Lección 4: No arruines el ambiente.
Al día siguiente, a la hora del almuerzo, no vi a Tasukune para nada. Me pareció extraño porque lo vi salir de su casa antes de la hora normal.
¿Qué le pasará a ese loco? Me preguntaba.
Esperaba que no estuviera en malos pasos, lo que sea que eso significara. Lo había escuchado de mi padre, decía que cuando alguien comienza a actuar extraño, es por eso. No entendí qué era eso de todos modos. Pensando en ello no me di cuenta de que alguien se acercó a mi desde la espalda.
–¡Toeru Misato! ¡Estás arrestado! –
Gritaron desde atrás.
El salto que di por poco me hace tirar mi almuerzo.
–Madara… –
Lo miré de mala manera mientras él se reía.
–No pensé que tuvieras miedo de que te arrestaran. ¿Hiciste algo? –
Preguntó él, sentándose a mi lado como si nada.
–No es eso. –
Respondí. El grito me asustó, no lo que dijo. Me hice a un lado para que él pudiera poner su caja de obento sobre la mesa.
–¿Y bien? ¿Por qué saliste a comer solo? –
Preguntó él.
–Bueno… –
–Eso no está bien, dejar a tus amigos atrás. –
Comentó.
–¿Cuáles amigos? –
Pregunté.
–Yo, por supuesto. –
Respondió Madara, hinchándose de orgullo, aunque yo no sabía de qué exactamente estaba orgulloso.
–No te dejé atrás. –
Le dije, porque negar su amistad hubiera sido rudo de mi parte, otra cosa es que yo no pensaba que fuéramos cercanos. No aun en todo caso.
Él se giró para saludar a un par de chicas de segundo año que pasaron a un lado de nosotros.
–Hola, Ryo–kun. –
Saludó una de ellas, con una sonrisa amable. La clase de chica que se maquillaba a pesar de que estaba en contra de las reglas de la escuela. El cabello excesivamente arreglado, la falda más corta de lo común, esa clase de cosas.
Resultaba impresionante. Y resultaba aún más impresionante para mí, ver como Ryo simplemente saludaba como si nada de malo tuviera.
–Uchifuji–chan, tan radiante como siempre. –
Respondió Madara.
Creo que lo que Madara quería decir con esas palabras es que era linda. Y lo era, pero no podía decirlo a la mitad de la escuela, frente a todas esas personas. Eso no evitó que esa tal Uchifuji–chan entendiera el mensaje.
–Oh, Ryo–kun siempre eres tan amable… dan ganas de abrazarte. –
Dijo. Realmente creí que lo abrazaría.
–Para nada, solo estoy repitiendo lo obvio. –
Dijo él, con una sonrisa.
–Vamos, Ryo–kun. ¿Por qué no desayunas con nosotras? –
Preguntó la otra chica. Yo voltee a verla, me estaba ignorando por completo. Uchifuji–chan protestó.
–Oye ¿Qué no ves que tiene compañía? –
Se quejó. Bueno, al menos ella no me ignoró.
–Bueno, pensé que podía querer otras cosas que su actual compañía no puede ofrecerle… –
Respondió la otra chica, de la que no sabía su nombre.
Yo lo dudaba, pero fue Ryo–kun quien respondió.
–Vamos, vamos. No peleen por cosas como esa. No es que no quiera compartir mi desayuno con ustedes, Es solo que los chicos necesitamos nuestro espacio. ¿No es cierto? –
Y me miró.
–Si… por supuesto. –
Respondí, y luego me concentré en comer. Aquellas chicas resultaban un poco intimidantes. Al menos para mí. Madara parecía conforme con su compañía.
–Está bien, solo no nos olvides. Ryo–kun. O te abrazaré hasta que te asfixies y mueras… –
Dijo la chica de la que no sabía su nombre.
–En tal caso… ¿Quiénes son ustedes? –
Ambas se rieron.
–Eres cruel, Ryo–kun. –
Dijo Uchifuji y se fueron.
Una vez que se fueron, yo suspiré.
