Seirei Gensouki V13 Interludio

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En la capital del Imperio Proxia, Nidgard, en una sala particular del castillo imperial…

Después de haber perdido la batalla en la frontera del reino y haber escapado por poco de las chicas de la aldea espiritual, Arein, Lucci y Ven estaban visitando a cierto hombre para darle su informe.

Sin embargo, la diferencia del hombre en comparación con la última vez que lo vieron fue tan dramática, que Arein y los demás sólo pudieron tragar saliva ante el ambiente de la habitación. El hombre les habló con una voz terriblemente desagradable, preguntando qué querían.

El aire que se respiraba en la habitación hacía difícil admitir que unas mocosas les habían volteado las tornas, pero no tuvieron más remedio que informar la verdad. Entonces, una vez que llegaron al tema de Rio—

«¿Qué acabas de decir…?» — la ira se desbordó del hombre.

«Eek…» — los tres hombres se quedaron paralizados por un miedo desgarrador.

«¿Dónde está ese bastardo, Reiss, ahora mismo?» — preguntó el hombre.

«Mister Reiss fue a ver al emperador…» — Arein respondió con la respiración contenida.

El hombre se levantó inmediatamente — «Ese bastardo es mi presa. Maldita sea, Reiss.» — maldijo en voz baja mientras salía de la habitación, dejando atrás a Arein, Lucci y Ven.

Sinceramente, era difícil saber si seguían vivos. Temían más por sus vidas ahora que durante la anterior batalla con Rio y los demás. Era la primera vez que veían a ese hombre tan furioso.

La habitación permaneció en silencio durante mucho tiempo. Finalmente, intercambiaron miradas y se calmaron lo suficiente como para volver a hablar.

«Bueno, mierda. ¿Qué le pasó al comandante en el tiempo que no lo vimos?» — murmuró Lucci haciendo una mueca.

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Mientras tanto, en un balcón del piso superior del edificio principal del castillo…

«Me sorprendió que volvieras a mostrar tu cara, pero pensar que tenías más que discutir… Eres como un fantasma, que va y viene a su antojo. ¿O quizás debería decir como un demonio?» — dijo el emperador Nidoll Proxia a Reiss, que estaba cerca.

«Por Dios. Es porque no puedes moverte libremente que tengo que dedicarme a trabajar entre bastidores. Aunque mi nombre ha empezado a difundirse recientemente, gracias a cierto chico… Qué molesto es. Sinceramente.» — se lamentó Reiss con un suspiro.

«Ya veo. ¿Así que la discusión tiene que ver con ese chico?»

«Efectivamente. Sin embargo, esperemos a que se una a nosotros primero. Envié a Arein y a los demás a darle su informe así que debería llegar pronto — oh, hablando del diablo.»

Las miradas de Nidoll y Reiss se dirigieron a la esquina del balcón.

«Hey, Reiss.» — Lucius había aparecido aparentemente de la nada, llegando al balcón.

«Vaya, cuánto tiempo sin verte, Sir Lucius. Te estábamos esperando. Me alegra ver que estás bien de salud.»

«No me llames por ese título insincero — no es que sientas respeto alguno hacia mí. Qué asqueroso. Cada vez que me llamas así, normalmente es para forzar alguna situación horrible.» — dijo Lucius sin rodeos, lanzando una mirada de hartazgo ante el saludo excesivamente amistoso de Reiss.

«Pero he intentado mantener el título al dirigirme a ti antes que a los demás miembros del escuadrón… Ah, bueno. ¿Has oído ya la historia de Arein y los demás?»

«Me dijiste que no interferir sería lo mejor, y luego tú mismo hiciste un movimiento sobre ese bastardo.» — Lucius miró a Reiss como si fuera a apuñalarlo.

«Pero no tenía otra opción. Seguía apareciendo en el peor momento posible para entorpecer nuestros planes. Ha ocurrido tantas veces que casi parece que estamos conectados por el destino.» — Reiss se encogió exageradamente de hombros.

«Ese bastardo es mi presa. No hagas nada innecesario…»

«No me mires tanto. En cualquier caso, necesitas recuperarte hasta que te acostumbres a las nuevas partes de tu cuerpo. Durante ese tiempo, necesito seguir moviéndome para ejecutar el plan — es gracias a esto que pude localizarlo, ¿Sabes?»

«¿Dónde está ese bastardo ahora? ¿Rodania? ¿O en Amande?»

«Eso no puedo decírtelo todavía. Si lo hiciera, irías corriendo hacia él enseguida, ¿No?»

«Dices eso, pero sólo quieres adelantarte a mí.»

«Tonterías. En todo caso, estoy tratando de preparar una oportunidad para que te reúnas con él. Si sigues mis instrucciones, claro.»

«…No puedo confiar en ti.» — Lucius miró a Reiss con desconfianza.

