Prólogo
En un solo momento, tanto sus ojos como su corazón habían sido robados.
(E-Es ella… Es Reaina-sama…)
El chico estaba mirando a una chica dentro de un carruaje lujosamente decorado que pasaba justo delante de sus ojos. Por un momento, se olvidó por completo de sus tareas, y su corazón se emocionó por la aparición de esta persona tan esperada.
Para celebrar el 50 aniversario de la creación del Reino Agartania, ahora mismo se estaba celebrando un desfile como evento principal. Había cientos de caballeros dispuestos a intervalos iguales a lo largo del camino, había una orquesta tocando la marcha, había un Rey y una Reina, Príncipes y Princesas, y una multitud excesivamente emocionada.
(Es la verdadera Reaina-sama…)
Había un caballero especialmente emocionado que estaba observando el camino. El corazón de Rou Coral en este momento estaba en las nubes.
Al perder a sus padres a una edad muy temprana y no tener otros parientes, se dirigió a las puertas del castillo real. Después de eso, durante varios años continuó refinando sus habilidades con la espada y su espíritu, y finalmente ascendió de aprendiz de caballero a caballero oficial. Resguardar este desfile fue su primer trabajo oficial.
La apariencia del muchacho, de aspecto nervioso, era muy similar al de una chica, y parecía muy inocente con su armadura y su casco.
Después de ajustar y corregir su postura, se mantuvo admirablemente en su puesto durante un par de horas, pero ahora no puede evitar seguir con la mirada a la chica que pasó ante sus ojos. La Tercera Princesa del Reino Agartania, Reaina Luise Wilhelmian, era la chica que él miraba con pura admiración.
Sus largos y dorados cabellos envueltos en los rayos del sol parecían esponjosos y bailaban elegantemente al viento, brillando aún más que la tiara de plata que llevaba en la cabeza.
Sus grandes ojos tenían largas pestañas, y sobre los párpados se dibujaban unas finas cejas. La nariz alta y los rasgos faciales bien equilibrados completaban su imagen un tanto exagerada, haciendo que pareciera una elegante hada que engalanaba la llanura terrestre con su presencia.
Y luego estaban sus pechos regordetes, que atraían las miradas del público, especialmente de los varones. Era alta, su cuerpo era esbelto, y por encima de su vestido de perlas se veían sus delgados hombros al descubierto. Sus enormes pechos contrastan con su figura, pero es precisamente eso lo que hace que su encanto mágico sea tan fuerte.
«Reaina-sama~~»
«Qué maravilla! Por favor, mira hacia aquí—»
Ante la multitud que la aclama, ella levanta la mano y sonríe, creando una imagen noble que parece casi de otro mundo.
Su rostro era tan hermoso, pero al mirarla a los ojos no podía quitarse la sensación de que su expresión parecía algo forzada y poco natural.
(Haaah… Y se va…)
Rou era uno de los jóvenes que estaban cautivados por la belleza de la joven princesa.
Finalmente ella pasó junto a él, y lo siguiente fue una Orden de Caballeros marchando galantemente. Mientras recorría la espalda de la princesa con sus ojos, se preguntaba qué se sentiría al proteger personalmente a la familia real como un caballero en pleno derecho algún día.
«Reaina-sama es muy bonita, ¿No es así~~?»
«Se rumorea que se va a casar con el príncipe del vecino Reino Sahighland.»
«Aunque sería un matrimonio político, seguiría siendo encantador tener una novia tan maravillosa.»
Pudo oír el parloteo de la multitud.
Le apenaba saber que Reaina iba a casarse, pero sus posiciones como caballero huérfano y princesa del país eran demasiado diferentes en primer lugar. A menudo imaginaba que el amor y el romance iban más allá de la posición social de cada uno, pero al final no era más que una fantasía. El chico suspiró profundamente.
«Uoooohhhhhh! Ann-sama!»
«Por favor, mire hacia aquí, Mirian-sama~~!»
«Kyaah— Es muy linda!»
Una ovación aún más grande sonó entre la multitud, más grande que cuando pasaba Reaina. Levantando la cara de nuevo, pudo ver que otro carruaje magníficamente decorado había llegado. Y esta vez, la princesa que aparecía delante de la gente respondía a sus vítores con una encantadora sonrisa llena de energía.
