Kamisei C2

Capítulo 2: El lobo que solía cazar en la pradera.

A la salida de la escuela, que Itami cruzó con bastante recelo, estaba Yamagata Kouji, fumando un cigarrillo mientras miraba a Asaki Najiko caminar al lado de aquel extraño sujeto. Dio un sorbo al cigarrillo y comenzó a caminar detrás de ellos. Itami no se dio cuenta de que era seguido, pero Yamagata tenía la orden de velar, en todo momento, por la seguridad de la presidenta, era para eso para lo que estaba allí, esa era la paga por lo que la presidenta había hecho por él.

Por eso siempre, desde que todo aquello comenzó, permanecía a su lado, en todo momento, y en ocasiones, aquello le había llevado a cosas que hoy en día sonarían como una película de horror. No es que realmente le pesara de todas formas.

Miraba a la presidenta coquetear abiertamente con un chico que evidentemente no estaba muy seguro de sí mismo. “Pero ¿Que cojones estás haciendo? Idiota, tómale la mano de una vez, las chicas no son tontas como todo el mundo te lo ha hecho creer” pensaba mientras los seguía. Por supuesto que Asaki Najiko estaba consciente de su presencia, pero, por cómo era el trato entre ellos dos, y por el carácter de la propia presidenta, seguro que eso no le importaría.

Itami caminaba cauteloso por la calle, con algo de miedo de que fueran detenidos, algún miembro del personal escolar podría encontrarlos todavía, y aquello sin duda significaría problemas, y lo que era aún más importante, le causaría problemas a ella, sin embargo, al voltear a verla, ella parecía más interesada en la compañía que en los problemas por salir de la escuela solo así. Eso lo relajó un poco.

Anduvieron así hasta que se alejaron lo bastante de la escuela, una vez que Itami se sintió seguro, suspiró. Najiko volteó a verlo.

– ¿Es que no te sientes contento? –

Preguntó ella, era fácil notar que estaba ofendida por el miedo de su Kouhai, pero Itami negó animadamente la cabeza.

–Claro que estoy contento,  es sólo que hemos salido de la escuela sin permiso. –

Dijo él, tratando de aclarar su mente, después de todo, esto era como un sueño para él, y no era fácil siquiera, aceptar que estaba con la que él consideraba, la mujer más hermosa de la escuela, en una cita, a escondidas.

–Bueno… tú me invitaste, después de todo. –

–Sí, lo hice, es sólo que no creí que fuera a ser ahora mismo. –

–Puede que mañana no haya tiempo. –

Replicó Asaki, Itami bajó la cabeza, a decir verdad nunca había estado en una situación como aquella, no era fácil saber que hacer o cómo actuar, evidentemente tampoco había planeado nada.

–Bueno… ya que estamos aquí, porque no me dices ¿Qué haremos? –

Preguntó Asaki de nuevo.

–Bueno Sempai, yo… –

–Dime Najiko. –

– ¿Eh? –

–Dime Najiko, no me llames Sempai, suena feo aquí fuera. –

Explicó ella, sonriendo con amargura.

–Pero usted… –

Ella hizo un gesto de desaprobación.

–No me llames así, dime por mi nombre. –

Itami la miró, en verdad que era una chica difícil, fue entonces que notó a Yamagata que estaba parado a bastante distancia de ellos, haciendo algo con su teléfono, esto lo hizo estar más nervioso. Lo que Asaki Najiko no quiso decir, fue que estaba emocionada por la cita, y que en realidad, temió que Itami fuera a cambiar de opinión si no era en ese preciso momento. Hay que saber que ella no se consideraba precisamente alguien divertida, y en cierto modo, cuando se hablaba de relaciones personales, eso la acomplejaba.

–De acuerdo, Najiko… –

Itami pronunció esas palabras con evidente dificultad, ella enrojeció y bajó la cara, negándose a mirarlo. Ver a la muchacha orgullosa y elegante enrojecer de esa forma, fue un duro golpe al estado emocional de Itami, ya quebradizo de por sí, pero para Yamagata, quien los observaba desde la distancia, fue evidentemente muy gracioso, tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener la risa.

“Bien, no eres tan idiota como yo pensaba, mira que has dado en el clavo, chico”

Pensaba, tratando de no reír, en ese momento, una llamada entró en su teléfono.

––––––––––

– ¿A dónde vamos? –

Preguntó ella. Itami miró hacia todos lados, no era que no tuviera dinero, pero la mayoría de lugares que él conocía podían no ser adecuados para una chica “del calibre” que le acompañaba, eso lo mantuvo pensando un rato, por fin se dio por vencido.

– ¿Hay algún sitio al que quieras ir? –

Preguntó, una pésima pregunta de cualquier modo, pero Najiko sólo sonrió.

–No tienes por qué estar tan preocupado, entiendo que esto te tomó por sorpresa… ahora que lo mencionas, hay un restaurante al que me gustaría ir, pero nunca tuve el valor de entrar yo sola. –

Itami lo pensó un momento, Yamagata no había dejado de seguirlos, ¿Era por la chica? No parecía un acosador de cualquier modo, y era evidente que su acompañante estaba consciente de que él estaba allí. ¿No podía haber ido con él? Quizá ese no era el tipo de relación… siempre estaba en la puerta de la presidenta, fumando. Y bien pensado ¿Qué clase de relación había entre él y Najiko en todo caso?

–Podemos ir allí si gustas… –

Respondió Itami tímidamente, todas estas cosas le daban vueltas en la cabeza, Najiko sonrió emocionada.

–De acuerdo. –

Dijo ella y comenzó a caminar, Itami la siguió. Entraron a un restaurante que a Itami le pareció de tipo familiar, aunque bien pensado, parecía bastante costoso, complacer a una chica iba a costarle mucho aquella tarde.

–––––––––

“Por fin se ha decidido” pensaba Yamagata, al andar, una llamada entró en su celular.

… Onii–chan ¿Dónde estás?

…Fuera ¿Por qué?

