Capítulo 8: Cita con una princesa.
El despertador sonó a las siete de la mañana menos diez minutos. Pensé que sería el único que estaría despierto a estas horas en un sábado, pero escuché ruido en la planta baja.
Parecía que la casera ya estaba despierta también. Yo había preparado mi ropa desde la noche anterior, y dado que tuve poco tiempo, no estaba del todo seguro de que lo que iba a llevar fuera lo correcto. Decidí no pensar más en el asunto mientras me apresuraba a tomar un baño.
Iba saliendo del baño cuando escuché un SMS en mi celular, no era común que recibiera un mensaje a no ser que fuera importante, así que incluso me apresuré más. Salí del baño con la toalla a medio acomodar, corriendo y sin sandalias.
El mensaje decía:
¡Quiero bañarme!
Y una carita enojada. Era de Kamakura. No recordaba haberle dado mi número de todos modos, pero en ese momento lo único que pensé es que era una niña caprichosa por hacerme salir corriendo del baño.
Salí de mi alcoba con algo de hambre, ya preparado para la cita, serían al menos las nueve de la mañana, me ocupe de verme relativamente bien, no era mucho lo que podía hacer, pero seguro ella no podía decir lo mismo. Seguía bañándose. ¿Cuánto iba a tardar? Imposible saberlo. Envié un mensaje de vuelta, ya que el recibir el mensaje me había dado su número telefónico.
“Te espero afuera, aún es muy temprano, pero por otro lado, encontrarnos fuera hará que se sienta más como una cita”
Ella contestó inmediatamente, mientras yo bajaba las escaleras después de tomar mis cosas.
“Eres un pervertido, me estoy bañando ¿No puedes esperar a que termine? ¿Y por qué me vas a hacer caminar?”
Le respondí mientras compraba una bebida.
“Estaré esperando en la estación del autobús, no iba a pedirte que caminaras tanto si vivimos en la misma casa”
Y dicho esto me dirigí a la estación a tomar mi Coca–Cola y esperar. Ella no respondió otra cosa que no fuera con una carita feliz. Y terminé mi Coca–Cola, y otra, y otra más, mientras esperaba.
Eran las doce de la mañana cuando ella apareció, no hacía calor, así que por ese lado no tuve que quejarme, pero se había tardado mucho en arreglarse, aunque como siempre, había valido la pena. Llegó vestida como si fuese una celebridad, y no una chica escolar, y mientras caminaba comenzó a llamar la atención de las personas, los hombres volteaban a verla con admiración, las mujeres con odio, pude notar como algunas comenzaron a murmurar.
Esta chica no conocía la palabra humildad, su vestimenta, su forma de caminar, la forma en la que se paró frente a mí, todo en torno a ella gritaba “Soy mejor que tú.”
Era una princesa, era una cara que nunca había visto sobre ella, y estaba a punto de descubrir lo que eso significaba.
–––––––––
Yo me quedé allí mirándola como un tonto, hasta que ella sonrió y dijo:
–Ya estoy aquí. –
Asentí con la cabeza, todavía sin poder creer que estaba teniendo una cita con una chica semejante. ¿Qué necesidad tenía esta chica de ser humilde? Y a cualquiera que me diga que me excedo en las alabanzas, lo único que puedo decirle es que jamás ha visto una mujer igual, nunca, en su vida.
–Te ves linda. –
Le dije, ella comenzó la cita enfadándose por ese cumplido.
– ¿Qué quieres decir con eso? ¿Es acaso algo extraño que me vea linda? –
Preguntó, al fin había encontrado una respuesta para eso ¿no? La última vez, ese cumplido la desarmó, pero no podía esperar que siguiera funcionando.
–No es eso… es que hoy… –
U respuesta me hizo titubear a mí un poco, ella me interrumpió con un gesto de desaprobación.
–Déjame decirte algo, no me veo linda, yo SOY linda, así que no necesitas recordármelo. –
Me apuntó ella, haciendo un gesto con la mano. Pero si me había dicho apenas ayer que quería ser halagada… en fin, como ella empezó a caminar, comencé a caminar a su lado, es decir, era una cita. Pero Kamakura iba caminando en silencio, sin mirarme.
–Lamento si te ofendí. –
Le dije, más que nada con la intención de que ella se relajara.
–Deja de disculparte por todo, si siempre te disculpas ¿Cómo voy a saber que tus disculpas son sinceras? ¿Te disculpas por llamarme linda? ¿Es eso? –
Bien, no puede hacerse nada, era muy obvio que estaba terriblemente nerviosa, a pesar de que intentaba aparentar tranquilidad, yo decidí que lo mejor era que se relajara, así que respondí sinceramente.
