Jimen no Hoshi C5

Capítulo 5: La chica más exigente.

Cuando ambos terminamos de comer, ella se reclinó un poco sobre la silla. Deduje que estaba satisfecha. Yo mantenía mi vista en el pollo que aún tenía que terminar, era una pequeña pieza y pronto dejé de comer también. Una vez que eso pasó, ella se puso de pie.

–Bien… gracias por la comida. –

Dijo. Algo dentro de mí me decía que halagarla fue una buena idea, pero lo mejor era que la dejara descansar, sólo por si las dudas, insistí un poco en mi acercamiento, aunque sabía de antemano que ella se negaría.

–Kamakura–san. –

Llamé, antes de que ella se fuera. Volteó a verme, me ocupé de admirarla por unos breves instantes, sólo para guardar la imagen de su rostro en mi mente.

–Si quieres, puedo ayudarte… ya sabes, a ensayar. –

Ella se giró con un gesto.

– ¿Y cómo para qué iba a querer tu ayuda? –

Preguntó mientras se iba. Hasta el momento, nada había refutado mi hipótesis. Había una buena posibilidad de que estuviera en lo correcto, sobre todo si, ahora que lo recordaba, hablamos de que lo primero que escuché sobre ella fue su llanto. ¿Por qué estaba llorando en aquella ocasión? Eran cosas que no me dejaban en paz. Tampoco sabía lo que había en aquel sobre que ella entregó a ese sujeto sospechoso.

De alguna forma, rezaba para que no fuera peor de lo que ya era. Supongo que no iba a decírmelo si se lo preguntaba.

Después de que terminé de enjuagar los platos que habíamos usado para comer (supuse que era lo menos que podía hacer, ya que los había tomado sin permiso) subí a mi cuarto a tratar de repasar lo que había sucedido en la clase. Estar pensando en todo el asunto de Kamakura me había distraído demasiado. No eran muchas lecciones, pero si era bastante trabajo, pues falté a cuatro de las seis clases del día debido a mi dolor de cabeza. Kamakura no salió de su habitación para nada después de eso.

No sé cuánto tiempo pase estudiando, no creo que haya sido mucho, aunque para cuando me di cuenta, era más de media noche. Era de suponerse, después de todo, era de noche cuando ordené el pollo. Apresurado, me acosté a dormir, pensando en que tendría que levantarme temprano al día siguiente.

–––––––––

El día de escuela fue de lo más normal. Al menos en lo que a mí mismo se refiere. Harusaki me abordó luego de que las dos primeras clases, durante el primer descanso.

–Si me acompañas a la sala de maestros te compraré una soda. –

Me ofreció. Yo no tenía nada que hacer, lo único que quería hacer era comprarme una soda, así que si ella estaba dispuesta a pagarla, entonces estaba bien. Satou no estaba en las clases. Hablando en serio, no había visto a ese sujeto desde hacía bastante tiempo ya, puede no sonar a gran cosa, ya que no éramos otra cosa que compañeros de clase, pero para alguien que está en tu clase, no verlo durante tanto tiempo era raro. Pero en vista de lo que había pasado la última vez, pensé que sería una mala idea seguir con el tema, por otro lado, Yamaki parecía de buen humor. Nos sentamos justo fuera del edificio, a tomar un poco de aire. En ese momento, ella cambió de tema.

–Tu… no te ves muy bien hoy tampoco… ¿No has dormido nada? –

Comentó ella, mirándome, supongo que mi falta de sueño comenzaba a notarse, iba a decirle que me había desvelado estudiando, pero seguro que ella no me creería. Y lo peor es que realmente me desvelé estudiando, o intentándolo cuando menos… Me estaba esforzando.

–Tenía algunas cosas que hacer. –

Expliqué yo, eso sólo hizo sospechar a Yamaki aún más.

– ¿En serio? –

Preguntó ella, mirándome inquisitivamente, yo negué con las manos.

–Cosas normales, lo juro. –

Ella asintió.

–Está bien, mientras sólo sea eso… te creo, a decir verdad, creo que, tu no… es decir, verás, ¿Tienes novia? –

Preguntó ella, parecía que estaba haciendo un esfuerzo por preguntar, yo la miré, pero ella se negaba a mirarme, debido a que estaba avergonzada supongo.

