Capítulo 21: Con “S” de Soberbia.
–Todavía pareces cansado… –
Comentó Akane. Estaba desayunando con ella, después de una reconciliación que duró bastante, Akane finalmente se quedó dormida. Cuando nos levantamos ella comenzó a preparar el desayuno.
Era un día importante, yo había prometido pasear en el festival con ella.
–Si bien, puede que me haya excedido anoche. –
Respondí. Eso le trajo a la mente la pelea que habíamos tenido anoche.
–Perdón… –
Dijo ella, bajando la cabeza.
–¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Puedes decirme ahora? –
Pregunté. En cierto modo, quería saber.
–Pues… es un poco vergonzoso pero, ya te he dicho que me gusta lo que haces, y el no saber hacer cosas como esa me da ansiedad. Yo le comenté a mis amigas para ver si ellas sabían cómo se hace… y ellas me dieron algunos consejos, que ahora no sé si debería aceptar. Les dije que me ponía muy nerviosa, y entonces fue cuando propusieron la celebración… no fue de la nada, nos quedó muy bien nuestro trabajo y todo… ya lo verás. –
Dijo, animándose, pero luego bajó la cara de nuevo.
–Pero entonces, ellas trajeron la bebida… Ellas me dijeron que, si bebía, los nervios se acabarían, incluso que a los hombres les gusta así… pero ahora supongo que eso no aplica para todos. –
Explicó.
–Usaron tus problemas y tus inseguridades como excusa para beber, Akane. –
Akane asintió con la cabeza.
–Me engañaron. –
Respondió.
–¿Habías bebido antes? –
Pregunté. Ella negó con la cabeza.
–Bueno… una vez… sin que mi padre se diera cuenta, yo tomé su vaso con licor y lo probé… pero era muy niña y solo me dio asco. –
–Creo que eso no lo contamos. –
Respondí, sonriendo. Akane negó con la cabeza.
–No, no cuenta… no sentí nada, solo me ardió mi lengua. –
Explicó ella. Yo hice lo posible para no reírme.
–No voy a negar que me agradó, sabe bien… pero… ahora que lo pienso mejor, si me comporté muy mal… yo ni siquiera sabía por qué estaba haciendo esas cosas. No solo te quita la vergüenza, tu decencia y tu dignidad también desaparecen… eso no estuvo bien. –
–Me gritaste muchas cosas… –
Respondí, sonriendo con vergüenza ahora. La traté mal también. Eso que ni qué.
Akane me miró, pensativa.
–No sé qué fue, tu m has maltratado antes pero, fue un tipo diferente de maltrato, no había cariño en él, ni deseo, nada… solo coraje. Me enfureció que me trataras así, “Después de todo lo que he hecho por él” pensé… pero no era del todo consiente de que, en realidad, te estaba ocasionando problemas… yo realmente pensé que me golpearías. –
Explicó.
–Lo siento, también me comporté como un tonto, no tengo intenciones de negarlo. Tenías razón en enojarte. Perdón. –
Akane negó con la cabeza.
–Fue diferente incluso de nuestra primera vez. Todo lo que pude pensar en aquella ocasión era que te gustaba. Pero esta vez realmente creí que me odiabas… No volvamos a pelear así. –
Encogí de hombros.
–No importa qué, no volveré a tratarte así. Y tu… deja de pretender ser alguien que no eres. Todo ha ido bien hasta ahora ¿No es cierto? –
Akane asintió y suspiró.
–No volveré a escucharlas… sus consejos son cada vez más extraños. Empiezo a pensar que no me están aconsejando por mi bien. –
Explicó ella.
–No diré que quieren tu mal, Akane, y entiendo, es cierto que en algún punto eran más experimentadas que tú. Pero a este punto, creo que eres tu quien sabe más que ellas. Sus consejos no son consejos. Te están enviando a que experimentes cosas por ellas. –
–Lo dijiste anoche. Creo que eso fue lo que me hizo volver en mí, si le puedo decir así. Dijiste “Ellas no tienen un esposo en casa” y es cierto. ¿Cómo van a saber de qué les estoy hablando? Pero si ellas no pueden aconsejarme… ¿A quién debería escuchar? –
No funcionaba si le decía que a mí. Si ella quería sorprenderme con algo o entender algo que no pudiera preguntarme.
–Necesitas a alguien casado. –
No quise decir, pero ella lo entendió y giró la cara.
–No a mi padre. –
Me dijo.
–¿Tu madre tal vez?–
Akane pellizcó mis mejillas.
–Pero si lo que te hizo enfadar fue que me comportara como ella. –
Se quejó. No sabía que tan… vulgar es su madre en realidad. Apenas la había visto un par de veces. Lentamente, se iba dibujando para mí un panorama de lo que había ocurrido en su familia, de lo que Akane trataba de evitar a toda costa.
Otra cosa es que no solo fue su comportamiento por la noche. Akane sintió que algo se le escapaba y preguntó:
–Entonces… ¿A los chicos les desagrada que beban? –
Preguntó ella. Yo negué con la cabeza.
–Por eso es que necesitas a alguien casado. Porque las cosas cambian. No es únicamente la bebida, pero cuando es tu esposa la que llega en ese estado… bueno… te imaginas un montón de cosas. No es lo mismo si es tu novia. –
Expliqué.
–Te preocupa que… –
Supongo que la más obvia era que alguien abusara de que estaba alcoholizada, es cierto, pero no es la única.