–No me disculpo, eres linda. –
– ¿Sólo linda? –
Preguntó ella, con evidente desconfianza. Un montón de ideas se me vinieron a la mente con la forma en que ella dijo eso, bajé la cabeza, avergonzado y ella sonrió satisfecha después de eso, se acercó a mi oído y me susurró.
–Per–ver–ti–do. –
Y poniendo sus manos en el pecho apresuró el paso. Yo la seguí. Poco a poco, el ambiente entre nosotros se relajó, al tiempo que dejábamos atrás la avenida principal.
––––––––––
Una vez fuera de la avenida principal, Kamakura sacó un encendedor de su bolso y encendió un cigarrillo, me miró luego, expectante, como si estuviera preguntándose si me enfadaría o me incomodaría. Pero siendo sinceros, yo no pensaba que tuviera autoridad alguna para decirle que hacer y qué no hacer.
Otra cosa es que, mi padre fumaba con regularidad, al menos mientras estaba en casa, y por más que mi madre se quejó, mi padre nunca hizo caso, argumentaba que en su casa él podía hacer lo que quisiera. Por eso es que, personalmente, estaba algo acostumbrado al humo del cigarrillo.
Ella me cedió su bolso al tiempo que encendía el cigarrillo, sin siquiera preguntar, como haciendo muy obvio que yo debía cargar con él, yo me quedé atrás un momento, mirando su trasero balancearse hipnóticamente mientras caminaba, es cierto que no me había importado mucho antes, pero ahora que lo veía en movimiento claro que era importante. Ella volteó a verme, visiblemente complacida, aunque dijera lo contrario.
– ¿Vas a quedarte allí mirando? Ya te dije que no me gusta que pongas esa cara cuando me ves. –
Reaccioné y fui a su encuentro. Ella se comportaba con una seguridad que daba miedo, a su lado me sentía algo pequeño, y como siempre que eso nos sucede a los hombres, comenzó la paranoia. ¿Qué si alguien más la veía? Ella era hermosa después de todo.
–Creo que tu vestimenta llama un poco la atención. –
Así como el sentirse pequeño lo vuelve a uno paranoico, también te quita la seguridad al hablar, yo bajé la cabeza al decir eso, porque sabía que lo que estaba diciéndole estaba mal. Ella se rio de mí.
– ¿Dónde está la seguridad con la que me hablabas hace un momento? –
Preguntó ella, sonriéndome.
–Es sólo que acabo de notar, que no soy el único que se siente atraído por ti. –
Ella arrojó su cigarrillo al suelo, yo estaba ocupado mirando a un sujeto que miraba a Himiko. Ella se acercó a mí, y puso su rostro cerca de mi oído.
–Aunque es lindo que te sientas así, estoy aquí porque estoy contigo, ten un poco más de confianza en ti mismo, no soy una muñeca sin voluntad, tengo ganas de tener esta cita contigo, y nada de lo que haga nadie me hará cambiar de parecer. –
Ella se susurró todo eso al oído, sonaba increíblemente persuasiva, cuando volteé a verla, ella estaba sonriendo. Kamakura tenía razón, puede que todo el mundo volteara a verla, pero ella estaba saliendo conmigo, no importaba como lo vieras, nadie iba a arrebatármela. Suspiré después de aceptar eso, seguro que se ofendería si desconfiaba de ella de la nada.
–Lamento haberme puesto nervioso. –
Le dije, ella asintió sonriente. Supongo que por ser mi primera cita, no estaba muy seguro de cómo debía actuar, pero fue un alivio que ella no se incomodara por mi actitud, que dicho sea de paso, ahora entiendo que fue bastante infantil.
–Me gusta más cuando eres claro y vas a la ofensiva, no me gustan los chicos que no tienen agallas. –
Me dijo.
– ¿Prefieres que te avergüence? –
Pregunté, algo sorprendido por la afirmación, pero ella lo tomó como un reto.
–Si crees que puedes hacerlo… –
Tener agallas. Seguro que las necesitabas para salir con una chica como esta. ¿Era por esto que esa clase de chicas solo salen con los de su clase? No tuve tiempo de averiguarlo, estaba tan idiotizado por la forma en que ella actuaba que mi cerebro no procesaba con normalidad.
“No te entrometas en asuntos de tus superiores, o tendrás dificultades demasiado grandes para ti”
Mi abuelo solía decir eso a menudo, pero no entendí del todo a qué se refería hasta que conocí a Himiko. Bueno, ya estaba metido en esto. Tendría que esforzarme por hacer que esto saliera bien. Seguro que ella esperaba mucho de mí.
