Haru no Yurei V2 C9

Capítulo 9:Razones.

Al día siguiente, después de la escuela, estaba camino a mi trabajo, cuando llegó un mensaje a mi teléfono. Era de Akane:

“¿Llegarás muy tarde del trabajo? No quiero estar sola aquí, ven pronto.”

Recibir ese mensaje me hizo reír, pero también me puse a pensar un poco. No hacía mucho, la madre de Akane le había dicho que quería que ella volviera a casa. Todavía no sabía lo que pensaba Akane al respecto, pero es cierto que me preocupaba.

Hablando de eso, no me había acostado con ella desde hacía algo de tiempo.

Me libré de esos pensamientos para responder al mensaje:

“No creo tardar mucho, pero en todo caso si algo pasa te llamaré, no es más que un trabajo de medio tiempo, de todas formas.”

Le expliqué. Creo que lo que trataba de decirle es que no habría reuniones después del trabajo ni cosas por el estilo. Eso es solo cuando ya tienes un trabajo de tiempo completo. Ella me mandó un mensaje de vuelta con caritas felices y diciendo “Te esperaré.”

Entré a la panadería luego de eso.

–Me sorprende que tengas tiempo de trabajar. –

Comentó mi jefe, sonriendo amablemente, por un momento, sentí que sabía algo.

–¿Es extraño? –

Pregunté, algo nervioso, pero él negó con la cabeza.

–No, no lo es, solo que pienso que es época de exámenes finales ¿No es cierto? Minase también los tiene por cierto, se está esforzando mucho, y ha mejorado bastante sus notas. –

Comentó él. Así que lo único que la chica necesitaba era algo de… motivación, por decirlo de alguna forma. Aunque también creo que ella había tenido su mente ocupada en otras cosas. Era normal para las chicas de su edad.

Comencé después de eso a trabajar, pero mi mente no dejaba de pensar en Akane. Me tomó un rato admitirme que, no quería que ella se fuera, me seguía gustando, puede que ahora me gustara todavía más.  En eso estaba cuando mi jefe me dijo que saldría un momento.

Yo aproveché que no tenía nada que hacer para mandar un mensaje. Esta vez, a Mizore.

“Espero que hayas tenido un buen día en la escuela. Todavía no estoy seguro de sí debería seguir mandándote mensajes, pero por lo pronto, quiero que sepas que he pensado un poco en ti.”

Si ella no iba a rendirse, lo mejor era que mantuviera las cosas de la forma más amable posible. No quería que hubiera más corajes de los que tenía que haber. No recibí respuesta a ese mensaje, ni que hacerle, encogí de hombros.

Al poco rato, llegó un mensaje nuevo, pensé que era Mizore, pero era Kamine.

“Awww, eso ha sido tan lindo ¿Lo ves? Solo tienes que ser así siempre, Mizore está conmigo, va a quedarse este fin de semana, por cierto, no creas que no noté que le hiciste el trabajo Ayasara–Sensei, si quieres le comento a Mizore.”

Esta maldita…

“¡¿Qué estás diciendo?! Por supuesto que no, acordamos que guardarías el secreto.”

Le dije. Segundos después, un mensaje de Mizore.

“¿Qué secreto?”

Oh, Demonios, lo que me faltaba, esto me estaba matando.

“No es nada, no te preocupes.”

Respondí, por supuesto que aquello era una tontería.

“¿Te estás acostando con Kamine?”

Envió Mizore de vuelta. ¿Qué demonios le respondía? Me preguntaba. Tan entretenido estaba que por poco el pan se me quema. Estas cosas eran malas para el trabajo.

Cuando mi jefe volvió era mi hora de salida. Yo suspiré. Estuve a punto de arruinarlo, varias cosas a la vez. Me despedí de mi jefe y salí del trabajo luego de eso. Mizore había averiguado lo de Kamine ¿Cómo? Quizá no era tan difícil de adivinar después de todo.