…Necesito dinero para el almuerzo ¿Qué estás haciendo fuera Onii–san? ¿Es tu trabajo en el consejo estudiantil?

…Ya sabes que no me gusta que hagas preguntas innecesarias, Kasumi, he dejado mi mochila en mi casillero, ábrelo y toma el dinero que necesites, pero no hurgues más ¿Esta bien?

…Claro que sí, gracias, Onii–chan, te quiero.

Yamagata Kasumi era una estudiante de primer grado, una de las más prometedoras, era muy linda y muy alegre, y era algo popular entre sus compañeros de clase, en el salón 1–G. Kouji colgó el teléfono inmediatamente luego de escuchar esas últimas palabras, no le gustaba para nada que ella fuera tan afectuosa con él, en ocasiones, se sentía indigno de ser su familia.

Aunque ahora que lo pensaba, y no muy conforme con este hecho, sabía que el hecho de que Kasumi fuera aceptada en la escuela, se debió a él.

––––––––––

Los estudiantes que venían de fuera tenían dos opciones, alquilar un dormitorio en las cercanías de la escuela, o ingresar en los dormitorios para estudiantes con los que la escuela contaba, y que estaban a los lados, separados entre chicas y chicos, del plantel. El de las chicas estaba al norte de la escuela, cruzando la calle. Kasumi no tenía el dinero para alquilar un dormitorio de fuera de la escuela, pero estaba empecinada en entrar a la misma escuela que su hermano mayor, quien dormía en los dormitorios para alumnos regulares.

El problema es que a pesar de sus esfuerzos, no era probable que Kasumi obtuviera un lugar en los dormitorios de las chicas, pues la demanda de estos era muchísimo más alta que la de los chicos. Kasumi hizo de todo para convencer a sus padres de que le permitieran examinarse para el instituto donde su hermano asistía, a pesar de las pocas probabilidades. Yamagata recordaba muy bien las lágrimas de su hermana pequeña, a pesar de la inicial negativa de sus padres, estos accedieron.

Por aquella época, Yamagata Kouji ya tenía una fama bastante mala en el plantel, y si no fuera porque los rectores tenían problemas mucho más grandes, hubiera sido expulsado de inmediato. Tenía una pandilla de muchachos rudos que se dedicaban a extorsionar a los demás alumnos, en ocasiones quitándoles el dinero, en ocasiones violentando a las muchachas, levantando sus faldas y cosas por el estilo. Yamagata no era la clase de sujeto que disfrutaba esas cosas, pero como líder de la pandilla, tenía que mantener a sus muchachos contentos. Así pues, era su deber molestar a las muchachas y golpear a los muchachos. Todo había pasado tan rápido que no recordaba cómo es que se había unido a la pandilla en primer lugar. Después de eso llegar a ser el líder fue fácil, bastó con propinar una golpiza monumental al líder anterior.

Cuando su fama comenzó a extenderse por la escuela, empezó a actuar como mercenario para quien pudiera pagarle, sin importar lo que fuera que tuviera que hacer, en una ocasión, fue llamado al consejo estudiantil y le ofrecieron dos mil yenes por golpear a un sujeto. Kouji accedió, golpeó al sujeto, se aseguró de dejar su cara bien marcada, recogió su dinero, y fue a comprar cigarrillos y cervezas. Esta especie de “trabajo” continuó así por algunos meses.

Fue entonces que, conforme comenzaba a acercarse el día de la graduación, la presidenta del consejo estudiantil, la radiante y orgullosa Asaki Najiko, se presentó en el baldío, que era como llamaban al terreno que había detrás del edificio de primeros años, y que se supone fuera un jardín. Allí en ese lugar yermo y árido, se juntaban los lobos rojos a beber, antes de ir a por alguna presa de los que salían al descanso.

Lo extraño del asunto fue, que en el primer contacto que tuvieron, y en todos los contactos anteriores, había diez o doce miembros del consejo estudiantil en el baldío, solicitando la presencia de Kouji en el salón del consejo estudiantil, esta vez, Najiko acudió sola.

–Quiero ver a Yamagata. –

Dijo ella, altiva y seca. Los otros miembros de la pandilla se miraron entre ellos, totalmente perplejos, es decir, no todos los días venía una chica tan hermosa e importante hasta donde ellos.

Uno de los lobos rojos se acercó a donde estaba Najiko, y le colocó una mano en el hombro.

–Yamagata no está, pero tal vez yo pueda ayudarte… –

Dijo, Najiko volteó a verlo, se acomodó los lentes, y le dio un bofetón. Las burlas no se hicieron esperar, el sujeto estuvo a punto de golpear a Asaki, de no ser porque el propio Yamagata lo detuvo.

–Tranquilo Kagerou, tú te lo has buscado, de todos modos. –

Dijo, sonriendo porque la actitud de su nueva visitante le hacía mucha gracia.

–Hmph, es culpa tuya, deberías entrenarlos mejor. –

Le reclamó Asaki Najiko, para Yamagata, fue evidente que estaba de nuevo frente a una presidenta molesta y arrogante, era obvio para qué estaba aquí, algún trabajo, seguramente. Hasta el lugar, llegó otra chica, igual de presuntuosa, y mirando a los pandilleros con asco.

–Presidenta, ¿Era forzoso que viniéramos hasta aquí? Este sitio apesta. –

Yamagata la miró, no le gustó para nada ese comentario.

–Tú también deberías entrenarla mejor, mujer, tu criada tiene la lengua muy larga. –

– ¿Desde cuándo eso es asunto tuyo? –

Preguntó Asaki, molesta, luego se volvió a Naomi.

– ¿Tienes los papeles? –

–Sí, presidenta, aquí están. –

Dijo, extendiendo un manojo de papeles a la mano de Najiko, quien los tomó con arrogancia.

–Bien, entonces retírate, puedo manejar esto sola. –

Naomi obedeció después de eso, se dio la vuelta y se fue, no sin dirigir una mirada de repulsión a Yamagata y a sus lobos.