–¿Las conoces? –
Pregunté.
Pensé que era nuevo.
–Algo así. Les hablo a veces. Son lindas. –
Comentó. Tenía razón. Lo que me impresionó fue la facilidad con la que hablaba con ellas, cuando yo tenía problemas solo para respirar.
–¿Cuál de ellas te gusta? –
Pregunté. Quizá tratando de ponerlo en predicamentos.
–Ambas. –
Respondió él, encogiendo de hombros.
Eso me hizo sentir bien por un lado. Y por el otro me desconcertó.
Es decir, al menos estaba buscando una amistad conmigo. Eso probaba que no era gay. Sé que suena feo pero en realidad lo pensé. Por otro lado… ¿ambas? Solo así.
–¿Eh? –
Pregunté.
–Es decir, son lindas ¿No lo son? –
Preguntó él, como si fuera lo más natural.
–Si pero… –
En ese momento, él pasó un brazo alrededor de mí. Me habló en voz baja luego.
–Te diré un secreto. A Uchifuji–chan le gusta besar de lengua. –
Espera ¿Qué?
Eso me descolocó. Tuve que levantarme.
Madara se reía.
–Es broma, es broma… –
Dijo en medio de la risa.
No sonó a que fuera una broma.
En ese momento se acercó otra chica. Una a quien no esperaba, o más bien no pensé que se acercaría de la nada.
–Me preguntaba quien era el que estaba llamando tanto la atención. –
Comentó una voz desde detrás de mí.
–Kajou Sadako. –
Dije, sorprendido.
–Ese es mi nombre, no lo gastes. –
Dijo ella, haciendo una señal de chasquido triunfal como las de las películas americanas. Madara saludó como si nada.
–Hola. –
Comentó.
–Hola, Ryo–kun. –
Comentó ella, pero a diferencia de las otras dos, no le prestó gran atención.
–No te había visto desde… –
Comentó, llevándose un dedo a la barbilla.
–Desde que te acompañé a casa. –
Comenté, tal vez tratando de posicionarme en esta situación. Creo que el hecho de que la otra chica simplemente ignorase que yo estaba allí me había golpeado más duro de lo que pensé.
–Es cierto. Me has estado evitando desde entonces… –
Comentó Kajou.
–Eso no es verdad… yo solo no te había visto y… –
Respondí, asustado. Madara se dio cuenta e interrumpió.
–¿Irás a la fiesta? –
Preguntó Madara a Kajou. Ella encogió de hombros.
–Estoy libre. Supongo que sí. –
–¿Fiesta? –
Pregunté. Kajou Sempai sonrió y me miró.
–Sí, de hecho, a eso vine. ¿Quieres ir a una fiesta? Después de clases. –
–No lo sé… –
Respondí. No teníamos día libre mañana.
–En tal caso, creo que no voy. –
Dijo.
–¿Eh? Pero… –
Me quejé. Ella sonreía, se miró las uñas.
–Es que no sé si pueda divertirme si estoy sola. –
Comentó.
Madara me dio un codazo.
–De acuerdo, si voy… –
Respondí. No tenía permiso de mi madre, pero ya vería que hacer después. Una fiesta no le hace daño a nadie.
Kajou cambió su actitud en ese momento.
–Genial. Nos vemos a la salida entonces. Estaré contando contigo entonces. Tengo que invitar a otras personas. –
Dijo, y se dio la vuelta.
¿Tan importante era que fuera yo? Suspiré cuando ella se fue.
–No tenías que verte tan asustado. –
Comentó Madara.
–No es que yo quisiera. No estoy evitándola ni nada. –
–Y ella no lo pensaba de verdad. –
Respondió él. Un poco serio, algo extraño en él.
–Estaré contigo en la fiesta. Tienes que ser más relajado, o arruinarás el ambiente. –
Comentó.
–Tal vez no debí haber aceptado. –
Respondí, bajando la cabeza.
–Pero ya aceptaste. Contamos contigo. –
Respondí él, y habiendo terminado su desayuno, se puso de pie. ¿No que era malo leyendo el ambiente? La campana estaba a punto de sonar.