Puede que Mizore hubiera preguntado ¿Por qué le ayudas? O algo así. No creo que se lo hubiera dicho directamente. Llegó un nuevo mensaje a mi celular. Uno de índole diferente, de una persona diferente.

Hatami Kurimo.

“Estoy pensando en ti”

Era todo lo que decía. Suspiré. Iba a responder, pero no sabía que poner, y sinceramente, estaba algo fastidiado de todo. Quizá solo me estaba quemando la cabeza con todo lo que estaba pasando. Necesitaba un descanso. Ya ni siquiera podía nombrar a todas.

Yo solo me metí en esto, así que era inútil quejarme, pero necesitaba que esto se normalizara de alguna forma o acabaría estallando.

Nuevo mensaje. Kurimo de nuevo.

“Quiero verte”

Era todo lo que decía de nuevo. Tampoco sabía que responder a eso, no podía prometer una cita ahora mismo, así que no respondí. Nunca debí decirle que sí, pero ¿Qué pasaba si la rechazaba? Seguramente cosas malas.

Nuevamente el teléfono, de nuevo Hatami–chan.

“Te necesito.”

Suspiré, y traté de calmarme para responder.

“Ya. Leí el primer mensaje, yo también pienso en ti, y también quiero verte, pero no puedo ahora, estoy ocupado.”

Expliqué. No fue el mensaje más amable, pero no podía pedir demasiado, estaba estresado y cansado, y tenía ganas de llegar a mi casa. Creo que el asunto de Akane y su madre me pudo más de lo que pensé en un principio. En cierto modo, no había dejado de pensar en eso.

Juro que por unos momentos, antes de subir las dos escaleras de la puerta, sentí que llegaría a una casa sola, somos antes. Eso me dio bastante miedo.

Por eso fue que me alegré cuando llegué a mi casa y Akane abrió la puerta, con el delantal puesto.

–Hola, que bueno que llegaste… –

Me dijo ella con una sonrisa.

–¿Quieres cenar? O un baño… –

Todos conocen la frase, ni siquiera la dejé terminar. Dejé mis cosas donde estaban y cerré la puerta detrás de mí.

–A ti… –

Fue lo que le dije, ella infló las mejillas.

–Tenías que dejarme decirlo… –

Se quejó, luego no pudo decir más, porque le di un beso en los labios. La abracé con fuerza para darme cuenta de que ella no llevaba nada puesto bajo el delantal, ahora entiendo a qué se refería ella con “te esperaré.” Akane me echó los brazos al cuello, sonriendo en cuando dejé de besarla.

–Puedo ver que estás hambriento. –

Comentó ella, sonriendo y mirándome a los ojos, iba a soltarse el delantal  cuando la detuve y la puse de espaldas contra la pared. Akane volteó a verme, visiblemente halagada.

–Tu cena está servida. –

Dijo ella, y se recargó en la pared, ya que había quedado claro el modo en que lo haríamos, pegó su cara a la pared y levantando ligeramente el trasero para ofrecérmelo. Metí una mano solo para verificar. Estaba mojada, y muy caliente.

–Come… te prometo que está buena… –

Comencé a besarla en el cuello mientras me desabrochaba el pantalón. Akane balanceó su trasero contra mi entrepierna.

–Pervertida… –

Le dije, a media voz, Akane asintió con la cabeza

–Puedo ser mucho más sucia si no tengo que verte a los ojos… –

Aparté su trasero con mis manos para empujar dentro de ella, y comencé a hacérselo a conciencia, quiero decir, que me daba tiempo de acariciar sus paredes por dentro, Akane comenzó a gemir dulcemente con mis movimientos, teniendo cuidado de seguir el ritmo de mis embates con sus caderas.

–¿Qué tal? ¿Te gusta? –

Preguntó.

–Es suave… y está caliente… –

Respondí, algo raro que yo dijera esas cosas, pero sentí su cuerpo tensarse cuando dije eso. Creo que le gustaban esa clase de halagos, no es como que se los pudiera decir siempre, de todos modos.