–Claro que no ¿Cómo voy a tener novia si no llevamos ni una semana en la escuela? Además no es como que esté desesperadamente intentando conseguirla. –

Yamaki se rió levemente, parecía aliviada con mi respuesta, algo en mi interior me decía que ella no estaba sólo siendo amable conmigo.

–Bueno, supongo que tienes razón. –

Respondió ella, quizá arrepentida de haber preguntado. Pienso que no quería que yo empezara a hacer malas interpretaciones. Pero por otro lado, lo que había ocurrido con Yuutsumi–chan había hecho que pareciera que era algo común.

– ¿Y tú? –

Le pregunté, pensaba en la posibilidad de que ella conociera a alguien por su casa.

–He estado desperdiciando mi vida en compañía de Satou, así que no. –

Se quejó ella, con un rastro de rencor en la voz. Luego de unos momentos ella soltó la verdadera pregunta.

– ¿Harás algo este fin de semana? –

Yo vacilé un momento.

–A decir verdad no lo sé, puede que tengamos mucho que hacer, acabamos de entrar a la escuela, y por otro lado, muy probablemente vuelva a casa si tengo tiempo libre. –

Ella asintió, parecía que comprendía.

– ¿Qué se siente estar lejos de casa? –

Preguntó ella de pronto, cambiando de tema. Yo sonreí, recordando la imagen de Himiko.

–Pues… es extraño, por un lado a veces me siento un poco sólo, y algo frágil, por otro lado, han pasado muchas cosas divertidas desde que llegué a este sitio, pienso que me acostumbraré pronto, es una sensación complicada. Tengo que admitir que disfruto las cosas como son ahora. –

Yamaki volvió a insistir, acomodándose su pelo rosado porque el viento lo revolvía.

–Si algún día te sientes sólo, puedes venir a mi casa, sólo estamos mi madre y yo… también es un poco solitario a veces. –

Comentó ella, mirando a la nada, yo asentí.  La alarma de inicio de clases resonó en el interior del edificio.

–Quizá en algún momento. –

Dije, poniéndome de pie. Ella se acomodó su falda tiernamente antes de mirar hacia donde yo estaba. Parecía feliz.

–De acuerdo, ahora vamos… ya sabes cómo es la maestra de biología. –

Tenía razón, la maestra siguiente era estricta. Volvimos al salón después de eso, momentos antes de que la maestra llegara.

La verdad es que nunca consideré seriamente la situación, nunca me puse a considerar que ella estuviera invitándome realmente a su casa. Y como casi todo lo que decía tenía algo de broma en ello, no estaba muy seguro de hasta donde era bueno creer en sus palabras. Ella no era sincera como Kamakura (lo cual en ese momento agradecía bastante) así que, bien podía estar diciéndolo sólo por decir, era una práctica común, ella podía no estar esperando que yo realmente aceptara. Tenía que admitir también que si así era, estaba llevándolo demasiado lejos.

No lo suficiente para ser tomada en serio, demasiado para ser una broma. Eso es lo que pensaba al respecto.

––––––––––

Después de un día de clases normal (el primero que yo podía juzgar como “normal” en el poco tiempo que llevaba en el instituto) volví a casa más apresurado que de costumbre. En realidad no me puse a pensar mucho en por qué lo hacía. Solo sentí que debía regresar pronto. Por otro lado, no quería un desvío como el del día anterior, llegué muy cansado debido a eso.

Caminando en dirección a la casa pasó una furgoneta con un megáfono, que venía diciendo cosas que en aquel momento no comprendí del todo bien. Es cierto que en Japón existe este tipo de gente, pero a no ser que estés personalmente involucrado con ellos, normalmente uno no les presta atención.

Ultranacionalistas.

Venían diciendo algunas cosas acerca de Japón mientras ponían el himno nacional. Hay que ver que son persistentes, y firmes en lo que hacen. Nadie puede decir que no se esfuerzan. Lo único que sabía sobre ellos es que tienen problemas con los extranjeros, especialmente con chinos y coreanos. No les agradan. No puede hacerse nada.

Sin prestar mucha atención, como dije, a este incidente, simplemente caminé hasta mi casa. Allí, me recibió la casera, quien sonreía.

