Interludio 2: Rizlet Loggervia
Castillo Loggervia, habitación de Rit.
[¿Qué hago…?]
La princesa se sentó abrazando sus rodillas. Su maestro, así como los aventureros con los que había viajado, habían desaparecido. Habían sido asesinados por el demonio Asura, Shisandan.
El ejército que buscaba capturar el castillo Loggervia había detenido su ofensiva al perder a su comandante, pero el castillo seguía rodeado por las tropas del Señor Demonio. Las líneas de suministro habían sido cortadas.
El paulatino agotamiento de los suministros, especialmente la disminución de alimentos y combustible, estaba teniendo un impacto significativo en la moral de los defensores del castillo. Los inviernos en Loggervia eran fríos. Sin combustible que quemar para mantenerse caliente, mucha gente moriría congelada. Ni que decir sobre lo que ocurriría sin comida.
Aunque resistieran, no podrían ganar. El poderío militar del Ducado Loggervia había sufrido varios problemas diplomáticos con sus países vecinos. En particular, se habían metido en una disputa a pequeña escala con el país vecino Sunland por los derechos de una cantera cerca de la frontera antes de que el ejército del Señor Demonio los invadiera.
Si Loggervia no bajaba la cabeza y enviaba una carta pidiendo refuerzos, no podían esperar ayuda del exterior. Pero con ellos rodeados, ningún enviado sobreviviría. Además, estaba claro que el ejército del Señor Demonio tenía suministros más que suficientes. Los orcos que formaban una parte importante del ejército eran resistentes al frío del invierno. El clima helado de Loggervia era un aliado de su enemigo.
Para salir de ese atolladero, Rit había intentado liderar una fuerza de aventureros de Loggervia en un ataque sorpresa contra las fuerzas principales del enemigo con la ayuda de su maestro, Gaius, y su guardia real, pero…
Esto es todo lo que tengo para mostrar…
Al enterarse de que Gaius ya había sido asesinado, el padre de Rit, el soberano del país, había caído presa de la depresión. Los dos habían sido amigos íntimos desde una edad temprana. La razón por la que había dejado la educación de su amada hija a Gaius era su confianza en el carácter de éste. Se culpaba a sí mismo porque, a pesar de que su largo parentesco con el hombre le decía que algo andaba mal, no había sido capaz de ver que alguien había ocupado el lugar de Gaius. Ese autorreproche y esa depresión hicieron que el líder de una potencia militar sin complejos perdiera las ganas de luchar.
A Rit también le ocurrió lo mismo. El hecho de no haberse dado cuenta de que el maestro al que idolatraba había sido sustituido por otro, de que había sido engañada, y de que era responsable de que tanta gente muriera por ello, había herido su espíritu.
Lo siento. Lo siento. Lo siento tanto…
Aunque habían conseguido vengarse derrotando a Shisandan, el corazón de Rit seguía envuelto en la melancolía, y lo único que podía hacer era seguir pidiendo perdón.
Entonces, llamaron a la puerta.
▼▼▼▼
Llamé a la puerta de la habitación de Rit. Podía sentir su presencia detrás de la puerta, pero no hubo respuesta.
[Rit, ¿Puedo entrar?]
[… ¿Gideon?]
[Sí, soy yo.]
[Claro…]
Al abrir la puerta, vi a Rit sentada en su cama. Tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
[¿Está bien si me siento?] — al ver que la chica asentía, me senté a su lado en la cama — [El consejo de guerra de hoy ha terminado. Por lo visto, tienen la intención de mantener la situación y de atrincherarse para un asedio.]
[Uh-huh.]
[Pero todos reconocen que las cosas sólo empeorarán a este ritmo. Sin Gaius, el pueblo está desorganizado.]
[No se puede evitar.]
La expresión de Rit era desesperada, como si ya hubiera aceptado la aparentemente inevitable destrucción de su hogar. La princesa se había rendido, como tantos otros. A este paso, Loggervia sería realmente destruida por el ejército del Señor Demonio.
Como forastero, era reacio a entrometerme demasiado en los asuntos de los demás, pero me decidí a enfrentarme a la chica rubia.
[Rit.]
[…]
[Rit! Mírame!]
La agarré por los hombros y la obligué a mirarme. Sus ojos estaban húmedos cuando se encontraron con los míos.
[Sé que estás sufriendo. Entiendo que el país también ha perdido la voluntad de luchar. Pero, Rit, tú dijiste que ibas a proteger este país, ¿No es así?]
[Sí…]
[Si me dices ahora que realmente no quieres luchar más, no te obligaré. Pero no se trata de eso. No es que no quieras luchar. Es que la tristeza te está agobiando.]
[Puede ser. Pero no tiene remedio. Las espadas que tanto amé… ya no puedo sostenerlas. Tengo miedo… tengo miedo de perder algo más.] — admitió mientras sus lágrimas empezaban a fluir de nuevo.
La atraje suavemente hacia mí, y ella enterró su cara en mi pecho y comenzó a llorar, sin poder contenerse.
