Capítulo 1
Hoy voy a perder mi virginidad.
He hecho una reserva en un soapland de renombre (O al menos todo lo renombrado que puede ser un soapland de mala reputación). El soapland se ofreció a enviar una furgoneta blanca para recogerme en la estación, pero me negué. Le dije a la persona del teléfono que prefería ir caminando.
Estaba súper nervioso por todo el asunto. Evidentemente, nunca había estado en un soapland. Incluso mientras salía de la estación, sentía mariposas en el estómago.
El soapland estaba a veinte minutos a pie de la estación y se encontraba en un barrio tranquilo.
El barrio parecía haber visto tiempos mejores. Muchas de las casas parecían abandonadas y no había ni una sola persona en la calle. Incluso las máquinas expendedoras habían sido apagadas.
Tal vez este era uno de los lugares que prosperaron durante la época de la burbuja, y luego los residentes se mudaron lentamente cuando el boom terminó.
Finalmente, encontré la dirección que copié de la página web. Por fuera, el edificio parecía un poco deteriorado, pero según mi investigación, era inconfundible. Era el tipo de edificio que pasarías por alto sin pensarlo dos veces.
Tal vez esa era la intención de este soapland — esconderse a plena vista.
Me paré frente a la puerta. Todavía podía dar la vuelta, volver a casa y todo sería igual que antes.
Igual que antes…
He sido virgen durante veintisiete años, y aunque tuve algunas novias cuando estaba en la universidad, de alguna manera nunca acabé en un hotel del amor con ninguna de ellas.
Siempre intenté ser un caballero. Siempre le ofrecí mi abrigo, siempre me aseguré de no comer ajo o cebolla antes de una cita, siempre planifiqué nuestras citas, y nunca traté de emborrachar a mi acompañante para poder hacer un movimiento sobre ella. No era superguapo, ni tampoco feo.
Supongo que simplemente tuve mala suerte durante toda mi juventud. Ahora mi juventud había terminado, con un importante recuerdo perdido.
Una vez que empecé a trabajar en una empresa, no tenía tiempo ni energía para búsquedas románticas. Cada día era sólo trabajo y más trabajo. Después del trabajo, cenaba, veía la televisión y me iba a dormir. Los fines de semana estaba demasiado cansado para hacer otra cosa que no fuera dormir.
Así era la vida de un asalariado normal.
No quería volver con mi virginidad intacta. Todos mis amigos lo habían hecho antes. Yo era el único que corría el riesgo de convertirse en un mago.
Me sudaban las manos. Estiré la mano y agarré el pomo de la puerta. Lo giré y tiré.
«Bienvenido.»
Entré en un pequeño vestíbulo de recepción. Un hombre alto, calvo y musculoso, con traje, me saludó. Su voz era grave. ¿Era una especie de gorila que contrataba el soapland para disuadir a los clientes que se pasaran de la raya?
«¿Es usted Sato-sama?» — preguntó.
«S-Sí. Llamé antes…»
«Muchas gracias por su reserva.» — se inclinó — «Por favor, sígame a la sala de espera.»
El hombre grande y calvo me llevó a una sala poco iluminada con varios sillones grandes que daban la espalda a la entrada. Había otros dos clientes esperando. Los sillones estaban colocados de tal manera que no podíamos vernos. La luz tenue también ayudaba.
El hombre grande y calvo me guio hasta un sillón vacío y me entregó una carpeta de cuero.
«Este es nuestro menú. Por favor, tómese su tiempo y, cuando se haya decidido, pulse este botón.»
Señaló un botón blanco en el reposabrazos.
«De acuerdo, gracias.»
El hombre grande y calvo desapareció.
Abrí la carpeta negra y cada página estaba llena de los perfiles de varias chicas. Cada perfil contenía su foto, su nombre, unas vagas líneas que describían su personalidad, su edad, sus gustos y aversiones, así como sus tres tallas.
Debajo de cada perfil había una pequeña tabla con los días y horarios en que estaban disponibles, y sus precios.
El corazón me latía rápidamente.
Podía sentir la inmoralidad que rezumaba esta carpeta.