–Has sido muy amable en compartir tu comida el día de ayer, se suponía que estaría aquí para preparar la cena, pero tuve que ausentarme por un problema familiar, de todos modos, te lo agradezco mucho. –

–Oshizu–san ¿Por qué nos da de cenar en primer lugar? –

Pregunté yo, era algo que no quedaba muy claro, teniendo en cuenta lo poco que mi familia pagaba de renta.

–Bueno, no es por ti en particular, tengo que admitirlo, pero el padre de ella me paga una cantidad ciertamente alta para asegurarse de que su hija coma bien… y defraudarlo es algo que no me puedo permitir, la verdad es que la renta por la alcoba no es la misma para ti que para ella… sólo que supuse que ya que cocinaba para uno, podía cocinar para los dos. –

Explicó la casera. Aquello sólo hizo que yo tuviera más preguntas. Nunca había escuchado nada al respecto, así que no sabía por dónde empezar. La casera después acarició mi cabeza sonriendo.

–Tu no debes preocuparte por esas cosas, estoy segura de que no te conciernen, ni querrás saberlo en realidad…  tú sólo debes preocuparte por ser amable con ella, y conseguir un buen empleo para que un día puedas mantenerla. –

Me dijo. Yo la miré acusadoramente mientras mi cara comenzaba a arder de lo roja que estaba.

–No estoy saliendo con ella. –

Le dije, era más un lamento que una negación, pero ella sólo sonrió amablemente.

–Ah vamos pequeño, se te nota en la cara que estás loco por ella, los regalos, la invitación a cenar… estoy al tanto de que ella no es precisamente la chica más dulce, pero… todo lo que puedo decir es que hay una buena razón para ello, debes ser amable con ella ¿Entiendes? –

¿Cuánto sabía la señora? Posiblemente mucho, probablemente había convivido con Kamakura durante bastante tiempo, quizá la entendía mucho mejor de lo que ella misma me había dicho en un principio, sólo que entonces yo no había mostrado un interés, pero esas son conclusiones mías. Probablemente había una razón por la que la casera debía alimentar a Kamakura… es decir, ¿Su familia no le daba dinero? Si así era ¿De dónde sacaba el dinero ella para, por ejemplo, intentar sobornarme?

–Comprendo Oshizu–san, gracias por el consejo, sólo tengo una pregunta ¿Tan obvio soy? –

Pregunté, quizá algo preocupado de que ella estuviera al tanto de mis sentimientos desde siempre, a pesar de que la noche anterior le dije que era linda, una cosa es eso, y otra cosa era intentar salir con ella.

–Bueno, los adultos normalmente vemos esas cosas con mejor claridad, no creo que ella esté demasiado consiente de eso, si es lo que quieres saber. –

Bueno, había sido suficiente lectura de mente por parte de la señora por el día de hoy. En esos momentos, de haber visto a Kamakura, habría corrido a mi habitación a meterme bajo las sabanas y no salir jamás, pero ella no apareció por allí.

La señora siguió haciendo sus cosas mientras que yo subí a mi alcoba.

Pero evidentemente no pude hacer nada como no fuera sacar más conclusiones, a pesar de que intenté muchas veces dejar de pensar en ella. Oshizu–san no estaba tan aparte de todo como yo había pensado en un principio, era incluso posible que estuviera al tanto del señor esponjoso, o de que Kamakura fumaba. Tantos misterios alrededor de una sola chica, sin olvidar el detalle de que ella recibió dinero de una persona sospechosa.

–––––––––

Llevaba tanto tiempo pensándolo, que me sobresalté cuando escuché que ella entraba a la casa. Escuché como subía la escaleras al tiempo que mi corazón se aceleraba, y como si hubiera estado previniéndolo, Kamakura entró a mi habitación. Tomé un libro para fingir que estudiaba.

–Tu libro está al revés. –

Dijo al entrar, parecía enfadada, aunque si lo comparábamos con los otros corajes, éste parecía de poca monta. Yo bajé el libro al tiempo que la miraba allí parada, como si estuviera tratando de tranquilizarse. Lo único que podía pensar fue ¿Por qué estaba aquí? Kamakura permaneció allí parada.

–Puedes… sentarte si quieres. –

Le ofrecí, con algo de miedo a hacerla enfadar, y siendo sinceros, estaba desconcertado por su repentina entrada. Es decir ¿Por qué entró en mi habitación lo primero en vez de ponerse cómoda en su alcoba? La única respuesta es que ella tuviera algo que decirme.