–––––––––
Paramos en un puesto de helado antes de continuar con nuestra cita, como he dicho, no era un día particularmente caluroso, pero pensé que podría ser una buena idea. Como era de esperarse, ella pidió un cono enorme, el más lujoso y costoso que tenían. Estábamos en un parque inmenso que hay cerca de donde vivíamos.
–Siempre quise uno de estos. –
Dijo ella después de dejar el puesto. Estaba sonriendo. Yo pedí un cono doble, tampoco quería verme como un idiota pidiendo uno sencillo. En este parque había un lago artificial bastante grande, y un sitio donde podíamos conseguir un bote. Supuse que aquello sería adecuado para una cita con una chica como ella, al menos para empezar.
– ¿Nunca los habías comido? –
Pregunté mientras caminábamos, los árboles se movían levemente con el viento.
–Sería un poco patético venir a pedir un helado de este tamaño yo sola. –
Dijo ella, mirándome con coraje, yo encogí los hombros.
–Podemos venir por más cuando tú quieras. –
Eso fue lo que le dije, en su rostro apareció una pequeña sonrisa, aunque supongo que dentro de mi estaba tratando de asegurarme de que habría más citas con ella.
–Admito que, luego de los primeros tropiezos, esto está mejorando, creo que, podríamos venir más veces. –
Dijo ella, creo que era su forma de decir que ella también esperaba que hubiera más citas. Su respuesta me ayudó a relajarme, subimos al bote después. Hay que ver que remar era difícil, mucho más cansado de lo que me atreví a pensar en un principio. Y era más que obvio, que el único que haría esfuerzo con esto, sería yo. Ella sólo estaba sentada aristocráticamente frente a mí, cruzó las piernas con naturalidad mientras acomodaba una pequeña sombrilla que llevaba.
Como llevaba una falda color rojo sangre y unas medias largas del mismo color, la piel blanca de sus muslos resaltaba aún más cuando ella cruzaba las piernas. Seguí remando sólo con la intención de concentrarme en otra cosa mientras ella se acomodaba la falda cuando notó que mis ojos estaban encadenados a ella, pero no dijo nada.
Después de unos momentos, ella miraba el lago con detenimiento, cosa que yo aproveché para descansar, agradecía enormemente que el clima no estuviera caluroso, o esto de verdad sería insoportable. Detuve el bote por un momento, para relajar los brazos un poco.
Himiko contemplaba el paisaje, yo la contemplaba a ella. Tengo que admitir que estar los dos solos, en el bote, lejos de todo y de todos, le daba un toque de intimidad al momento, era difícil de describir, siendo sinceros me puse algo nervioso.
– ¿Te has aburrido? –
Preguntó ella, al darse cuenta de que nos habíamos detenido. Yo trataba con todas mis fuerzas, evitar mirar hacia el punto donde sus piernas se cruzaban, es decir, quería verlas, pero como yo sabía que la estaba mirando de forma pervertida, me avergoncé y no quise responder, sólo negué con la cabeza.
–Otra vez esa mirada. –
Dijo ella, al parecer, fingí en vano no percatarme de lo provocativa que aquella imagen me resultaba. Es cierto que sus pechos eran también grandes, pero no estaban descubiertos como sus muslos. Empezaba a tener un problema.
–Lo siento. –
– ¿Lo sientes? Sientes ¿Qué? –
Preguntó ella, ofendida.
Esa pregunta me puso en un aprieto, sobre todo cuando me di cuenta de que ella comenzaba a verse enojada. Repasé mentalmente cada una de mis posibles respuestas, sólo en caso de que hubiera alguna con la cual pudiera evitar que se enfadara.
–Lamento que seas tan hermosa que no puedo… dejar de mirarte. –
Eso fue lo que le dije. Cerré los ojos esperando que ella se enfadara porque soy un pervertido, pero ella simplemente evitó mirarme, guardó silencio durante un momento, luego suspiró, derrotada.
–Bueno, no puede hacerse nada… eres un chico después de todo… a los hombres les gusta ver ¿No es cierto? Es algo normal… puedo permitirte eso, mientras sólo sea a mí. –
¿Eh? En ese momento no pude comprender por qué había decidido que estaba bien que la mirara, supongo que quería sentirse halagada ¿A todas las chicas les gustaba que las vieran? Y si así era ¿Por qué se enfadaban entonces?