–Bien, ya estás aquí, ahora ¿Qué quieres? –

Fue la pregunta que hizo Yamagata, suponiendo que se trataba de otro “Trabajo” como el anterior.

–Acompáñame. –

Fue la respuesta de la presidenta, Yamagata se negó, al menos en un principio.

–Podemos hablar aquí, de todos modos, lo que sea que sea, dilo rápido, ya se acerca la hora del descanso. –

Le dijo, malhumorado y ansioso por ir pronto a comprar unas cervezas, Najiko lo miró con asco, se acomodó el pelo y le respondió con arrogancia.

–Será mejor que guardes tus colmillos, no voy a hablar contigo en este sitio maloliente, ahora, si sabes lo que te conviene, te vas a callar y vas a seguirme. –

Respondió Najiko. Yamagata escupió al suelo, la presidenta, incluso siendo la presidenta, estaba excediéndose en cuanto al tono que podía usar, pero suponiendo que algo malo le había ocurrido, alguna de esas tonterías que ocurren a las mujeres, simplemente asintió con la cabeza. La bebida tendría que esperar.

–De acuerdo, no sé qué estás tramando, pero más te vale que merezca la pena. –

Le dijo Yamagata, comenzando a caminar. Najiko caminó sin decir nada hasta una de las bancas apartadas de los salones de clase y con esto, de la vista de la mayoría. No sin molestarse, Yamagata pudo notar que había cuando menos diez miembros del consejo en las cercanías del lugar, supuso que estaban cuidando a la presidenta por si las cosas se salían de control, decidió no darle importancia mientras Najiko extendía un papel a las manos de Yamagata.

–Sabes leer ¿No? –

Preguntó Najiko cuando Yamagata tomó el papel, reprimiendo un gesto de coraje.

Era la lista de los aspirantes en la escuela para el curso siguiente, Yamagata ni siquiera se molestó en preguntar como ella había obtenido ese papel.

– ¿Por qué estas mostrándome esto? –

Ella volteó a verlo, sabiendo ahora que tenía su atención, y le dio una fotografía, era su hermana pequeña.

–Ella es uno de los aspirantes ¿No es verdad? –

Preguntó, sonriendo amablemente, Kouji se enfadó.

– ¿Vienes a amenazarme? ¿Tienes una idea de con quién te estás metiendo? Para que lo sepas, el hecho de que ella se haya inscrito para la examinación, no tiene nada que ver conmigo. –

Explicó él.

–Eres un mal mentiroso, pero eres un buen hermano mayor, aún no he dicho nada y tú ya estas intentando proteger a tu pequeña hermana, eso es lindo de tu parte, supongo que todos tienen una parte sensible, después de todo. –

Comentó Najiko, siendo sinceros la actitud de Kouji la conmovió, porque por hostil que estuviera siendo, fue notorio para ella que incluso alguien como Yamagata Kouji, tenía personas que le importaban.

–Ella no tiene nada que ver con lo que hago, no veo porque deberías hacerle daño por un sujeto como yo, mantenla fuera de esto. –

Le dijo Kouji, poniéndose de pie, dispuesto a irse, no le gustaba para nada el rumbo de la conversación.

–Me estas malentendiendo, Yamagata, yo no soy como tú, no he venido a amenazarte, al contrario, quiero ofrecerte mi ayuda. –

– ¿Tu ayuda? –

Yamagata Kouji se detuvo, quizá le convenía escuchar lo que esta engreída presidenta tuviera que decir.

–Estoy al tanto de que ha pedido un sitio en los dormitorios para poder asistir a la escuela, y como sabes, muchas chicas de fuera quieren esos dormitorios, yo los quería… pero el desempeño académico no lo es todo, he indagado un poco, tu hermana es una estudiante de excelencia, pero eso no va a bastar, hay mucha gente dispuesta a pagar mucho dinero por asegurar un lugar para sus hijas en los dormitorios… –

– ¿Y qué con eso? Ni yo ni mi familia tienen dinero para eso. –

Preguntó Yamagata, aun dispuesto a terminar la conversación cuanto antes.

–Que hay gente que se beneficia mucho de esos pagos, pagos que no figuran en ninguna parte. –

Insinuó Asaki, mirándose al espejo.

–Ahora quieres tu trozo de pastel, pero no entiendo como un estudiante pandillero tiene algo que ver con todo eso, presidenta. –

Replicó Yamagata, añadiendo un tono sarcástico a esa última palabra y Najiko sonrió.

–Por eso dije que quería ayudarte… si te dijera que puedo asegurar que acepten a Yagamata Kasumi en los dormitorios escolares ¿Qué me dirías? –

–Diría que me estas jodiendo, y que estoy empezando a hartarme de tus chistes malos. –

Respondió Yamagata, quizá insultarla haría que Najiko dejara de hablar de cosas que a él le daban miedo.

–Puedo hacerlo… claro, que mi ayuda tampoco será gratuita. –

Najiko ni siquiera prestó atención al insulto, siguió con su pretensión.

–Ya he dicho que no tengo dinero. –

Y entonces ella lo miró con tedio, este sujeto de verdad que era terco.

– ¿Qué quieres? –

Preguntó Yamagata, convencido todavía de que ella estaba mintiendo, o fanfarroneando, o alguna cosa a la mitad de ambas.

–Quiero que te unas al consejo estudiantil. –

Respondió Najiko, respuesta que dejó helado a Kouji.

–Y quiero que “los lobos rojos” desaparezcan, para siempre, como vez, no te estoy pidiendo nada que no puedas hacer. –

–Ni de broma… –

Respondió Yamagata, aquella mujer seguro que estaba mal de la cabeza ¿Qué iba a hacer él en el consejo estudiantil? Le estaba pidiendo que traicionara a sus compañeros, uniéndose a alguien a quien él todavía consideraba el enemigo, a cambio de una promesa en la que definitivamente, él no creía.