Pero ella no dijo nada, sólo se sentó frente a mí, en una de las sillas que había en el escritorio, yo estaba sentado sobre mi cama. Permanecimos en silencio unos momentos, hasta que ella se quejó.

– ¿No vas a ofrecerme algo de beber? Hace calor afuera ¿sabes? –

Me reclamó de pronto, yo me sobresalté, pero si ni siquiera sabía que ella iba a estar aquí.

–Lo siento, ahora traigo algo. –

Ella hizo un ¡Jum! Mientras yo me ponía de pie y bajaba a la nevera por algo de jugo. Llevé dos vasos y puse el jugo en el escritorio, pero ella esperó a que yo lo sirviera para tomar el vaso. Después de un largo silencio, ella finalmente habló.

–Bien, en vista de cómo fingiste que no sabías que vendría y de lo que dijo la casera cuando “accidentalmente” mencionó que habías preguntado por mí, puedo asumir que tienes algo que decirme, ahora habla. –

Me dijo ella. Ya entendí, la casera me la había encasquillado… pero yo ni siquiera estaba listo, y tampoco es como que tuviera algo en concreto que decirle, sólo quería hablar con ella de algo.

–Buenos días. –

Le dije, quizá una parte de mi todavía insistía en que ella tenía que ser amable debido a lo hermosa que era. Ella se enfadó.

– ¿Estas saludándome para recordarme que no te he saludado? ¿O quieres comenzar tu conversación sin sentido con un saludo mecánico? O tal vez lo que quieres decir es que el día era bueno hasta que entré aquí, o quizá que solo será bueno una vez que me haya ido y por eso tu saludo es una forma de librarte de decir lo que no quieres decir, si quieres que me vaya entonces dilo y me voy, no tengo porque ser insultada de esta forma. –

Eso fue lo que dijo, pero no se movió.

–No tienes que enfadarte conmigo, sólo estaba siendo amable. –

Ella giró la cara, molesta.

–Pues no es momento de ser amable, y tampoco soy la persona indicada para que lo seas, no necesito la amabilidad vacía de un tonto. –

Volví a servir jugo en su vaso, aunque yo no había tocado el mío para nada. Traté de permanecer tranquilo, a pesar de que era bastante difícil.

– ¿Hablaste con la casera? ¿Qué le dijiste de mí? –

Preguntó ella, directa como siempre, yo negué con la cabeza.

–No le dije nada, absolutamente nada, ella me agradeció por comprar la comida ya que ella no pudo estar en casa, el único momento en que te mencionó fue cuando dijo que, tú le pagabas para que también te preparara la comida. –

Ella me miró por un momento, como si quisiera verificar la veracidad de mis palabras, yo sonreí culposamente, la verdad es que no tenía el valor de decirle lo que realmente me había dicho Oshizu–san, no porque fuera malo, sino porque me daba pena decirlo.

–Eso no es todo. –

Aseguró Kamakura, al parecer volvería a enojarse, luego suspiró.

–Escucha, esto ha ido demasiado lejos, no sé realmente porque, pero sé que estas investigándome, voy a pedirte que dejes de hacerlo, no conozco tus intenciones, pero por lo visto, tienes un interés muy grande en saber cosas, cosas que yo no pretendo decirle a nadie, y no veo una razón por la cual deberías ser la excepción. –

Aclaró. Bueno, de todas las veces que habíamos hablado, esta fue la primera vez que me habló con cordura y no con coraje. Eso era un avance, pero lo que me estaba pidiendo, era algo que yo no podía hacer.

–Imposible. –

Respondí, tratando de sonar tan intransigente como ella, aunque evidentemente me salió fatal. Ella hizo un enorme esfuerzo por no perder la calma.

– ¿Por qué es imposible? Es humano lo que te estoy pidiendo ¿No es cierto? Todo lo que pido es que no indagues, no preguntes, haz como si no existiera, es todo. –

Pude notar que sus manos estaban temblando y sentí la tensión emanar de ella. Quizá de no haberse hallado de tan buen humor o yo que sé, se habría enfadado en ese momento, hasta me hubiera golpeado. Pero no lo hizo, tuve la impresión de que, a diferencia de otras ocasiones, esto era importante para ella. Bueno, era importante para mí también.