–Puedes… tenerlo… siempre que… quieras. –

Comentó ella, a media voz. Eso me devolvió a la memoria el problema que tenía, o que más bien, yo pensaba que tenía, y me detuve. Akane volteó a verme asustada y confundida.

–¿Qué ocurre? –

Preguntó ella, creo que temía haber dicho algo malo.

La tomé de la mano desde detrás.

–No te vayas… –

Le dije.

–¿Qué? –

Preguntó ella, volteando consternada. Yo la miré a los ojos.

–Te escuché, hablar con tu madre. –

Confesé. Necesitaba sacarlo.

–No… no iba a irme. –

Respondió ella, sonriendo, y tocando mi cara.

–No podría… soy adicta a esto… quiero más… –

Explicó, besándome en cada interrupción.

–Y si no estás tan seguro… solo tienes que dejar bien lleno mi interior. –

Agregó, restregando su trasero contra mí, ya que todavía estaba dentro de ella, se sintió bastante bien. La tomé de los hombros, y comencé a empujar cada vez con más fuerza, sus ruidos se hicieron más altos y más agudos, conforme aceleraba el ritmo.

–No me sueltes… no me sueltes… –

Lo que quería decir “Termina adentro” pero como ya me había mirado, parte de su pudor regresó. De hecho fue un milagro que ella se atreviera a decir cosas como esa. Ya entendería después qué ocurrió, por el momento solo lo disfruté.

No pude soportar mucho tiempo y terminé dentro como ella quería. Luego de eso la solté y me recargué en la pared, Akane se desvaneció allí donde estaba, respirando pesadamente.

Eso no me lo esperaba, pero había sido nuestro mejor intento hasta ahora, tengo que decir que ella estaba mejorando.

Media hora después Akane me servía de comer.

Puso los platos en la mesa y se sentó conmigo. Me miraba de forma extraña.

–¿Y bien? –

Preguntó ella. Yo probé la sopa.

–Esta rica… –

Respondí. Akane asintió, y luego negó con la cabeza.

–Gracias… no, eso no… ¿Qué hay con toda esa idea de que me iré? –

Preguntó ella, recargando su mejilla en su palma, sin dejar de mirarme.

–Bueno, es que lo escuché, pero… ya me dijiste que no. –

Respondí, sonriendo. Akane sonrió también, luego suspiró.

–No te hagas ideas raras, No decidí quedarme por eso, aunque… admito que eso puede cambiar, pero por ahora, no es esa la única razón. Soy feliz así. –

–Pero apenas te presto atención, no soy precisamente un buen novio tampoco. ¿No lo crees? –

Pregunté, jugando con mi arroz y el tenedor.

–No sé… nunca tuve un novio antes y yo ya sabía esas cosas cuando fui a la habitación aquel día… había visto tu celular ¿Recuerdas? Eso no me hizo cambiar de parecer. –

–¿Por qué? –

Pregunté, ella negó con la cabeza.

–Eres un pequeño tonto ¿No es verdad? ¿Estas escuchando lo que digo? Yo miraba esas cosas en tu celular deseando que fueran sobre mí. –

Explicó ella.

–No lo capto. –

Respondí, sonriendo.

–No importa, ahora estoy aquí, son sobre mí, algunas, al menos. –

Explicó ella, encogiendo los hombros y llevándose un bocado a la boca.

–Si pero… –

Y antes de que pudiera decir más, ella puso sus palillos con arroz en mi boca.

–Sé cuándo me engañas. –

Respondió Akane.

–¿Qué? –

–No lo niegues… no tiene ningún caso, me doy cuenta, sé que anoche te fuiste con alguien, por ejemplo. Cuando eso pasa hueles diferente… te ves diferente. –

Explicó ella.

–Entonces qué… –

Akane puso una mano sobre la mesa y me miró fijamente.

–El punto es… que no me he ido ¿Sabes por qué? –

Negué con la cabeza.

