Seirei Gensouki V13 C1

Capítulo 1: Cruzando la Frontera

Varios minutos después, Rio despertó a Alfred y lo llevó hasta donde Rui y Charles estaban junto a Christina. Celia seguía tratando la herida de Orphia para asegurarse de que estaba curada, pero Sara y Alma montaban guardia cerca de Alfred por si pasaba algo. Mientras tanto, Vanessa también había recuperado la conciencia y vigilaba a los subordinados de Charles, junto a Kouta y Rei.

Afortunadamente, ninguno de los que se enfrentaron a Rio había perdido la vida. Sin embargo, había un número considerable de personas que habían sido enviadas a volar por sus artes espirituales de viento y habían aterrizado duramente, resultando en graves heridas. Esas personas habían sido apresadas, y a los heridos graves se les permitió ser tratados por los hechiceros.

«Ahora si lo hiciste…» — Christina miró a Charles con amargura.

«¿Qué estás diciendo? Esas deberían ser mis palabras. Sabía que no se te debería haber permitido asistir a ese banquete. Te las arreglaste para ir a unir fuerzas con semejante monstruo a mis espaldas.» — se mofó Charles débilmente. Su espíritu de lucha se había roto por completo, pero parecía haber recuperado un poco la compostura y podía volver a mantener una conversación adecuada. Lanzó una mirada de desprecio a Rio.

«Retira tus palabras y discúlpate. Sir Amakawa no es un monstruo.» — ordenó Christina con el ceño fruncido.

«Ha! Hahaha!» — Charles rio salvajemente, y luego bajó la voz a un irritado murmullo — «Si sólo… Si ese monstruo no estuviera aquí…»

¿No se ha dado cuenta de que fue Celia quien conectó a la princesa Christina conmigo?

Rio ignoro el resentimiento de Charles con un rostro inexpresivo e hizo una conjetura basada en sus palabras. Por qué Reiss no le había explicado eso a Charles, no tenía ni idea…

Christina parecía estar pensando lo mismo, mostrando un atisbo de duda por un momento.

«Ahora mismo seguimos dentro de las fronteras del Reino Beltrum. Aunque hayamos capturado al objetivo, no sería buena idea quedar rodeados por el ejército enemigo. Cuanto más rápido crucemos la frontera, mejor, pero ¿Qué quieres hacer?» — preguntó Rio a Christina.

Miró entre Charles, sus subordinados cercanos y las tropas que esperaban en la colina. A Christina le correspondía decidir cómo tratar con ellos, y qué acción tomar a continuación.

Christina pensó por un momento, pero rápidamente tomó una decisión — «Llevaremos a Charles y Alfred con nosotros como prisioneros. Investigaremos los detalles más tarde.»

«¿Oh? ¿Entonces qué pasará conmigo?» — preguntó Rui, encogiéndose de hombros.

«No podemos llevar al héroe como prisionero. Si quieres seguirnos por tu propia voluntad, eso sería otra cosa, pero…» — Christina se interrumpió, cediendo el derecho a elegir a Rui. Hacer prisionero a un héroe podía ser visto como un ataque político, así que debía adoptar una postura que mostrara plenamente su falta de hostilidad.

«Ya veo…» — Rui miró la espalda de Kouta con cierta tristeza mientras expresaba su intención — «Entonces volveré a la capital.»

Kouta evitó la mirada de Rui manteniendo el rostro hacia adelante, sin volverse ni una sola vez mientras observaba sus alrededores.

«¿Estás seguro…?» — confirmó Christina, mirando también la espalda de Kouta.

«Sí. Tengo una amante que espera mi regreso.» — asintió Rui, respondiendo claramente.

«Ngh…» — la espalda de Kouta se estremeció ligeramente. Rio y los demás no podían ver su expresión desde su posición, pero Rei suspiraba exasperado junto a Kouta.

«Kouta.» — llamó Rui. Él no respondió.

Rui continuó hablando a su espalda — «Sabía por qué dejaste el castillo. Lo sabía, aun así intenté llevarte de vuelta mientras esquivaba el tema, pero… realmente es cierto que actué por preocupación por ti y por Saiki. Por eso vine a buscarte. Quería ver tu cara y confirmar si estarías bien fuera del castillo. Si serías capaz de vivir bien en este mundo a partir de ahora.»