–Dejémoslo a la suerte entonces, yo no voy a mover un dedo para evitar que la acepten, no soy esa clase de gente, pero te diré algo, Yamagata–kun, la suerte no es muy amigable con los hijos de familias sin dinero, como dije antes, yo también quería un lugar en los dormitorios. –

–Ni siquiera sé porque lo estoy considerando… –

Respondió Kouji, enfadado, porque sabía perfectamente que la presidenta tenía razón, al menos en esa última parte.

–Puedes hacer como que no has oído nada, puedes ignorar que viste esa lista y todo lo que hemos hablado hasta ahora, y puedes volver a ese sitio de mierda con gente que se olvidará de ti en cuanto te vea en apuros, y ser un ególatra que piensa solamente en sí mismo, o puedes hacer algo bueno de tu vida, para variar, y asegurarle una oportunidad a esa chica, que tú sabes que la merece mucho más que tú. –

Respondió Asaki Najiko, poniéndose de pie, y arreglando su falda, luego de eso se marchó, dejando a Kouji consumiéndose en rabia, porque sabía que, si la mitad de lo que ella decía era verdad, y era lo más probable, su pequeña hermana no tendría ninguna oportunidad de asistir al instituto, su familia no tenía para pagar un dormitorio propio en alguna parte.

A la hora de la salida. Kouji se presentó en la puerta del consejo estudiantil, en aquel entonces ubicado en el edificio de segundo año.

–Si las cosas no salen como tú me has dicho, en verdad que lo pasarás mal, Asaki–san. –

–Llámame Najiko, Yamagata–kun, y si las cosas no salen como he dicho, seré yo misma quien entre a tu cuarto, nunca he roto una promesa, y no voy a comenzar ahora. –

– ¿Qué tengo que hacer? –

Preguntó Yamagata, suspirando, porque aún no estaba del todo convencido de lo que estaba haciendo, Najiko lo sabía y sonrió.

–Por ahora siéntate, y toma un poco de té. –

Él obedeció, y entonces Najiko le indicó que el siguiente paso era precisamente la desaparición de los lobos rojos.

–Ahora mismo deben estar persiguiendo al chico que los delató, sabemos que estuviste involucrado junto con todos ellos, en muchas cosas que ahora mismo no hace al caso nombrar, ahora bien, el chico pertenece al consejo estudiantil, se llama Ikko, debes evitar que tus antiguos compañeros le hagan daño. –

–Es un soplón. –

–Trabaja para mí, al igual que tú. –

–De acuerdo, de acuerdo… sólo espero que no lo lamentes después. –

Respondió Yamagata, poniéndose de pie, evidentemente refiriéndose a lo que sucedería si ella no lograba que Kasumi fuera aceptada en los dormitorios escolares, Asaki sólo sonrió.

–No te preocupes, ella será nuestra Kouhai, es una promesa. –

Repuso Najiko amablemente, Yamagata salió de allí.

––––––––––

–Yo no lo tocaría si fuera ustedes. –

La figura del corpulento y enorme Yagamata hizo una sombra larga en el pasillo, débilmente iluminado por la luz que entraba de la ventana, pues las lámparas estaban apagadas. Los tres sujetos “Lobos Rojos” retrocedieron. Golpear al sujeto que les había causado la detención, así de pequeño como era, era sencillo, pero si Yagamata Kouji estaba detrás de él, la cosa no pintaba bien para los antiguos subordinados del viejo líder de los lobos rojos.

– ¿Ahora vas tras de él? –

Preguntó uno de los sujetos, mal encarado y luciendo con orgullo su símbolo colgado al cuello.

–Dije que lo dejaran. –

Respondió el otro, avanzando a través del pasillo vacío. Una chica que miraba la escena salió corriendo del lugar, a sabiendas de que la cosa se pondría fea si ninguno de los dos retrocedía.

–Eres un traidor, Kouji, un asqueroso… –

Un duro golpe en la cara del hablador no le permitió continuar. Era la prueba de que la orden iba en serio. En la pandilla de los lobos rojos, todo se trataba de fuerza física, el hecho de que él hubiera sido el líder por año y medio, significaba sin duda que era alguien peligroso.

Los otros dos echaron a correr, Yamagata volteó a ver al chico con la banda del consejo estudiantil, este se acomodó la corbata del uniforme y siguió caminando, dejando al pandillero y al ex–pandillero en ese sitio, sin siquiera agradecer.

–Maldito… algún día tendrás que pagar por esto ¿Me escuchas? Esa maldita bruja… –

Y recibió otro golpe, esta vez un pie en su estómago, que le hizo perder el aliento. Yamagata no se detuvo, continuó pateándolo en el suelo hasta que dejó de moverse. Después de eso se fue, sin que nadie osara aparecer en la escena durante un largo rato.

––––––––––

Después de eso, Yamagata se presentó de nuevo en la sala del consejo estudiantil.

–Buen trabajo. –

Dijo la chica que estaba sentada en la cabecera de la mesa, colocando sus manos sobre el escritorio, anotando algunas cosas.

–Buen trabajo… ¿Es eso todo lo que puedes decir? –

Lo cierto es que Kouji podía ser un pandillero, alguien cruel y, en ocasiones, incluso un mal nacido, pero la traición a los lobos rojos pesaba bastante en él, de eso no había duda.

–No tengo idea de lo que estas sintiendo o pensando, así que, no sé qué podría decir. –

Respondió Asaki Najiko, acomodándose el cabello de forma algo nerviosa, y sellando sus papeles.

–Con todo respeto “presidenta”. –

Dijo Yamagata, haciendo hincapié en esa palabra, Najiko alzó la mirada para verle a los ojos.

–Váyase al infierno. –

Dijo Kouji y se fue, ella volvió a mirar sus papeles.

–Así será. –

Respondió al tiempo que Yamagata salía de la sala.