Nunca he sido alguien vanidoso, ni siquiera llegar a creer que el atractivo físico juega un papel importante en la vida. Había mencionado que tuve una novia. Pero no fue mi novia porque fuera bonita, lo fue porque ella era siempre amable y me ayudaba con mis tareas. Y ahora aquí estaba, frente a una chica que cómodamente se había tomado tres horas en arreglarse, por un sentimiento que escapaba de mi comprensión.
– ¿No vas a decir nada? Si me encuentras bonita, lo menos que podrías hacer es decírmelo, ya que vas a estar allí como un tonto mirando. –
Me dijo ella, reclamando. Yo iba a decir algo, pero mi mente estaba en blanco, y el no poder decir nada, me hizo sentir algo miserable. Me quedé en silencio mientras bajábamos del bote.
–––––––––
“Esto no puede seguir así, la estoy decepcionando, tengo que mejorar la situación”
Eso era lo único que podía pensar mientras caminábamos, yo intentaba llevarla a un restaurante elegante que había investigado con anterioridad. Otra cosa es que tenía la cabeza baja porque la imagen de sus muslos (y lo que había entre ellos, que no pude ver) todavía seguía en mi mente.
Caminábamos en silencio, yo aún llevaba su bolso, las demás personas volteaban a verla. Después de unos momentos, ella se acercó a mí, parecía que finalmente ella estaba empezando a incomodarse por las miradas, hay que admitir que algunas de ellas eran lascivas.
– ¿Podemos entrar ya a algún sitio? Las muchedumbres me ponen nerviosa. –
Dijo ella, y con razón, estábamos ahora acercándonos al centro de la ciudad y mientras más te acercabas, los barrios tranquilos iban dando paso cada vez más a un mar interminable de gente que comenzaba a llenar las calles. Ni que hacerle, hice a un lado mi cobardía por un momento, y la tomé de la mano. No sé porque lo hice, supongo que ella no era la única a quien la gran cantidad de gente le incomodaba.
–No pareces estarte divirtiendo. –
Dijo ella, yo suspiré, una vez que entramos a una calle ligeramente cuesta abajo, donde evidentemente había menos gente. Yo voltee a verla, ella tenía una expresión deprimida en el rostro. Ni que hacerle, confesé.
Tuve que entender, diríamos que por la fuerza, que tratándose de ella, lo mejor era ser sincero y decir lo que realmente pasaba.
–Estoy muy nervioso, yo esperé mucho por esto ¿sabes? Lo planee mucho, pero ahora que estas aquí, no sé qué debería hacer… es mi primera cita, no tengo experiencia en esto, ni siquiera sé si te estas divirtiendo… –
Ella me puso un dedo en los labios.
–Se cómo eres siempre, y estarás bien. –
Me dijo ella, luego sonrió, era una sonrisa algo forzada, pero pude notar que ella estaba haciendo lo posible para que yo me sintiera mejor. No podía defraudarla.
–Sé que por esta zona hay un restaurante elegante, quería que fuéramos allí, ya que pasa de medio día, pero, no pensé que hubiera tanta gente. –
Expliqué, ella parecía complacida por la idea, y ya que íbamos tomados de la mano, cuando menos tanto ella como yo comenzábamos a sentirnos más seguros, también debo decir que ni ella ni yo estábamos acostumbrados a la inmensa cantidad de gente que había ahora en las calles, nuestros barrios siempre eran más tranquilos.
–Más te vale que merezca la pena. –
Dijo ella en voz baja mientras caminábamos, yo estaba punto de decir :Como usted ordene. Pero no lo dije porque pensé que eso podría hacerla enfadar. Y ya que estaba tomándola de la mano, lo que menos quería era que se enfadara y me soltara.
Fuimos al restaurante entonces, ella pareció acostumbrada a esta clase de lugares, aunque no pudiéramos decir lo mismo de mí. No sabía comer con cubiertos, así que pedí comida que pudiera comer con los palillos y no hacer el ridículo, de todos modos, ella se quejó por los asientos, por la mesa, y por lo mucho que se tardaron en traerle su comida.
Poco a poco, y luego de todos esos percances, la cita comenzó a trascurrir más normal, fuimos al mirador que hay junto a la costa, compramos Dango para ver el atardecer, ella ya no se quejó, y parecía disfrutar la cita, supuse que había mejorado.
–––––––––
Después de eso, y como aun teníamos mucho tiempo paseamos un poco por la ciudad, hasta que ella se encontró con una cartelera de cine, donde permaneció un momento viendo lo que estaban presentando.
No hubo que pensarlo mucho para entender que ella quería ir al cine, así que bueno, eso hicimos.