–Que te encuentres con algún oportunista, Si… pero también que te caigas y te lastimes, que alguien te quite tus cosas o que te haga daño por quitarte tus cosas, que te pierdas, que te quedes dormida y no sepas donde estás… que te arrolle un automóvil… son muchas cosas, no solamente los celos. Casi siempre que hay un accidente de tránsito, hay alcohol involucrado. Es peligroso. –
No es que esté en contra de que la gente beba, vamos, ni siquiera me enojaría que Akane bebiera, siempre y cuando no hubiera peligro después. Quería que ella entendiera que le atesoro para mí, de muchas formas.
Akane lo entendió, pero no por eso ignoró que yo tenía un algo en contra de beber.
Se puso de pie, y me abrazó así como estaba, mi cara se metió entre sus pechos.
–Creo que… hay algo que no me estás diciendo de todo esto. Pero no importa. No volveré a beber. Ya bastante te hago soportar como para arrojarle encima preocupación por mi bienestar. Cuidaré de mi misma. –
Y me soltó. Sonreía.
–Te amo. –
Dijo cuándo la miré, y sonrió. Luego se puso a recoger los platos.
Me quedé en silencio. Como siempre que ella decía eso. Akane no pareció tomarlo en cuenta, siguió tomando los platos de la mesa y llevándolos al fregadero. Cuando los puso todos allí, volvió. Yo tome un trapo y limpiaba la mesa con él.
Akane se paró junto a mí, y suspiró.
–Bien… hoy es el día que tengo libre en el festival. ¿Quieres ir allí? ¿Quieres hacer otra cosa? Podemos hacer lo que tú quieras. –
Preguntó ella, tal vez insegura acerca de querer pasar su día en el festival de su escuela. Creo que ella estaba un poco molesta con sus amigas ahora.
Pero es que yo quería ir.
–El año pasado, Akane, te invité al festival escolar. Tu sonreíste, dijiste que ibas a pasear con tus amigas, y te diste la vuelta. –
Respondí. Akane reprimió una risita por vergüenza.
–No creí que te acordarías. –
–No se me va a olvidar. –
Respondí.
–¡Perdóname de una vez! Fue antes de enamorarme de ti –
Se quejó ella, riendo nerviosamente.
–Nunca antes había invitado a una chica a un festival… –
Respondí.
–Bien, ya entendí… me voy a cambiar. –
Dijo ella y subió las escaleras. En ese momento, recibí un mensaje. Era Kurimo.
“Hace un buen día hoy. Quizá sea una señal para ir de compras. Es extraño salir con mi madre a esta edad ¿No lo es? Pero si voy sola, es posible que me den las diez de la noche y no decida nada. Fu–fu–fu Espero que no estés demasiado ocupado, y si lo estas, al menos puedes esperar a mañana.”
Fue su mensaje. Tuve que leerlo varias veces porque no comprendí el propósito del mensaje. ¿Por qué lo envió? Akane se acercó y miró el teléfono.
–¿Qué ocurre? –
Preguntó ella.
–Un mensaje… pero… no lo entiendo. –
Akane lo leyó. Me sentí extraño de estar mostrando eso a Akane, pero como ella había visto cosas mucho más extrañas en mi teléfono, pensé que estaba bien. Akane suspiró y me miró.
–Quiere que te ofrezcas a acompañarla. –
Explicó ella, poniendo una mano en la cintura.
–¿Eh? ¿Cómo sabes? –
Pregunté.
–Por que leí el mensaje… si quieres, puedes ir. –
Dijo ella. No fue difícil, por la expresión de su rostro, saber que ese “si quieres” era una trampa. Ni hablar.
–Me sorprende que lo comprendieras con tanta facilidad… pero no lo creo. Es decir. Ya hice planes. –
–Bueno, siempre puedes fingir que no entiendes la indirecta supongo. –
Explicó ella.
Yo suspiré. Eso era lo mejor.
O eso creí.
Akane suspiró.
–¿Es la chica que llevarás al festival mañana? –
–Si… se llama Hatami. Hatami Kurimo. –
–Hatami… ¿Dónde he visto ese nombre antes? Bueno no importa. ¿Es linda? –
Preguntó Akane, sus ojos brillaron.
–¿Importa? –
Pregunté, avergonzado.
–Claro que si… se supone que sea más linda que mis compañeras de clase. ¿Comprendes?–
Respondió ella, como si fuera algo obvio.
Para mí, todavía resultaba extraño hablar de estas cosas con Akane.
–Bueno, si es linda, aunque es una chica de colegio. –
Akane suspiró.
–Te daré los pases mañana. –
Me dijo, y se dio la vuelta.
–De algún modo, quiero conocerla. –
Comentó, peinándose.
–Solo tienes que esperar a mañana. –
Respondí, ahora subiendo las escaleras. Me mojé la cara, me peiné bien, y me cambie de ropa. Cuando salí, ella esperaba en la entrada, acomodándose sus zapatos. Me puse los zapatos también y salimos.
––––––––––––
Muy bien.
Lo admito.
Nunca había visto a alguien, mucho menos a tantas personas, esforzarse tanto en un festival.
Parecía que estábamos en una plaza comercial, no en un instituto.
La comida era perfecta, el servicio excelente, y las chicas eran tan lindas por todos lados, que Akane acabó burlándose porque me tropecé por no saber a donde debería mirar.
–Debería estar enojada porque miras a otras chicas, y debería estar avergonzada porque eres un tonto… y aun así… –
Me hizo sentir un poco miserable, de la buena manera, si es que la había.
