Kuma C44

Capítulo 44: El oso cría aves

 

A primera hora de la mañana siguiente, use la puerta de transporte de oso a la aldea. Cuando llegué allí, un aldeano me vio venir y se acercó.

[¿Qué pasa?]

[Quiero reunirme con el jefe de la aldea, si no te importa.]

[Sí, creo que está bien.]

El aldeano me guio educadamente a la casa del jefe de la aldea.

[Oh, si no es Yuna. ¿Qué te trae por aquí?] — dijo el jefe de la aldea, saludándome con una sonrisa.

[Buenos días. Sólo necesito un pequeño favor…]

[Escucharé cualquier favor que tengas que pedir.]

[Sobre el kokekko que tuviste la amabilidad de darme el otro día… ¿Es posible atraparlos vivos?]

[¿Los quieres vivos? Si ponemos una trampa, creo que debería ser relativamente fácil atrapar uno.]

[En ese caso, ¿Podrías por favor atrapar algunos para mí? Quiero los huevos, así que me gustarían mucho las gallinas, si las puedes conseguir.]

[¿Qué es un favor para la que salvó a nuestra aldea? ¿Cuántos te gustaría?]

[Cuantas más mejor, pero no quiero reducir el suministro de comida de la aldea, así que si pudieras conseguir los suficientes como para no afectar a la aldea.]

[Entendido. Bueno, entonces, conseguiremos que alguien en la aldea salga a capturarlos inmediatamente.]

[Gracias.]

Si pudiera conseguir un kokekko vivo, entonces tendría huevos frescos.

[Entonces, ¿Qué te gustaría hacer mientras tanto?]

[¿Cuánto tiempo crees que tardará?]

[Veamos, creo que deberíamos ser capaces de capturar algunos por la tarde.]

[En ese caso, volveré esta tarde. Tengo otros recados que hacer en las montañas.]

Con otro paso tachado en mi lista de tareas, me dirigí de nuevo a la cueva donde estaba la puerta de transporte.

 

▼▼▼▼

Cuando volví a la cueva, quité la puerta de ese lado temporalmente. Con algo de magia de tierra aplicada libremente, hice la cueva aún más amplia y monté una casa de un solo piso en forma de cachorro con una cocina, un baño, un cuarto de baño y una habitación personal, e iluminé todo con gemas de maná. Para terminar, puse una puerta de transporte de oso justo al lado de la entrada de la casa de osezno. Base número uno completa.

Cuando volví a la aldea, tenían unos veinte kokekkos atados para mí. Era más de lo que esperaba.

[¿Estás seguro de que puedo tener tantos?]

[La próxima ronda de pollos crecerá rápido, y no hay monstruos aquí, así que es un ambiente ideal para ellos. Por favor, llévatelos y no te preocupes por eso.]

Supongo que la víbora negra vino hasta un asentamiento humano porque no podía encontrar monstruos para comer, pensé.

Hice que los aldeanos ataran los kokekkos a Kumayuru y Kumakyu para que los pájaros no se cayeran. Hubiera sido bueno si pudiera llevar carga viva en el almacén de oso, pero tuve que soportarlo.

[¿En serio vas a volver ahora mismo?]

[Prefiero llegar a casa más temprano que tarde.]

[Ya veo. Esperábamos entretenerte un poco…]

[Has hecho más que suficiente.]

Traté de pagar por los kokekkos cuando me fui, pero el jefe de la aldea no quiso aceptarlo.

[No, no, no podríamos aceptar nada de la salvadora de nuestra aldea.]

No podía permitir que eso sucediera, así que lo forcé a aceptar el pago, y luego hice que Kumayuru y Kumakyu corrieran. Volví directamente a la cueva y me moví a la puerta en mi casa en Crimonia. Me habría dirigido directamente al orfanato, pero no podía tener a los osos corriendo por la ciudad. Provocaría un alboroto. Decidí esperar hasta la noche. Dejé los kokekkos atados a los osos, pensando que probablemente no los matarían.

 

▼▼▼▼

Cuando cayó la noche, los osos se agitaron. Corrieron por las calles al amparo de la oscuridad. ¿No sería mejor usar una puerta de transporte, dices? Para ser francos, yo sólo quería correr por la ciudad en un oso.

Pasamos por el orfanato y llegamos a la tierra que había comprado. Bajé de Kumayuru y revisé la parcela. Supuse que el lugar funcionaría bien. Cree un gallinero de tierra y lo rodeé con un muro de tres metros. Probablemente no podrán huir si es tan alto, ¿Verdad? pensé.

Llevé a los osos al gallinero y desaté las cuerdas que ataban a los kokekko. Una vez que estuvieron libres, los pájaros vagaron por la casa. Me sentí mucho mejor al ver que realmente seguían vivos

A la mañana siguiente, visité el orfanato después de terminar de desayunar. Encontré a los niños reunidos fuera de la pared del gallinero.

[¿Chica oso?]

Me asaltaron al verlos.

[Chica oso, una pared apareció durante la noche.]