–Porque te quedaste conmigo… aun teniendo a todas esas… mujerzuelas sin ningún compromiso, escogiste hacerte responsable de mí. Si le hubieras dicho a mi padre que no querías, allí hubiera terminado todo, te habría odiado, pero ahí hubiera terminado. Tu no lo hiciste. –

–Dijiste que había abusado de ti. –

Me quejé, sonriendo extrañado.

–Creí que ibas a escapar. –

Explicó ella, con lágrimas en los ojos. Luego recuperó la compostura y me miró de nuevo.

–Siempre eres así… haces lo que te viene en gana, pero también te ocupas de lo que es importante, siempre llegas a casa, miras dentro del cuarto para saber si estoy bien, estoy casi segura de que dices “buenas noches” en voz muy baja para no despertarme… y yo siento cálido por ello. No puedo solo fingir que esas cosas no son importantes. –

–Entonces… ¿Qué? –

–No sé… tal vez un día de verdad me canse de esto y envenene tu comida. –

Comentó Akane, girándose.

–Oye… –

Me quejé.

–Es broma… bueno, la mitad. –

Explicó, sonriendo maliciosamente.

–¡Aun así es malo! –

Me quejé de nuevo, ella se rio levemente, llevándose la mano a la cara para cubrir su risa.

–No te quejes, todavía no sé dónde comprar el veneno, tienes algo de tiempo. –

–Tiempo para qué. –

–Oh, no lo sé. Para convencerme de que no lo haga… –

Explicó ella, y recogió los platos, llevándolos a la cocina. Yo la miré ir con nada sino el delantal, era una vista maravillosa, lo admito.

–De donde sacaste… –

Pregunté, señalando el delantal.

–Lo compré, una de mis amigas me dijo que te haría feliz… tenía razón por lo que veo. –

–Tus amigas… ¿saben lo que está pasando? –

Pregunté, resultaba algo extraño para mí que se hubiera atrevido a contarle a sus amigas. Akane respondió sin voltear.

–Algunas… todas ellas querían saber cómo es la vida de casada. –

Explicó.

–¿Qué les has dicho? –

Ella me miró y sonrió maliciosamente de nuevo. Esa sonrisa era nueva en ella, pero me gustaba también.

–Es un secreto… de chicas. A cambio de eso, Misa me dijo que probara lo del delantal, existe el rumor de que a los hombres les gusta, pero ninguna lo había comprobado, hasta ahora. –

Suspiré, de algún modo lo supuse, es decir, las chicas también hablan de esas cosas ¿No es verdad? Creo que por un momento, sentí que aquello era irregular en ella, pero su explicación me hizo sentir más tranquilo.

–Si tú quieres, puedo recibirte así más veces, a mí no me molesta. –

Comentó ella, sonriéndome de forma lasciva. Yo la miré balancearse mientras acomodaba algunas cosas en la cocina. Poco a poco se estaba convirtiendo en una mujer hecha y derecha. Creo que me agradaba la idea, aunque le dijera lo contrario.

–En realidad no importa mucho, es una sorpresa agradable, quiero decir, pero… sigues siendo tú. –

Expliqué, ella se rio y me miró desde donde estaba.

–No tienes que seguir con eso, ya estoy loca por ti. –

“Comentó” y luego volvió a lo suyo, quiero decir, que siguió lavando los platos.

–Como dije antes, el baño está listo. –

Explicó, creo que era una invitación a que me fuera en ese momento, y como no soy tan tonto, obedecí. Suspiré y fui a tomar un baño. Antes de entrar revisé mi celular. Había un mail allí.

“Ya vuelves a ser malo… Tu no me odias ¿verdad?”

Era Kurimo. Suspiré, creo que me excedí con la respuesta anterior. Ni que hacerle, le envié una disculpa.

