestro país se vuelve cada vez menos seguro, y son necesarias más manos, para ayudar a la policía a mantener el orden, estoy al tanto de que lo que hice puede considerarse una pelea callejera (lo cual era lo que me hacía parecer a mí como un maleante) pero era la única opción viable en ese momento. Pienso que hice lo que cualquier hombre japonés responsable haría en una situación parecida. –

Habíamos comenzado a comer, la señora de la casa, la tía de Misaki, sólo me observaba detenidamente, pero no dijo nada. Después de unos momentos, el señor puso un par de latas de cerveza en la mesa.

– ¿Bebes? –

Aquello era una encrucijada peligrosa, si decía que si, podía ser tomado por un bebedor, si decía que no, podía ser tomado por egoísta.  Asentí con la cabeza.

–Sólo si usted lo quiere, Shigeru–san. –

Respondí, con una sonrisa amable, dándole a entender que le delegaba la decisión a él, Shigeru–san sonrió, ofreciéndome una de las latas y destapando la otra para él.

– ¿A que se dedican tus padres Tento–san? –

Preguntó, luego bebió de su cerveza, yo destapé la mía, pero respondí antes de comenzar a beber. Beber con la comida no es algo que me guste mucho, pero como dije, tampoco me era posible desairar al señor en su casa.

–Mi padre trabaja vendiendo seguros, señor, mi madre es, por supuesto, un ama de casa. –

La señora sonrió, supongo que el asunto le pareció aceptable. Terminamos de comer, y la señora envió a Misaki y a su primo a traer no sé qué cosa de afuera. Es decir, de la combini. Una vez que ellos estuvieron fuera, la señora por fin habló, de una forma bastante más seria que el señor.

–Mi sobrina es una muchacha joven y a esa edad los jóvenes suelen cometer errores, depende de nosotros ahora, está estudiando y es por ello que está aquí, a mí me interesa saber ¿Qué buscas con ella? –

Preguntó, creo que es evidente el sentido de esa pregunta, y el por qué había enviado a Misaki afuera para preguntar, el señor completó.

–Mi sobrina no ha hecho más que hablar de ti en estos últimos días, entenderás que su madre se ha preocupado, y al estar en donde está, me ha pedido que me haga cargo, no puedo fallarle. –

Agregó después, como si fuera el entusiasmo de Misaki lo que los alarmase.

–Por lo que ella me dijo antes de llegar aquí, su familia es gente seria, a quienes no les agradan las cosas ocultas ni las malas intenciones, todo lo que puedo decir al respecto, es que por ahora no somos más que conocidos, pero no estoy jugando, estoy siendo serio con ella. –

– ¿Y eso que quiere decir? –

–Quiere decir que de otro modo, yo no estaría aquí, perdone si la vergüenza me impide admitirlo claramente. –

Añadí, bajando un poco la cabeza.

–No tienes derecho a fallarle ¿Comprendes? Ni a nosotros tampoco, si la vamos a dejar en tu cuidado, tienes que asegurar que tomarás responsabilidad de todo cuanto pueda pasar. Si pudiste meterte en esa… bulla de maleantes para protegerla, entonces podemos asumir que puede estar a tu cuidado ¿No es cierto? –

Me aseguró la señora, mirándome con ojos asesinos. Yo ya había firmado mi sentencia, y tendría que hablar con Himiko sobre esto, pero por lo pronto, ya estaba dicho.

–Puedo asegurar, que nunca haría nada que deshonrara su buen nombre, ni el de su familia. –

Y después de eso el tormento terminó. Para cuando Misaki regresó, se encontró con que su tío ya había salido de la sala, y yo estaba sentado tranquilamente esperando a que ella llegara para poder despedirme. Hice una seña de que todo estaba bien con la mano y ella suspiró.

–Muchas gracias. –

Dijo ella mientras me despedía en la puerta de su casa.

–No fue nada. –

Respondí, rascándome la cabeza con tranquilidad.