–Me sorprende que no te moleste. –
–No me molesta si tú ves a alguien, me molesta más si ese alguien te devuelve la mirada, pero todas están tan ocupadas que no se dan cuenta. Y aun en caso de que se dieran cuenta, solo tienen que fingir que no pasa nada. Es simple. –
–¿Hablas por experiencia? –
Pregunté. Estaba molestándola, pero después de todo, por algo me gustaba Akane en primer lugar. Era súper linda.
–Bueno… nos dimos cuenta el día de ayer, algunos de los clientes si nos miraban… pero yo no le devolví la mirada, lo juro. –
Me reí por dentro, mientras negaba con la cabeza. A Akane le gustaba sobremanera que le dijeran que era bonita.
–Últimamente estás muy engreída. ¿La lindura se te subió a la cabeza? –
Pregunté. Ella se rio y negó con la cabeza.
–Me basta con impresionar a una persona… si esa persona sigue mirándome, los demás no me importan. –
Respondió ella. La tomé de la mano. Akane saltó.
–Ven, vamos por crepas. –
Ofrecí, y seguimos nuestro tour.
No respondí el mensaje de Kurimo, no había nada que pudiera responder sin sonar grosero.
–––––––
Luego de que fuimos a la presentación del club de música de su escuela y paseamos por la tradicional casa del terror, ella me invitó al restaurante–café que su clase había preparado. Y como parecía animada, la seguí.
Una chica con cabellos agarrados a los lados “como bollos” se acercó.
–Puedo tomar su… Fumishi–chan. –
–Hola… –
Respondió Akane, levantando la mano ligeramente.
–No pensé que realmente vendrías… mira que desperdiciar aquí tu descanso. –
Comentó la chica.
–Si bueno, ya estaba en planes. –
Respondió Akane, riendo y haciendo un gesto con la mano.
–Y usted debe ser… ¿Su juguete? –
–¡No! –
Respondí. Apenas me conocía y ya me estaba molestando. ¿No estaba tomando demasiada confianza? Recordaba que Akane me había advertido hasta el cansancio que la molestarían si yo decía algo mal.
–Habara–chan… –
Se quejó Akane.
–Soy su esposo. Otagane Toshikane. –
Me presenté.
–Lo compadezco mucho, señor. Mi más sincero pésame. –
Respondió ella, con una sonrisa.
–¿No deberías estar tomando nuestra orden? –
Preguntó Akane, acalorada.
–Es cierto. Te–he. ¿Qué van a pedir? ¿Quieres algo para entrar en calor?–
Preguntó la tal Habara–chan. Era difícil saber por dónde iban los tiros con eso. Ella podía estar haciendo una referencia a lo que había pasado la noche anterior. Pero aquí no servían alcohol. ¿Qué era lo que ella realmente quería decir con eso? ¿Debería decir algo?
Ya había mencionado, que las chicas saben cómo golpearlo a uno duro.
–Si me das algo así, terminaría haciendo “un espectáculo” frente a todas ¿No es cierto? Eso sería malo para el negocio. Habara–chan. –
Respondió Akane.
Hizo hincapié en las palabras “Un espectáculo”
¿De qué estaba hablando?
Decidí que lo mejor era dejar que ella manejara las cosas.
La cara de “Habara–chan” se volvió dura.
–¿Y el señor que va a tomar? Puede pedir… lo–que–quiera. –
Hasta para mí fue obvio que había una insinuación allí.
–Solo tráeme un té helado. –
Respondí. Ella anotó algo en su libreta.
–Que sean dos… y un trozo del pastel especial… –
Ordenó Akane. Habara se llevó una mano a la cara.
–De acuerdo… ya veo lo que estás haciendo, quieres comprar su amor con un trozo de pastel… es decir, es tan bueno que compraría el amor de cualquiera pero… ¿No debería haber otra forma de conseguir el amor de un hombre? –
–Solo trae lo que pedí. –
Respondió Akane, riendo penosamente.
Habara se dio la vuelta y se fue. Akane suspiró.
–Lamento eso… –
Respondió Akane.
–Está bien, parece difícil de seguir. Sobre todo si no entiendo de lo que están hablando. –
–Ella es Habara. De todas, ella es la que más experiencia en relaciones tiene. Ella es la que dice que soy más bien frígida… –
Explicó Akane, en voz muy baja. Cosa sin importancia porque, debido a la hora, éramos los únicos clientes por el momento. Otras dos chicas con cara de tontas nos miraron desde la caja y se rieron entre ellas.
–Experiencia… –
Me quedé pensando. A mí no me lo parecía. Es decir, es cierto que se veía más suelta en cuanto al trato con chicos, pero… bueno, es que la estaba comprando con Kamine (alguien que si tenía experiencia), y no tenía nada que ver.
–¿Qué quisiste decir con espectáculo?–
Pregunté. Era algo que me daba curiosidad. Akane asintió con la cabeza.
–Una vez, su novio vino hasta aquí. Ella se besó con él en pleno salón de clases y…. –
Akane se interrumpió cuando se dio cuenta de que Habara volvía con los té y el pastel. Yo encogí de hombros.
–Eso tiene arreglo. –
Respondí, y tomando a Akane por los hombros, sin decir nada, le di un beso allí donde estaba. Akane se dejó besar, incluso abrió la boca para poder usar mi lengua. Después de unos momentos, la mesera nos interrumpió.
–Señor cliente… guarde esas cosas para la intimidad por favor. –
Dijo Habara.
Akane enrojeció, y me “dio una bofetada” mientras se reía.
–Tonto. –
Dijo ella, girando la cara.
–No es justo comer pan enfrente de los pobres. –
Agregó Habara. ¿Ese era el problema?