«…»

«Si me dices que estarás bien, te creeré. No intentaré forzarte a volver nunca más. Creeré que podemos volver a encontrarnos algún día y esperaré. Eres un amigo importante para mí, después de todo.» — Rui siguió hablando a pesar del silencio de Kouta, cuando—

«Yo…!» — Kouta alzó la voz, manteniendo su temblorosa espalda frente a ellos. Sus amargas palabras no estaban en el idioma de este mundo, sino en japonés.

«Yo… Siempre me he sentido inferior a ti. Te trasladaste a nuestra escuela desde el extranjero, bendecido con tu aspecto e inteligencia, e inmediatamente te convertiste en el favorito de la escuela. Te uniste al mismo club que Akane y yo y antes de darme cuenta, estabas más cerca de mi amiga de la infancia que yo… Estaba celoso de ti. No podía ganarte en la escuela, en los deportes o en apariencia. Akane no dejaba de alabar lo increíble que eres — cada vez, me llenaba de tantos celos que casi te odiaba.»

«Kouta…»

«Pero eras una persona tan buena que me tratabas como a un amigo cercano — no podía odiarte. Incluso cuando llegamos a este mundo sin poder entender el idioma, pasabas horas cada día estudiando gramática y vocabulario para ayudarnos… Actuando como si fuéramos nosotros los que lo estábamos pasando mal, cuando tú eras el que la tenía más difícil de entre todos nosotros. Por eso…» — Kouta se mordió el labio.

Todos observaron su espalda en silencio. Aunque podían entender las palabras de Rui debido al efecto de traducción automática de su Arma Divina, la mayoría no tenía ni idea de lo que Kouta estaba diciendo. Sólo Rui y Rei, que eran japoneses, y Rio — que tenía los recuerdos de Amakawa Haruto en su interior — podían entender las palabras de Kouta.

Sin embargo, estaba claro, incluso para aquellos que no podían entender las palabras de Kouta, que estaba desahogando sus emociones contenidas.

«Por eso era natural que Akane se enamorara de ti. Luego tú también te enamoraste de ella. Pero yo no quería aceptarlo… Iba a volverme loco de envidia si me quedaba más tiempo contigo y con Akane. Me odiaba a mí mismo por sentirme así — era patético. Por eso hui de ustedes dos. Eso es todo…» — Kouta acaricio la verdad y apretó los puños con fuerza.

«Lo siento…» — Rui se disculpó con una mirada apenada.

«No te disculpes… También debe haber sido duro para ti. Akane es lenta para entender, después de todo. Nunca se dio cuenta de mis sentimientos. Pero tú sí, y eso te dejó entre la espada y la pared. Yo soy el que debería sentirlo. Perdón por haberme ido sin decir nada, era natural que estuvieras preocupado.» — Kouta devolvió la disculpa, su cara se torció mientras contenía sus amargas emociones. Fue en ese momento cuando se giró por primera vez, mirando a Rui — «Estaré bien. Haré lo posible por vivir bien fuera del castillo. Así que no hay necesidad de que te preocupes. No te preocupes por mí. Un día, cuando ya no me sienta inferior a ustedes, iré a verlos… Gracias por pensar en mí como un amigo cercano todo este tiempo. Tú también eres un precioso amigo para mí, Rui.»

«Sí. Siempre seremos amigos.» — Rui bajó la mirada, asintiendo con la cabeza.

«Cuida de Akane. Dile que estaré bien.»

«…De acuerdo.»

Con ese intercambio final, Kouta le dio la espalda a Rui una vez más.

«Saiki, cuídate tú también.» — le dijo Rui a Rei.

«Sí. Bueno, yo seguiré la corriente.» — respondió Rei encogiéndose de hombros.

«Bien… Por cierto, he querido preguntar — ¿Te has teñido el cabello?» — Rui miró su cabello y preguntó.

«Oh, esto es…» — Kouta intercambió miradas con Rei, y luego se detuvo. Rio les había pedido que mantuvieran en secreto los detalles de los artefactos que cambiaban su color de cabello, si era posible.

Rio interrumpió — «No es de dominio público, pero hay una forma de cambiarlo.» — explicó.

