Lección 5: Cuídate de las trampas.
Una vez adentro entramos por una puerta como las que se usan en los karaokes, dentro había una mesa y un par de sillones largos, además de un par de sillones pequeños con un televisor enorme enfrente.
Una esfera de espejos y más luces de colores.
–Muy bien… vamos a sentarnos como de costumbre. –
Comentó Kajou–Sempai. Aunque yo no sabía cómo era esa forma. Me senté al lado de Madara, acabé justo frente a Masao–san, quien miraba con aburrimiento.
Uchifuji–san fue la primera en romper el extraño silencio que había.
–Primero pedimos bocadillos. Y frituras ¿está bien? –
A mí me pareció un buen modo de iniciar una fiesta, aunque el ambiente se veía… diferente. Hatake–san, que estaba sentada frente a Kajou–Sempai, agregó.
–Quiero… algo de beber. –
Dijo.
–¿Tan pronto? –
Preguntó Uchifuji–san.
–Una soda estaría bien. –
Dijo.
–¿Soda? –
Preguntó Masao, incrédulo.
–Bueno… yo… –
–Deja que yo me encargue de los pedidos de bebida. –
No podía ser ¿O si podía?
Si podía.
Alcohol llegó hasta la sala donde nadie preguntó por nuestras edades.
Masao puso una lata de cerveza frente a mí.
–Bebe. –
Dijo. Kajou–Sempai y Uchifuji–Sempai me miraron como esperando a ver mi reacción. Madara también me miraba de manera significativa.
–Pero… –
–¡Bebe! –
No debería arruinar el ambiente. Uchifuji–san parecía desanimarse por mi falta de entusiasmo.
En cuanto tomé la lata, Masao… sí. Masao sonrió amigablemente. Madara pareció suspirar. Yo también suspiré.
Le pusieron a Hatake Minami una lata de soda como ella había pedido.
Inmediatamente los Sempais dejaron de prestarnos atención mientras se ponían de acuerdo en algo que yo no comprendí. Kajou–Sempai también abrió una lata de algo. Uchifuji–Sempai parecía empeñada en meter tantas frituras en su boca como pudiera.
Yo solo bebí.
Era amargo.
Pero no tanto como pensé que sería. Con unas pocas frituras de las bolsitas que había en la mesa ni se notaba.
–Y dinos Hatake–chan… ¿Te ha gustado un chico antes? –
Preguntó Kajou–Sempai.
Si, solo así como suena. Ella miró a Kajou–Sempai como si hubiera sido descubierta cometiendo un crimen.
Tenía frituras en la boca. Por eso no se escuchó mi sorpresa, pero a nadie más pareció importarle. Hatake–san asintió.
–Hubo un chico… de instituto… cuando estaba en el colegio. –
Explicó.
–Ah, era de esos… –
Comentó Kajou–Sempai, como restándole importancia.
–Si… es decir. Me rechazó… –
Explicó. Kajou–Sempai soltó una risa.
–No tienes que ser tan tímida. Es normal. Todas pasamos por eso al principio. –
Respondió Kajou–Sempai. ¿Alguien había rechazado a Kajou Sadako? Me preguntaba. No me Parecía posible. Hay que ver que algunas personas son realmente quisquillosas con estas cosas.
–Bueno, en realidad había algunos rumores extraños acerca de él… así que… ya no importa. –
Dijo. Luego miró a Kajou por unos momentos. Kajou bebió, se veía elegante cuando bebía, a pesar de que yo sabía que era algo que no debería hacer.
–Eso… ¿sabe bien? –
Preguntó Hatake–san. Kajou–sonrió.
–Claro. ¿Quieres una? –
Preguntó.
–Bueno, es que nunca he probado nada como eso, y… me da curiosidad pero… –
Explicó Hatake.
–Pero nada. Pruébalo. Luego piensas en esas cosas. –
Un video musical comenzó a sonar en el fondo, pero no le prestamos mucha atención. Hatake–san tomó una de las latas verdes que Kajou–Sempai estaba bebiendo y la abrió. Le dio un trago. Sonrió.