Sinceramente, me sentía un poco patético por perder la virginidad de esta manera. Pero realmente quería sentir el tacto de una mujer. Cada vez que mis amigos y yo íbamos de copas, tenía que escuchar sus historias, y era muy incómodo tener que esquivar sus preguntas.
Suspiré.
Mi juventud ya había terminado. Ahora era un asalariado. Este era el único camino.
Los otros dos chicos hicieron su elección y fueron guiados.
Veamos…
Ojeé el menú. Todas las chicas eran bonitas, pero ninguna me llamaba la atención. La idea de acostarme con una chica bonita era algo con lo que soñaba. Todas estas chicas eran muy lindas, pero si era una completa desconocida…
Tal vez era una mala idea después de todo. Debería ir a casa y—
«¿Hmm?»
Mis ojos se posaron en la última página.
Esta chica…
Me quedé mirando su perfil con la boca medio abierta.
Su nombre era Himeko.
De todas las chicas del menú, era la única que llevaba uniforme escolar. Además, tenía un aspecto diferente al de las demás chicas. Sin duda, era guapa, pero de una manera sana.
Tenía el cabello largo y castaño, y miraba a la cámara con una ligera sonrisa, casi imperceptible.
Era difícil de describir, pero se sentía ‘real’ en comparación con las otras fotos.
Y también estaba el hecho de que se parecía mucho a la chica que me gustaba cuando estaba en la preparatoria.
Tragué saliva.
¿Esto estaba realmente bien?
Pulsé el botón, y el hombre grande y calvo entró inmediatamente.
«Siento mucho la espera. ¿Se ha decidido, Sato-sama?»
«S-Sí… uhm, me gustaría tenerla, si es posible.»
Señalé su perfil.
El gran calvo miró la foto y sus cejas se fruncieron. Su boca estaba entreabierta como si dudara de mi elección. Parecía que no quería que eligiera a esa chica.
«¿Está seguro, señor?»
Qué pregunta más rara.
«Sí, ¿No está disponible?»
«Ella está disponible… pero…»
No terminó la frase. Parecía estar pensando algo. Pasaron varios momentos de silencio antes de que volviera a hablar.
«Muchas gracias.» — dijo — «Por favor, acompáñeme.»
Me condujo escaleras arriba y por un estrecho pasillo con varias puertas a cada lado. De cada puerta salían ruidos pervertidos.
El hombre grande y calvo abrió una puerta al final del pasillo. Entré.
«Por favor, espere un momento. Himeko estará con usted en breve.»
«De acuerdo.»
El hombre grande y calvo se inclinó y cerró la puerta.
La habitación a la que me guio era increíble.
Había un gran sofá a la izquierda, y a la derecha, una zona de baño junto con un colchón de aire. Al lado del colchón había botellas de un líquido desconocido.
Incluso alguien como yo sabía qué tipo de líquido contenían esas botellas.
Me senté en el sofá.
Maldita sea, ¿Por qué seguía sintiéndome tan nervioso?
Supongo que es natural.
Pasaron varios momentos. Entonces se abrió la puerta.
«Perdón por la espera, mi nombre es Himeko. Gracias por elegirme~»
Una JK entró a la habitación. O, mejor dicho, una chica que parecía exactamente una JK.
Llevaba un blazer negro con una camisa de cuello blanco, un lazo rojo, un jersey abotonado con las mangas sobresaliendo un poco del blazer, y una falda corta. Llevaba calcetines negros y zapatos de cuero marrón. Su larga melena castaña le llegaba hasta la cintura.
Parecía un uniforme escolar de verdad. Era increíble lo genuino que parecía.
Sabía que los soapland debían ofrecer fantasía, pero no sabía que fueran tan buenos en su trabajo.
«S-Si! Siento haberte molestado.»
Espera, ¿Por qué me estaba disculpando? Ah, maldita sea, era tan perdedor que ni siquiera sabía cómo comportarme correctamente en un soapland. Debería haber buscado la etiqueta en un soapland antes de venir aquí.
Himeko puso las manos en la espalda y se inclinó hacia delante. Su rostro llenó mi vista.