«Ya veo. Entonces no me extraña que los equipos de búsqueda tuvieran tantos problemas.»

Rui sonrió en señal de comprensión — «Eso aparte, Haruto. Gracias. Puede que no sepas por qué lo digo, pero pude dejar de dudar gracias a mi derrota. Por eso pude enfrentarme a Kouta como es debido. Kouta también se volvió para mirarme.» — dijo Rui alegremente, inclinando profundamente la cabeza ante Rio.

«Yo no hice nada.» — Rio negó con la cabeza con una sonrisa gentil.

Rui se volvió para dirigirse a Christina y los demás, que habían estado esperando — «Mis disculpas — la conversación se alargó por mi culpa. Van a cruzar la frontera antes de desviarse a Rodania, ¿Verdad? Los acompañaré hasta la colina. Habrá menos posibilidades de que los soldados ataquen si yo estoy allí.» — sugirió mientras miraba a los 5.000 soldados que esperaban en la colina.

«Eso sería muy apreciado.» — Christina asintió a Rui — «¿Orphia está bien?»

Orphia seguía sentada en el suelo mientras Celia le lanzaba su magia curativa — «Sí, ya estoy bien. Muchas gracias, Cecilia.» — agradeció Orphia a Celia, usando su alias, y luego se puso de pie con firmeza.

Sin embargo, Celia todavía parecía preocupada — «¿Segura que estás bien?»

Normalmente, Orphia debería haber requerido mucho más descanso. Pero no podían quedarse aquí mucho más tiempo.

«Yo la cargare hasta que lleguemos a la frontera.» — ofreció Rio, acercándose a Orphia.

«¿Huh…?» — los ojos de Orphia se abrieron de par en par, sorprendida.

«Es por si acaso. Descansa un poco más.»

Orphia se puso nerviosa, lo cual era raro en ella — «P-Pero… ¿Está realmente bien?»

«¿Podrías por favor, Haruto?» — pregunto Celia.

«Claro, déjamelo a mí.» — asintió Rio con firmeza. Se acercó a Vanessa con la espada de Alfred en la mano — «Vanessa, esta es la espada de Alfred. Lo más apropiado sería entregársela a Su Alteza, pero su peso será una carga mientras nos movemos. ¿Puedo pedirte que la guardes?»

Vanessa miró fijamente la espada de Alfred y la agarró con fuerza — «Sí… Puedo hacerlo. Gracias.»

Mientras tanto, Sara y Alma se habían acercado a Orphia y cuchicheaban entre ellas.

«Ya que se ha ofrecido, deberías dejar que te cargue.»

«Así es. O podrías arrepentirte después.»

Normalmente eran ellas dos las que recibían las burlas de Orphia, así que estaban encantadas con esta oportunidad de venganza.

«P-Paren, ustedes dos.» — objetó Orphia con la cara roja.

«¿Pasa algo aquí?» — Rio volvió a interrogar a las chicas.

«No, nada. Orphia sólo quiere ser cargada por ti.»

«Por favor, cuida de Orphia.»

Sara y Alma mostraron un impresionante despliegue de coordinación para acorralar a Orphia.

«Urgh… E-Entonces… Si eres tan amable, Haruto…» — Orphia se sonrojó tímidamente, inclinando la cabeza ante Rio.

«Entiendo. Entonces, si me disculpas.»

Rio levantó a Orphia con facilidad, acomodándola cómodamente en sus brazos. Cuando lo pensó, esta sería su primera experiencia siendo cargada por él. Sabía que Rio tenía mejoras de fuerza activadas para que cargarla fuera sencillo, pero que la levantara con tanta facilidad era un poco embarazoso.

«…» — Orphia bajo la cabeza para ocultar lo roja que estaba.

«Partamos entonces.» — Rio le dijo a Christina. Dejaron a los caballeros y hechiceros desarmados y atados a poca distancia y se dirigieron a la colina en dirección a la frontera de Galarc.

▼▼▼▼

El grupo de Rio había llegado a la cima de la colina. Había 5.000 soldados ante ellos, pero era evidente que no sabían cómo afrontar su acercamiento. Había un evidente malestar entre las tropas — y dado que habían permitido la captura de Charles sin hacer nada, también había algo de culpa.