–No está mal… –
Uchifuji–Sempai bebía una lata diferente, Madara tomó también una cerveza. Ahora todos estábamos bebiendo. Di un nuevo trago a mi cerveza para no parecer apagado.
–¿Y qué haremos? –
Preguntó Madara.
–¿Qué tal un juego de preguntas y respuestas? –
Preguntó Uchifuji–san.
–Detesto esos juegos tontos. –
Se quejó Masao–san.
–Pues no juegues… –
Respondió Uchifuji, haciendo una pataleta.
–Eso sería una pena. Tal vez Hatake–chan quiera saber algunas cosas antes de decidir. –
Comentó Kajou–Sempai, sonriendo. Él miró a Hatake, quien se mantenía con la cabeza baja.
–Bien, como sea. –
Dijo Masao finalmente.
–¿Cómo se juega? –
Pregunté a Madara en voz baja.
–Haces una pregunta al número que te toque. Si no puede responder, recibe un castigo. Cuidado, el castigo puede ser duro. –
Explicó.
–Bien. –
Hicieron los papeles. Yo soy el número 4. Me tocó el número 5 de objetivo.
–Yo soy el número 1. –
Gritó Uchifuji–Sempai.
–Me tocó el número cuatro. ¿Quién es el número cuatro? –
Preguntó. Entonces los números también decidían los turnos. Asentí y me puse de pie.
–¿Oh? Misato–kun. Bien, aquí va mi pregunta. De las chicas que estamos aquí. ¿A quién besarías? –
Preguntó, sonriendo maliciosamente.
Yo bajé la cabeza. ¿Tenía que responder? ¿No sería mejor el castigo?
Miré a Madara. Él negó con la cabeza.
Creo que él sabía que estaba preguntándole si debería quedarme callado y aceptar el castigo. Quizá el castigo sería peor. Él lo sabía.
–Kajou–Sempai. –
Respondí. Ella miro a Uchifuji–Sempai y le mostró su lengua. Sempai hizo seña de querer llorar. Madara se rio e intervino.
–No te preocupes, yo te besaré a ti. –
Ninguno hizo mención del hecho de que yo hubiera dicho que quería besar a Kajou–Sempai. Tal vez fue una impresión mía pero ¿Estaban siendo considerados? O es que, por tratarse de un juego no era tan relevante.
Madara se puso de pie. Al parecer, él era el número 2.
–Me tocó el número 1. –
Dijo. Uchifuji–Sempai envió un beso al aire. Madara sonrió maliciosamente.
–¿Cuál es la prenda de ropa interior más indecente que tienes? –
Kajou batió la cabeza con lastima. Uchifuji se llevó la mano a la boca. Masao solo se rio.
–Eres cruel Ryo–kun. –
Se quejó, haciendo como que lloraba.
–Responde o es castigo. –
Dijo.
–No puedo responder a eso, no lo sé… –
Se quejó ella.
–¿Entonces tienes muchas? –
Preguntó Madara, insistiendo. Uchifuji enrojeció.
– Arashi, sabes las reglas. –
Insistió Kajou.
–Castigo… –
Respondió Uchifuji. No sé por qué, tuve la impresión de que ella realmente podía responder, pero no quiso hacerlo. Mi imaginación voló, eso ni que decir tiene.
–Bien, castigo entonces. –
Y se volvió a Masao y a mí.
–¿Qué pasa? –
Pregunté. Masao fue quien respondió.
–Ya que todos estamos aquí, para poner un castigo tenemos que estar todos los chicos de acuerdo. Es la regla. –
–Yo dijo que levante bien su falda y nos muestre sus pantis. –
Anunció Madara.
–Voto por eso. –
Respondió Misato, asintiendo con la cabeza.
–¡No! Ryo–kun… por favor, eso no. –
Se quejó Uchifuji, en vano.
–¿Eso se vale? –
Pregunté. Bastante sorprendido a decir verdad.
–El castigo puede ser cualquier cosa, siempre que no involucre sangre de por medio. –
Explicó Madara. Por lo visto él tenía experiencia en esto.
–De acuerdo. –
Tenía curiosidad, ni engaño a nadie. Pero me sentí un poco mal por Uchifuji–Sempai en ese momento. Ahora entendía porque Madara insinuó que no era una buena idea dejar de responder.