–Eso es aún más irracional que lo que me has pedido antes, Kamakura–san. –

– ¿Por qué lo haces? –

Preguntó ella desesperándose, y golpeando la mesa con la palma de su mano. Pero yo estaba demasiado avergonzado para decirle la verdad en ese momento, y a pesar de que quería confesarme, cuando abrí la boca, nada salió de mi garganta, ni un sonido.

Esto fue porque ella se puso a llorar.

–Lo haces para molestarme… Te odio…  no puedo creer que había pensado en agradecer por lo de anoche… eres horrible. –

Ella dejó de llorar después de eso, limpiándose las lágrimas con un pañuelo. Yo puse las manos sobre el escritorio y recargué el mentón en mis manos, desanimado. Ahora me había ganado el odio de la chica más linda. Vaya que era un idiota.

–No basta tu agradecimiento de cualquier modo. –

– ¿Y porque no me dices de una vez que es lo que quieres? –

Preguntó ella, molesta al escuchar mi respuesta con poco ánimo. “Pero que densa era esta chica” ¿No que era muy obvio? Probablemente ella no supiera verlo tan simple como Oshizu–san. Aun así me resigné, no quería que ella me odiara, pero si iba a hacerlo de cualquier modo, entonces lo mejor era que supiera la verdad, por otro lado, pensé que eso la tranquilizaría. Me equivoqué.

–Me gustas, Kamakura… no hace mucho que te conozco, pero no dejo de pensar en ti…quería conocerte más, es todo. –

Le dije, no fue la confesión más emotiva, pero tenía que decirlo. Aunque por supuesto ella se lo tomó de mala manera, más bien pienso que no me creyó.

–Tu sí que eres un imbécil… No compartimos nada ¿Lo notas? Esto es porque yo soy una Kamakura y tú eres alguien sin nombre, no me conoces para nada ¿Cómo te atreves a usar esas palabras sólo así? ¡No tienes corazón! Ahora te odio más. –

Iba a irse después de eso, la detuve sosteniéndole la manga. Ella estaba escapando, no engañaba a nadie.

–Es porque tengo un corazón que uso esas palabras. –

Kamakura se dio la vuelta para mirarme, ya no había lágrimas en su cara, pero sus ojos brillaban con rabia y desconcierto.

–Pues yo no lo tengo… y aunque lo tuviera no te querría a ti, y déjame decirte algo, antes de que sigas pensando en cosas que nunca serán verdad… yo soy una pésima chica ¿Entiendes? Soy caprichosa y egoísta, y orgullosa también, y muchas, muchas cosas más que son aún más desagradables que eso, y mientras más cosas averigües de mí, más desagradable te voy a parecer… así que, por tu bien, mantente lejos de mí. –

Me dijo y se soltó, algo dentro de mí me dijo que si la dejaba ir, perdería la única oportunidad que tendría en toda mi vida.

–Si no tuvieras ni un poco de interés en mí, no me estarías advirtiendo de eso ¿No es cierto? ¿A quién quieres proteger Himiko? –

Usé su nombre a propósito, a sabiendas de que eso la ofendería demasiado como para irse sólo así. Ella se dio la vuelta de nuevo, volviendo sobre sus pasos y me dio una bofetada.

– ¿Cómo te atreves a usar mi nombre tan llanamente? Soy mayor que tú, y tu superior también, ¿Quieres que te explique la jerarquía? Insolente mocoso. –

Estaba bien recibir esa bofetada, muchos reciben peores golpes por avances mucho más vacilantes, ahora al menos tenía toda su atención, aunque no fuera el mejor modo de conseguirla, suspiré después de eso, ella permaneció allí parada, negándose a mirarme y con ese aire de realeza que siempre le ha caracterizado cuando se enfada. Mi nariz comenzó a sangrar.

–No respondiste mi pregunta. –

–Ni la voy a responder ¿Por qué iba a molestarme respondiendo a un sujeto como tú? –

–Porque ese sujeto te gusta. –

Ella enrojeció. Sí, así como lo digo, enrojeció.