–Pues que coman pasteles. –
Respondió Akane, pero no pudo ocultar que estaba complacida. Habara se dio la vuelta y se fue.
Después de eso, Akane me miraba enfadada.
–Me besaste en público. –
Se quejó ella.
–No hay nadie… –
Repliqué.
–si pero… –
–Si quieres, te doy un beso otra vez… –
–No, está bien así… –
Respondió Akane, acalorada.
–¿Qué voy a hacer contigo? –
Preguntó ella, llevándose una palma a la cabeza.
–Pues… –
Y guardé silencio. Akane enrojeció.
–Tú también come pastel. –
Respondió ella, acalorada, pero al menos sonreía.
––––––––––
–Ah… fuimos a un montón de lugares. –
Comenté. Íbamos saliendo de su instituto. Eran aproximadamente las seis de la tarde.
–Me besaste en público. –
Se quejó Akane, con las manos atrás y sin mirarme.
–Bueno, sinceramente lo hice porque pensé que eso las detendría. –
Respondí.
–Fue muy obvio. Como también fue muy obvio que no quisiste prestar atención a Habara–chan a pesar de que ella estaba sobre de ti. –
–¿Lo hice mal? –
Pregunté.
–Pues… tomando en cuenta que dos chicas de mi salón me vieron besar de lengua a un chico en público, y que se lo van a decir a las demás… supongo que salió bien. –
Explicó Akane, y suspiró.
–No quería que te molestaran. –
Respondí. Akane encogió de hombros.
–Encontrarán la forma de hacerlo después, pero por el momento, bueno… es que yo quería que se enteraran de que realmente estoy casada, y que no son desvaríos míos. Y tu… te presentaste como mi esposo… eso fue lindo de tu parte. –
Explicó Akane, pasando la mano una y otra vez por su coleta, como avergonzada.
–Es la verdad… –
Respondí, encogiendo de hombros.
–Si pero… quería que me creyeran. Yo cometí la estupidez de decirles que me había casado, y es peor que no te crean a nunca haberlo dicho en realidad. Supongo que por eso seguía sus consejos y todo lo demás. –
–Les dijiste que te habías casado con un idiota. –
Respondí, mirándola.
Cuando ella dijo eso, estaba enojada conmigo porque recién había llegado a mi casa.
–Ellas dijeron “ya que te retractaste de eso, porque no terminas de una vez con toda ésta tontería, no hay forma de que un chico quiera casarse con alguien como tú…” Habara fue especialmente cruel. –
–Parece que la has tenido difícil. –
Comenté.
–Todo lo que pensé fue, que si hacía caso a los consejos de quien si tenía experiencia en estas cosas estaría bien… y ya lo viste… –
Akane bajó la cara al suelo. Creo que ella se sintió realmente mal por lo que pasó anoche, a pesar de que ya no era importante. Para demostrarle eso, acaricié su cabeza.
–No sé si su experiencia sea lo que tú necesitas. Es decir, puede que esté más acostumbrada y eso, pero no es lo que llamaría “una chica experimentada” –
Respondí, encogiendo de hombros.
–Lo es… bueno, ella siempre está presumiendo “Los chicos esto” “los chicos lo otro” –
Explicó Akane.
–¿Cómo no te diste cuenta de que estaba fanfarroneando? –
–No fanfarronea… bueno, yo no creo que sea falso, es decir, a veces le hablan por teléfono y le dicen “lindura” y cosas así… y bueno, es que yo no sabía gran cosa. Creí que eso bastaba… que de eso se trataba tener una relación. –
–¿Qué piensas ahora? –
–Pues me metí en problemas por sus consejos… no estoy enfadada, como dije antes, no creo que ella lo haya hecho por mi mal. –
Explicó. Creo que Akane admiraba de alguna forma la desenvoltura de esa tal Habara, la forma en que hacía parecer natural eso que a ella le costaba tanto trabajo.
–Supongo que… tienen envidia. –
Respondí.
–¿Envidia? –
Preguntó ella, podía sonar un poco engreído, pero no me estaba refiriendo a mí mismo.
–Eres muy linda, cualquiera querría casarse contigo… pero ella no iba a admitir eso abiertamente ¿cierto?–
Pregunté. Ella se rio.
–Sé que eso es un halago nada más. –
Respondió ella, riéndose.
–De acuerdo, tienes razón, estoy halagándote, pero es que soy tu esposo… –
Respondí, encogiendo de hombros.
–Ya… harás que me sonroje… más importante que eso, tu… ¿Qué piensas de ella? –
–¿Qué pienso? Pues que me hizo pelear con mi esposa. –
Respondí.
Mentira.
La razón real de la pelea con Akane, no fueron los consejos de su amiga. La razón real fue que yo estaba estresado, preocupado, y molesto. Y siempre que eso me pasa, termino peleando con alguien.
Tenía que admitirme que me desquité con Akane, tal vez por eso fue que dediqué la noche a complacer cada pequeño deseo que ella tuviera.
Arreglé las cosas con Akane después, cierto.
Pero… tengo que dejar de hacer eso.
–No eso… tu… ¿te parece que tiene experiencia? –
–Nah… las chicas como ella son todas iguales, me he encontrado con varias. Mucho ruido y pocas nueces. –
Akane soltó una risa cristalina.
–Y se lo dices a tu esposa. –
Me dijo, yo encogí de hombros.
–Tu comenzaste. –
Respondí. Ella me dio un ligero golpe en el hombro.
–¿Y yo? ¿No soy así? –
Preguntó, sonriendo de una manera extraña. Íbamos saliendo de su instituto.