––––––––––

Después de algunas escenas iguales a la anterior, poco a poco, los lobos rojos comenzaron a desaparecer, ninguno de sus antiguos miembros quería ser perseguido por esa enorme bestia que ahora era la mascota del consejo estudiantil. A cambio de su ayuda, Najiko hizo borrar sus expedientes de faltas y mala conducta, y se aseguró, tal como había prometido, de que Kasumi fuera ingresada en el colegio, y de que obtuviera un lugar en los dormitorios, además de que la chica tuvo una cálida fiesta por su aceptación, en la que Yagamata Kouji pudo presentar a Kasumi a sus nuevos “amigos”.

Le dijeron a la pequeña lo valiente que había sido su hermano al enfrentar a esos pandilleros, pero nadie le dijo que alguna vez fue el líder de éstos. Y ante la pequeña que pronto se convertiría en su Kouhai, su hermano fue puesto como un hombre de valor, tanto en la escuela como en el consejo, que se esforzaba todos los días por mantener la paz pública y que sabía cómo “dar una lección” a los maleantes.

Si Kasumi sentía admiración por su hermano mayor, los diversos relatos de varios miembros del consejo hicieron que ésta creciera desmesuradamente.

Si bien es cierto que el carácter de Kouji jamás cambió, su comportamiento fue distinto después de todas aquellas cosas, se le “pidió” a los maestros que cambiaran las notas y la opinión que tenían acerca de él, y ya que era un delincuente reformado, poco dijeron los docentes.

Y cada vez que su hermana le decía cosas como “Te quiero” él recordaba todo aquello, y aunque no sabía aun como lo hizo, comprendió después de un tiempo, lo importante que había sido su decisión en el destino de su pequeña hermana.

–––––––––

Itami conversaba con Najiko en el restaurante, o mejor dicho, lo intentaba, la verdad es que tenerla frente a frente resultaba para él, bastante difícil de sobrellevar, no podía dejar de mirarla, y el saber que ella era consciente de eso lo hacía sentir incómodo. Najiko por otro lado, pronto se hartó del silencio de su acompañante.

–Esto no es divertido, estas actuando como si estuvieras asustado ¿Doy miedo? –

Preguntó ella tentativamente, la verdad es que no estaba segura de cómo debería comportarse, hacía mucho que no tenía una cita, mucho tiempo que no salía siquiera con amigos, y por más que intentaba entrar en confianza, quizá salir con su Kouhai no fue la mejor idea.

–No es eso, Na… Najiko–san, es que… vaya, esto es inesperado, no estoy muy seguro, de qué debería hablar. –

Explicó Itami, tomando luego un sorbo de la soda que tenía enfrente, trajeron la comida, esto hizo acomplejarse a Itami, tan solo por la comida se notaba la diferencia entre ellos. Najiko tampoco estaba contenta. Ravioles gratinados con carne boloñesa para ella, una hamburguesa para Itami. Éste chocó su frente contra la mesa. La razón era que el menú era complicado, Itami pidió lo único que se le ocurrió, éste era el resultado.

–Puedes cambiarlo si quieres… –

Comentó Najiko, a sabiendas de lo que él debería estar sintiendo en ese momento.

–No, la verdad es que tengo un poco de hambre. –

Respondió él, sin ganas de complicar más las cosas. Yamagata seguía recargado en un automóvil, fuera del restaurante, Itami decidió que lo mejor era preguntar.

–Ese sujeto ha estado allí todo el rato ¿Sabes quién es? –

Preguntó Itami. Najiko se dio cuenta de que sería ridículo decir “Es un miembro del consejo” y decidió decir algo más acercado a la verdad.

–Puedes decir que es como mi guardaespaldas, debería acompañarme por si me sucede algo, aunque si te molesta puedo decirle que se marche. –

–Un guardaespaldas… en verdad eres como una Ojou–sama ¿No es verdad? –

Preguntó Itami, batiendo la cabeza. ¿En qué lío se había metido? Por primera vez desde que comenzó la cita, Najiko soltó una risa cristalina, que hizo a Itami relajarse.

–Una Ojou–sama… ¿De dónde sacas esa locura? Esta allí por si algo raro sucede, pero ya que tú vas a protegerme, como dijiste, entonces debería enviarlo de vuelta a la escuela… –

Ofreció Asaki–san, esperando que le dijera que sí, tal vez eso lo hacía sentirse incómodo, pero Itami negó con la cabeza, en lugar de eso, preguntó.

– ¿Hay alguien de quien quieras protegerte? –

Preguntó después, uno no contrataba algo como un guardaespaldas a no ser que estuviera en peligro. Najiko juntó sus dedos índice, acomplejada y algo preocupada.

–Bueno… algo así. –

Mustió Najiko, y luego se hizo el silencio.

Aquella era también la primera vez que titubeaba, y por ello, Itami comprendió que no debería ahondar en el tema. Para salir del embarazoso silencio en el que se encontraba, Itami se dispuso a contarle a la presidenta algunas cosas que acontecían en su casa, habiéndose relajado un poco por las respuestas de Najiko, hablar con ella poco a poco comenzó a ser más fácil.

En medio de la conversación, Itami preguntó.

– ¿Cómo es tu familia? –

Najiko fue tomada por sorpresa por esa pregunta.

–Bueno… viven muy lejos, en la prefectura de Nagano, mis padres son… –

Najiko se interrumpió. Itami no era precisamente un niño rico, pero seguro que su familia tenía más recursos que la de ella. ¿Qué pensaría si se enteraba de lo humildes que eran sus raíces en realidad? Hizo un esfuerzo por no acobardarse, no debería sentirse avergonzada de decir que sus padres eran campesinos.

–Bueno, cultivan hortalizas y arroz, a eso se dedican… –

Dijo, haciendo un esfuerzo muy grande por mantener la cabeza en alto, temiendo que Itami pensara que ella era pretenciosa, admitir algo como eso fue algo duro, pero también pensaba que su padre era alguien honrado que daba lo mejor de sí, no se hubiera sentido bien consigo misma si menospreciara a su familia por un chico de su instituto, por muy alta que quisiera mantener su imagen, negar a su familia era algo que no iba a hacer.