«Viéndolos ahora, realmente son muchos…» — dijo Christina mientras miraba la aglomeración de tropas a su alrededor.

Actualmente se encontraban en la frontera del Reino Galarc, con el que su alianza había desaparecido por completo. También estaba relativamente cerca de los dominios del Marqués Rodan, que la facción del Duque Huguenot estaba utilizando como cuartel general.

Era necesario asignar una cantidad apropiada de fuerza militar para la defensa, por lo que era fácil suponer que un buen número de soldados había sido estacionado cerca para empezar.

«Desplegaron a todos los del grupo de búsqueda que pudieron en barcos encantados, y luego movilizaron a la mayoría de las tropas en las ciudades amuralladas. Hay aproximadamente 5.000 de ellos.» — dijo Rui.

En efecto, si utilizaban barcos encantados, era posible trasladar a varios cientos de personas desde Cleia en un día.

«Ya veo. Aun así, me sorprende que haya tanta fuerza militar destinada a la frontera. Deben ser conscientes de que parece un acto de provocación para Galarc.» — Christina dirigió su fría mirada a Charles.

Una cosa sería si sólo hubieran estacionado tropas en las ciudades amuralladas, pero tener un ejército tan grande en la frontera sería visto inequívocamente como una provocación. Cualquiera asumiría que se estaban preparando para invadir el otro reino.

Habrían dado alguna explicación al Reino Galarc cuando movilizaron todas las tropas, pero no había nadie tan tonto como para creer ello en estas circunstancias. Mover a los soldados a este lado de la frontera provocaría que Galarc reuniera las tropas en su lado, así que tenían que hacer que los soldados se retiraran lo antes posible para aclarar el malentendido. Además, tendrían que reunirse con un representante de Galarc, explicarle todo y disculparse.

«Hah, llegas demasiado tarde para eso. La relación entre Beltrum y Galarc dejó de existir hace tiempo. Y fue gracias a esa estrategia que pudimos tomar a Su Alteza con la guardia baja. Haha.» — se burló Charles, pareciendo un poco orgulloso de sí mismo.

De hecho, el sentido común normalmente les haría eliminar esa opción de la consideración, por lo que tomar dicha opción había permitido a Charles eludir a Christina. En ese sentido, era una estrategia audaz y atrevida — y astutamente eficaz.

«…» — la temperatura en la mirada de Christina bajó aún más. Las frías relaciones entre Beltrum y Galarc se debían nada menos que a las medidas de la facción Arbor.

«Parece que te sientes bastante orgulloso, pero el que ideó esa estrategia no fuiste tú, sino Reiss, ¿Cierto?» — señaló de repente Rio. La misteriosa forma en que Reiss había actuado antes le había hecho llegar a esa conclusión.

«Qu…!» — los ojos de Charles se abrieron de par en par, sorprendidos.

«Parece ser cierto.» — murmuró Christina.

«C-Cuánta grosería! Sir Reiss y yo pensamos en este plan juntos! Y habría funcionado, si no fuera por ti…!» — gimió Charles con la cara roja, mirando a Rio.

«Ya veo. Para el embajador del Imperio Proxia, que la relación de Beltrum y Galarc se agriara sólo les favorecería. Por eso no le importaba el resultado. Te han utilizado todo este tiempo, ¿Huh?» — dijo Rio con calma, eligiendo específicamente sus palabras para provocar a Charles.

Charles se quedó sin palabras, pero pronto estallo en cólera — «¿Q-Qué… Qué acabas de decir, tú…?»

Sin embargo, durante un breve momento, hubo una expresión de incertidumbre en sus ojos.

Esperaba averiguar el objetivo de Reiss, pero a juzgar por su reacción, Charles tampoco sabrá nada útil, pensó Rio.

Había dejado atrás a Reiss antes porque no tenía ni un segundo que perder, pero no había manera de que pudiera volver atrás ahora — y no es como si Reiss siguiera allí si lo hacía. Su única fuente de información era Charles, pero no parecía que fuera a ser de mucha ayuda.

Eso significa que Reiss se ofreció como distracción mientras planeaba su propia derrota desde el principio. Es irritante cómo tiene predichos nuestros movimientos cuando nosotros no tenemos predichos los suyos. Está claramente por delante de nosotros en cuanto a sigilo y exploración.