–Bueno… eres un poco ruidosa, pero pienso que eso está bien, tampoco es como que no justifique el ruido que haces. –
Expliqué. Akane sonrió.
–No es como que quiera hacerlo ¿sabes? Quiero decir… ser ruidosa… pero admito que me he preguntado a veces si eso no te molesta. –
Explicó, juntando sus manos de forma linda.
–No creo que me gustaría tanto que fueras silenciosa. –
Respondí, encogiendo de hombros.
–Tu sí que eres un caso… mira que decirle esas cosas a una chica a estas horas del día. –
–Mi boca siempre está ocupada durante las noches. No puedo hablar con claridad. –
Expliqué. Finalmente Akane se sonrojó y me gritó.
–¡Ya! Es increíble… llevo todo el rato tratando de que te avergüences y lo único que logro es escuchar más cosas vergonzosas. –
–Pierdes tu tiempo. A los hombres nos agrada hablar así. Creo que no muchos pueden hacerlo con su esposa, mucho menos cuando van por la calle. En ese aspecto me siento incluso afortunado. –
–Pues que desagradables. –
Respondió ella, haciendo una pataleta y cruzando los brazos, girando la cara con un ¡Hmph! Yo me reí.
–Sí, si… eso es lo que siempre dicen, hasta que las consienten a ellas. Entonces ya no les parece tan desagradable. –
Akane se ruborizó tanto que tuvo que detenerse, me di la vuelta para mirarla y ella me miró con lágrimas en los ojos.
–Listo, estoy enojada… Tú no sabes cuándo hay que parar… –
Se quejó.
–En eso (bostezo) tienes razón. –
Bostecé a propósito, era mi forma de recordarle que anoche nos acostamos muy tarde luego de todo lo que hicimos, porque no sé cuándo hay que parar. Ella se acercó a mi y me pellizcó.
–Ya, deja de darle vueltas a todo, tu de verdad pretendes hacerme enfadar ¿o qué? –
Tomé su mano y la miré a los ojos.
–Ya, lo siento, no quise que te enfadaras, es solo que he estado teniendo pensamientos lascivos desde hace rato y no puedo dejar de pensar en ello. –
Respondí, esta vez bajando un poco la voz. Akane me miró por un momento, se quedó sin palabras, luego asintió.
–Yo tampoco… ¿vamos a casa? –
Preguntó ella, parecía asustada por algo. Nos apresuramos a tomar el autobús luego de eso, que era lo más cerca que teníamos. En el camino, Akane se disculpó.
–Perdón, me siento igual que tu… pero no sé decirlo todavía. –
Íbamos parados, y había poca gente. No estaba lo suficientemente lleno, quiero decir. De no haber sido así, quizá la habría tocado en ese momento.
–Si te soy sincera… yo no quería ir a ningún sitio… pero luego de lo que pasó ayer… no quería que pensaras que… –
Explicó Akane, asegurándose de que nadie pudiera escucharla. Ya lo he dicho, había poca gente en realidad.
–Está bien ahora… Dejemos eso en el pasado ¿sí? Entiendo cómo te sientes. –
Respondí, ella me tomó rápidamente de la mano, la apretó levemente y me soltó. Por ese comentario entendí que, al menos por ahora, necesitaba tomar la iniciativa en todo durante un tiempo, al menos hasta que a ella se le pasara la vergüenza.
No es como que eso fuera diferente de como ya era, solo… tenía que estar más atento.
Como si no hubiera algo en lo que no fuera más malo que poniendo atención.
Bajamos del autobús luego, ella iba caminando apresurada, yo venía detrás de ella, mirándola caminar.
Akane se dio cuenta y volteó a verme, con la cara roja.
–¿Estas mirándome? –
–Si… –
Respondí.
–Pues entonces apresúrate… –
Urgió Akane. La seguí luego de eso. En cuanto cerramos la puerta de la casa, ella comenzó a disculparse.
–Perdón por ser una mujer así… –
Yo la ataqué en ese momento, tomando su trasero y sus pechos en un abrazo, llevando mi nariz a su cuello, por la espalda.
–¿Una mujer cómo? –
Pregunté, metiendo mi mano por debajo de su vestido, sin avisar. Ella respondió reguardando su trasero sobre mi mano, con la intención de sentir lo más que pudiera,.
–Una mujer loca… –
Metí mi mano ´por dentro de sus pantis, sosteniendo su trasero con firmeza y aparentándolo con mi mano. La otra aprisionaba sus pechos por encima de la ropa, buscando sus pezones para oprimirlos.
–No hago más que pensar en esto… no hago más que pensar en ti… –
–Eso es como debe ser entonces… –
Respondí, pasando mi mano de su trasero a su vagina, bajando un poco su pantis en el proceso, estaban mojadas. Bastante.
–Llevas mucho tiempo pensándolo ¿No? –
–Voy a ser honesta contigo… yo… te imagine…– mientras estábamos en el café… –
Explicó ella. ¿Esperaba que algo pasara allí? Pero si con trabajos pude darle un beso. Las otras chicas, sus compañeras, se rieron por ello.
–Te imaginé… con Habara. –
Explicó. Sus caderas se contraían una y otra vez al ritmo de mis dedos que acariciaban sus paredes. La otra mano se ocupaba de atacar sus pechos.
Akane había estado haciendo insinuación tras insinuación de que le gustaría repetir lo ocurrido con Mizore. Pero como respondí nada que no fueran vaguedades, creo que ella estaba usando esto para pedirlo activamente.
Ella quiere ver.
