Kore Kawaii V1 C6

Lección 6: Termina lo que comienzas.

A la mañana siguiente, me desperté en un sitio que yo no conocía.

–Ah, buenos días. –

Dijo una voz que resonó dentro de mi cabeza como un megáfono.

¿Dónde diablos estoy?

Pregunté, a la nada, me volví para mirar a Kajou–Sempai sentada en la cama, peinándose.

–¿No lo recuerdas? Eso es poco caballeroso de tu parte ¿No crees?… –

Dijo ella y se puso de pie.

La alfombra, el espejo… la cama… no era la casa de alguien…

Estaba en un hotel de amor.

–Espera… ¿Qué paso? –

Pregunté, poniéndome de pie de un salto, en seguida la cabeza comenzó a zumbarme y caí de la cama con la peor jaqueca que haya sentido en toda mi vida.

–No sé… –

Respondió Kajou–Sempai.

–¿Cómo acabé aquí? ¿Qué ocurrió? No me digas que… –

–Tengo que irme… –

Dijo Kajou–Sempai, y simplemente, se paró en la puerta, con una sonrisa triunfal.

–Bye… –

Cantó al tiempo que abría la puerta.

Se fue.

“Tengo que llamar a mi casa”

Fue lo primero que pensé, fue en tomar mi cartera… hasta entonces me percaté de que no tenía pantalón.

Oh cielos ¿Qué hice?

Mi pantalón estaba en el suelo, cerca del baño. Cuando me acerqué a tomarlo, me di cuenta de que había alguien allí. Estaban bañándose.

Solo podía ser una persona.

–¿Hola? –

Pregunté, tocando la puerta.

–Ah, Misato–kun, despertaste… pasa. –

Respondió la voz de Uchifuji–Sempai

–¿Qué? ¡No! –

Grité. Se escuchó una risa del otro lado.

Ella también estaba aquí ¿Por qué estaba aquí? ¿Qué paso? ¿Qué hice?

Esto se ponía peor con cada momento que pasaba. Miré el reloj que estaba colgado junto al espejo. Las nueve de la mañana.

Era sábado, no tenía que preocuparme por la hora, pero seguro que mi madre me matará cuando llegue a casa.

Volví a tocar la puerta, no sabía ni siquiera que tan lejos de mi casa estaba. Pensé en salir de aquí, pero… ¿dejar a Uchifuji Sempai sola? No sentí que fuera correcto. Además de que, por ahora, era la única que podía decirme lo que había pasado.

–Pasa. –

Respondió la voz.

–Sempai… tiene que apresurarse. –

–¿Eh? ¿Por qué? –

Preguntó ella.

–Es tarde, debo volver a mi casa y no puedo dejarla aquí. –

Respondí.

–¿Ya te vas? Pero quería divertirme un poco… –

Se quejó ella desde dentro del baño. ¿Qué quería decir con eso? No lo sé, y no estaba seguro de que averiguarlo ahora fuera una buena idea.

–No hay tiempo. –

Respondí.

Camine de un lado a otro los cinco minutos que Uchifuji Sempai tardó en salir. Luego de eso ella salió, en ropa interior y con una toalla en la cabeza.

–Pareces apurado… podías haberte ido. –

Comentó ella.

–Primero termine de vestirse, Uchifuji–Sempai. –

Reclamé.

–¿O es acaso que querías mirarme al salir del baño? eres un travieso… –

–No es eso. –

Respondí, dándome la vuelta. Al parecer eso la hizo enfadar, porque se sentó en la cama y cruzó los brazos.

–Si ibas a ser así conmigo podías haberte ido. No tienes que esperar por mí. No eres mi niñera. –

–¿Qué? No, no es eso… no quise decirlo así… –

–Y yo que pensaba que íbamos llevarnos bien… –

Se quejó.

Yo suspiré.

–Sempai, perdóneme, es solo que estoy asustado, no recuerdo nada de lo que pasó ayer y… a decir verdad, esperaba que usted me explicara. –

Le dije, ella se rio levemente.

–Es decir, en verdad ¿No recuerdas nada? –

Pisé una mina.

–Bueno… –

Uchifuji–Sempai comenzó a reírse.