Era muy bonita. Sus ojos almendrados eran hermosos y sus pestañas muy largas. Su nariz y sus labios estaban bien definidos. Su piel era muy suave.
Esta chica era la encarnación de la belleza sana; el tipo de belleza que haría que cualquier hombre quisiera protegerla con su vida — una chica por la que vale la pena morir.
«Heh-heh~ ¿Estabas deseando verme? ¿Cómo debo llamarte?»
«Soy Sato Hiroshi.»
«Hmm, entonces te llamaré Sato-san, ¿De acuerdo?»
Ella sonrió y guiñó un ojo.
«De acuerdo.»
Se sentó a mi lado y abrazo mi brazo.
«Estos días se está muy tranquilo aquí. Me he sentido muy sola. Gracias por elegirme.»
Sabía que todo esto era una actuación, pero no podía evitar sentirme emocionado por esto. Hablar con una JK era una fantasía que tenían muchos asalariados.
«¿En serio?» — dije — «He oído… ehm, muchos ruidos procedentes de las otras puertas.»
Himeko se sonrojó ligeramente.
«Ehehe~ Hoy hay muchos clientes. Sólo quiero decir que no muchos me eligen, así que me alegro de que me hayas elegido, Sato-san.»
Ella tomó mi mano. Su mano se sentía suave y pequeña.
«Hmm, he aprendido un poco sobre los masajes. A juzgar por tu mano, pareces un poco cansado, Sato-san.»
«Supongo, he estado cansado últimamente.»
«Entonces haré lo que pueda para ayudarte a relajarte.»
Llevó mi mano a su pecho. De repente, sentí algo cálido y suave contra la palma de mi mano.
«¿Te gustan mis pechos, Sato-san? A veces siento que son demasiado grandes…»
Sus pechos estiraban la tela de su jersey.
Tenía una mirada petulante.
Me quedé con la boca abierta. Los soapland eran lugares mágicos donde los sueños se hacían realidad. Sabía que todo era falso, pero al igual que Disneylandia, seguía siendo mágico.
¿Quién iba a pensar que Disneylandia y los soapland eran fundamentalmente lo mismo?
«Son agradables.» — tartamudeé.
«Hehe~ Me alegro de que te gusten. Puedes tocarme todo lo que quieras, ¿De acuerdo?»
Asentí con la cabeza.
«Deja que te lave la espalda~»
Se quitó el blazer y luego procedió a quitarme la ropa. Tardó un poco en desabrocharme la camisa; sus movimientos eran un poco torpes, como si no supiera quitar la ropa de un hombre.
«Lo siento, lo siento.» — dijo con una sonrisa tímida.
«Oh, no, no pasa nada.»
En realidad, era la primera vez que iba a estar desnudo delante de una mujer. Repentinamente me sentí cohibido. No estaba ni gordo ni flaco, pero tampoco era musculoso. Ningún asalariado tenía energía para hacer ejercicio los fines de semana. Pero eso era sólo una suposición mía. ¿Tal vez la mayoría de los hombres tenían six packs y bíceps súper grandes?
Me desnudó, y todo el tiempo mantuvo la mirada en el suelo.
Me senté en una silla sukebe* y empezó a lavarme la espalda. (NT: Sillón reclinable para masajes.)
Sus delgadas manos recorrieron todo mi cuerpo.
«Hee, Sato-san, estás en muy buena forma.»
«¿En serio?»
«Mh-hmm! La mayoría de los chicos están demasiado gordos hoy en día. Debe ser porque todos trabajan mucho y comen cosas poco saludables. Me alegra ver que te estás cuidando.»
Dejé escapar un silencioso suspiro de alivio. Mi cuerpo estaba realmente mejor que el promedio. Aunque no estaba seguro de si sólo trataba de halagarme.
«Tus músculos están muy tensos. ¿Has trabajado mucho últimamente?» — me preguntó.
Sus manos recorrieron mi espalda. Me dio un masaje en los hombros.
Hacía tiempo que nadie me daba un simple masaje en los hombros. Solté un gemido involuntario. Esto se sentía muy bien.
«Hahaha.» — Himeko soltó una carcajada — «Me alegro de que te guste esto.»