–Vaya, veo que vienes de muy lejos. –

Fue lo que respondió Itami, para él, no tenía ninguna importancia el hecho de que sus padres fueran granjeros, lo preguntó para saber si tenía hermanos y hermanas, para saber si su padre era estricto o si estaba en peligro de muerte por el hecho de tener una cita con ella. Sonaba muy estúpido, pero era la verdad.

Sorprendentemente, eso hizo a Najiko relajarse, suspiró cuando escuchó la respuesta de Itami, e inmediatamente después sonrió y negó con la cabeza.

–Son sólo cinco horas en el tren bala… No es un recorrido que pudiera hacer todos los días, de todos modos. –

Explicó después, sonriendo. Para ser sinceros, estaba nerviosa, como ya se ha explicado, tenía mucho tiempo que no tenía una cita, y no estaba muy segura de sí misma, ahora que no estaba en su sala, se sentía fuera de lugar, y tenía miedo de que saliera mal. Estaba consciente de que el chico estaba prendido de ella, pero también sabía que una cita decepcionante desanima a cualquiera, y ya que lo pensaba con detenimiento, no quería que este chico se desanimara. Después de todo, era el primer hombre que se atrevía a acercarse a ella con esas intenciones, en meses. No iba a aceptarlo en realidad, pero se sentía cómoda con él.

Después de la horrible forma que terminó su romance en el curso anterior, ella se dijo a si misma que no quería saber nada sobre chicos, y quizá al inicio del curso no le importaba demasiado, pero al ver que hasta esa horrible bestia de Yamagata conseguía novia, cuando ella seguía pasando el tiempo sola, le molestaba sobremanera. De hecho, esa soledad a la que ella misma se había confinado, formaba parte del hecho de que ella hubiera comenzado a beber con tanta frecuencia, que nadie le dirigiera ni un cumplido, hizo que toda su seguridad se tambaleara, porque si algo no podía conseguir con su poder, era un novio. Bueno, se había valido de su poder para la cita, pero eso no contaba porque era el chico quien había mostrado interés en primer lugar.

“Soy una chica, por todos los cielos, por supuesto que quiero ser halagada y consentida, me lo merezco”

Eso era lo que pensaba cuando mandó a buscar a Itami, no iba a desperdiciar esta oportunidad. Al demonio con todos, ya había hecho suficiente para toda la semana. Y así, sin decir nada más, decidió que no seguiría confinándose a sí misma por algo que, ahora mismo, ya no valía la pena.

– ¿Por eso es que terminaste viviendo sola aquí en Tokio? ¿No es demasiado duro? –

Preguntó Itami, interrumpiendo sus cavilaciones y haciéndola saltar.

–Eh… si, fue eso… yo… –

Itami soltó una carcajada.

– ¿Qué es tan gracioso? –

Se quejó Najiko, molesta por haber hecho el ridículo. Ahora que lo pensaba le gustaban los tipos como él, siempre había sido así. Sho–kun, Saji, Ikko… No podía evitarlo, le gustaba esa mirada de admiración que los chicos tontos ponían cuando la miraban. Los hombres grandes daban miedo.

–No es nada, es que parece que estabas ocupada pensando en algo, lamento haberte interrumpido. –

Se disculpó Itami, pero no dejaba de reír.

–Hmph, no tienes remedio, si me llevas hasta mi casa, tal vez te disculpe. –

Comentó ella, evitando mirarlo, y haciendo uso de todos los métodos de seducción que ella conocía… ahí estaba esa mirada, Itami estaba encantado con ella, en este momento, ella podía pedir un automóvil si quisiera, y este chico se lo daría, si pudiera, Asaki adoraba esa expresión.

–Bueno, si te sientes contenta con llevarte a tu casa, por mi está bien, no has terminado de comer, sin embargo. –

Najiko volteó a todos lados.

–De acuerdo, no olvides que lo has prometido, me llevarás todo el camino hasta allí. –

Itami no logró comprender por qué aquello parecía tan importante para ella, pero accedió, siendo sinceros, estaba contento de que ella se mostrara feliz a pesar del inicial desastre que había sido esta cita.

–No te preocupes, por mí no hay ningún problema, al contrario, estoy feliz de poder caminar al lado de una chica tan hermosa. –

Fue la respuesta de Itami, se arrepintió a medias después de decirlo, sintió que tal vez había dicho demasiado en su comentario, pero a decir verdad, eso hizo que Najiko se pusiera feliz. Najiko aceptó el cumplido sabiendo que Itami estaba diciendo justo lo que pensaba, y por como la miraba, supo que lo tenía en su poder, esa sensación hizo que algo se encendiera en su interior. Algo que después de tantos meses, no era fácil de ignorar, y no iba a perder la oportunidad.

–No quiero caminar. –

Respondió Najiko, Itami asintió, y tomó su celular, buscando alguna estación donde pudieran tomar un taxi, ni siquiera estaba seguro de cuánto iba a terminar costándole todo esto, pero tenía que admitir que con lo feliz que ella se veía, el precio no importó mucho, sólo esperaba no terminar con sus ahorros en una sola cita.

Najiko estaba temblando, pero ya no era de miedo, tiró su llavero al suelo intencionalmente, para mostrar discretamente su busto al joven que tenía delante, a pesar de que Itami no fue nada discreto al mirarla, pero eso ya no le disgustó. Tomó un trago de su soda para disimular la satisfacción de sentirse así, mientras sonreía para sí misma por la emoción.

– ¿Sabes? Todo este tiempo me preguntado… ¿Tú… estas interesado en mí? Quiero decir, no como presidenta, te intereso… ¿Cómo una chica? –

Itami se llevó la palma a la frente ¿Tan difícil era de creer?