“Lo siento, no pensé bien mi anterior mensaje, no quise ser duro contigo, es solo que las cosas últimamente se salen de control y no digo lo que realmente quiero decir”

Ahí vamos de nuevo. ¿Por qué simplemente no podía seguir siendo malo con ella? tal vez porque en el fondo, yo sabía que aquello no cambiaría nada y que en el último instante, terminaría preocupándome por ella, como la última vez.

Me di un baño luego de eso, y alcancé a Akane mientras se preparaba para dormir. Mañana teníamos escuela, de todos modos.

–¿Trabajas mañana? –

Preguntó, yo asentí con la cabeza. Últimamente, no había prestado mucha atención, pero tenía que trabajar más duro si quería tener algo de dinero. No podía seguir dependiendo de otras personas, pero eso no se lo dije a Akane, no quería que ella se sintiera mal por algo así. Sé que ella se sentiría culpable si me veía sobrecargarme de trabajo.

–Comprendo… –

Pareció desanimarse un poco, pero se recuperó en seguida.

–Lo siento… –

Respondí, suspirando, ella me sonrió.

–Escucha, sólo para que lo sepas, no volveré a poner seguro en la puerta… si llegas con hambre… puedes entrar y… ya sabes… comer…  –

Como de costumbre, evitó mirarme para decir esas cosas, igual negué con la cabeza.

–No lo sé… no creo que eso estaría bien… prefiero que estés despierta… –

Akane me dio un beso en la mejilla de la nada.

–No tienes que ser cuidadoso, puedes despertarme si quieres. –

Me aseguró ella y luego de eso se dio la vuelta y entró a su alcoba.

–Buenas noches. –

Dijo y cerró la puerta. Tal como había dicho, no puso seguro en la puerta. Admito que por un momento lo pensé, es decir, podía ir ahora mismo y hacerle lo que yo quisiera, pero también pensé que estaba bien si dormía un poco.

Fue al día siguiente durante la escuela, que Kamine bajó las escaleras al comedor de la escuela, agitada y se sentó junto a mí. Raro que el día de hoy Sushake estaba ausente.

Yo voltee a verla mientras comía, ella se limpió la frente con un pañuelo.

–¿Qué hacías? –

Pregunté, aunque no había falta ser un genio para saberlo.

–Subiendo mis notas en química. –

Respondió Kamine, agitada, yo batí la cabeza. Nada de lo que quisiera enterarme.

–Hace calor ¿No es cierto? Pídeme algo de beber, anda. –

–Vienes a traerme noticias, entonces. –

Respondí, sin levantarme de la mesa, ella me empujó.

–Sí, y te las diré una vez que me recupere… vamos, vamos… ve por algo… –

Dijo, empujándome con, evidentemente, todas las fuerzas que le quedaban. Me levanté después de eso.

–De acuerdo, de acuerdo, espera aquí… –

Algunos compañeros se quedaron mirándonos, imagino que pensaron que estábamos saliendo, pero yo no les puse atención y fui a buscar un jugo para esta maldita zorra.

Le puse a un lado el jugo y luego me senté de nuevo, volví a morder mi sándwich, ella bebió como si fuera una naufraga.

–Vaya… estas cosas sí que cansan… no importa… –

–Di lo que viniste a decir, la gente está empezando a mirarme raro. –

No es que fuera eso, me daba un poco de… vergüenza estar sentado junto a ella en este momento, sabiendo que el profesor de química no era precisamente alguien apuesto, ni muy joven. Era una sensación extraña.

–Oh, es cierto… Mizore quería una cita para hacer las paces contigo formalmente. –

–No puedo permitirme eso. –

Respondí.

–Oh, vamos, tu princesita en casa no tiene que saberlo, será nuestro secreto. –

–Estoy harto de esta clase de secretos. –

Repliqué. Kamine se enfadó.

–Es muy pronto para estar harto de ello, y muy tarde para echarse atrás, tienes que hacerlo, a no ser que planees perderte a mi madre esta vez. Será pronto… –

Ofreció Kamine.