Uchifuji–Sempai se puso de pie y se alejó de la mesa, suspiró y tomó el borde de su falda. “Imposible” fue lo que pensé.
Ella realmente levantó su falda. Sus pantis eran color rosa con un moño. Tanto Madara como yo nos quedamos mirando, pero Masao se rio.
–Va con tu personalidad, Uchifuji. –
Le dijo.
–Oh, no te burles. –
Se quejó.
–¿Ya puedo bajarla? –
Preguntó ella, agachando la cabeza. Madara sonrió.
–De acuerdo. ¿Quién sigue? –
Respondió él, Uchifuji–Sempai bajó su falda y se sentó suspirando. Quería decirle que todo había sido en espíritu de juego, pero… ¿Desde cuándo estaba yo tan animado con esto?
–Yo sigo… me tocó el número seis. –
Anunció Masao y luego se levantó, sonriendo. Kajou–Sempai suspiró y lo miró. Creo que todos sabíamos que sería algo cruel, pero no lo pensamos del mismo modo.
–¿Cuánto pesas? –
Preguntó Masao sonriendo maliciosamente. Pude ver como algo se arrugó en la frente de Kajou–Sempai.
–Sabes que no puedo responder a eso. Pónganse de acuerdo ya. –
Madara chocó el puño de Masao.
–Ella nunca iba a responder a algo así. –
Aseguró él, confiado. Kajou–Sempai sopló su copete.
–¿Qué hacemos? –
Preguntó Madara.
–Veamos, algo que sea bueno. –
Comentó Masao, me miró por unos momentos.
–Sácate el sostén. –
Dijo Masao. Madara levantó el puño.
–Yay. –
–¿Así? ¿Aquí? –
Preguntó.
–Sí, y tienes que dejarlo en la mesa. ¿Están todos de acuerdo? –
–Sí, claro. –
Respondió Madara.
No nos habíamos percatado de que Hatake seguía bebiendo en silencio.
Asentí con la cabeza. Kajou–Sempai suspiró y sonrió, metió la mano bajo su propia blusa y sin que yo supiera muy bien cómo, su mano sostenía un sostén color blanco cuando salió desde dentro su ropa. Lo puso en la mesa.
–Ahí está. –
–Genial… –
Comentó Madara.
–Me vengaré. –
Respondió Kajou–Sempai, no parecía avergonzada, o tal vez era de las que se enojaban cuando se avergonzaban. Bebió un trago de su lata después.
–¿Quién es el siguiente? –
Preguntó Uchifuji, para luego tomar un trago también.
–Bueno, es el turno de Misato–kun, es decir. Eres el número cuatro ¿No es cierto? –
Preguntó Uchifuji–Sempai, sonrió y se recargó sobre sus manos en la mesa, mirándome. ¿Era yo o Uchifuji–Sempai estaba absolutamente pendiente de mí? Ni idea, bebí de nuevo y me puse de pie.
–Me tocó el número cinco. –
Minami, que estaba sentada al lado de Madara, se puso de pie. No parecía muy normal.
–¡Pregunta! –
Gritó, alzando la mano. Estaba sonrojada, pero no parecía apenada o avergonzada, sonreía.
Yo había entendido de que iba el juego. Se trataba de hacer una pregunta lo suficientemente vergonzosa para que no pudiera responder, pero ahora que lo pensaba, no se me ocurría nada que pudiera preguntar.
No la conocía.
Bebí de nuevo para disimular que no estaba seguro de que preguntar y aunque lo estuviera, yo estaba todavía un poco avergonzado como para venir con algo coherente.
No se me ocurrió otra cosa que esa.
–¿Quién te gusta? –
Pregunté.
Pregunta de un chico con mentalidad de colegio, sin duda, pero ¿Qué otra cosa preguntaba? Minami sonrió y lo gritó fuerte y claro.
–¡Masato–kun! –
Masato arqueó una ceja, pero bebió de su cerveza. En cierto modo, intuí que esa era la respuesta. Quizá el propósito de esto era emparejarlos. Podía ser.