–Yo lamento haberte metido en este problema, la verdad es que no quería hacerlo, pero mi madre me dijo que si no lo hacía, me llevaría de vuelta a Tokio… y me gusta mi escuela y… –

Explicó todo eso como si fuera una sola palabra, había lágrimas en sus ojos. Yo asentí.

–No hay problema, todo está bien, de todos modos no ha sido tan difícil como creíste. –

–Ahora sólo tengo más preguntas. –

Se quejó.

–Tendrán que esperar, ahora debo irme. –

Fue lo que le dije, ella asintió.

–Pasa una buena noche. –

Me dijo, me despedí de ella antes de que cerrara la puerta, iba a darme la vuelta cuando escuché la puerta abrir de nuevo y sin darme tiempo de nada ella se acercó a mí y besó mi mejilla.

–Hasta pronto. –

Dijo luego de eso y entró corriendo, cerrando la puerta tras de sí. Me fui a casa pensando en que eso me hizo feliz, y a pesar de que todavía me odiaba a mí mismo por ser feliz a causa de otra chica, no pude evitar pensar que sería lindo, sería lindo volver a enamorarme, sería lindo volver a querer a alguien, volver a sentirme vivo, que era como ella me hacía sentir, si tan sólo no se interpusiera este maldito sentimiento de que no lo merecía y de que no debía.

––––––––––

Lo primero que hice fue ir a la tumba de Himiko. Tenía que decirle algo importante.

Estaba llorando cuando llegué allí.

–Yo te amaba, supongo que ya lo sabías, pero es la verdad. Y lamento haber hecho todo lo que hice, lamento no haberte comprendido, lamento haberte hecho enfadar, lamento haber fallado, y lamento haberte dicho que no quería casarme contigo… lo lamento tanto. Lamento haberte dejado sola, y créeme que lamento no haber sido el hombre que te protegiera. Y sin embargo tú ya no estás aquí y yo no puedo evitar sentir esto. ¿Qué debería hacer con ello? ¿Quieres saberlo? Se siente bien salir con ella, se siente bien mirarla sonreír, se siente bien estar cerca de ella. y me odio por sentirme de esta forma, pero no puedo evitarlo, si tú ya no estás aquí ¿Qué debería hacer yo? Yo no quería que nada de esto pasara. Ya he roto todas mis promesas, dime entonces, ¿Cómo debería sentirme? –

Evidentemente no hubo respuesta y yo acabé sintiéndome un poco tonto por estar hablándole a un árbol. Esa fue la primera vez que yo me enfadé con Himiko porque ella no respondiera. Sé que suena completamente irracional, pero así fue como me sentí.

–Yo ni siquiera quiero hablar contigo ahora… –

Le dije, dándome la vuelta. Luego me fui a casa.

––––––––––

Pasaron otros tantos días después de eso. Yo comencé a escribir una novela nueva. Ya para ese tiempo Ibiki me había animado muchas veces a mostrarle al mundo lo que escribía, y en el foro que mencionaba me animaron aún más, recibí buenas críticas por ella, es cierto que todos eran aficionados, pero en este mundillo, las opiniones de los aficionados son las que más cuentan. Así que comencé a publicarlo en internet mientras lo hacía, y a mandarle lo que iba escribiendo a Misaki también. Hasta el día en que volví a verla.

Habían pasado cuatro días desde que fui a cenar a su casa, cuando, por primera vez en mucho tiempo, y ya que habíamos compartido nuestros números de celular el uno con el otro, hice una cita con ella.

Ya para ese tiempo, mis intenciones con Misaki habían cambiado bastante, al menos ya no tenía la intención de alejarme de ella, otra cosa es que todavía me sentía bastante… renuente a llegar a algo con ella. Hablo pues, de establecer formalmente algo. Incluso creo que lo que intentaba es que ella se decepcionara de mí y así poder decir: Yo tengo la culpa. Demasiado cerca para tomarme en broma, demasiado lejos para que ella pensara en mi de forma seria. Así me sentía con respecto a ella.

Lo que no contaba, es que, como de costumbre, Tobichi Misaki siempre ponía más atención de la que parecía.