Tuvo que tragarse su coraje para responder, ella estaba roja de la cara, con lágrimas en los ojos, ofendida y respiraba pesadamente, pero con todo y eso, ella respondió:

–Muy bien… chico valiente ¿Quieres una cita? Tendrás tu cita, pero una cosa te voy a advertir, más te vale que sea algo que me divierta, como nunca me he divertido en mi vida, y soy la chica más exigente que puedas imaginar… si sale mal, como va a salir, jamás en mi vida volveré a dirigirte la palabra. –

– ¿Y si sale bien? –

Pregunté, más que nada por seguirla haciendo enfadar, ya que le había tomado cierto gusto a esa expresión, era inevitable, Ella giró la cara, negándose a mirarme de nuevo, y admitió con una vocecita.

–Ya lo sabes… –

¿Eso quiere decir que saldría conmigo? ¿Sería mi novia? ¿Era eso lo que estaba diciéndome?

–Pero eso no va a pasar. –

Advirtió mientras salía del cuarto. Mi mente tardó todavía un rato en procesar lo que ella había dicho.

––––––––––

Para cuando reaccioné, mi celular estaba sonando.

Tomé el celular todavía confundido por lo que acababa de pasar con Kamakura. Creo que me dolía el estómago.

…Moshi–Moshi.

… Daitako, soy yo, mamá

Mamá me había marcado con un número que no conocía, pero el hablar con ella me ayudó a volver poco a poco al mundo real.

…Madre ¿Qué ha pasado? ¿estás bien?

…Sí, claro que estoy bien, estoy con Kirara–san, me ha prestado su teléfono porque me he quedado sin batería.

Si estaba con sus amigas (Kirara–san era una vecina que teníamos, de hecho, la madre de mi amigo Ibiki.) ¿Por qué estaba hablándole a su hijo en primer lugar?

–Bueno, quería avisarte que, tu padre y yo iremos de vacaciones, no vamos a estar durante un buen tiempo en la casa, seguro que no te molesta ¿cierto? No planeabas venir este fin de semana ¿cierto?

…Madre, deja de preocuparte, claro que me gustaría ir, pero con lo duras que se están poniendo las clases, no creo tener tiempo.

…Entiendo, entonces está bien ¿cierto?

Parecía que yo era el adulto y no ella, supongo que de alguna forma se sentía culpable, pero yo siento que ella tiene el derecho de hacer esto de cuando en cuando. Está bien si no dedica todo lo que tiene para su hijo… Más si hablamos de un hijo desconsiderado que la abandonó para venir al instituto en lugar de asistir a uno cerca de casa.

…Está bien, no va a pasar nada si te ausentas unos días, además, tú y mi padre se lo merecen, ambos han trabajado muy duro.

…Sí, creo que lo necesitamos, de todos modos sabes que si necesitas algo yo…

…Voy a colgar si sigues diciendo esas cosas, en serio, Madre, estaré bien.

Mi madre rio al teléfono, yo suspiré.

…De acuerdo entonces, esfuérzate en tus clases ¿Entiendes?

…De acuerdo madre, hasta pronto.

Y colgué. Siento que fue curioso que mi madre escogiera ese preciso momento para hablarme, pero por otro lado, aquella platica me permitió relajarme lo suficiente como para pensar en lo que estaba pasado.

¡Yay!

Es decir, iba a tener una cita, una cita con Kamakura. Puede que ella no quisiera que saliera bien, o que más bien tuviera miedo de que saliera bien, pero eso no cambiaba nada, el caso es que íbamos a tener una cita. Yo comencé a prepararme desde esa noche. No estuve del todo consciente del problema en el que me había metido hasta que comencé a descartar una idea tras otra.

Una cita romántica en el parque… eso es demasiado poco… a cenar… seguro que se enoja porque sólo pienso en comer… un hotel de amor ¿Qué tonterías estoy pensando?… de compras… seguro que eso sería peligroso. No soy millonario. Tengo dinero, pero no tanto como para arriesgarme a ir al centro comercial con alguien que se define a sí misma como “la chica más exigente que puedas imaginar” eso definitivamente no era una buena idea.

Suspiré, habiendo desechado sin piedad una idea tras otra por considerarlas poco viables. Definitivamente, necesitaba conocerla mejor. Lo del pollo frito había sido una agradable coincidencia, de hecho, una gran coincidencia, casi un milagro. Pero no era para nada probable que se repitiera y menos ahora que ella seguramente elevaría sus expectativas al máximo.