–Najiko ¿Sabes? Soy un poco tonto, no entiendo muchas cosas de eso del consejo estudiantil, y aunque no voy a negar que me pareces alguien admirable, eso no tiene nada que ver con que te haya invitado a salir. –

Fue la mejor forma de decirlo que encontró, Asaki sonrió después de eso. Era un idiota, hablador e impertinente, la clase de chico que a ella le gustaba. Suspiró cuando lo admitió. Y lo mejor fue que el chico no dejaba de mirarla. ¿Qué tenía eso de malo? Ella era hermosa después de todo, era sólo natural que él la mirara a ella, era natural que quisiera besarla, o tocarla…

Estos pensamientos comenzaron a rondar por su cabeza mientras ella hacía un esfuerzo por mantener la compostura, no quería que él pensara mal de ella, suspiró para tranquilizarse un poco, mientras bebía elegantemente de su soda.

Najiko tomó su celular luego de eso y envió un mensaje de texto, al voltear a la ventana, Itami pudo notar que Yamagata se había marchado.

–Es bueno escucharlo. –

Respondió finalmente. El taxi llegó después de eso, como ambos habían terminado de comer, Itami se puso de pie y ayudó a la chica a subir, ella parecía complacida, así que prefirió no decir nada que pudiera mortificarla. Se sentía satisfecho con la cita que había tenido y temió por un momento que cualquier cosa que pudiera decir, arruinaría el ambiente. Para ser una cita que él no tenía en mente había salido de maravilla.

Era el atardecer y hacía calor, el taxista bajó un poco las ventanas para que el viento que entraba en el auto refrescara el ambiente, haciendo volar un poco el cabello de Asaki quien se cubrió con una mano. Mientras viajaban en el taxi, Najiko se deleitaba al saber que Itami no podía apartar sus ojos de ella, incluso tuvo la idea de darle un beso pero se contuvo, la imagen que Itami tenía de ella podía desmoronarse si ella hacía algo tan atrevido, esperó a que él hiciera alguna señal, algún movimiento, por eso cuando la mano de Itami tocó “accidentalmente” la suya mientras ambos fingían mirar a la ventana no pudo evitar enrojecer. De todos modos, no movió su mano. La mano del chico volvió a chocar con la de ella un par de veces, ella siguió fingiendo no darse cuenta de nada, mientras relajaba su mano para que Itami la tomara.

Sentir la mano de su acompañante tomar por fin la suya la hizo sentir bien, pero también le trajo a la mente muchas cosas que no deberían estar allí en un momento como aquel. Batió la cabeza para librarse de esos pensamientos antes de que arruinaran el ambiente.

– ¿Ocurre algo? –

Preguntó Itami, soltando inmediatamente la mano de Najiko, quizá asustado por la reacción que ella había tenido. Najiko se enfadó.

–No pasa nada. –

Respondió ella. ¿Por qué tenía que acordarse de esas cosas ahora? Y ¿Por qué le había soltado? Ella lo disfrutaba, estaba contenta así ¿Por qué tenía que soltar su mano? ¿Él no se hallaba contento? Esas preguntas rondaban su mente. Finalmente decidió que debía hacer un movimiento más obvio, y lentamente dejó caer su cuerpo, hasta juntar los hombros con los de él, y suavemente colocó su cabeza contra la de Itami. El corazón del chico por poco se detiene.

– ¿Soy una molestia? –

Preguntó ella, el cuerpo de Itami se endureció en cuando hubo contacto, e Itami empezó a tener un problema que seguramente le impediría levantarse, el olor del cabello de Najiko entró por las fosas nasales de Itami, paralizándolo.

–Si estoy incomodándote entonces… –

Najiko se retiró, pero fue interrumpida, Itami la tomó de la mano.

–No, de ninguna forma, estoy bien. –

Respondió Itami, tomándola de la mano de pronto, enojado por no haber reaccionado ante el avance de ella, podía haberla rodeado con el brazo o algo, pero se paralizó. Se miraron a los ojos, y permanecieron mirándose sin que ninguno de los dos estuviera seguro de cuánto tiempo estuvieron así, tomados de las manos.

–Disculpen… lamento interrumpir su momento, pero… llegamos. –

Comentó el conductor del taxi, un hombre canoso que en realidad, venía divirtiéndose un poco con el drama que los dos chicos venían interpretando en el taxi. Con una sonrisa, el taxista recibió la paga de manos de Itami mientras éste ayudaba a bajar a Najiko. “Vaya una chica” pensó el taxista, una vez que arrancó, mirando las últimas escenas por su espejo retrovisor, que mostraban a un par de chicos que apenas podían mirarse por la vergüenza.

––––––––

Era de noche para cuando ambos bajaron del taxi, Itami se preguntaba ahora a donde había ido el sujeto que los había seguido durante toda la mañana, pero en vista de que la chica con la que estaba no parecía preocupada por ello, trató de no darle importancia al tema, Najiko abrió la puerta de su casa sin siquiera notar que Itami se había quedado parado bastante atrás.

– ¿Pasa algo? –

Preguntó Najiko cuando volteó a verlo, en un error de cálculo, asumió que Itami sabía que la invitación de acompañarla era una invitación a pasar.

–Sí, bien, ya que hemos llegado yo… creo que debería irme. –

Comentó Itami, pero no sonaba a que quisiera despedirse para nada, aunque eso no evitó que Najiko se sintiera algo ofendida. Permaneció en silencio por unos instantes, tratando de no gritar, es decir ¿estaba rechazándola? ¿Por qué? Pero tuvo que admitirse que aquello era poco probable, después de como la había mirado, lo único que podía estar ocurriendo es que él no estuviera seguro de qué hacer en ese momento.

–Si bueno, yo… esperaba que pudieras pasar y conversar un poco más, no es como que me moleste pero… –

–Tampoco quiero irme. –

Respondió Itami inmediatamente, interrumpiéndola, ya que le daban la oportunidad de permanecer más tiempo con ella, y a solas, no dudó ni unos momentos en aprovecharla. ¿Algo iba a ocurrir? Se preguntaba mientras caminaba hasta donde estaba ella ¿Y qué iba a hacer en caso de que ocurriera? ¿Y qué iba a hacer en caso de que estuviera malinterpretando todo?