Misaki llegó a la cita diez minutos antes de la hora acordada, lo sé porque yo también llegué temprano, sólo por si algo pasaba. Es cierto que solía vestir de forma sencilla, pero de alguna forma, puedo decir que sabía cómo hacer resaltar su encanto con vestirse de esa forma.

En lo que evidentemente ponía mucho empeño, era en su peinado.

–Es un lindo prendedor. –

Comenté, ella llevaba un prendedor plateado de un oso. Se veía bien.

–No pensé que lo notarías. –

Comentó ella, bajando la cabeza por la vergüenza.

–Bueno, es cierto que es pequeño, pero te hace resaltar, se ve lindo en ti. –

Expliqué.

– ¿Nos vamos? –

Preguntó ella, roja como un tomate, yo asentí, ella había mencionado en nuestra conversación el día en que acordamos la cita que quería ver una película. De hecho, ese fue el pretexto para tener la cita, decirle que la llevaría, quiero decir.

–Tú también vienes muy elegante. –

Comentó ella, yo la miré por un momento, pero ella miraba al otro lado, sonreí. Platicamos de varias cosas, entre ellas, me dijo que había terminado la novela que le había enviado, también un par de cuentos pequeños que escribí. Ella me dijo que los leería así que se los envié.

–Me ha gustado lo que escribiste, ha sido algo bello. –

Explicó ella, caminando y tratando de despejar un poco el ambiente vergonzoso que se había formado.

– ¿En verdad? –

Pregunté, refiriéndome a la novela que ya le había enviado, el matrimonio del zorro.

–Aunque es difícil creer que alguien así exista en la realidad. –

Comentó después, riéndose penosamente, creo que me juzgó patético, y otaku por ello, yo decidí seguirle el juego. Su risa me resultaba encantadora, es la verdad.

–Puedes dejarme ilusionarme un poco ¿No crees? –

– ¿De verdad te agradaría alguien así? –

Preguntó ella, contrariada, como dije, la novela hablaba de una Yandere. Era un otaku, escribiendo cosas para los demás otaku, no me interesaba que fuera asequible para todo público, con que a los demás otaku les gustara estaba bien. Pero ella no era una otaku. Por supuesto que no entendería todo.

–Bueno, sólo tienes que ser fiel. –

Expliqué, defendiendo mi punto.

–Vaya que tienes estándares altos, sólo ser fiel… y aprender a ocultar cadáveres. –

Me dijo, yo bajé la cabeza, no tenía ganas de explicarle que algunas de esas escenas estaban inspiradas en ciertas cosas que pasaron, creo que en cierto modo fue inconsciente. El final era diferente, eso sin duda. ¿Por qué mi vida no podía ser como en mis novelas? Por otro lado, estaba claro que ella estaba tomándolo como una completa fantasía.

Y tengo que admitir que la parte de “completa” en esa frase me resultaba un tanto insultante, como a todos los otaku, pero Misaki cambió el tema, mientras caminaba alegremente. Sus manos estaban juntas frente a ella, como si intentara cubrir algo, demasiado evidente que ella no estaba acostumbrada a tener citas, lo menciono porque aquello era una parte importante del por qué me resultaba encantadora.

–Creo que descubrí algo sobre ti. –

Explicó ella después de un rato, yo volteé a verla, ahora estábamos sentados en una de las bancas del centro comercial, esperando por una función de cine que debería comenzar en media hora.

–Bueno, descubrí muchas cosas en realidad, pero hay algo que me llama la atención, en todas tus historias… ¿Por qué siempre los padres de la chica son los malos de la historia? –

Me quedé pensando por un momento, porque incluso en la novela que estaba escribiendo, estaba pensado así. Pero juro que lo había hecho sin pensar.

– ¿Lo encuentras desagradable? –

Pregunté, ella negó con la cabeza.

–No, no del todo, pero… mis padres no son malas personas. –

Explicó ella. Luego volteó a verme, inquisitiva.