–Te veo en el salón. –
Dijo, y me puso una mano en el hombro.
Si Tasukune hubiera estado aquí, al menos él hubiera podido ayudarme a calmar estos nervios, pero no lo vi. La campana sonó y yo me puse de pie. Ni siquiera pude terminar mi caja de obento.
Cuando volví al salón, me di cuenta de que Madara hablaba con una chica del salón, creo que la estaba invitando a dicha fiesta. La chica lo rechazó amablemente y él dijo algo como “En otra ocasión entonces” y se sentó. Me sonrió y la clase comenzó.
Ni siquiera puse atención a las clases. Olvidé la página que estábamos leyendo y cuando el profesor me pidió que leyera enfrente de todos, todos se rieron de mí.
Quizá una fiesta era lo que necesitaba. No había ido a una desde que era niño. Lo que debí saber, es que las fiestas aquí eran totalmente diferentes a lo que yo imaginaba.
––––––––––––
Para empezar, había un montón de personas que no conocía. Pero claro, si apenas acababa de ingresar, no había forma de que conociera a nadie ¿cierto? Había un sujeto allí que yo no conocía y que hizo como si yo no estuviera allí. Madara no estaba, Kajou–Sempai tampoco. Me sentí un poco tonto parándome allí al lado de gente que no conocía.
Allí estaba también Uchifuji–chan, pero su amiga no estaba
Uchifuji–chan me miró.
–¿Vas a venir con nosotros? –
Preguntó ella. Yo miré a todos mientras mee volteaban a ver.
–Bueno yo… –
¿Cómo sabía yo que estas personas eran parte de la fiesta a la que se supone que yo iba a ir? Ellos no sabían que yo estaba invitado.
–Una fiesta… –
Comencé a decir. Uno de los chicos de segundo año se alarmó. De cabellos rubios y de apariencia de galán.
–Oye… ¿Cómo sabes tú eso?–
Preguntó. No estaba siendo muy amable.
–No seas malo, Masao–kun. Lo vas a asustar…. –
Se quejó Uchifuji–chan.
–No entiendes… puede ir con un profesor o algo. –
Se quejó.
¿Por qué eso sería un problema?
Me preguntaba.
–Él no haría eso… ¿verdad que no? –
Preguntó Uchifuji, juntando sus manos.
–No bueno… es decir… yo… –
Todavía no respondía nada, cuando ella se dio la vuelta y reclamó a ese tal Masao.
–¿Lo ves? Él quiere venir con nosotros. Tal vez alguien si lo invitó. –
Explicó.
–Meh… perdón entonces… ah, ahora quedé como un idiota. –
Se quejó él, peinándose el cabello con la mano.
–Sobre eso, fue… Kajou–Sempai la que me invitó. –
Expliqué.
Uchifuji me miró y sonrió ampliamente.
–Ya recuerdo, me habían dicho que vendría alguien como tu… está bien, está bien. Ya no deberían tardar de todos modos. –
¿Alguien como yo? ¿Qué quería decir eso? Traté de encontrar una respuesta mientras mi lengua dejaba de responder.
–Si bien… yo… –
–Oh, pero no nos hemos presentado. ¿No es cierto? Soy Uchifuji Arashi. Estoy segura de que nos vamos a llevar muy bien. –
Dijo, juntando sus manos y poniendo una sonrisa encantadora. Me quedé estupefacto por unos momentos, hasta que ella ladeo su cabeza.
Es cierto. Tengo presentarme.
–Soy… Toeru Misato… un placer. –
Uchifuji Sempai sonrió como si aquello tuviera mucha gracia. Se pasó una mano por el cabello.
–Misato–kun está bien ¿No? –
Y sonrió. Era linda. El sujeto de antes me miró de mala manera. Tal vez era su novia o algo así. Y me había llamado por mi nombre. Pero es que era una Sempai.
–Si… está bien. Uchifuji–Sempai. –
Traté de poner distancia en medio de la situación en la que me encontraba.