Si había algo que no había salido como Reiss había planeado, era el fracaso de Charles en capturar a Christina mientras él había estado actuando como señuelo. ¿O era posible que Reiss hubiera predicho también la derrota de Charles…?

«Me disculpo por haber interrumpido.» — dijo Rio a Christina, desestimando el asunto por considerarlo inútil.

«No, yo también me estaba calentando un poco. Me he calmado gracias a ti. Deberíamos darnos prisa y hacer que los soldados vuelvan a sus ciudades.»

«Entonces iré a hablar con los soldados.» — ofreció Rui.

«Eso sería genial… Tienes mi gratitud.» — dijo Christina en señal de agradecimiento.

Aunque probablemente podrían hacer algo con los soldados amenazándolos al oficial al mando usando a Charles, no se sabía si todos se mostrarían cooperativos. Se temía que las cosas se complicaran si decían o exigían algo inapropiado.

En ese sentido, Rui no era un comandante, sino un héroe. Mientras los Seis Dioses Sabios fueran utilizados políticamente como la religión del estado, no había forma de que los soldados ignoraran las palabras de un discípulo de Dios. Él tenía mucha más influencia que su orden de perseguir a Christina.

«Entonces ahí voy.»

Rui caminó las últimas decenas de metros hasta el ejército que esperaba delante. Una vez que estuvo a menos de diez metros, un oficial de alto rango salió corriendo de en medio de las tropas para hablar con Rui. Rui miró hacia atrás para señalar a Rio y a los demás mientras le explicaba las cosas al oficial.

Al saber, que habían sido completamente derrotados y que Charles y Alfred habían sido tomados prisioneros. No tenían más remedio que dejar ir a Christina y a su grupo, por lo que las tropas debían retirarse también.

Un solo espadachín había aniquilado a los caballeros y hechiceros de élite, abrumado al espadachín y héroe más fuerte del reino, y dejado a 5.000 soldados atónitos, sin poder hacer nada mientras veían cómo se llevaban a su comandante en jefe.

«Guh…»

Aceptando finalmente la derrota sin precedentes como una realidad, el oficial comenzó a morderse el labio. A este paso, su cabeza saldría volando. Sin embargo, varios minutos después, Rui giró sobre sus talones y regresó hacia Rio.

El oficial también estaba reuniendo a los soldados a su alrededor. Entonces, las tropas que bloqueaban el camino empezaron de repente a pulular hacia los lados, creando un camino por el centro.

«Por favor, adelante.»

Rui hizo un gesto hacia la colina una vez que regresó, animándolos a partir.

«Muchas gracias.» — dijo Christina respetuosamente.

«No te preocupes.» — Rui negó con la cabeza, y luego dijo los nombres de los dos prisioneros — «Charles, Alfred.»

«…»

Incapaz de decir nada por su amargura, Charles se limitó a mirar a Rui.

«¿Sí?» — Alfred respondió con calma.

«No sé cuánto podré hacer, pero puedes dejarme el resto a mí. Me aseguraré de informar a los de la capital sobre lo que ha ocurrido aquí. Juro que no permitiré que nadie se responsabilice con su vida.» — dijo Rui a los dos.

«Guh…» — Charles hizo una mueca.

«Por favor, hazlo.» — Alfred inclinó profundamente la cabeza.

«Lo haré. Rezaré para que nos volvamos a encontrar algún día. Adiós.» — dijo Rui a Alfred.

«Ahora caminen.» — presionó Vanessa a Alfred y a Charles.

«Está bien.» — asintió Alfred, y comenzó a caminar. Charles parecía descontento de que le dieran órdenes, pero empezó a caminar a regañadientes después de que Vanessa le diera un golpe en la espalda con su vaina.

Los dos tenían su esencia mágica sellada y las manos esposadas, así que no pudieron resistirse. Los soldados que se habían hecho a un lado por ellos los observaban, haciendo aún más evidente su vergüenza. No había nada más humillante para Charles, que tenía mucho orgullo.