–Es decir, he conocido padres que son en verdad despreciables, pero no me gustaría que la gente comenzara a pensar que los padres de las chicas son todos gente mala. –

Explicó ella.

–Haría falta que me leyeran cien millones de personas para que eso pasara, no soy tan popular. –

–Pero puedes llegar a serlo… –

Se quejó, haciendo un puchero, pero luego bajó la cabeza, con expresión pensativa.

–De algún modo, siento que todo se conecta en algún punto. –

Aseguró después. Sí, todo se conectaba en algún punto, no sólo eso, ese era “El punto” que no quería hablar con Misaki, no dije nada, bajé la cabeza, pensativo.

–Tienes miedo de decirlo. –

Comentó, yo negué con la cabeza.

–No es eso. –

–Descuida, no te estoy cuestionando, esperaré pacientemente, sé que hay una explicación a todo ese extraño comportamiento tuyo, y tengo que decir que me intriga… pero si no fueras así, creo que no te encontraría tan interesante. –

Explicó, bajando la cabeza y ruborizándose de nuevo, estaba empezando a pensar que lo hacía aposta, pero no dije nada, era linda, eso ni que decir tenía, pero el hecho de que dijera esas cosas, estaba haciendo que yo me avergonzara.

–Tú tienes ganas de que me sonroje ¿Cierto? –

Pregunté, para disipar un poco el pesado ambiente que se había instalado.

–Puede ser. –

Admitió ella, con una sonrisa rara, me miró fijamente por unos instantes, con sus ojos brillando como estrellas de nuevo, antes de bajar la cara.

–Gracias. –

Dijo ella, y se recargó sobre mi hombro, sin mirarme, yo me sonrojé y miré hacia otro lado, incapaz de separarme de ella.

– ¿Por qué? –

Pregunté, más que nada para que ella reaccionara y se diera cuenta de que estábamos en público, pero ella no se separó.

–Por lo que sea, no importa. –

Respondió ella, sin separarse, cerrando los ojos. Eso es hacer trampa.

–Creo que es hora de que entremos. –

Le dije, ella se puso de pie con una sonrisa triunfal.

–Estás rojo de la cara, considéralo una venganza por todas las veces que me has hecho enrojecer a mí. –

Me dijo, yo batí la cabeza. Esta chica era rencorosa, aunque más bien pienso que ella era la clase de persona a quien no se le escapaba nada. Fue evidente que ella estaba consciente de cómo me sentía con respecto a ella, era más que obvio después de todo lo que había pasado, y que eso le daba esa seguridad que ella tenía al actuar, pero no me molestaba, en absoluto, al contrario.

Me enamoré de Misaki.

––––––––––

No quise tomar a Misaki de la mano en el cine. Más que nada porque ella de verdad estaba disfrutando la película, me pareció que podría resultar incluso grosero que la distrajera de esa forma. No todo tenía que ser romance, estaba bien si la dejaba ver su película. Tengo que admitir que fue difícil, más cuando me percaté de una pareja que no estaba viendo la película para nada.

Él tenía la mano dentro de la blusa de ella, y ella parecía muy contenta con eso, esa clase de cosas, pero estábamos con Misaki, y en cierto modo, me alegré que ella no lo notó para nada, y aunque eso me provocó un problema, me mentalicé lo suficiente como para que desapareciera antes de que Misaki lo notara o peor aún, antes de hacer alguna idiotez.

Creo que esa clase de cosas son contagiosas. Supongo que ese es el punto de la pornografía.

Misaki no prestó atención a nada que no fuera la película, aunque hay que decir que de cuando en cuando su mirada se desviaba para fijarse en mi un poco. Yo mantuve una sonrisa todo el rato, así que creo que ella se sintió tranquila. Después de que salimos del cine íbamos caminando sin una dirección clara, hasta que pasamos por donde hay una máquina de grúas.

–Me encantaría conseguirte ese peluche que es obvio que quieres, pero soy malo con esas cosas. –

Le dije, ella sonrió.