–Quiero ver esa. –
Dijo ella, era el cartel de una película de fantasía. Ni idea de que le gustaran estas cosas, pero por mí, mientras haya espadas, dragones y magos, todo estaba bien. Compramos palomitas y entramos al cine.
– ¿Te gustan esta clase de películas? –
Pregunté, antes de que la función comenzara, no había mucha gente en la sala.
–Bueno, no soy especialmente amante del genero… pero tengo que admitir que esta película me atrae bastante, ya he leído la historia, de cualquier modo. –
Así que tenía un libro o algo así, a ella le gustaba mucho leer, quizá debí considerar una cita a la biblioteca, aunque bien pensado, puede que no le hubiera gustado, es decir, si quisiera leer se quedaría en casa… me hice todas esas conjeturas mientras la película comenzaba.
No entendí mucho a decir verdad, pero ella pareció feliz. Recordando una escena en particular, hay una donde el protagonista rechaza a una chica de cabellos rubios, para después irse en un caballo a enfrentar a unos tipos malos. En ese momento ella hizo una exclamación.
–Pero que hombre tan cruel ¿Cómo puede decir eso tan duramente? Los hombres son seres horribles. –
Me vi en la necesidad de defenderlo, más que nada por mi propia situación.
–Sólo estaba siendo fiel a sus sentimientos, él tiene a alguien ya. –
– ¿Es cierto? ¿Está enamorado? –
–Claro que sí, ¿recuerdas a la chica de cabellos negros? La elfa de cabellos negros que es una princesa de no sé dónde, él está enamorado de ella, no puede corresponder a esta chica. –
–Oh vaya… de todos modos tenía que haber sido más amable… debió tener tacto para decirlo, no sabe leer el ambiente. –
Se quejó, parecía muy firme. Quería contradecirla, pero había que hacerlo de forma sutil.
–Puede que esto haya pasado antes de que se inventaran palabras más amables para decirlo. –
Le dije, ella pareció considerarlo seriamente.
– ¿Y si la otra chica sólo está jugando con sus sentimientos? –
–Puede ser… aun así, él tiene que confiar en ella, además, aún tiene su collar, eso tiene que significar algo. –
Resultó que al final tuve razón, lo digo porque el protagonista se hace rey, y siendo rey se casa con la chica elfa, fue un final muy emotivo.
Ella salió del cine con una sonrisa en el rostro, que ya no era pequeña ni fría, no dije nada por miedo a avergonzarla, aunque por dentro estaba tan feliz que podría desmayarme, después de todo, esto no fue un completo desastre.
––––––––––
– ¿Te ha gustado la película? –
Preguntó ella casualmente, caminábamos a casa.
–La verdad, siento que me ha faltado de ver una parte, no comienza por el principio, y hubo cosas que parecían haber pasado y yo nunca vi. –
Expliqué, ella sonrió satisfecha.
–Si quieres, y si no te parece aburrido, puedo prestarte el libro que tengo, claro está que deberías cuidar ese libro con tu vida. –
Continuamos caminando cuando vimos a los mismos tipos de la furgoneta pasar repartiendo no sé qué cosas en una esquina, ella haló de mí y nos acercamos.
– ¿Los conoces? –
Pregunté mientras ella parecía muy interesada en acercarse.
–Claro que no… pero… digamos que me agrada lo que dicen. –
Me explicó ella, yo encogí de hombros. Ellos nos dieron un folleto que yo no leí en ese momento, y un pin, que ella se colocó al instante en la tapa de su bolsa de mano. Era uno con el sol, el sol de Japón.
Después de eso, los tipos de la furgoneta se fueron, ella pareció aún más feliz por ello, por lo cual yo me sentí un tanto celoso, pero no estaba seguro de que hacerle saber eso fuera una buena idea.
–Tú me das suerte. –
Me comentó ella, yo volteé a verla, ella también.
–Nunca los he encontrado cuando voy yo sola. –
–Pasan seguido por aquí, pero no sé de dónde vienen o a donde van, aunque si te ha hecho feliz, me alegro de cualquier modo. –
– ¿Te desagradan? –
Preguntó ella, la verdad es que nunca me había fijado en esas personas, como dije, uno no presta atención a no ser que estés personalmente involucrado, y… bueno, ahora yo lo estaba. No supe que responder.
–No lo sé. –
Fue lo que le dije.
– ¿Tu qué piensas? –
Pregunté después. Tal vez fue que una parte de mi deseaba saber si ella estaba interesada en alguna de esas personas en específico. Como he dicho, sentí celos, ella parece haberlo notado y me tomó de la mano.