«Maldita sea… Malditos sean todos…» — murmuró Charles, mirando a su alrededor a los soldados que no lo salvaron antes de agachar la cabeza. Acelero su paso, evitando temerosamente sus miradas. Sara, Christina, Celia, Kouta y Rei lo siguieron.

«Nos vemos, Kouta. Cuídate tú también, Saiki. Volvamos a vernos.» — llamó Rui a Kouta y Rei.

«Sí.» — asintió Kouta, dando una breve respuesta.

«Hasta luego.» — dijo Rei, agitando ligeramente la mano antes de seguir a Christina y a los demás.

Rui entonces llamó a Rio, que estaba detrás de Kouta y Rei — «Haruto.»

«¿Sí?»

«¿Recuerdas lo que te dije cuando nos separamos en Galarc?»

«Sí. En el jardín, ¿Verdad?» — Rio recordó su despedida con Rui en el castillo de Galarc.

Rui miró directamente a Rio — «Si tenemos la oportunidad de volver a vernos, me gustaría hablar contigo como amigos. Esta vez no pudimos cumplir esa promesa, pero espero que podamos hacerlo la próxima vez.»

«Sí.» — reconoció Rio estando de acuerdo.

«Ojalá podamos evitar encontrarnos de nuevo en el campo de batalla. Si tenemos que luchar, prefiero estar en el mismo bando.» — bromeó un poco Rui, pero termino sus palabras con seriedad.

«Tampoco me gustaría volver a luchar contra ti. Sobre todo, en un combate a distancia… Tienes un brazo de francotirador brillante.» — dijo Rio en forma de elogio.

«Sin embargo, al final no fui capaz de acertar un solo disparo contra ti.»

«Si hubieras sido capaz de luchar a distancia sin ninguna perturbación, el resultado podría haber sido diferente.»

«Lo dudo…» — Rui cerró los ojos, con cara de inseguridad. Luego levantó la cabeza y miró las espaldas de Kouta y Rei — «Haruto, si Kouta y Saiki están en problemas… Si no es mucha molestia, ¿Podrías ayudarlos en lo que puedas? Son amigos importantes para mí. Por eso me gustaría confiártelos a ti, alguien a quien considero un amigo importante que hice en este mundo. Si pudieras estar ahí para ellos cuando estén en apuros, sería suficiente.»

«Entiendo. Si alguna vez están realmente en problemas, les ayudaré lo mejor que pueda.»

«Gracias… Aunque dudo que este sea el caso, juro que estaré ahí para ti si alguna vez estás en problemas — como tu amigo.»

«Entonces, yo también.»

Los dos intercambiaron ligeras sonrisas. Rui no dijo nada más y se puso en marcha en dirección contraria a Rio.

«¿Nos vamos?» — Rio sonrió ligeramente mientras hablaba con Orphia en sus brazos y con Alma, que hacía de retaguardia. Así, se pusieron en marcha tras Celia y los demás.

▼▼▼▼

Rio y los demás habían llegado a una fortaleza que actuaba como puesto de control en el lado de Galarc del camino que conectaba Beltrum y el Reino Galarc. Por cierto, la ciudad amurallada que visitaron por última vez en el lado de Beltrum actuaba como punto de control final del Reino Beltrum.

La puerta de la fortaleza que normalmente estaba abierta estaba firmemente cerrada, y varios soldados esperaban ante la puerta.

«Alto!» — gritaron, claramente recelosos de su aproximación.

«Detengámonos. Yo me encargaré de esto.» — todos se detuvieron ante la orden de Rio.

Por cierto, todos, excepto Celia, se habían quitado los artefactos que cambian el color del cabello y se habían bajado las capuchas de camino hacia aquí. Ahora que se habían librado del grupo de búsqueda, ya no eran necesarios los disfraces. Sólo el disfraz de Celia no podía quitarse a causa de que su antiguo prometido, Charles, estaba cerca. Aunque algún día se revelara ante él, hacerlo ahora podría acarrearle problemas, así que mantuvo su disfraz.

Uno de los guardias de la puerta los miró fijamente y preguntó con una mirada dura a Charles y Alfred — «¿Quiénes son ustedes? Esos dos de ahí… ¿Son caballeros de Beltrum?»

«Orphia, ¿Puedo bajarte aquí?»

«Sí.»