–Esto tiene que ser lo más gracioso…  –

Dijo en medio de su risa, yo suspiré. Ni que hacerle, había caído en sus garras. Ella cruzó las piernas.

–Escucha te contaré todo lo que pasó, con lujo de detalle… si me llevas de compras. –

Adiós ahorros.

–Pero… –

–¿Es un trato? –

–¿Justo ahora? –

Pregunté.

–No justo ahora. Solo… cuando realmente quieras enterarte. –

Dijo ella, sonriendo y poniéndose la blusa. Yo me di cuenta en ese momento que estaba mirándola vestirse y enrojecí. Me di la vuelta.

Ella se echó a reír.

–En verdad que eres raro… mira que avergonzarte después de eso. –

Dijo.

¿Qué hice?

–De acuerdo. Es un trato. –

Ella alzó las manos.

–Yay. –

Dijo. Yo solo salí de la habitación.

Esperé como veinte minutos afuera a que ella terminara de vestirse, luego salimos de allí entre las miradas del personal del lugar. Pude sentir la envidia salir de los hombres que estaban  trabajando allí, pero no dije nada.

–Bien… ya estamos fuera. ¿Dónde estamos? –

Voltee a ver el letrero que estaba en la esquina.

¿Prefectura de Saitama? Más específicamente, en Satte

–Distrito de Satte … –

Respondió Uchifuji Sempai, leyendo el letrero.

–¿Qué diablos estamos haciendo en Saitama? –

Pregunté.

Estábamos a al menos una hora de la escuela. Y de mi casa, y de cualquier sitio qué yo conociera.

–Quien sabe… me dormí durante el trayecto… –

Comentó Uchifuji–Sempai, encogiendo de hombros despreocupadamente.

–¿Cómo puedes dormirte durante un trayecto que no sabes a dónde va? –

Pregunté, ella infló sus mejillas.

–¡No me regañes! No quiero escuchar regaños del chico que acabó sin saber cómo él y dos lindas chicas estaban en un hotel de amor. –

Se quejó ella. Se llamó a si misma linda. La gente volteó a vernos. Yo bajé la cabeza, pero no porque estuviera avergonzado. De hecho estaba desesperado.

–¿Ahora como rayos vamos a volver a casa? –

–Tu espera aquí… –

Dijo Uchifuji–Sempai, luego se acercó a un oficial de policía, que amablemente le dio instrucciones.

–Ya está… bobo. Parece que cerca de la agencia de autos de Toyota está la estación del tren. Podemos tomar el tren y volver. No sé porque te alteras tanto. –

–¿Dónde está Toyota? –.

Pregunté, ella señaló hacia el otro lado de la calle.

–En esa dirección. –

Dijo. Comenzamos a caminar. Después de que llegamos a la agencia de autos y antes de llegar a la estación del tren, que estaba allí cerca, como dijo el oficial, ella me tomó del suéter.

–Tengo hambre. –

–Tendrás que esperar a que volvamos. –

Respondí.

–¡Cómprame algo! –

Se quejó.

¿Cómo diablos se había ido Kajou–Sempai? ¿Y porque me dejo con esta chica tonta?

–De acuerdo, de acuerdo, vamos a la combini. –

Ella salió de allí comiendo una barra de cereal.

–Eso no cuenta como llevarme de compras, así que no esperes que te diga nada. –

Dijo cuando salimos.

–Lo sé, lo sé, por ahora solo quiero legar a mi casa, no podemos ir de compras si no tengo dinero. ¿No es cierto? –

Pregunté.

–¡Yay! –

Respondió ella. Subimos a la estación del tren luego de eso, hacía calor. Yo pensé que sería buena idea llamar a mi casa, pero ya que de todos modos iba a ir para allá, preferí esperar.

–¿Cómo es que llegamos tan lejos con lo tarde que era? –

Pregunté, al azar. Ella me miró, y luego hizo una señal de “no” con el dedo.

–Muy astuto, pero no voy a decirte nada todavía. –

–No estaba preguntando por eso. –

Respondí, girando la mirada. Ella pareció ofenderse.

–No pareces muy contento de haber pasado la noche con dos chicas lindas. ¿No te crees que estas siendo grosero? –

Preguntó ella.