–Oh, no tienes que sonar tan formal. –
Se quejó ella. Era la segunda que me decía eso.
–Si… si tiene. –
Una voz susurró eso en mi oído. Salté por la impresión. Cuando me di la vuelta me di cuenta de que Kajou–Sempai estaba parada allí, sonriendo maliciosamente.
–Kajou–Sempai… –
–No está bien que seas infiel, Toeru–kun. –
Me dijo. Uchifuji–san soltó una risita.
–Yo no… solo me presentaba… solo eso. –
El sujeto de antes, Masao, se acercó entonces a Kajou–Sempai.
–¿Podemos irnos ya? Alguien se va a dar cuenta… –
Dijo.
–No, todavía falta alguien. –
Respondió Kajou–Sempai.
–Falta Madara–kun. –
Agregó Uchifuji–Sempai, no muy contenta con la idea de dejarlo atrás, y yo tampoco lo estaba a decir verdad. Tenía serios problemas para mantener la compostura entre estas dos chicas y el sujeto de mirada asesina.
Comenzó a oscurecer.
En ese momento llegó Madara. Venía acompañado. Nada menos de la chica que le había rechazado la invitación por la mañana.
Uchifuji la miró con recelo. Masao con algo de compasión. Kajou. Sempai solo sonreía.
–He estado esperando aquí como… desde siempre. –
Se quejó Uchifuji–Sempai. Kajou– Sempai impuso el orden inmediatamente.
–Verán, le prometí algo espectacular esta noche. No vamos a decepcionar a nuestros nuevos amigos ¿verdad? –
Respondió Madara.
–Soy Hatake Minami. –
Sin prestar atención a su presentación, Uchifuji–Sempai se dio la vuelta. Bien diferente a como me había tratado a mí.
–Vamos… –
Dijo.
Kajou–Sempai comenzó a platicar de algo con Uchifuji–san y con Madara. De un momento a otro, yo me encontré sin saber que decir, permanecí en silencio mientras dejábamos el vecindario. Hatake–san miraba a la nada.
–¿Toeru–kun…? –
Llamó ella, casi en silencio.
–¿Eh? ¿Qué pasa? –
Pregunté.
–Tu… ¿conoces a estas personas? –
–Bueno, no mucho, pero… estoy seguro de que todo estará bien. Es una fiesta ¿No lo es? –
Expliqué, tratando de tranquilizarla, y de tranquilizarme yo, porque no entendía nada.
–Si pero… ¿Qué están celebrando? –
Preguntó ella. Encogí de hombros.
–No lo sé… seguro que nos enteramos en el camino… –
Respondí.
–Si pero… es que yo… soy… –
Y bajó la cabeza. Supongo que quería decir que era tímida.
–No hay problema, estoy seguro de que te adaptarás rápido. –
Respondí, ella me miró con la cara roja, y no dijo nada, solo siguió caminando.
Y llegamos.
Kajou–Sempai volteó a vernos, porque venía adelante.
–¿Tienen algo que hacer ahora mismo? –
Preguntó. Negué con la cabeza, Hatake Minami también. Ella encogió de hombros, y entramos.
Admito que no sabía lo que era. Parecía un restaurante, pero… algo estaba mal aquí. O más bien, no era como todos los restaurantes a los que había ido antes.
En la entrada había un hombre parado vestido de traje, con lentes oscuros como en las películas, que nos miró por un momento. Luego nos dejó pasar.
Una vez adentro, había varias mesas donde había bastante gente, todos hablaban animadamente, luces de colores en el lugar, y unas escaleras. Kajou–Sempai subió con naturalidad las escaleras.
Daba la impresión de que no deberíamos estar aquí.
Suspiré.
Ya estaba aquí.
No podía arruinar el ambiente. Por demás, Hatake–san parecía nerviosa. Tenía que transmitirle una seguridad que yo no tenía.
Subimos las escaleras.
Este capítulo ha sido posible gracias a la invaluable ayuda de mis patreon:
Guto Yobu.
~~Caliiche