Además de todas esas cosas… ¿Qué se hacía en una cita?

Me recosté por un momento, de nada servía pensarlo yo solo, nunca había tenido una cita, si, a pesar de que tuve una novia, era una novia de otro tipo. Del tipo al que sólo ves en la escuela y no le dices a tus padres ni ella a los suyos. Es tu novia esa que se pasea con sus amigas mientras tú estás con tus amigos, y se hablan veinte minutos durante el descanso de las clases, pero desayunan por separado.

Cuando me di cuenta de lo patético que fue no pude hacer otra cosa que ruborizarme. Eso ni siquiera debió llamarse una relación. Nunca le puse un dedo encima tampoco. Ni creo que ella me lo hubiera permitido. Ahora eso era un problema porque yo no tenía idea de que hacer. Ese absurdo intento de relación no tuvo ningún sentido. No sirvió para nada, ni siquiera como experiencia.

–––––––––

Eso se vio reflejado a mi día siguiente en la escuela. Curiosamente cuando me enteré de lo que había ocurrido con Satou. Ese pobre idiota.

¿Les dije que mostraba confianzas muy pronto y sin sentido? Bueno, pues ese fue el problema con él. Uno de los muchos problemas que le cayeron encima. Sentí pena por él.

Todo comenzó cuando, por la mañana, Harusaki me volvió a decir que no me veía nada bien. Yo negué con la cabeza, es decir, estaba feliz, pero también estaba tenso, y preocupado.

–Tampoco has dormido bien ¿Verdad? puedes decirme lo que sucede. –

Dijo ella amablemente, yo sonreí. No estaba seguro de que ella realmente quisiera escucharme, podía estar solo siendo amable. Era muy común que le dijeras eso a la gente, también era común que, como yo, rechazaran la idea de hablar de problemas personales en casa.

–Estoy bien, sólo necesito descansar un poco. –

Le dije, cubriéndome un poco con la manga del uniforme para bostezar. Ella me miró con lastima.

–Lo único que puedo decirte es que, está bien si te esfuerzas, pero de nada va a servir si el día de los exámenes estas débil y no puedes asistir, te pondrán falta igual. –

Me reprehendió, yo negué con la cabeza de nuevo.

–No es eso, esta vez no estuve estudiando, tenía que pensar algunas cosas. –

Le dije. La alarma de inicio de clases sonó después de eso y no pudimos seguir hablando.

Durante el segundo descanso, yo comencé a sentir un hambre fatal, así que salir a buscar algo de comer. Fue en ese momento que me encontré con Yuutsumi–chan, quien estaba llevando unos libros a algún salón, me ofrecí a ayudarle. Fue una vergüenza que ella notara también que no había dormido.

– ¿Pasa algo? Tento–kun ¿hay algo de lo que quieras hablar? –

Bueno, hablar con ella tenía más sentido. Ella era una Sempai, seguro que sabía qué hacer en una cita.

–Sempai, ¿Puedo hacerle una pregunta? –

Tantas cosas habían pasado que yo había olvidado que a ella no le gustaba que le dijeran así, ella infló sus mejillas.

–Moo, no responderé nada si no me llamas por mi nombre. –

Me dijo, haciendo que se enfadaba. Yo no tenía ganas de jugar al chico que se avergüenza por todo, y siendo sinceros, ella era bonita, y su nombre también era lindo. Además, supuse que hacerla sentir en confianza haría que ella estuviera más dispuesta a ayudarme.

–De acuerdo, no hay porque enfadarse, Haruna–chan. –

Ella sonrió abiertamente.

–Así está mejor, ahora dime ¿En qué puedo ayudarte? No tengo que dudar de tu decencia ¿Verdad? –

Preguntó ella, al darse cuenta de que estaba mirándola fijamente. Pero no la admiraba, lo juro, sólo estaba expectante, como cuando un mendigo espera un pedazo de pan. Y lo que yo quería realmente era su consejo, el de una chica que pudiera tener más experiencia que yo para lo que me esperaba. Pero su desconfianza me hizo reír, y ella se rió también.

–Es broma. –

Dijo, con intenciones de no sonar tan desconfiada, yo asentí y expliqué.