–No lo estoy. ¿Cómo voy a estar contento si no recuerdo nada? –

Pregunté, ella se cubrió la cara para reír. Luego se pasó la mano por el cabello, me miró de una forma un poco… sugerente, y sonrió.

Se quedó en silencio.

¿Será que hicimos algo?

Demonios.

Después de media hora de tren, llegamos a la estación que quedaba cerca de mi casa. Me puse de pie.

–¿A dónde vamos? –

Preguntó.

–Me dijiste que te llevara de compras… –

Respondí.

–Si pero… –

–Tengo que ir a casa por dinero. –

Respondí. Me bajé del tren y ella me siguió levantándose apresuradamente, se vio un poco tonta bajando aprisa del tren, pero giró su cabello con estilo una vez que se acomodó la bolsa en el hombro.

No estaba seguro de por qué me resultaba tan molesto estar cerca de ella, pero traté de no prestar atención a eso y suspiré.

No había opción. Ella me siguió caminando alegremente hasta la calle cercana a mi casa. Ni siquiera sabía que iba a decirle a mi madre acerca de todo esto. Seguro que pasar a una chica como ella a mi casa estaba fuera de cuestión.

Ella tomó su teléfono (si, ella también tenía teléfono.) y lo miró por un momento.

–Espera aquí. –

Fue lo que le dije. Y pasé la puerta del jardín.

En ese momento, la persona que abrió la puerta de mi casa no fue mi madre, fue Tasukune.

–Hey… –

–Hola… –

Respondí.

–¿Dónde estabas? Tu madre está como loca buscándote. –

Ah, así que por eso estaba él aquí.

–Fui a una fiesta. –

Respondí.

–Madre, Misato está justo aquí. –

Comentó Tasukune hacia adentro de mi casa. Detrás de Tasukune salió su madre, y detrás de ella, la mía.

–¿Qué se supone que paso? –

Preguntó mi madre, creo que quiso verse amable porque su amiga estaba aquí, a pesar de que todos me miraban de mala manera.

–Una fiesta… –

Respondí, y entré a mi casa.

–¿A dónde vas? –

Preguntó mi madre.

–Por dinero. Tengo algo que hacer. –

–¿Tienes algo que hacer? –

Preguntó mi madre, enfadada. Es decir, tenía razón en estar enfadada, nunca antes había pasado una noche fuera, mucho menos con desconocidos.

Tasukune me siguió por las escaleras. Yo fui al baño, allí me lavé la cara. Tasukune me acosó con preguntas.

–¿De verdad estabas en una fiesta? ¿Qué clase de fiesta? Pareces un muerto. –

En ese momento, mientras me secaba la cara, me quedé pensativo. En realidad me había ido bastante bien.

–Fue grandioso… y lo sería más si pudiera recordar qué fue lo que pasó cuando salimos del bar. –

Le dije, mientras colgaba la toalla, salí del baño y fui a mi cuarto luego. Tasukune me siguió.

–Oye… ¿Eres adulto acaso? –

Él dijo eso pensando en la bebida. Yo en ese momento, pensaba en lo que podía haber pasado después. Al fin y al cabo, Kajou–Sempai también estaba en el hotel de amor.

Podría ser que…

–No lo sé, necesito que me digan que pasó después de lo del bar. Ahora mismo tengo que irme. –

Le dije. Salí de mi habitación luego de tomar mis ahorros. Cuando bajaba las escaleras, mi madre me preguntó.

–¿No comerás? –

Yo moví la cabeza.

–Al volver. –

Respondí. Escuché como mi madre se quedaba con la madre de Tasukune hablando, o más bien quejándose.

–No comprendo. –

Se quejó Tasukune conmigo. Yo encogí de hombros.

–Te contaré al volver. Ahora mismo, tengo algo que hacer. –

Salió junto conmigo. Ahí estaba Uchifuji Sempai, mirándose las uñas, cuando Tasukune la vio, se quedó perplejo.

–¿Ya la viste? –

Preguntó en voz baja.

Bueno… no. Ahora que la miraba desde este punto de vista, era linda, muy linda. Con mucho estilo.