«No deberíamos interactuar con él. En efecto, así lo pensé, pero después de comparar los deméritos de interferir con él frente a los deméritos de dejarlo solo, los riesgos de lo segundo salieron a relucir. Por eso me preocupé mucho sobre qué hacer, y finalmente decidí ocuparme de él. Si acaba en el campo de batalla de la etapa final de nuestro plan, me temo que no habría forma de recuperarse de la situación.»

Nidoll expresó su interés por primera vez ante esas palabras — «¿Es tan fuerte el chico?»

Reiss se llevó una mano a la boca y tarareó pensando antes de dar su evaluación de las habilidades de Rio — «Bueno, sí… Al principio pensé que era de la misma clase que los héroes que lucharon durante la era de la Guerra Divina, pero después de verlo luchar, me di cuenta de que lo subestimé. Está en una clase de héroe despierto, o — por imposible que sea — algo cercano a los trascendentes de antaño.»

«Interesante…» — la boca de Nidoll se torció hacia arriba en una sonrisa.

«El bastardo es mi presa.» — advirtió Lucius a Nidoll con el ceño fruncido.

«Heh. Ya tuviste una derrota aplastante una vez, ¿No? En la que perdiste el ojo y brazo izquierdo.» — Nidoll miró entre la cara y el brazo izquierdo de Lucius y se burló. Tenía un parche en el ojo izquierdo. El brazo izquierdo había sido reducido a cenizas por Rio, pero seguía ahí de alguna manera.

«Como compensación por el ojo y el brazo, ¿Qué tal si acabo contigo primero?» — Lucius levantó el brazo izquierdo amenazadoramente.

«¿Oh?» — Nidoll sonrió desafiante, haciendo temblar el espacio entre ellos.

«Basta, los dos. Ahora no es el momento de peleas internas.»

«No recuerdo haberme unido nunca al círculo de este tipo.» — espetó Lucius ante la mediación de Reiss.

«Por Dios… ¿No querías luchar contra él?»

«Lo haré. Pero él es mi presa. No dejaré que nadie más se interponga.»

«En tu estado actual, sólo estarías en una clase de gran héroe de la Guerra Divina. Todavía te falta el poder para luchar contra él de frente.»

«Me pregunto sobre eso.» — Lucius miró fijamente a Reiss, negándose a retroceder en lo más mínimo.

Santo cielo. Es más retorcido de lo que esperaba. Dicho esto, necesitaremos su fuerza para derrotar a ese chico. Hmm… Qué hago… pensó Reiss, y luego sacudió la cabeza con fuerza.

«Entiendo. Por ahora, deberías venir conmigo al Reino Rubia. Tengo asuntos que atender allí primero. Si me ayudas, prepararé un escenario para que puedan luchar sin interferencias. Te explicaré mi plan para esto después de que se haya resuelto mi otro asunto.» — le ofreció a Lucius como compromiso.

Lucius miró a Reiss en silencio por un momento, pero finalmente asintió con la cabeza — «Bien.»

«Espléndido. Llevaremos a Arein, Ven y Lucci, así que diles que se preparen para el viaje. Vendré a buscarlos pronto.»

«Hmph.» — Lucius resopló, luego se dio la vuelta y saltó del balcón sin decir nada más.

«Así que ésa es la historia, pero ¿Podría pedirte también un favor, Nidoll?» — Reiss se volvió hacia Nidoll y dijo alegremente.

«Qué cara más mala. Me estoy aburriendo de la vida en el castillo. Será mejor que esta sugerencia me proporcione alguna forma de entretenimiento, ¿Puedo esperarlo?» — preguntó Nidoll, molesto.

«Por supuesto. Hay una altísima probabilidad de que el susodicho chico se cuele en este castillo. Sin embargo, sería malo que se interesara demasiado en el Imperio Proxia. Por eso me gustaría pedirte que le transmitas un mensaje.»

«¿Oh? Bien. Oigámoslo.» — el ánimo de Nidoll mejoro de repente.

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Mientras tanto, Lucius volvió a la habitación donde estaban Arein y los demás.

«C-Comandante!» — los tres se levantaron rápidamente ante su aparición.

«Hey, Lucci. Reúne todos los cristales de teletransporte desechables que puedas — inmediatamente. Y mantenlo en secreto de Reiss.»

«¿Eh…?» — Lucci estaba desconcertado por la repentina orden de Lucius.

«¿Qué estás haciendo? Nos vamos ahora mismo. Hazlo rápido. Reiss llegará pronto.»

«D-De acuerdo!» — regañado por Lucius, Lucci salió corriendo rápidamente de la habitación.

No tengo intención alguna de ser tu peón, Reiss, pensó Lucius con la cara lívida, tirándose al sofá con brusquedad.