–Que tienen razón, y me alegro de que hayas estado aquí, de otro modo, no me hubiera atrevido a acercarme. –
Explicó, pero si hacía un momento se quejaba de que nunca los encontraba.
–Que una chica como yo se acerque a unos tipos en furgoneta sola es raro… –
Explicó ella después, girando la cara, yo estaba demasiado concentrado en el contacto con su mano, tanto que decidí que no pensaría en aquello de momento, sostuve su mano, y nos fuimos a casa.
Tuve que entender, con el paso del tiempo que, a ella le agradaban estas personas, pero tenía miedo de acercarse. Pero como dije, ahora estaba personalmente involucrado con esas personas, y Himiko tampoco iba a pasar eso por alto.
––––––––––
– ¿Te ha gustado a ti? –
Pregunté yo
Estábamos en casa, mientras Oshizu–san nos miraba a los dos de mala manera por haber salido tanto tiempo sin decir nada. Hay que admitir que realmente me sentí mal por ello. A Himiko no pareció afectarle demasiado. Luego me enteraría de que ella estaba acostumbrada a los regaños.
– ¿La comida? Bueno… no estaba mal. –
Respondió ella, bebiendo su te elegantemente.
–La película. –
Repliqué, tratando de retomar la conversación que llevábamos antes de acercarnos a los tipos con furgoneta.
–Las partes comprensibles, sí, lo demás ha sido acerca de hombres tontos haciendo cosas más tontas aún, y vanagloriándose después por quién ha sido el más idiota. –
Esa fue su respuesta, tuve que pensarlo un poco para entender a qué se refería.
–Te refieres a poner en riesgo su vida ¿No? –
Pregunté, la verdad es que para mí esa clase de cosas tenían mucho sentido, al parecer para ella no lo tuvieron. En absoluto.
–No es solo arriesgar su vida, uno arriesga su vida todos los días, puedes caerte y romperte el cráneo, puedes ser arrollado por un camión, pero correr directamente hacia el peligro… bueno, no es algo que pueda considerarse muy listo. –
–Son héroes, es lo que hacen. –
Repliqué.
–Pues no me gustan mucho, dejan atrás a sus familias, a sus mujeres e hijos, por ir a probar que tan estúpidos pueden ser… sé que es una historia pero a veces es un poco… tonto. –
Repuso Kamakura, girando la cara, como si intentara establecer que si no tenía la razón, entonces ella no hablaría conmigo. Hay que ver lo caprichosa que era, pero supuse que era una buena señal. Eso no evitó que me ofendiera por el comentario.
–Héroes como ellos hicieron de este mundo lo que es, no puedes culparlos por abandonar a su familia, hay cosas más importantes. –
– ¿Cómo qué? –
–Bueno… como defender a tu país de los mongoles. –
Kamakura se quedó perpleja por un momento, tanto, que pensé que le había hecho enfadar, pero luego una risa cristalina salió de su boca.
– ¿A qué viene eso? –
Preguntó ella en medio de la risa. Yo incliné la cabeza.
–Bueno, tuvieron que ir hacia el peligro de todos modos, eso los convierte en héroes, pero si te sirve de algo, a pesar de que haya sido algo tonto, igual agradezco que tu familia nos haya defendido. –
Expliqué, ella se llevó la mano a la boca por un momento, para tratar de contener su risa, poco a poco, recuperó el control de sí misma, al mismo tiempo que preguntaba.
–Eso es aún más tonto ¿Dónde escuchaste esas cosas? –
Preguntó ella.
–Lo escuché de alguien en la escuela, mencionaron a una chica elegante, caprichosa y muy linda, tenías que ser tú. –
–Bueno, sólo para que lo sepas, yo nunca pretendí que lo agradeciera nadie, eso lo inventaron ellos, yo lo único que hice fue recordar que era mi familia quienes gobernaban en Japón en aquellos años. –
Bueno, eso sonaba bastante más comprensible que lo que Yuutsumi me había dicho. Quizá Haruna sólo había escuchado un rumor, en cuyo caso, el rumor podía haber exagerado muchas cosas. Es difícil decir que es cierto y que no cuando ha pasado por tantas bocas.
Kamakura me dijo aquello sin mirarme, fue en ese momento que Oshizu–san entró al comedor.
–Vaya, parece que se llevan mejor que la última vez. –
Comentó ella con una sonrisa. Yo bajé la cabeza.
–Hemos tenido una cita, es mi primera cita ¿No vas a felicitarme? –
Preguntó ella, sonando molesta, supongo que por un momento, se olvidó que yo estaba allí.