–Y todo lo que hicieron falta fueron unas copas. –
Comentó Uchifuji–Sempai. Eso corroboraba un poco mi teoría, yo me senté un poco desanimado de no poder hacer una mejor pregunta, pero Madara me hizo una señal de aprobación con la mano.
–Solo faltas tú… –
Comentó Kajou–Sempai, sonriendo. Era cierto. Minami era la única que faltaba de preguntar y ya todos sabíamos que tenía que preguntarle algo a Masato.
–Voy a pedir algunas bebidas. –
Comentó Kajou y salió, no pude reaccionar y me quedé en la mesa aunque una parte de mi quería ir con ella. Bebí de nuevo. Empezaba a sentirme extraño. No le presté atención mientras miraba sonreír a Hatake de oreja a oreja cuando se volvió a Masato–kun.
–¿Te gusta alguien? –
Preguntó. Masato bebió un trago de cerveza y sonrió.
–No sé… –
Dijo. Perfectamente consciente de que habría castigo.
–Tienes que responder. Eso no es una respuesta. –
Dijo Uchifuji–Sempai.
–Ya sé eso. –
Dijo él. Se negó a responder.
–Te toca castigo entonces. –
Anunció Uchifuji y empujó levemente a Hatake Minami.
–Aprovecha. –
Dijo.
–Tienes… tienes que besarme. –
–Eso no es castigo. –
Respondió Masato y sin pensarlo ni un segundo, se puso de pie y tomando a Minami de la barbilla, junto sus labios a los de ella. Por poco se me sale el corazón. Eso fue demasiado impresionante. Madara aplaudía.
–Tengo que ir al baño. –
Anunció Uchifuji–Sempai. Y se puso de pie. Y salió del cuarto y ellos todavía no había terminado. Lo capté pronto. Lo mejor es que tuvieran un momento.
Es decir, Minami parecía ya alcoholizada y por eso no le daba vergüenza. Era lo más probable. Pero seguro que después de esto no querría mirar a nadie a la cara. Lo mejor era no empeorarlo. Podía fingir que me fui de allí antes y que no vi nada.
–Tengo que ir al baño. –
Comenté. Madara me miró y asintió, jugaba ociosamente con su lata vacía.
¿Quién era el que no tenía que arruinar el ambiente?
Vacié mi lata de cerveza y salí de allí. En el mejor de los casos cuando regresáramos podríamos continuar.
No tenía idea de que hora era.
Fui al baño. Tenía problemas para caminar normalmente. Se escuchaban algunos otros cuartos como el nuestro, imagino, con fiestas y esas cosas. Nadie prestó atención a un adolecente un poco alcoholizado que caminaba por el pasillo.
Los baños estaban al final del pasillo. Antes de salir del baño me lavé la cara. Allí, frente al espejo, apreció la imagen de Uchifuji–Sempai.
–¡Wa! –
Salté cuando la vi allí, parada detrás de mi… es que, era el baño de hombres. Uchifuji sonrió.
–No tienes que tenerme miedo… no voy a morderte, a no ser que quieras que te muerda. –
Dijo, y sonrió.
–¿Eh? Sempai… esto es… –
Se acercó a mí, con los mismos problemas que tenía yo para caminar.
–Dijiste que besarías a Sadako, pero no a mi… –
Dijo ella, pareciendo desanimada.
–Eso fue… yo no lo diría así… –
Respondí.
Puso una mano sobre el lavabo y se acercó a rostro.
–Pero mirabas mis pantis… travieso. –
¿Qué diablos estaba pasando? De pronto mi corazón latía con fuerza. Incluso sentí que el efecto que tenía del alcohol desapareció.
–No me dijiste que piensas… –
–¿Qué pienso? Bueno pues… –
–¿Son feas? Mis pantis… –
¿Estaba una chica en verdad haciéndome estas preguntas en el baño de hombres de algún bar de poca monta?
Sinceramente pensé que estaba soñando.
Es decir, había encontrado el tesoro… solo que daba mucho más miedo del que yo creí. No, esto no podía ser así. Este no podía ser el tesoro.
Seguro que es una trampa como en los videojuegos.
–No… no lo son… –
Respondí.
Ella se apartó un poco llevó la mano a la boca y se rio levemente.