–Ni siquiera he vuelto allí, y aunque pudiera, seguro que en estos momentos hago el ridículo. –

Expliqué en voz baja.

–Ah, entiendo, necesitas un descanso… no tiene que haber nada de eso entre tú y Mizore, yo puedo hablar con ella… por un precio, claro… –

–Ni siquiera he pagado por los favores anteriores, no sé si quiero que continúen acumulándose. –

–Oh vamos, no te obligaría a nada que no quieras hacer… –

–¿En serio? –

Pregunté, sarcástico, ella se rio.

–Bueno, puede que sí, pero igual tienes que hacerlo. –

–¿Qué quieres? –

Pregunté, renuente, ella encogió de hombros.

–No lo sé… ya se me ocurrirá algo. –

Respondió Akane, y se puso de pie.

–Por lo pronto, puedo mover algunos hilos, para que tengas un poco de paz, igual tendrías que ir a las cita. –

Explicó.

–Veré que puedo hacer. –

Respondí.

Ni siquiera podía ir a una cita si no tenía dinero. Y mi día de paga no era pronto.

Terminó la hora del descanso. Fuimos todos a los salones y las clases recomenzaron luego de ello.

La profesora de Sociales, era una maestra ya avejentada que hacía lo que podía para dar su clase claramente, caminaba con un batón y todo. Según sabíamos, era viuda desde hacía muchos años pero en su tiempo tuvo marido e hijos. Uno de ellos enseñaba también en la escuela, por cierto.

Digo todo esto porque en vista de que ella caminaba con algunos trabajos, me llamó a mi cuando su clase estaba a la mitad.

–Quiero que me hagas un favor, quiero que tomes este papel, lo lleves a la copiadora de la escuela, saques cien copias y las lleves todas a  Ayasara–Sensei en su oficina. –

Fue lo que me dijo. Y como yo no tenía problemas evadiendo clase cuando estaba justificado, eso hice. Paso por paso. Iba silbando por el pasillo cuando encontré al maestro de química. Se estaba acomodando la corbata, yo sonreí. Seguro que lo había notado justo ahora.

–No deberías estar aquí. –

Comentó él. De pronto pareció recordar que yo sabía lo que había entre él y Kamine.

–¿Hay algo en lo que pueda ayudar? –

Preguntó, cambiando su tono de voz, yo suspiré, no es que quisiera un favor de él en absoluto, no ahora en todo caso, pero… aquello podía cambiar, sería mejor si lo mantenía a mi disposición.

–No ahora, en todo caso, Sensei, yo… buscaba a Ayasara Sensei, tengo que entregar esto.–

Expliqué, mostrando las copias.

–Entiendo, entiendo… ella, está en su oficina, no tiene clase ahora… bien…  –

Se puso nervioso.

–No se preocupe, Sensei, espero poder contar con usted luego. –

Le dije, para que no pareciera que estaba olvidándolo, luego seguí mi camino, pude escuchar al profesor de química suspirar. Tiene que ser terrible sentirse así… ni que hacerle, la maestra dijo que podía pasar luego de que toqué la puerta.

–La profesora Ataga me envía con esto para usted. –

Expliqué, Ayasara Sensei me miró y asintió, estaba revisando algunas cosas, así que no tomó las copias, yo me acerqué para poner las copias en su escritorio y juraría que la escuché suspirar. Cuando levanté la vista, la profesora tenía la cara roja y miraba al vació.

–¿Sensei? –

Pregunté… ella pareció reaccionar luego de unos momentos.

–¿Eh? ¿Qué pasa? –

–Sólo dejé las copias… –

Respondí, retirándome.

–¡Pues márchate! –

Respondió ella, no parecía un regaño, de todos modos me alejé en ese momento y haciendo una reverencia, salí de la oficina, su asistente solo nos miraba consternada.

Al salir de clases lo único que hice fue lavarme la cara y prepararme para mi turno de trabajo, pero como me entretuve por estar conversando con uno de mis compañeros, abordamos el tren más tarde de lo normal. No es que fuera a llegar tarde al trabajo, pero el tren iba más lleno de lo habitual.