– ¿Felicitarte por haber conseguido un sirviente nuevo? Perdona, no sabía que era tan importante, supongo que ahora ya no necesitarás los cuidados de una anciana. –
Respondió Oshizu–san. En un instante, había sido dejado de lado en la conversación, me quedé aún más perplejo cuando Oshizu–san mencionó la palabra “sirviente”
–No, eso nunca, siempre voy a necesitar de ti y lo sabes… –
Respondió Kamakura. Yo me quedé viéndola a ella, en algún momento pensé que ellas no se llevaban bien, ahora entendía que ellas se llevaban en realidad muy bien. Tal vez demasiado. A eso salió la duda en mi cabeza. ¿Cuánto tiempo hacía que ellas se conocían?
–Bueno, parece entonces que tu cita salió mejor de lo que esperabas. –
Dijo ella, Kamakura enrojeció y miró hacia otro lado. Tomó de su té en silencio, luego miró a la casera con ojos asesinos.
–Salió decente, lo cual no hubiera sido posible sin la ayuda de cierta anciana entrometida. –
–Alguien tenía que darle un norte, no puedes culparme por ello. –
Pensé que hablaban de mí. Oshizu–san dijo eso y luego de eso se fue. Kamakura se levantó, caminó hasta la puerta del comedor y me miró por un momento.
– ¿A que estas esperando? –
Preguntó, llevándose una mano a la cintura.
–Llévame a mi alcoba. –
Arqueé una ceja por un momento, pero como ella no parecía estar hablando en broma, me puse de pie y subimos las escaleras.
––––––––––
Iba mirando su trasero mientras caminábamos, ella abrió la puerta de su recámara y entró.
–Llevas mirándome todo el día ¿No te cansas? –
Me dijo ella, volteando a verme con una mirada enfadada en el rostro, yo negué con la cabeza sin decir palabra, ella ladeó la cabeza y suspiró.
–No te quedes allí parado, entra. –
Me dijo ella, yo vacilé un momento, había escuchado historias acerca de escenas como esta… y siendo sinceros, tenía miedo.
– ¿Esta eso bien? –
Ella suspiró, dio una vuelta a sus ojos, y volvió a mirarme.
–Quiero hablar contigo ¿ya? –
Cerré la puerta tras de mí, ella se alejó, aproximándose a su ventana.
– ¿Te ha gustado la cita? –
Preguntó ella sin mirarme, una pregunta extraña, si hablamos de alguien que esperaba que lo arruinara desde el primer momento, pero de nuevo estaba equivocado, y todo lo que había pasado con Kamakura desde que la conocí, pasó frente a mis ojos en esos momentos. Una luz se encendió en mi cabeza. Entendí todo.
–Cuando te referías a que “saliera mal” estabas hablando de ti misma ¿Verdad? Eras tú quien tenía miedo de arruinarlo. –
– ¿Es tan obvio? –
–Te esforzaste todo el rato por no parecer una déspota egoísta que sólo piensa en sí misma, comparado con lo que he escuchado de ti, parece que he salido con una chica completamente diferente, así que… si, fue muy obvio. –
– ¿Y qué tal ha ido? ¿Te ha gustado aun así? ¿Saldrías conmigo aun así? –
Preguntó ella ¿Es que alguien podría, en mi situación, decir no y sólo darse la vuelta e irse? Creo que no.
–Me gustas, Kamakura. –
–Sí, pero eso no lo hace más fácil. –
Se quejó ella, yo me paré a su lado, ella miraba a la calle, a la nada.
–Hace todo más fácil, mi vida es más fácil, ¿No te sientes tu así? –
Pregunté, comenzaba a hartarme de hacer suposiciones porque nunca eran lo que yo esperaba que fueran, como en este caso, y en todos los anteriores. Lo digo porque ella negó con la cabeza.
–Al contrario… todo se vuelve difícil, más difícil que de costumbre. –
Explicó, luego se apartó de la ventana y se sentó en la cama, yo volteé a verla desde donde estaba. No cabía duda, ella estaba acomplejada ¿Cómo es que tu propio orgullo puede acomplejarte tanto?
–Averiguaste cosas sobre mí, y aun así sigues aquí, no sé si eres masoquista o algo así, pero estás, y a pesar de que eso no resuelve nada, cuando menos explica por qué de un momento a otro parecías ser más inteligente, estar un paso adelante… –
– ¿Eso te hace feliz o te enfurece? –
Pregunté, ella estaba hablando tan rápido que parecía que estaba enfadada, aun así, sonreía, era una sonrisa que no parecía poder quitar de su cara aunque quisiera.