–Tenías que decir que si… –
Respondió.
–¿Por qué? –
Pregunté, un poco asustado. Uchifuji–Sempai se acercó a mi oído para susurrar.
–De ese modo… podría decirte que… me las quites… –
Y me mordió la oreja.
–¡Sempai! –
Me quejé. Es que yo era un chico saludable. No debería jugar de ese modo.
Aunque… dentro de mí, yo lo sabía, sabía que ella no estaba jugando, no del modo en que yo creía. Iba en serio.
–¿Qué pasa? ¿No quieres? –
Preguntó ella, me hice a un lado y ella me cerró el paso.
–Sí, es decir, no… yo no sé lo que estoy diciendo. Volvamos ¿Si? –
Al demonio con Minami y su vergüenza, no la conozco un carajo, quería salvar mi pellejo. Uchifuji–Sempai daba miedo.
–¿Eh? Pero… estamos divirtiéndonos aquí… –
Se quejó.
Debería actuar como un hombre ¿No es cierto? Si ella estaba invitándome entonces estaba bien.
–No debería ser así. –
Le dije. Si ella volvía a insistir entonces, que así fuera. Uchifuji–Sempai se retiró y puso sus manos atrás.
–¿Y cómo debería ser? Para que “juegues” conmigo… –
No le presté la debida atención a esas palabras. Pensé que hablaba solo en un sentido pervertido, y así era, pero… había más allí que solo eso. Es que yo estaba un poco alcoholizado y asustado para pensarlo bien.
–¿Te gusto yo? –
Pregunté, ella se llevó un dedo a la barbilla.
–No sé… quiero averiguar… –
Dijo, balanceándose. Creo que finalmente se rindió.
En ese momento Kajou–Sempai también entró.
–¿Que hacen aquí? –
Preguntó. Finalmente, una interrupción, eso era todo lo que yo necesitaba.
¿Qué clase de hombre dice esas cosas?
No lo sé.
–Nada. –
Respondió Uchifuji–Sempai, sonriendo amigablemente y dándose la vuelta y saliendo. Kajou–Sempai me miró un poco enfadada. Luego se dio la vuelta.
Ah, maldición, ahora ella tenía una mala impresión de mí.
Cuando volvimos a la habitación con más cerveza, Madara sonrió cuando nos vio entrar a los tres.
–Ellos están ocupados. –
Comentó.
Señaló a uno de los sillones. Dos sombras se podían ver en ese sitio. Seguían besándose, y creo que estaban aumentando la intensidad de esto.
Lo extraño es que parecía que era el único que se incomodaba. Admito que no se podía ver nada. Madara me pasó un brazo por el hombro.
–¿Qué tal? –
Preguntó. Y abrió otra lata de cerveza.
–¿Qué tal qué? –
Pregunté, haciéndome el tonto. Creo que éste sujeto creyó que yo había ido allá a aprovecharme de que Uchifuji–Sempai estaba sola. Estaba completamente equivocado, por poco abusan de mi allá afuera.
Mejor no se separó de este sujeto mientras pueda.
En ese momento Uchifuji–Sempai hizo como que lloraba y se quejó.
–Escucha Ryo–kun… Misato me rechazó. –
Dijo.
–Es tu culpa… siempre quieres ir a la ofensiva, asustas a la gente. –
Respondió Madara.
–Eso no es cierto, ¿Verdad Sadako? ¿Verdad? –
–Admite que no tienes paciencia para nada. –
Respondió Kajou. Madara me puso una cerveza en las manos.
–Toma, te servirá. –
–No creo que esos dos se vayan a desocupar pronto. –
Comentó Uchifuji. En serio ¿Qué estaban haciendo? ¿Realmente habían decidido ir más lejos en público?
–¿Estarán bien? –
Pregunté.
–Yo estoy seguro que si… –
Respondió Madara. Es decir, este tío parecía acostumbrado a esto. La única razón por la que no me levanté y me fui, es que no quería arruinar el ambiente, además de que, daba un poco de vergüenza solo decir “me voy” ahora mismo.
Nadie se había ido.