[… Asustada. Estoy tan asustada… Conocía a la gente que murió. Clive tenía una esposa. Se casaron el año pasado, y él siempre hablaba de lo genial que era su esposa. Danny tenía un padre enfermo. Siempre trabajaba mucho para pagar la medicina de su padre. El viejo Soret se iba a jubilar dentro de un año. Dijo que iba a hornear toneladas de galletas para su nieto una vez que se retirara. Bobby era un huérfano al que ayudé una vez cuando se metió con unos delincuentes. Terminó convirtiéndose en un aventurero después de eso porque quería ser como yo. Yo… yo… le dije: ‘Haz lo mejor que puedas; estoy segura de que algún día te convertirás en un fuerte aventurero’. Si no hubiera dicho eso… él seguiría vivo ahora. La guardia real y los aventureros… todos ellos… yo…]
[Eran buenas personas.]
[También había gente mala. Y gente en algún punto intermedio. Pero hablé con todos ellos. Conocía sus caras. Sabía qué tipo de personalidades tenían. Qué tipo de vida llevaban. Por qué estaban dispuestos a luchar conmigo! Lo sabía todo! Pero ahora todos se han ido. Por mi culpa, están todos muertos. Nunca los volveré a ver. Es aterrador, y es solitario.] — Rit sollozaba.
Abrazando sus hombros, traté de compartir todo el dolor de su corazón que pude. Sentí sus sollozos mientras seguía hablando, diciendo lo justo para que siguiera adelante y empujándola de vez en cuando para que continuara.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado. Agotada por el llanto, Rit se apoyó sin fuerzas en mí.
[…]
[Elaboraremos un plan concreto para pasado mañana, pero pretendemos romper el cerco e ir a pedir refuerzos. Vamos a atravesar el bosque embrujado.]
[¿El bosque embrujado?]
[Normalmente, sería imposible pasar por allí, pero estamos de suerte. Una alta elfa llamada Yarandrala con la que nos hemos aventurado antes está en una aldea cercana. Todavía están luchando contra el ejército del Señor Demonio, así que supongo que Yarandrala ha tomado el mando de sus fuerzas defensivas. Su bendición le permite comunicarse con las plantas, y puede atravesar ese peligroso bosque. Vamos a salvar la aldea en la que se encuentra Yarandrala, nos reuniremos con ella y luego atravesaremos el bosque.]
El ejército del Señor Demonio no iría a por todas contra una pequeña aldea. Es probable que sus fuerzas allí sean más débiles.
[Les dejaré todo a ustedes, entonces. Incluso si no hago nada, estoy segura de que la heroína podrá resolverlo.] — respondió Rit, apenas despierta, con la mirada perdida. La decidida mujer aclamada como una heroína por derecho propio no aparecía por ningún lado en ese rostro.
[Puede ser. Pero ese camino no conducirá al mejor resultado.]
[¿Por qué no? Lo mejor es que la heroína salve el día, ¿No? Todos ustedes son fuertes. Mucho más fuertes que yo. ¿No sería más fácil que si yo luchara?]
[Tal vez, pero si eso ocurriera, sólo terminaría siendo otro caso de que la heroína pasara por ahí y pasara a salvar el día antes de irse de nuevo.]
[¿Cuál es la diferencia?]
[Estoy seguro de que Ruti podría pasar por el bosque embrujado, conducir los refuerzos de vuelta aquí, y derrotar al ejército del Señor Demonio. Pero si lo hiciera, el vencedor sería sólo ella y su grupo. No sería una victoria para Loggervia.]
[Si vinieran refuerzos, también estaríamos encantados de luchar.]
[No me refiero a eso. Lo importante aquí es si la determinación de Loggervia —su orgullo— forma parte de ello.]
Los hombros de Rit temblaron ligeramente, pero seguía mirando hacia abajo.
[Rit, por favor, escúchame. Esto es realmente importante.]
[… De acuerdo.]
[Tienes que soportar la tristeza que sientes y volver a levantarte. Tienes que atravesar el bosque embrujado con nosotros, estar allí para pedir los refuerzos y luchar contra el ejército del Señor Demonio codo con codo con nuestro grupo.]
[¿Por qué?]
[Si no lo haces, esta batalla sólo será recordada en Loggervia como el día en que se perdió el gran jefe de la guardia real. Incluso si el ejército del Señor Demonio es repelido, ese amargo recuerdo dejará una cicatriz en el corazón de este país que nunca sanará.]
[…]
[Rit, lo he dicho antes, pero tú eres mi camarada. Tú eres una de los camaradas de la heroína.]
La chica levantó la vista lentamente. Su expresión se endureció con determinación. Sus ojos azules, aún húmedos por las lágrimas, se encontraron con los míos.
[Sería bastante sencillo para Ruti obligar a tu padre a escribir la carta. Pero sería aún mejor si tú lo convencieras. Quiero que la determinación loggerviana respalde la victoria en esta batalla. Sin eso, incluso si el país supera esta dificultad, una vez que la heroína se haya ido, no estarán dispuestos a luchar si el enemigo regresa.]
[Porque nosotros no fuimos los que ganamos.]
[Exactamente.]
[… Lo entiendo.] — dijo Rit, asintiendo.
Las lágrimas aún manchaban el rostro de la joven, pero una resolución heroica había vuelto a su expresión.
Nos levantamos para irnos. Las cosas que quedaban por discutir se trataban mejor en la sala del consejo, no en su dormitorio. Rit se adelantó a mí, pero de repente se detuvo y se dio la vuelta.
[Gideon… en serio, gracias. Por venir a este país con la heroína, por conocerme, por estar dispuesto a llamarme camarada… por salvarme… En serio, gracias.]
Había una dulce sonrisa en su rostro.