–Me halaga, pero también me hace sentir vulnerable, siento que podrías… hacerme daño en cualquier momento, y no podría hacer nada sino llorar… así me siento, y como sin duda sabes, no es una sensación placentera. –
– ¿Y porque iba a querer hacerte daño? –
Pregunté, ella me miró con los ojos llenos de lágrimas. Nunca creí que vería esa cara de ella, la cara de una chica asustada. Ella era tan segura de sí misma siempre que fue difícil soportar esa mirada.
–Porque… los hombres no quieren mujeres como yo, somos problemáticas, y porque las personas siempre tratan de destruir cualquier cosa que no puedan comprender, y aceptémoslo, no soy nada fácil de entender. –
–No puedo estar de acuerdo con esa afirmación. Hay quienes tratamos de entender cosas, aunque nos cueste la vida. –
–Eres masoquista entonces. –
Dijo ella, con un dejo de desprecio, que en realidad parecía bastante falso.
–Tu sabes que no soy amable… tu sabes que no tengo ni la más mínima idea de cómo serlo, ni tengo intenciones de ser amable, sin embargo… bueno, durante la cita, quise gritarte muchas veces, pero algo siempre me detenía, como diciéndome que no estaría bien decir eso, y nunca me había sentido así. –
Explicó después.
–Por eso quiero saber, si lo hice bien, no soy buena siendo “linda” pero… quería serlo. –
Explicó. En ese momento, como si lo hubiera estado esperando, el señor esponjoso se paró en la ventana, yo lo cogí y lo llevé hasta donde Kamakura. El gato saltó a sus brazos como si la hubiera extrañado mucho.
– ¿Sabes? Me agrada el señor esponjoso. –
Le dije, ella me miró, mientras acariciaba al gato.
–Me mordió en el árbol el otro día, y aun así me agrada. Me seguiría agradando incluso si volviera a morderme, no puedo evitarlo, me agradan los gatos… él no tiene que comportarse diferente para agradarme, agradecería si evita morderme, por supuesto, pero por otro lado, él es como es, y así está bien. Y está bien también que seas como siempre eres. –
– ¿Incluso si es difícil? ¿No te rendirás y me abandonarás un día? –
Preguntó ella, secando una lagrima necia que se atrevía a resbalar por su mejilla contra su voluntad.
–Si tú no me echas… no. –
Kamakura se puso de pie y se acercó a mí, el señor esponjoso maulló y se metió bajo la cama. Cuando volví la vista a Himiko, ella estaba tan cerca de mi rostro que podía sentir su respiración.
–Eres mi novio ahora, y eso significa que eres mío, tienes que estar a mi lado ¿Comprendes? –
Yo asentí con la cabeza, mas impresionado por lo que estaba pasando que porque realmente comprendiera lo que ella me estaba diciendo.
–Entonces bésame. –
Dijo ella, y antes de que yo pudiera reaccionar, ella junto sus labios a los míos. Al poco tiempo se separó.
–Espero que eso baste, nunca he besado a nadie antes, agradéceme. –
Fue bastante obvio que ella no sabía lo que estaba haciendo y prefirió detenerse antes de quedar como una tonta, pero en lugar de agradecerle, hice algo mejor; la besé yo. Eso duró más tiempo, incluso usé mi lengua un poco, para cuando el beso terminó, ella estaba parada sobre un pie, y sus brazos estaban alrededor de mi cuello.
–Así que… sabes besar. –
Dijo ella, apartándose de mí. alcancé a notar un leve rastro de celos en su voz. Yo negué con la cabeza.
–Sólo lo he visto algunas veces. –
Expliqué, no quise decirle de donde lo había visto, pero imagino que el lector sabe que tal clase de besos solo se ven en un sitio, o en una situación.
–Si, como no, mejor me voy a dormir. –
Dijo ella, y después de decir eso, se metió en su cama. Yo iba a abrir la puerta de su alcoba cuando ella me llamó.
– ¿A dónde vas? –
–Dijiste que ibas a dormir, pensé que debería irme. –
–Todavía no… espera a que esté dormida. –
Yo miré al techo un momento, y suspirando regresé junto a su cama, ella tomó mi mano con la suya.
–Así está mejor. –
Dijo. Yo asentí mientras la miraba, lentamente, ella se quedó dormida, sin decir más. Incluso le hable un par de veces en voz baja, pero ella no respondió. La arropé, apagué la luz, y me fui a mi alcoba.