Rio bajó a Orphia de la posición estilo novia en la que la cargaba. Él había estado lanzando secretamente artes espirituales de curación mientras se movían, por lo que ella se había curado completamente hace mucho tiempo, pero ella no pudo encontrar la oportunidad adecuada para hablar mientras estaban en el camino. Cuando sus pies tocaron el suelo por primera vez en decenas de minutos, parecía un poco triste.

En cualquier caso, Rio caminó hacia los soldados que se acercaban a ellos y reveló su identidad — «Me llamo Haruto Amakawa, Caballero Honorario del Reino Galarc. Me gustaría solicitar el acceso al reino a través del puesto de control, pero también deseo aclarar la situación ocurrida en la frontera con el ejército de Beltrum. ¿Puedo hablar con la persona que está a cargo aquí?»

La expresión del soldado cambió inmediatamente — «El… El Caballero Honorario! Perdona mi insolencia! ¿Puedo ver alguna prueba de identidad?» — preguntó respetuosamente.

«Tengo esta insignia que me otorgó Su Majestad. ¿Será suficiente?» — Rio se echó el abrigo hacia atrás y se acercó aún más a los guardianes, mostrándoles la insignia que llevaba en el cuello.

«P-Por supuesto, este es el escudo de la familia real… No hay ningún problema. El responsable no tardará en salir, así que, por favor, esperen aquí un momento.» — dijo el guardia, tragando saliva con nerviosismo. Luego se dirigió a su subordinado para darle una orden — «Entra y explica inmediatamente la situación.»

«S-Si señor!» — el soldado que recibió la orden salió corriendo despavorido, entrando en la fortaleza por una pequeña puerta.

«Entonces volveré con mis compañeros mientras tanto.» — Rio giró sobre sus talones y regresó a donde estaban Celia y los demás, a unos diez metros del guardia. Esperaron allí un rato.

«Hey, ¿Es tan importante un Caballero Honorario? El capitán parecía muy nervioso por ello, pero ¿En qué se diferencia de un caballero normal?»

«Idiota! Un caballero honorario tiene el mismo rango que un conde. Nuestras cabezas volarán si muestras alguna falta de respeto. Considéralos así de importantes.»

«C-Cierto…»

Y así, los soldados susurraban entre sí. Además, como Celia, Sara, Orphia, Alma y Christina — todas chicas jóvenes y encantadoras — estaban de pie en una fila…

«Dime, ¿Has visto alguna vez chicas tan lindas?»

«No, nunca.»

«Tienen que ser mujeres de la nobleza. Nacidas y criadas en mundos diferentes al nuestro.»

«Ha! La nobleza debe ser increíble.»

Los soldados intercambiaron bromas entre sí, echando miradas de curiosidad casi reservadas. Varios minutos después, la puerta de la fortaleza comenzó a abrirse lentamente.

«Parece que las conversaciones han ido bien.» — dijo Rio mientras miraba la puerta.

El hecho de que fuera el portón el que se abriera en lugar de la pequeña puerta era una buena señal.

A fin de cuentas, tener un título es algo conveniente, huh…

La puerta se abrió lo suficiente como para que se viera el interior de la fortaleza. Varias personas estaban de pie al otro lado — era la hija de la familia del Conde Cretia y la presidenta del Gremio Ricca, Liselotte Cretia.

«¿Liselotte…?» — Rio parpadeó. Este lugar estaba ciertamente dentro del dominio del duque Cretia, y bastante cerca de Amande, así que no era extraño que ella estuviera aquí, pensó.

Además, justo al lado de Liselotte estaban Flora, el Duque Huguenot, Roanna y Sakata Hiroaki. Christina también vio a Flora; sus ojos se abrieron débilmente, exponiendo su sorpresa. Lo mismo ocurrió con Flora, y las dos se miraron con ojos ardientes, como la amatista*. (NT: La amatista es una variedad macrocristalina violeta del cuarzo. El color puede ser más o menos intenso, según la cantidad de hierro que contenga.)

«Flora…»

«¿Her… Hermana…?»

Las dos hablaron lentamente, llamándose la una a la otra como para confirmar su presencia. Así, el reencuentro de la primera y la segunda princesa del Reino Beltrum se había producido en un lugar inesperado.