–Te veo mañana. –

Comentó mi amigo cuando bajó, dos estaciones adelante. Yo continué mi camino, faltaban al menos cinco estaciones para poder bajar. Fue en ese momento que noté algo, o más bien a alguien, que yo ya conocía.

Era una chica con el uniforme de la escuela de Akane. De cabellos rojos acomodados en dos trenzas, usaba lentes, y parecía que iban a aplastarla entre dos señoras que apenas podían sostenerse de los tubos debido a lo lleno que iba el tren.

Ella se percató de que la estaba mirando y volteó, yo fingí no haber visto nada. Cuando me di cuenta, ella estaba parada a un lado de mí. Voltee a verla, y ella giró la cara avergonzada. Más gente entró en el tren, las puertas se cerraron pero no avanzó. En lugar de eso, solo frenó y un hombre que estaba cerca por poco se cae.

Traté de mirar a otro lado mientras la gente comenzaba a reacomodarse, incluyendo a la chica que mencionaba. Hizo todo lo que pudo para quedar frente a mí. Aquello me pareció extraño, es cierto, pero con todo lo que tenía en la cabeza, no lo pensé demasiado.

Lo que si pensé, es que sus trenzas resaltaban demasiado. Me reí interiormente por ese asunto y lo dejé pasar. Algo que hay que notar es que era bastante más bajita que yo o que Akane, por lo que yo podía mirar su cabeza perfectamente desde aquí.

Por fin el tren comenzó a avanzar, había dos chicas discutiendo algo entre ellas en voz baja, pero como todo el mundo estaba en silencio, podía entender perfectamente lo que estaban diciendo.

El tren se detuvo en la siguiente estación, y ahí fue donde todo se puso difícil, lo digo porque la cantidad de gente que subió esta vez era abrumadora, y pronto, estábamos apretados como sardinas. Un señor abrió la ventana del tren para que pudiera entrar aire, dos jóvenes le agradecieron porque el calor comenzaba a ser insoportable. Y la chica de trenzas se pegó a mí, no es que pudiera hacer gran cosa, estaba siendo aplastada por todos lados.

Podía sentirla respirar porque mi pecho y su espalda estaban pegados. Traté de moverme hacia un lado, recordando la situación en la que estaba la primera vez que la vi, pero no pude moverme. Su trasero se acomodó de alguna manera sobre mi rodilla. Esto era malo. Me moví un poco y ella se sobresaltó.

–Lo siento… –

Respondí, el tren cerró las puertas.

Diablos, no tenía que ser así. Ahora pensaría que yo era una especie de acosador o algo, lo digo porque mi rodilla estaba casi metida en su entrepierna.

–No… no hay… problema. –

Respondió ella con una vocecita apenas audible. Respirando pesadamente, quise quitarme de allí, sin poder hacer mucho. Se movió un poco y quedó peor, ahora su trasero estaba recargado sobre mi pierna, y por supuesto, mi cuerpo comenzó a reaccionar. Tampoco pude apartarme para evitar que ella se diera cuenta.

Seguro que ahora estaba metido en un gran lio. La chica tuvo un sobresalto cuando notó lo que estaba pasando, y bajó la cabeza avergonzada. Ni que hacerle, tenía que quitarme a como diera lugar, comencé a moverme como pudiera para intentar separarme, y por supuesto, comencé a rozarla por todas partes en el proceso.

–Para… –

Fue lo que ella dijo, acalorada y avergonzada, se acomodó un poco después, puede que haya sido mi imaginación, pero comencé a sentir algo muy caliente en su entrepierna.

–Por favor… –

Suplicó. El tren frenó inesperadamente, me sostuve de donde pude para no caer y con ello, no tirar a toda la gente en el proceso, cuando me fijé, ella estaba sosteniéndose de mi camisa, y su falda estaba levantada de atrás. ¿Ahora qué hago?