–Bueno, la verdad es que voy a salir con una chica pronto, y quiero que sea especial, pero… no tengo idea de que hacer. –

Ella sonrió, como si estuviera acordándose de algo.

–Pensé que podría ayudarme, ya que es obvio que los chicos se le declaran todo el tiempo. –

Le pedí, bajando levemente la cabeza, de acuerdo, era un halago, estaba endulzándole los oídos para que me ayudara, pero estaba desesperado, ella se rió.

–Si vas a salir con una chica ¿Por qué estás coqueteándome? Eres un chico malo desde el principio, eso no está bien, Tento–kun. –

–Bueno, yo solo pensé que podría saber de lugares divertidos. –

Le dije, bajando la cabeza. Ella me miró y se colocó un dedo en la mejilla, dubitativa.

-Es cierto que conozco algunos lugares divertidos, el karaoke por ejemplo, pero los lugares que me funcionan para divertirme pueden no ser adecuados para todas las chicas ¿Por qué no me dices qué edad tiene? –

–Sólo sé que va en tercer año de instituto, no estudia aquí, de cualquier forma, es una compañera de cuarto en donde vivo. –

–Te gustan mayores ¿eh? –

Llegamos a nuestro destino, y ella entró brevemente a dejar los libros al maestro.

–No es que me gusten mayores, bueno, no es un estereotipo, debe ser ella. –

Ella se sonrojó levemente.

–Si alguien me hablara como tú estás hablando de ella, estaría pasmada ¿sabes? –

Preguntó ella. ¿Y Satou? Me preguntaba en ese momento. Pero no dije nada por miedo a salir del tema.

– ¿Y cómo es que es ella? Si dices que tiene que ser ella, es porque hay algo que te llama la atención ¿No es cierto? ¿Qué la hace tan diferente de tantas chicas de instituto que hay en el mundo? –

Me preguntó. Una pregunta muy sabia, tengo que admitirlo, porque hasta entonces lo entendí. Si yo entendía que era lo que me gustaba tanto de esa chica, quizá comprendería la forma de hacer que ella estuviera feliz, explotando para ello la información que tuviera acerca de su personalidad. Sin embargo, tuve que admitirme a mí mismo, que no sabía mucho, se lo dije, ella soltó una risita.

–Así que es del tipo misterioso, está bien, creo que eso forma parte de su encanto. –

– ¿De verdad lo crees? –

–Bueno, no la conozco… pero supongo que si ¿Qué más? ¿Qué le gusta hacer? –

–Cosas raras. –

Dije, sin pensar mucho en la enorme cantidad de significados, no todos buenos, que esas palabras tenían. Haruna–chan retrocedió. Supongo que ella si lo malinterpretó, yo negué con ambas manos.

–No esa clase de cosas… quiero decir… le gusta leer libros extraños, con palabras raras que a veces no entiendo, es rebuscada para hablar, usa el síndrome de Gokigenyou en ocasiones, es… como decirlo, aristocrática, y camina elegantemente, se viste muy linda siempre, es reservada y no habla mucho conmigo pero… estar cerca de ella es agradable, no es tranquila, y casi siempre está enfadada conmigo, o me mira hacia abajo… pero es hermosa y aunque no suele sonreír, las pocas veces que lo hace son maravillosas… –

Haruna sonrió, mirándome con lástima. Guardé silencio.

–Estás enamorado. –

Dijo ella, nos habíamos detenido a conversar en las escaleras.

–Y te gustan los retos, por lo que veo… no parece que vaya a ser una cita fácil. –

–Ella dijo que no me volvería a hablar nunca si esto salía mal… –

Le dije, bajando la cabeza, Ella cambió de semblante en ese momento, y poniendo una cara pensativa, me miró insistentemente.

–Dime algo… ¿Podría ser que estás hablando de Kamakura? –

Yo la miré atónito. Y ella me miró con lastima. No tuve ni que asentir.

–Entonces… si es ella… –

Dijo ella. De todas las cosas que llegue a pensar de Haruna, no se me ocurrió nada parecido, simplemente no sabía que decir. Lo único que hice fue preguntar algo estúpido.

– ¿La conoces? –

–Sí, más o menos, verás… Fue… mi Sempai en el colegio. –

Dijo ella, bajando la cabeza. No parecía que guardara buenos recuerdos acerca de ello.