–Se llama Uchifuji. –

Respondí.

–¿La conoces? –

Preguntó él, sorprendido. Creo que me subestimaba. Eso no me gustó, siendo sincero. ¿Es que no era yo lo suficientemente bueno para conseguir una chica como ella? ¿Eso es lo que quiera decir?

–Pasé la noche con ella. –

Respondí.

No debo presumir de algo que no puedo recordar pero… hablando con sinceridad, me molestó el modo en que lo dijo.

En ese momento se acercó alguien más.

–Onii–san… esa chica lleva allí parada desde hace rato. –

Dijo. No me miró para nada.

Ni siquiera me saludó.

–¿Qué hay con ello? –

Pregunté, haciéndome notar.

–No llegaste a tu casa anoche, tu madre se preocupó. –

Respondió Keiko.

En ese momento, Uchifuji se dio cuenta de que estaba allí, y sonriéndome, me envió un beso en el aire. Yo me sonrojé, Tasukune me miró enojado, y Keiko se escondió detrás de Tasukune.

–Esa clase de personas… –

Dijo. Yo suspiré. En estas ocasiones Keiko realmente era una niña pequeña.

–Me voy. –

Dije, y salí de la puerta del jardín, Keiko me siguió después y su hermano mayor con ella.

–Te esperaba… ¿Listo? Ellos… ¿Son tus amigos? –

Voltee a verlos por un momento.

–Algo así. –

Respondí, y la tomé del brazo.

–Vamos… –

Dije. Dejé a Tasukune atrás. Y a Keiko con él. No sé qué me dio. No quería que Uchifuji pensara más de mi por estar acompañado de esos dos. Tasukune se estaba portando como un idiota y seguro que Keiko no ayuda.

Y aunque no estaba interesado en Uchifuji, sabía perfectamente que si algo malo pasaba, llegaría a oídos de Kajou–Sempai.

Ahora mismo, tenía que concentrarme en lo que tenía a la mano, y la única que podía decirme si había pasado algo de lo que pudiera arrepentirme, o algo de lo que pudiera alegrarme (dependiendo de “con quien” hubiera pasado) era Uchifuji–Sempai, que no me diría nada a no ser que esto saliera bien.

Por más que tenía la idea de que Kajou–Sempai se había marchado apenas desperté por una razón.

No tenía tiempo para lidiar con esos dos ahora.

–––––––––

Fuimos al centro comercial después de eso, y le compré a Uchifuji–Sempai todo lo que se le ocurrió, la mayoría, ropa y accesorios.

Me gasté doscientos mil yenes.

Mis ahorros se redujeron un noventa y cinco por ciento en una sola tarde.

–Ahora dime… –

Comencé, ella me interrumpió.

–Llévame a cenar. –

Pidió. Una petición poco razonable tomando en cuenta que me quedaban poco más de diez mil yenes en total.

Pero no era una petición, era más bien como una orden.

–¿Qué? –

Pregunté.

–Una cita no está completa si no me llevas a cenar. –

Respondió, mirándose en un pequeño espejo que ella guardó en su bolsa después.

Suspiré. Con lo que había perdido esa tarde, los últimos diez mil no iban a hacer la diferencia.

–De acuerdo. –

Le dije, bajando la cabeza. Ella sonrió malévolamente, luego encogió de hombros y me llevó por el pasillo hasta un restaurante.

Y como era de esperarse, gasté lo último que tenía complaciendo ese último capricho.

Al parecer las chicas como ella son costosas.

Eso ultimo sonó feo.

Digamos que tienen gustos caros.

Accedí porque ya había gastado demasiado en esta “cita” y negarme ahora podía echarlo todo a la basura. Una vez que terminamos de cenar le dije que tenía que ir al baño. Era de noche.

Pedí la cuenta y le dije a Uchifuji que esperara. Fui al baño, y mentalmente me preparé para escuchar algo que tal vez no quería escuchar.

¿Qué si en ese estado había pasado algo entre Uchifuji y había perdido mi oportunidad con Kajou–Sempai?

Esa era la peor posibilidad.

Eso explicaría porque ella se levantó apenas y se fue.

