
Capítulo 24: El oso está trabajando hasta que llega a casa
Volví a la casa de oso montada en Kumayuru. Kumakyu estaba acurrucado cómodamente en el jardín, durmiendo una siesta, lo que significaba que Fina estaba en casa. Después de decirle a Kumayuru que descansara, me dirigí al almacén. Fina trabajaba duro en el desollado de monstruos.
[Oh, bienvenida de nuevo, Yuna.] — dijo cuando me vio entrar.
[Me alegro de estar en casa.]
[Volviste muy rápido. ¿Qué pasó con los tigerwolf?]
[Los derrote. Lo siento, pero ¿Podrías tomar sus gemas de maná para probar que los subyugue?]
[Claro, está bien.]
Saqué los dos tigerwolf del almacén de oso. Fina se veía sorprendida al ver sus cuerpos gigantes.
[Eres muy asombrosa, Yuna.]
[Eran definitivamente fuertes. La magia normal no funcionó en ellos y se movían rápido, así que terminé teniendo que usar mi carta de triunfo.]
[Sigo pensando que es increíble que puedas vencerlos.]
[Gracias. Entonces, ¿Terminaste yendo a buscar hierbas?]
[Sí, Kumakyu me ayudó.]
[¿Lo hizo?]
[Sí! Pregunté ‘Kumakyu, ¿Puedes encontrar hierbas?’ y me llevó a un lugar donde había muchas.]
No tenía ni idea de que Kumakyu pudiera hacer eso. Tendría que probarlo más tarde.
Fina siguió desollando, incluso mientras hablábamos. Observé como ella separaba expertamente la piel de la carne y los huesos.
[¿Sólo quieres las gemas de maná de los tigerwolf?] — preguntó.
[Sí, sólo las gemas de maná están bien por ahora. Aunque podría pedirte que hagas el resto más tarde.]
Cuando llegó a un buen punto de parada en los lobos, Fina pasó a los tigerwolf. Les cortó el estómago, metió las manos y les sacó las gemas de maná. Les dio un enjuague y me las entregó. Eran más del doble del tamaño de las gemas de lobos normales y brillaban en blanco.
[¿Sabes dónde están las gemas?] — me impresionó que no hubiera dudado antes de ir directamente por ellas.
[Normalmente están justo en el medio.] — dijo.
[¿En serio?]
[Sí, pero no he desollado a todos los tipos de monstruos que hay, así que no estoy completamente segura. Sabía que los tigerwolf tienen sus gemas en el mismo lugar que los lobos.]
[Eres increíble, Fina.]
[No, tú eres la increíble, Yuna. No puedo creer que puedas vencer a monstruos tan fuertes tú sola.]
[Gracias. Ya es un poco tarde, pero ¿Quieres almorzar?] — guarde los dos cadáveres de tigerwolf sin gemas en mi almacén de oso.
[Yo… no he preparado ningún almuerzo…] — Fina murmuró suavemente, mirando sus pies.
[Está bien, hice que nos hicieran algo en la posada, así que ven al comedor después de lavarte las manos.]
[Bien.]
Cuando volví a la sala de la casa de oso, saqué el jugo de la nevera y las comidas al vapor de mi almacén de oso, agradecida por la suspensión de tiempo. Fina entró cuando terminé de poner la mesa.
[¿Qué tal si comemos mientras aún está caliente?]
La señalé hacia un asiento y preparé nuestras comidas una al lado de la otra.
[Se ve muy buena.] — Fina parecía encantada de ver nuestras comidas juntas.
[¿Qué quieres hacer ahora?] — pregunté.
[¿Por qué?] — Fina parecía desconcertada.
[¿Deberíamos ir a casa? ¿Quieres seguir desollando cosas?]
[Quiero seguir trabajando, si eso está bien.]
[Entonces nos quedaremos aquí por un tiempo.]
[Muchas gracias.]
Le dije a Fina que iba a tomar una siesta en el segundo piso cuando terminamos de comer y me dirigí a mi habitación. Tenía unos ocho tatamis de ancho y era bastante espacioso. Había preparado una cama grande, una mesa redonda y cuatro sillas, además de una cómoda y una estantería, ambas vacías. No importaba si la habitación en sí era espartana, siempre y cuando tuviera el almacén de oso.
Volteé el traje negro de oso para cambiar al blanco y luego me metí en la cama. Terminé tomando una siesta de varias horas.
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Alguien me estaba sacudiendo.
[Yuna, Yuna.]
[¿Fina?]
[Por favor, despierta.]
[Buenos días. ¿Has terminado el desollado?]
[Sí, he terminado. Vine a despertarte.]
[Gracias.] — bostecé y me levanté de la cama.
[Yuna!] — cuando Fina vio mi traje, sus ojos brillaron. ¿Huh? Pensé.
[Ese oso blanco es muy lindo.]
Oh, claro, ahora llevaba el oso blanco.
[Es para cuando duermo.] — me quité la ropa de oso blanco y la puse al revés, volviendo a mi yo oso negro normal.
[Muy bien.] — dije — [Vamos a casa.]
Fina y yo intercambiamos osos esta vez. Volvimos a la ciudad unos treinta minutos después, justo cuando el sol empezaba a ponerse. No sabía mucho sobre la cultura de este mundo todavía, pero estaba bastante segura de que no deberías mantener a los niños de diez años fuera hasta muy tarde.
Cuando avance hasta la puerta con Kumayuru, sorprendimos tanto al guardia que preparó su lanza. Fina y yo desmontamos y guardamos los osos. Intenté parecer natural cuando le mostré al guardia mi tarjeta del gremio.
[Sí, ¿Qué pasa con esos osos de ahora?]
[Son sólo mis invocaciones.]
[Oh, invocaciones.]
Me devolvió mi tarjeta sin hacer comentarios. Pensé que diría algo sobre ellos, pero nada. Nos dirigimos al gremio para informar que había subyugado a los tigerwolf.