–¿Qué opinas? ¿Te parece… atractiva? –
Preguntó ella entre jadeos, tratando de dar la vuelta para mirarme. Yo no se lo permití. Introduje un dedo en ella. Akane saltó con un chillido.
–No lo sé… prefiero a mi esposa. –
–Pero… yo… quiero ver… quiero verte… –
Se quejó ella.
Era la primera vez que Akane lo admitía con tanto entusiasmo. Algo podía hacerse, aun así, sentí que lo mejor era negarme una segunda vez.
–Pero ¿Con ella? –
Pregunté, sin dejar de olfatearla, lamer su cuello ni acariciar sus pechos y su vagina.
–Es una perra…. Y tiene el trasero de un cerdo… pero… –
Sus paredes comenzaron a contraerse.
–Quiero que grite… –
–Ah… entiendo. –
Respondí.
Akane quería venganza por lo que aquella chica le había hecho pasar.
–Estas mostrándome tu lado malvado ¿No es cierto? Quieres venganza. –
Akane negó con la cabeza, no sé si quería llorar de vergüenza, coraje o excitación. Puede que Akane tuviera una “S” en alguna parte.
–Yo no soy mala… no hay un lado malvado… soy una buena mujer… –
Respondió Akane entre jadeos.
–Es una pena… estaba dispuesto a hacerla llorar… –
Respondí, metiendo ahora mi mano dentro de su vestido, tocando sus pechos directamente por debajo del sostén.
–¿De verdad? –
Preguntó ella, con la voz temblorosa.
–Lo que sea por mi dulce esposa… –
Respondí.
–Toshikane…
No debí decirle eso. O más bien que bueno que lo dije. Ella comenzó a venirse en ese momento. Se recargó en la pared para no caer. Se quedó un momento así. Luego, sin voltear, se quejó:
–Soy horrible… excitarme pensando en hacerle daño… –
Se lamentó ella, respirando pesadamente.
–Bueno… es que ella empezó. –
Respondí, encogiendo de hombros. Sus jugos de amor escurrieron por sus muslos como si ella se hubiera orinado.
–Pero… no está bien… –
Se quejó de nuevo.
–¿Inaceptable?–
Pregunté. Ella asintió con la cabeza.
–Bueno, no sé si está bien o no… recordarás tu que yo no sé distinguir el bien del mal… pero sé que es normal. –
–¿Normal?–
Preguntó ella.
–Todos tenemos un lado malo, está bien dejarlo salir a veces… y tengo que admitir… que me gusta también ese lado tuyo, Akane. –
–¿Tienes una idea de lo que me estás diciendo? Tu… –
Se quejó ella.
–Admito que quiero verlo… si me dejas ver esa parte de ti… –
Ofrecí, ella negó con la cabeza.
–No puedo hacer eso… no puedes pedirme eso… puedo ser sucia si quieres, puedo ser más abierta, más pervertida… pero… no eso… por favor… –
Replicó Akane. Ella había pasado toda si vida fingiendo que esa parte de ella no existía.
Me senté en el suelo luego de eso, y quitando sus pantis hasta las rodillas ahora tenía su vagina al alcance de mi boca, y como estaba en esa posición, comencé a beber de ella y a succionar como si de una botella se tratara. Akane comenzó a llorar.
–Toshikane… No es justo… sabes que no puedo… resistirme a eso… –
Ella comenzó a temblar y a llorar. Me sostuve de su trasero para aferrarme a ella. Akane separó sus piernas todo lo que sus pantis permitieron.
–Nada va a cambiar el hecho, de que te excitaste pensando en eso. –
–No… no es cierto… no es así… –
–Pero quieres mirar… ¿Qué es lo que quieres mirar exactamente? –
–Nada… ya dijiste que no… –
–Mentira… eres mentirosa… –
Respondí, deteniéndome. Akane miró hacia mí con los ojos llorosos y la respiración agitada. De pronto, hizo algo que nunca pensé que haría. Tomó mi cabeza y me forzó a su vagina, mientras lloraba.
–De acuerdo… lo admito… ¡Si quiero verla llorar!… Soy una horrible mujer ¿Ya? Eso es lo que querías… ya te lo has llevado todo… –
Confesó Akane llorando. La recompensé por decir la verdad, quiero decir que comencé a hacerlo con más fuerza, metiendo mi lengua dentro de ella. Akane gritó.
–No me dejes… te amo… no me dejes. –
Comenzó a decir ella.
–No iba a dejarte. Me gusta esa parte de ti también…–
Me separé un poco para tomar aire y le dije eso.
–Me vuelve loco… –
Expliqué y volví a mi tarea. Akane comenzó a presionar más y más mi cara contra ella.
–Toshikane… Te voy a mojar… tu… quieres eso ¿cierto? Quieres eso… –
No había forma de evitarlo tomando en cuenta que ella estaba presionando mi cara contra su vagina, pero de todos modos asentí. Momentos después, ella dejó su orgasmo salir sobre mi cara.
Iba a continuar, pero ella se separó un poco, mirando mi rostro cubierto de sus jugos de amor. Respiraba con dificultad.
–No me vas a dejar ¿cierto? –
Preguntó ella, todavía llorando.
Negué con la cabeza, Akane se dejó caer, de rodillas, separando sus piernas como para hacerlo en la posición en la que lo hicimos en el jardín. Por mí no había problema. Akane bajó la cabeza luego.
–Supongo que… ya no puedo ir por allí, pretendiendo ser una damita pura y santa ¿cierto? –
–Eso no existe, Akane. –
Respondí, la tome de los pechos (así como suena) y la atraje hacia mí con fuerza, le di un beso obsceno, incluso metí mi lengua para lamer su paladar. Akane terminó sacando la lengua, pude sentir como su vagina estaba escurriendo sobre mí.