Cuando volví a la mesa. La cuenta estaba pagada, y Uchifuji Sempai no estaba allí. Miré a todos lados. La mesera, una señora muy amable, me miró y me dijo.

–Salió hace un momento. Alcánzala. –

Dijo, y luego siguió recogiendo los platos.

¿Qué le pasa a esta chica? Y se suponía que quien iba a pagar era yo. Con todo lo que me había hecho gastar… No entendí nada, y menos aun cuando la encontré sentada afuera, llorando.

Se secó las lágrimas inmediatamente.

–¿Qué pasa? ¿Porqué… saliste…? –

–Perdón. –

Dijo. No era lo que yo necesitaba escuchar.

–Me estaba aprovechando de ti un poco… –

Dijo. ¿Un poco? Hacerme pagar por todo eso no era un poco. Me enojé. Ella, sin dar tiempo  de nada, tomó su bolsa.

–Te pagaré ahora… –

Dijo.

–¡Dime que pasó! –

Repliqué. No podía soportarlo más. Uchifuji–Sempai me miró con lágrimas en los ojos.

–No ocurrió nada. –

–¿Qué quieres decir? –

Mi mente no pudo procesar una respuesta, que, ahora que lo pienso, tenía que haber sido más que obvia.

–No pasó nada… no hiciste nada… solo dormir… y nosotras también. –

Explicó, llorando. –

–¿Es en serio? –

Pregunté, no tan seguro.

–Es más como que yo no lo permití. –

Dijo ella.

–¿Qué quieres decir? –

Pregunté, ella tomó un montón de billetes y me los extendió. Puedo decir que era más de lo que yo me había gastado, me senté junto a ella sin aceptar el dinero.

Uchifuji–Sempai se limpió las lágrimas.

–Ella te llevó allá para hacer cosas… Yo… bien… le dije que no estaba bien. Que sería demasiado… Creo que se enojó conmigo por eso. Al final no hicimos nada, ni tú, ni ella, ni yo. –

Lancé un suspiro de alivio, sin saber exactamente por qué me sentía aliviado.

–Te mostraste completamente diferente en el baño… –

Repliqué. Ahora que lo recordaba, incluso me mostró su ropa interior.

–Eso es porque eres lindo. –

Replicó Uchifuji–Sempai.

–Pero no está bien. No me sentiría bien si no es por voluntad. A Sadako eso no le importa, pero… la realidad es que tampoco quería compartirte con ella. Mucho menos así. –

Explicó después, aun sollozaba.

Es decir, ella evitó que Kajou–Sempai abusara de mi estado inconveniente. Muy amable de su parte, si me lo preguntan ahora.

–Haberlo dicho antes… –

Me quejé. Creo que hasta ese momento no comprendí la… importancia de la situación en la que me hallaba.

–No habrías querido venir. Estas prendido de ella y no te culpo. Pero, me agradó tener este momento para mí. Eso fue lindo. –

–Uchifuji–Sempai… podría ser que… ¿Le gusto? –

Ella me miró por unos momentos, luego bajó la cabeza, en una expresión que yo no creí que una chica como ella pudiera hacer.

Siempre se comportaba tan segura y tan audaz, que no creí que pudiera avergonzarse. Luego me habló:

–Pero no está bien ¿verdad? Es decir, tu no querías estar aquí, ni comprarme todas estas cosas… y creo que no es una cita si la única que se siente feliz, soy yo. –

Me dejó con la boca abierta.

–¿Por qué? –

Pregunté.

–La fiesta… era mi fiesta de despedida. Y quería que fuera especial, pero todo me salió de otro modo, yo no creí que a ti te gustara otra persona, y sinceramente creí que podía atraparte con mi lindura, pero… no funcionó. Ni en el bar, ni en el hotel, ni aquí. Y yo no quiero irme, fingiendo que todo salió bien. –

No sé qué tenemos los hombres, que palabras como esas pueden cambiar nuestra percepción de las cosas. Es decir, si ella me hubiera pedido en ese mismo momento, que saliera con ella, habría aceptado sin pensarlo tres segundos.

El dinero que había gastado dejó de importar, y ni siquiera me reconocía a mí mismo actuando tan distante antes.