– ¿Qué tal si soy yo quien lo consigue para ti? –

La miré por un momento, pensé que estaba fanfarroneando, pero puse una moneda en la máquina de todos modos. Misaki sacó el peluche. Me miró con cara de “te lo dije” por un momento. Yo sonreí.

–Toma, es para ti. –

Me dijo, yo tomé el peluche.

– ¿Sabes que es raro que una chica sea quien da el peluche al chico? –

Ella se rió levemente.

– ¿Por qué? No te lo estoy dando en “ese sentido.” Te lo doy para que recuerdes siempre que una chica te venció en una máquina de grúas. –

Yo me reí. Eso era de todas formas pensar en ella ¿No es cierto?

–Soy un fracaso como hombre. –

Le dije, en broma y riéndome, ella sonrió y me miró.

–Pues a mí me gustas así. –

Dijo. Yo creo que lo dijo sin pensar. Yo dejé de reír y la miré. Ella se sonrojó y se dio la vuelta.

–Maravilloso. –

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, al tiempo que mi mano se movió instintivamente a la kodachi que yo todavía llevaba oculta bajo la chaqueta.

–Pensé que habías dicho que odiabas a las mujeres, Onii–chan. –

Volteé lentamente a mi derecha, Yukihana estaba allí parada, mirándome de la misma forma que me miraba cada vez que la situación llegaba a este punto. Misaki volteó a verme.

– ¿Quién es esta persona? Tento–kun. –

Yukihana estableció su posición cuando avanzó hacia mí. Se dirigió hacia mí, pero le habló a Misaki. Había una sed de sangre en su mirada que era difícil de creer.

–No le has hablado de mí, eso es cruel, pero bueno, si no le has hablado de nada, esta pobre chica no sabe quién eres. –

Y se volvió a Misaki, mirándola de forma burlesca.

– ¿Crees que eres importante para él? No te engañes, a él no le importa nadie, ni tú, ni yo, ni nadie. –

Le dijo, Misaki me miró con cara de no entender nada.

–Y yo creí haberte dicho que no te entrometieras. –

Le dije, esto podía ponerse muy feo si no actuaba, por un lado, estaba la promesa que había hecho a la familia de Misaki. Les prometí que nada le ocurriría mientras estuviera conmigo, por otro lado, no quería sacar el arma delante de esta chica, porque sabía que hacerlo significaría que no la volvería a ver.

Ni que hacerle, mis sentimientos no eran importantes en ese momento. Lo que ocurriera conmigo no era importante en absoluto. Me di cuenta de eso cuando me percaté de que Yukihana estaba armada. Saqué la kodachi.

–Perdóname Misaki. –

Le dije, haciéndola a un lado ya con el arma en la mano. Ella se quedó atónita por un momento, porque yo nunca le había llamado por su nombre, y resultaba ilógico hacerlo ahora que posiblemente no volvería a verla.

–Perdonarte ¿Por qué? Sólo quiero saber una cosa. ¿Es tu novia? –

Yukihana rió estrepitosamente, pero había lágrimas en sus ojos que no dejaban de salir, Misaki la miró con odio.

– ¿Su novia dices? Ahora veo que no sabes nada. Éste sujeto de aquí, es el más cruel, brutal, horrible e inhumano ser que puedas encontrar. No hablo sólo de los sentimientos, te lo digo muy en serio. Toda esta fanfarronería no es más que un tributo para la única persona que le importa en el mundo. Somos eso, ofrendas para su amada. –

Y diciendo esto, sacó de su bolsa, para mi horror y sorpresa, el collar de oro con el símbolo del clan Kamakura. Y lo arrojó a las manos Misaki.

–Ese collar era de su novia. La única novia que él ha conocido, la única mujer que le importa, tu corazón y el mío, son ofrendas para ella. –

Misaki tomó el collar y lo miró por un momento, yo no había dicho nada, porque no había mucho que pudiera decir. El pasado me había alcanzado en el peor momento imaginable. Luego los ojos de Misaki se clavaron en mí, era la mirada triste de una chica que entiende que era mejor no haberse enterado de esas cosas.