–Me siento como si me hubieras desollado. Todo aquello que guardaba en mi interior, lo has arrancado de mi… realmente quería esconder eso de ti… pero tu sabías que estaba allí ¿no es cierto? –
Desollada… así era como se veía. Supongo que, esto es lo que hay cuando abres a un ser humano por completo.
Sentimientos intensos, emociones primitivas y viscerales de lo que queda de nuestro pasado como animales. Expuestos, eran un tanto difíciles de ver.
Era desagradable.
Pero… así es como realmente es Akane. Y yo no soy diferente. Nadie lo es.
Esto es lo que somos en realidad.
Y ella tenía razón, yo lo sabía, o al menos intuía que había una parte perversa en ella, como una especie de demonio dormido.
Las personas que son más amables, suelen ser las que más cosas como esta guardan en su interior. Eso también es cierto.
–Algo así… –
Respondí. Akane me miró llorando.
–¿Puedo confesar algo? –
Preguntó ella.
–¿Quieres hacerlo? –
Pregunté, ella asintió.
–Ya que te lo mostraré… quiero que lo veas bien… –
Respondió Akane. Todavía estaba excitada por cierto. Todavía respiraba pesadamente. En estos momentos, era más un animal que una persona. No es algo que muchos muestren a nadie. No es algo que muchos estén listos para ver tampoco.
–Yo sabía que te hacía daño… –
Explicó.
–Yo, miraba tu rostro… cada vez que algo te recordaba que te había rechazado. Y sentía cosquillas… ahí abajo…. No sabía muy bien qué era… pero… ahora lo sé… me excitaba… –
Creo que esa era la primera vez que Akane decía la palabra “excitación” también.
Por otro lado, es una maldita.
Pero eso también lo sabía.
–Lo sé… Bueno, no sabía que te excitaba, pero estaba al tanto de que te gustaba recordármelo… –
Expliqué. Ella estaba llorando. Resultaba extraño verla llorar con cierto arrepentimiento, cuando estaba medio desnuda, sobre mí y su entrepierna parecía una llave de agua.
–Cuando vi lo que había en tu teléfono… lo que sentí… no era asco… eran celos… solamente celos. –
Explicó, luego me abrazó del cuello, y acercó su cara a mi oído.
–En ese momento, lo que realmente estaba pensando fue… “yo soy más bonita que ellas… mi cuerpo se siente mejor… te lo demostraré… No me importa si duele, no me importa si se enteran, no me importa nada”…. por eso lo hice, esa… esa es la verdadera razón. –
Ya sabía yo que “curiosidad” no era, ni podía ser suficiente para arrojar por la borda todos sus valores y su moral. Pero arrogancia, ahí es harina de otro costal.
Y ya que lo pensabas bien, Akane siempre fue arrogante, ni siquiera era una sorpresa. Siempre tuvo esa idea de que era mejor que todos, de alguna forma. Supongo que ese día, simplemente su soberbia jugó a mi favor.
Lamió mi oreja. Mi pene, que tenía problemas para sostenerse, se levantó con eso.
–Perdón. –
–No tienes que disculparte… como dije, lo sabía. –
Expliqué. Akane volvió a lamer mi oreja. Luego habló con una voz bastante seductora, a decir verdad.
–No eso… perdón por creer que una fachada como esa engañaría a mi esposo… pero está bien ahora, no me importa si me descubres… ya lo he mostrado todo. Soy una horrible mujer… –
–Lo eres… –
Respondí… pude sentir como ella jugaba con mi pene, acariciándolo para incitarme a penetrarla.
–Y ahora que lo sabes ¿Qué harás? ¿Qué me va a pasar? –
Preguntó ella. Pude sentir que tembló cuando preguntó eso.
No iba a dejarla, si es lo que ella quería saber.
–Ahora mismo, voy a consentirte… si luego quieres hacer llorar a esa chica, estaré más que encantado de complacerte en eso… –
Respondí, Akane me abrazó con fuerza y me dio un beso. Lentamente, acomodé sus caderas para poder penetrarla y di el primer empujón. Akane siguió besándome mientras comenzaba a mover sus caderas, con mis manos, en círculos.
–Ahhh… esto… es nuevo… –
Comentó ella, yo iba dictando el ritmo con mis manos mientras ella se iba dejando caer, lentamente, para poder entrar por completo.
–Me siento como un mueble siendo atornillado… –
–Tal vez por eso es que le llaman asi… –
Respondí. Akane asintió.
–Es muy sucio… –
Respondió ella, sonriendo y sosteniéndose de mis hombros, dejándome hacer.
–Está besando mi interior… –
–¿Crees poder seguir? –
Pregunté, ella asintió. La solté y ella continuó haciendo círculos. Era mejor así, ella podía llevar el ritmo como eella quisiera, yo me ocuparía de tocar otras partes, como su clítoris o sus pezones, que fue lo que hice. Una mano abajo y la otra arriba.
Akane gritó.
–Entonces… ¿es un si?…. –
–De acuerdo… –
Respondí. Akane puso su cara en mi pecho y comenzó a besarlo.
–Por eso es que no quieres que vaya solo ¿verdad? ¿Qué fue lo que te dijo? –
Pregunté.
–Ella dijo… que me iba a quitar a mi marido… –
Akane comenzó a acelerar el ritmo, supongo que sin darse cuenta. Suss manos comenzaron a apretar mis hombros, con coraje.