–Bien, ha sido una bella cita, me gustaría prolongarla un poco más. –

Explicó Najiko, indecisa acerca de tomarlo de la mano al entrar o dejar que él hiciera el primer movimiento. Itami entró sin que ella se diera cuenta, por estar demasiado ocupada pensando en estas cosas, así que ella entró después, cerrando la puerta tras de sí, y encendió la luz recargándose luego contra la puerta.

Por fin, estaban solos, estaba a solas con un chico, su respiración se aceleró, le dolía el estómago, hacía mucho tiempo que ella no hacía algo como esto, sus manos sudaban.

Itami se sobresaltó al escuchar el ruido del seguro de la puerta detrás de Najiko, que lo miraba con una expresión que él nunca había visto en una chica. Y como era de esperarse, se puso muy nervioso, Najiko estaba buscando valor ahora.

– ¿Najiko–san? –

Preguntó Itami, mirándola acercarse, balanceando su cuerpo aún más de lo normal, tragó saliva mientras ella tomaba sus manos, estaba roja de la cara y podía sentirla respirar.

–Chan. –

Pidió ella, luego se arrepintió.

–No… sólo Najiko, por favor. –

–Eso es mucho pedir… yo… –

Y no pudo articular palabra, sentir el sudor en las manos de ella lo puso a temblar, porque no tenía la más mínima idea de lo que tenía que hacer.

–Estamos solos. –

Replicó la chica, retrocediendo un poco, quizá se estaba adelantando, Itami podría asustarse e irse, y ella lo habría arruinado todo, ese pensamiento le asustaba.

– ¿Solos? –

Preguntó Itami a media voz, intentando que su cerebro no colapsara, ante todo, tenía que mantener la calma, una mujer hermosa estaba frente a él, y aseguraba que estaban solos, aparte de que había colocado el seguro a la puerta y estaba tomándolo de las manos, pero tenía que calmarse. Najiko metió su cara entre los hombros de él, Itami poco a poco reaccionó, rodeando su espalda con su brazo, y apretando ligeramente, ahora ambos podían sentir el corazón del otro latir a toda velocidad.

–Me gustas… –

Najiko dijo eso sin mirarlo, porque había intentado decirlo hace un momento, mirándolo a los ojos, y no se atrevió.

–Tú… también me gustas mucho. –

Respondió Itami, lo más claramente que pudo, los pechos de ella estaban apretándose contra su pecho, y la sensación era tan placentera, que le impedía pensar con claridad, además de que su cuerpo había empezado a reaccionar desde que la sintió cerca de él.

–Está bien, el sentimiento es mutuo… eso es muy bueno. –

Respondió Najiko suspirando, sin apartarse de él, estaba tan avergonzada que sentía que moriría, se arrepentía ahora de haber colocado el seguro en la puerta ¿Qué iba a pensar Itami de ella? seguramente malinterpretaría todo, pensaría que ella dejaba a cualquiera entrar en este sitio, aunque la verdad era todo lo contrario, ella no había dejado que entrara nadie desde que su anterior relación terminó, y eso fue antes de que iniciara el curso ¿Podía aclarar eso antes de que él pensara que ella era una cualquiera?

– ¿Qué hacemos ahora? –

Preguntó Itami, ella se separó lentamente de él, iba a retractarse de todo ahora, quizá esto iba demasiado rápido, quizá no era un buen momento. Estaba pensando en todas esas cosas cuando volvió a mirarlo a los ojos… Itami estaba admirándola de nuevo, entonces notó el abultamiento en su pantalón, a pesar de que él estaba temblando. Esa invitación no dicha no le permitió pensar en nada más. “Entonces no soy la única que tiene miedo” se dijo a sí misma, sabiendo ahora que Itami se sentía igual, quizá por distintas razones, pero si ambos tenían miedo, entonces no quedaba más que dar el salto. Se dispuso a llevar esto hasta el final.

–No sé… Podemos hacer muchas cosas en realidad. –

Fue su respuesta, tomándose el cabello y usando el tono de voz más dulce y sedosa que tenía. Si iba a pasar algo que pasara, era su momento, no era tiempo de estar pensando en lo que él pudiera pensar después, era momento de dejarse llevar, ahora sólo restaba saber si Itami tendría las agallas suficientes para hacer lo mismo.

–Yo… –

Itami se interrumpió solo cuando puso sus labios sobre los de ella, el abrazarse y arrojarla al suelo fue todo a un tiempo. Él no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero tenía que estarlo haciendo bien porque se sentía muy bien de todos modos, así que sólo hizo lo que pensara que era lo mejor. Najiko parecía tener experiencia en esto, eso le dio algo de seguridad para continuar, si hacía algo mal, ella se encargaría de corregirlo, no había necesidad de estar nervioso.

Itami se puso de pie después de un momento, iba a continuar, pero le pareció que el piso era un mal lugar, ella lo miró con la respiración entrecortada.

– ¿Qué pasa? –

Preguntó Najiko a media voz.

–Vamos a tu cama. –

Najiko se puso de pie también, asintiendo con la cabeza y tomándolo de la mano, lo llevó hasta su cuarto, guiándolo mientras volteaba a verlo para cerciorarse de que no había perdido la atención de él, Itami no dijo nada, sólo caminaba detrás de ella, mirándola balancear su cuerpo al entrar en su alcoba, una vez allí, volvieron a besarse. Najiko echó las manos al cuello de Itami mientras se recostaba sobre la cama, él comenzó a tocarla. Se dio el tiempo de disfrutar cada parte de ella, sus labios rojos y húmedos, sus pechos, suaves y firmes a la vez, sus delicados brazos y sus hermosas piernas y sólo cuando estuvo seguro de que era el momento, comenzó a desvestirla, con la delicadeza y amabilidad con la que acarician las alas de una mariposa, y con la avaricia y ansiedad con la que un niño quita la envoltura a un dulce por el que ha esperado por horas para poder comer.