Uno de ellos hizo un gesto, tratando de darme una explicación enfática sobre el muro en cuestión. Puse una mano en la cabeza del chico.

[Eso es porque yo la hice.]

[¿La hiciste?]

Los huérfanos me miraron asombrados con la boca abierta.

[De todos modos, tengo algo que necesito decirles a todos ustedes y a su directora, así que entremos.]

Cuando llegamos, la directora estaba con una mujer que parecía tener unos veinte años. Tenía una idea bastante buena de quién era.

[Liz.] — dijo la directora — [Esta es Yuna del otro día, gracias de nuevo, por cierto.]

[Muchas gracias por la comida.] — dijo Liz, inclinando la cabeza.

[¿Qué te trae por aquí hoy?]

[Me preguntaba si estaría bien dar a los niños algo de trabajo. Les pagaría un salario justo, por supuesto.]

[¿Le estás dando trabajo a los niños?]

[No te preocupes, no es nada peligroso.]

[¿Qué clase de trabajo es?]

[¿Has visto la pared de fuera?]

[Sí, la he visto. Los niños han estado haciendo un escándalo por la pared desde que apareció cuando nos despertamos esta mañana.]

[La hice anoche. Me gustaría que los niños cuidaran de los pájaros dentro del cerco.]

[Umm, ¿La hiciste en una sola noche?]

[¿Quieres que cuiden los pájaros?]

Les dije cómo había hecho las paredes y les expliqué qué tipo de trabajo necesitaban hacer: Necesitaba que los niños recogieran los huevos por las mañanas, limpiaran el gallinero y cuidaran los kokekkos. Me aseguré de enfatizar que los kokekkos no eran para ser comidos.

[En otras palabras, ¿Estás empezando un negocio de venta de huevos?]

[Bueno, considerando la cantidad de huevos que parece haber en este pueblo, sí.]

[¿Estas segura de que quieres pagarnos por hacer eso?]

La directora me miró con incredulidad.

[Tengo otras cosas en mente para ti más tarde, pero eso es todo por ahora. ¿Qué te parece?]

La directora miró a los niños.

[Bueno, ¿Todos? Parece que Yuna tiene un trabajo para ustedes. Si trabajan, podrán comer. Si no lo hacen, terminaremos volviendo a la situación en la que estábamos hace unos días. Yuna no puede seguir trayendo comida.] — dijo la directora a los niños.

Los niños nos escucharon, luego se miraron y compartieron un asentimiento colectivo.

[Yo lo haré.]

[Por favor, déjame hacerlo.]

[Yo también lo haré.]

[Somos tres.]

[Conmigo cuatro.]

Aprecio la energía detrás de su respuesta.

[En ese caso, ¿Puedo asumir que todos están dentro?]

La respuesta fue unánime.

[Yuna, dejaré a los niños a tu cuidado.] — dijo la directora, inclinándose profundamente.

[Claro. Además, ¿Me prestas a Liz?]

[¿A mí?]

[Sí, quiero que te encargues de los niños.]

[No es ningún problema, si es lo que necesitas de ella. Liz, asegúrate de escuchar todo lo que Yuna dice.]

[Sí, directora.]

 

▼▼▼▼

Me dirigí al gallinero, siguiendo a los niños. Dentro, encontramos a los kokekkos durmiendo la siesta.

[Aquí están sus trabajos: Primero, cuando se tiene buen clima, dejen salir a los pájaros a primera hora de la mañana. Segundo, recoger cualquier huevo en el gallinero. Tercero, limpiar el gallinero. Cuarto, dar a los pájaros comida y agua. Quinto, llevar a los pájaros de vuelta al gallinero una vez que todo esté hecho. ¿Pueden hacer eso?] — pregunté.

Estuvieron de acuerdo sin dudarlo.

[Muy bien, dejen salir a los pájaros. Los huevos que pongan se convertirán en dinero para su comida, así que asegúrense de ser amables.]

Los niños confirmaron que me habían entendido.

[Pongan los huevos en estos contenedores.]

Conjuré diez cartones de huevos con un hechizo de tierra, cada uno con diez agujeros. Ese primer día, los niños reunieron lo suficiente para llenar un paquete. Supongo que eso fue bastante bueno para veinte kokekkos.

[Liz, ¿Tienes algún trozo de verdura?]

[Sí, tenemos…]

[¿Está bien si se los doy de comer a los pájaros?]

[Bueno…]

A pesar de que eran sólo retazos, Liz había salido y rogado por ellos. No era de extrañar que se sintiera extraña alimentando a los pájaros con ello.

[No voy a pedirte que pongas tu fe en mí todavía, pero las verduras que tienes van a nutrir a las aves para que produzcan huevos.]

[Ya veo…]

No estaba segura de sí me creía, pero me dio su permiso.

[Bien, Liz, ¿Puedo dejarte el resto a ti?]

[¿Vas a algún sitio?]

[Bueno, finalmente hemos conseguido huevos, así que tenemos que ir a venderlos.]

Cogí el cartón lleno y salí para la siguiente parada de mi lista.