–Pero ella… no te gusta… ¿cierto?… ¿cierto? –
Y por eso es que no quise aceptar a la primera.
–Claro que no… es algo desagradable… –
Akane aceleró más el ritmo y su respiración comenzó a acelerarse. Comenzó a llorar otra vez.
–¿Y… en qué modo… es… ah… desagradable?… ¿eh?… –
Ella dijo algo al principio de esto acerca de Habara. Creo que tenía que ver con su peso.
–Es decir… mírala… parece una vaca. –
(No es cierto, era linda, pero de ninguna forma iba a admitir eso frente a Akane. Menos en este estado.)
Akane comenzó a mover sus caderas furiosamente alrededor de mi pene. Se pasó una mano por el cabello, irguiéndose, mostrando sus pechos con orgullo.
–Qué cosas tan bonitas dices… –
–No creo que alguien como ella pueda complacerme… –
Expliqué. Akane estaba a punto del orgasmo.
–¿Por qué? ¿Por qué no puede?… dímelo… dímelo… –
–Me da asco de solo mirarla… –
Respondí. En ese momento, Akane comenzó a venirse. Se limpió las lágrimas como pudo y volvió a abrazarse a mí, para besarme una y otra vez. Su vagina comenzó a escurrir sobre mí.
–Bueno… perdón por pedirte… que hagas algo… tan asqueroso… –
Respondió Akane, todavía recuperando el aliento.
–Igual quieres que lo haga… –
Pero como yo todavía no había terminado, me puse de pie para cambiar de posición. Akane se apartó y me miró con extrañeza hasta que la puse de espaldas, sobre el suelo.
–Esta es tu favorita… puedes hacérselo a ella así si quieres… –
–Mi poción favorita, con mi comida favorita… –
Respondí, y sosteniéndola de las caderas, lo metí de un solo empujón, hasta el fondo. Akane ahogó un grito. Y cerro los puños en el cuello. Pude mirar como un escalofrío recorrió su espina dorsal, y dudo mucho que fuera por mi tamaño.
–Tendrás que ayudarme para que pueda hacerlo de todos modos… –
Respondí, acariciando su trasero y preparándome para comenzar a moverme.
–Si… si… te ayudaré… haré lo que me ordenes… lo prometo… –
Lo que sea por humillarla ¿eh? Comencé a empujar en ese momento, lentamente primero, para poder llegar lo más profundo que se pudieran ella arqueó su espalda para permitirme hacerlo con facilidad.
–Y tendrás que quitarme el mal sabor después… –
Respondí. Sus paredes se contrajeron.
–Si… haremos… muchas cosas bonitas después… –
Respondió ella. Aumenté el ritmo de lo que estaba haciendo. Akane estaba llorando de nuevo, y gritando.
–Eres el mejor… Más… más… –
Yo continué empujando, acelerando el ritmo y tratando de contener mi propio orgasmo. Hasta que ella comenzó a venirse de nuevo.
–Otra vez… otra vez… me voy a… –
Una vez que ella terminó, saqué mi pene. Akane se dejó caer sin fuerzas sobre el piso, y arrojé mi semen sobre ella.
–Estoy… toda pegajosa… –
Comentó Akane, pero no siquiera se movió. Yo me senté a un lado de ella.
–Perdón… no quise hacerlo dentro y… –
Akane negó con la cabeza.
–Había visto antes referencias acerca de “quedar toda pegajosa” pero no sabía cómo era… se siente algo… gracioso… –
–¿Gracioso? –
Pregunté. Ella no estaba ofendida para nada.
–Bueno… hay tantas bromas acerca de esto, que ya ni siquiera parece sucio. –
Respondió Akane.
Me gustaría verla reaccionar así cuando recién comenzamos nuestra vida juntos. Ella cambió el tema después.
–Hoy… tuve mi primera cita… –
Me dijo.
–¿Qué te pareció? –
Pregunté. Ella asintió. Todavía sin moverse.
–Fue genial… todo es genial cuando estoy contigo… –
–Si bueno… no sé cómo debería responder a eso. –
Contesté. Akane entrecerró los ojos.
–Te voy a abrazar… –
Amenazó. Creo que en realidad le hacía mucha gracia estar pegajosa, yo me retiré un poco de ella, en broma. Akane se rindió.
–Bueno no… no puedo moverme… –
–Es la primera vez que haces todo el trabajo… –
Respondí.
–Tú le gustas a Habara… fue muy obvia… –
Se quejó.
–¿De verdad te dijo que te iba a quitar a tu esposo?–
Le pregunté. ¿Cómo puedes hablar así sin conocer a la persona de la que estás hablando? Eso es lo que no entendía.
–Ella dijo “Si lo traes aquí, me verá y se enamorará de mí, entonces me quedaré con él” –
Me llevé una palma a la cabeza. Es decir, es una verdadera estupidez.
–Por supuesto, yo no le creí, o más bien, hice disimulada y respondí igual de sarcástica… pero y si… –
–No me gusta… en realidad suena bien que ella tenga toda esa confianza en sí misma, porque no sé de donde la sacó. –
Expliqué.
Akane se rio.
–Si le muestras aunque sea un poco de compasión, me enfadaré contigo y jamás volveré a hablarte… –
Respondió ella.
–¿Compasión? –
Pregunté.
–No me la tuviste a mi… –
–Exacto… si no te la tuve a ti, con lo hermosa que eres ¿Qué te hace pensar que la tendré con algo como “eso”? –
Pregunté. Akane sonrió desde lo más profundo de su corazón.
–Me casé con una bestia salvaje… soy tan feliz… –
Akane… es sadista.