Lo cierto es que la luz de la pantalla evitaba que se viera cualquier cosa detrás del respaldo enorme de aquellos pequeños sillones. Tampoco podíamos escuchar nada, bien podrían no estar.
–¿Qué tal si jugamos a otra cosa? –
Preguntó Madara.
–¡Sí! –
Respondieron Kajou–Sempai y Uchifuji–Sempai al mismo tiempo. Ni que hacerle. Juguemos entonces. El sostén de Kajou–Sempai seguía en la mesa.
–El juego del rey. –
Sugirió Uchifuji–Sempai.
Bueno, no es como que pudiera seguir con sus intenciones aquí ¿O sí?
El primer turno le tocó a Kajou. No dictamos números ni nada, porque éramos muy pocos.
–Muy bien, a ver… Ryo–kun y Toeru–kun, tienen que dejarse achuchar por Sadako. –
Dijo.
–¿Cuánto tiempo? –
Preguntó Madara.
–Diez segundos. –
Respondió Kajou–Sempai. Se vio generosa en cuanto al tema. Uchifuji–Sempai se emocionó.
–Waay –
Primero fue turno de Madara. Uchifuji–Sempai lo apretó contra ella justo como había prometido. Contamos diez. Luego fue mi turno. Suspiré. Uchifuji–Sempai se acercó a mí y me abrazó amablemente, no me apretó contra ella ni intentó nada extraño.
Contamos diez segundos también.
El siguiente turno fue de Madara. Me miró y sonrió.
–Sadako–chan y Toeru–kun, el juego del Pocky. –
Exclamó.
–¿Eh? Espera… –
Reclamé.
–¿No quieres? –
Preguntó Kajou–Sempai, algo ofendida.
–No es eso, es que… –
–Dijiste que me besarías… –
Replicó ella. Así que si se acordaba.
–Si pero… sería mi primer beso. –
Me quejé.
–No seas tan correcto. Si estamos jugando es obvio que no cuenta. –
Yo suspiré. Si era un juego, entonces no contaba. Eso pensé. Bebí más, y luego tomé el Pocky. Ella lo comió a una velocidad increíble, y antes de que me diera cuenta, sus labios estaban sobre los míos.
Así fue como me dieron mi primer beso.
Caí sentándome en el sillón por lo perplejo que quedé. Kajou–Sempai incluso usó su lengua.
-Gracias por la comida. –
Dijo ella, llevándose un dedo a los labios. Uchifuji-san se reía.
-Eres cruel, Sadako-chan. –
Ella volteó a verla, y encogió de hombros.
-¿No fue él el que dijo que si lo haría? –
Miré hacia arriba. No contaba… no contaba. Eso espero. Estaba mareado.
Alguien se levantó en el fondo del cuarto. Hatake-san, con el suéter abierto y la blusa a medio abotonar. Había lágrimas en sus ojos y parecía respirar con dificultad.
-Quiero ir a casa… –
Dijo. En ese momento, Madara se levantó.
-Yo te llevó. –
Dijo. Hatake intentó en vano caminar, pero sus piernas temblaban. Uchifuji-san se reía.
-Parece que alguien se excedió con algunas cosas. –
-¿No estas mareado? –
Pregunté yo, Madara volteó a verme y me sonrió.
-Para nada. –
Dijo luego se volvió a Hatake.
-Ven conmigo… –
Le dijo.
-Por favor… –
Respondió Hatake, parecía semiconsciente. Yo voltee a mirarla. Madara se acercó a ella, y la tomó del brazo.
-Ven… vamos… –
Le dijo. Hatake-san asintió y sosteniéndose de Madara salió del cuarto. Quería levantarme, pero ahora yo también estaba mareado.
-¿Estará bien? –
Pregunté, en voz más o menos alta. Uchifuji-san asintió.
-No te preocupes, todas somos así, las primeras veces. –
Dijo. Sabía lo que ella quería decir, pero mi cerebro no pudo procesarlo con claridad.
-Creo que… también deberíamos irnos ya… –
Comentó Kajou-Sempai. Yo puse las manos en la mesa.
-Supongo que si… –
Dije, y vacié la lata en mi boca. Luego me dirigí a la entrada, tambaleándome.
Y no puedo recordar qué más pasó.
…
…
…