(Esa es…)
Es la hermana de Reaina y la cuarta princesa, se llama Mirian Henriette Wilhelmian. Y resulta que es la más popular entre todas las princesas, siendo apoyada de forma abrumadora por el pueblo.
Sus hermosos rasgos faciales están adornados con grandes lazos, y su larga melena rubia, sus grandes ojos, sus mejillas regordetas y sus simpáticas crestas nasales la hacen parecer muy elegante con ellos.
Su cuerpo, envuelto en un bonito vestido con muchos volantes, es poco sensual, pero su sonrisa era como la de un ángel, invitando a sonreír y a dar confort al corazón de la gente.
Y no cabía duda de que en el futuro se convertiría en una joven hermosa y refinada, como su hermana Reaina. Eso era lo que todos pensaban, y el chico apenas podía evitar sonreír.
«Todos, muchas gracias~~»
Aunque era joven, era tan diligente y digna como una noble en pleno derecho, Mirian también era muy amable. Se asomaba constantemente del carruaje para saludar con sus manos a derecha e izquierda al público, respondiendo a los vítores con una sonrisa.
Por supuesto, a Rou también le gustaba Mirian. Sin embargo, como Rou vivía solo desde muy joven, adoraba fuertemente a Reaina por el aura de fuerza que desprendía.
Los príncipes y las princesas pasaron el desfile, seguidos por la Reina, y ahora era el momento de que apareciera el Rey. Pero entonces, en medio de la multitud excitada, el confeti de colores bailando en el aire y la orquesta honrando a la familia real con una canción, ocurrió un incidente.
«Sujétese, Rey!!»
El grito se ahogó entre los vítores, pero Rou lo oyó.
Decenas de miles de espectadores llenaban el campo, y los caminos estaban desbordados.
De entre esa multitud, una sola sombra saltó y pasó justo al lado de Rou.
(Eh, imposible…)
Se precipitó directamente hacia el carruaje del Rey, con un brillante destello de plata.
Cuando los miembros de la Guardia Real se dieron cuenta de la sombra mortal, el hombre ya estaba levantando la mano en alto.
«Por qué tú—!»
Rou se apresuró a saltar de la formación, abordando directamente la espalda del asesino.
El primer asaltante que salió de la multitud se hundió en el suelo frente al carruaje. No debió anticiparse a ser atacado él mismo, o de lo contrario seguro que habría tomado alguna medida en lugar de caer de bruces.
El chico-caballero cayó encima de él, aplastándolo desde arriba.
«Tranquilo!»
Rou lo sujeta por la capucha y lo inmoviliza.
«P-Pequeño bastardo! ¿Quién demonios eres tú?»
Pronto, la unidad de élite de caballeros fuertemente equipados rodea al individuo sospechoso y lo pone bajo custodia.
El cuchillo cae de su mano retorcida, y parece que todos, incluido el Rey, se dan cuenta por fin de la gravedad de la situación. El ambiente en el bulevar frente al castillo en un abrir y cerrar de ojos pasó de festivo a turbulento.
«No creas que este es el final, Agartania!»
Las miradas de todos los espectadores se volvieron hacia el hombre que se despojó de su túnica negra y fue arrastrado, así como hacia el chico que seguía tendido en el suelo. Gracias a su rápida reacción, se evitó el intento de asesinato del Rey.
El chico que consiguió tal cosa se puso en pie con una expresión de asombro en el rostro, pero rápidamente agachó la cabeza cuando se dio cuenta de que estaba frente al Rey.
«¿Cuál es tu nombre?»
Ante la pregunta del Capitán de los Caballeros, el chico respondió con voz aterrada y nerviosa.
«Rou Coral del 17º Pelotón de la Orden de Caballeros del Reino…»
«Recibirás órdenes en breve. Por ahora, vuelve a tu puesto.»
La zona se inquieta, pero el interrumpido desfile comienza de nuevo y el carruaje con el Rey abandona el lugar.
«Hey, es increíble, ¿No?»
«Seguramente será recompensado muy bien por un logro tan asombroso.»
Rou, que siempre estuvo fascinado con la Princesa, no recordaba la última vez que le ocurrió algo tan irreal. Así que, hasta que terminó su misión, siguió mirando al cielo, con las voces de sus compañeros sonando en algún lugar de su cabeza.
En ese momento no le pareció ciertamente realista, y estaba muy seguro de que no le ocurriría nada grande en su vida.