Y era linda. Creo que en realidad era una de las chicas más lindas de la escuela. Y hasta entonces entendí el porqué de que Tasukune estuviera sorprendido cuando le dije que pasé una noche a su lado.

–Yo, lamento haberme portado así… estaba nervioso… y fui tonto. No me molesta en absoluto lo que pasó. No tiene que pagarme por las cosas. Se las compré, son regalos. –

Le dije. Tomé el dinero y lo puse en su bolsa de nuevo. Sería cruel de mi parte aceptar ese dinero de todos modos. Ya lo había dado por perdido.

–No se puede. Me iré a América mañana. Por eso la fiesta. No es que planeara que fuéramos novios ni nada de eso. Solo… quería llevarme un buen recuerdo. –

Respondió ella.–

–Vaya… una pena. –

Respondí, bajando la cabeza. Uchifuji–Sempai ahogó una risita.

–Sé que eso lo dices para hacerme sentir mejor. –

Dijo.

–Pues… para mañana todavía queda algo de tiempo… aún podemos hacer un buen recuerdo. Aun puedo conocerla mas… –

Respondí. Ella me miró con los ojos abiertos. Había que terminar lo que empecé, de alguna forma sentí que era mi responsabilidad.

Puede ser que ella era linda en realidad.

–¿Lo dices en serio? Pero… es decir… yo… –

Me puse de pie.

–Después de todo lo que me has hecho pasar… ¿te parece que está bien que solo digas “me voy” y es todo? –

Pregunté, ella se sonrojó y bajó la cabeza. Para una chica que me atacó en pleno baño la noche anterior, resultaba incluso un poco contradictorio. Pero ni que hacerle.

La acompañé a casa luego. Mientras íbamos de camino, ella se detuvo por unos momentos, cerca de un poste de lámpara en la esquina de una de las calles ahora solitarias.

–¿Qué ocurre, Sempai? –

Uchifuji–Sempai sonrió.

–No es nada… –

Dijo, balanceándose, yo me acerqué a ella, el corazón me latió con fuerza sin que yo entendiera muy bien por qué.

Lo siguiente que supe, es que estaba besando a Arashi.

Ese fue mi primer beso.

Así cumplí mi deseo de conocerla mejor, mucho mejor en realidad y espero que ella cumpliera su deseo de hacer un buen recuerdo. Cuando terminó, ella se recargó en mis hombros por un momento.

–¿Sempai? –

Pregunté, sin entender del todo lo que estaba pasando.

–Quédate así… solo un momento… –

Dijo. Obedecí. El olor de su shampoo entró por mis fosas nasales.

Nos detuvimos después de un momento, ella me miró, sonriendo. Era poco más de media noche.

–¿Te acordarás de mí? –

Preguntó ella de pronto.

–Uno nunca olvida esta clase de cosas, mucho menos la primera. –

Respondí. Uchifuji suspiró y miró hacia el cielo. Había muchas estrellas. Suspiró. Esa era la primera vez que la escuchaba suspirar, y sin el maquillaje y con el cabello sostenido rápidamente daba una imagen completamente distinta de la que yo tenía de ella.

–Me quedé con tu primera vez… –

Comentó ella, sonrió para sí misma, y luego me miró.

–Siempre me voy a acordar de ti… –

Dijo.

Iba a preguntar algo así como ¿Por qué yo? cuando ella habló primero. Parecía que había estado debatiéndose entre decirlo o quedarse callada.

–Cuídate de Sadako. –

Dijo.

–¿Eh? –

Pregunté. Ni siquiera estaba pensando en ella.

–Ella… no es lo que parece. –

Dijo.

–¿Por qué? –

Eso me descolocó. Ella encogió de hombros.

–No es fácil decirlo… solo… cuídate de ella. –

Dijo. Se acercó a mí, y dándome un beso fugaz en la mejilla se dio la vuelta, y desapareció tras la esquina de la calle. Sentí como si hubiera perdido algo importante, pero no pude entender qué era eso.

Aquella realmente fue la última vez que la vi. Nunca sabré que tan importante fui para ella, pero ella fue importante para mí. Uchifuji Arashi, la primera tormenta de mi vida.

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-kloos

-Gotu Yobu.

– ~~Caliiche

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