«El trabajo ha estado ocupado últimamente, aunque no puedo recordar un momento en el que no estuviera ocupado.»
«Pobre de ti~ Has estado trabajando muy duro, así que permíteme recompensarte hoy. Puedes hacérmelo r-realmente duro, ¿De acuerdo?»
¿Eh? Algo en su voz había cambiado ligeramente. Seguía sonando feliz y tranquila, pero había un temblor en su voz. Intentaba decir cosas lascivas, pero acababa sonando incómoda.
«Mi uniforme se está mojando. Por favor, espera un momento. Necesito quitarme la camisa…»
Sus manos abandonaron mi espalda y pude oír el sonido de la ropa al quitársela. En el espejo que tenía delante, pude ver cómo se quitaba el lazo rojo y se desabrochaba la camisa. Tenía una expresión recatada.
Levantó la vista y nuestros ojos se encontraron en el espejo.
Su cara se sonrojó.
«Uhm, lo siento!» — aparté la mirada.
«Mm, está bien.»
Bajó la mirada y continuó quitándose la ropa.
¿Por qué me sentía avergonzado por esto? Estaba en un soapland. Se suponía que debía disfrutar de… bueno, de ella. Me resultaba extraño decirlo así.
Se quitó la camiseta y dejó al descubierto un sujetador de encaje negro. Esa ropa interior parecía mucho más madura de lo que esperaba. Aunque no estaba seguro de lo que esperaba. Ya que ella se veía exactamente como una JK, pensé…
«Por favor, relájate.» — dijo. De repente sentí algo cálido y suave contra mi espalda. Se movió hacia arriba y hacia abajo.
«¿Se siente bien esto?»
«S-Sí.»
«Mm, eso es bueno.»
Podía sentir su cálido aliento contra mi oído. Whoa, ella olía muy bien.
Sus manos se acercaron y se apoyaron en mis muslos.
«…Heh-heh…»
Su voz sonaba ligeramente forzada. Tal vez la mayoría de los otros chicos no se habrían dado cuenta de esto, pero supongo que yo era más sensible a la forma de hablar de otras personas.
«Uhm… ¿Estás bien?» — pregunté.
Ella dejó de moverse.
«¿Eh? Uhm… Ehehe~»
Fue sólo una breve cadena de expresiones, pero detecté una serie de emociones contradictorias.
Se agachó y agarró una parte de mi cuerpo que ninguna mujer había tocado antes.
Miré hacia abajo. Sus manos temblaban.
Por un momento no entendí lo que estaba viendo. ¿Por qué le temblaban las manos? ¿Era parte de su actuación? ¿Pero qué sentido tendría eso?
…
No parecía que fuera parte de su actuación.
¿Era posible que estuviera asustada?
«Hey, uhm, ¿Himeko?»
«¿Si, Sato-san?»
«No tienes que hacer esto.»
«Eh, no, tengo que hacerlo, quiero decir que quiero complacerte…»
Sin siquiera mirarla pude saber cómo era su expresión basándome sólo en su voz.
Empezaba a entender por qué el gran calvo dudaba tanto de que la eligiera.
«No tienes que forzarte.» — le agarré la muñeca y le aparté la mano. Todavía estaba temblando.
Me di la vuelta y por un momento vi una expresión en su cara que sin duda era real. Parecía cansada, agotada y asustada. Cuando se dio cuenta de que me había dado la vuelta y la estaba mirando, casi inmediatamente esbozó una brillante sonrisa.
«Sato-san~ Siento mucho si he hecho algo que te haya molestado. Deja que te ayude a relajarte, ¿De acuerdo?»
Ella tomó mis manos entre las suyas.
«Himeko, no sé cómo decir esto, pero no es necesario que lo hagas.»
Su expresión se congeló. Su sonrisa cayó. Y con la misma rapidez puso una rígida sonrisa falsa.
«¿Quieres cambiarme por otra chica?»
De alguna manera, ver este rápido cambio en ella apuñaló mi corazón. Me dolía ver a una chica como ella poniendo una sonrisa tan falsa. ¿Qué le ha hecho la vida para que acabe trabajando en un sitio así?
«Estoy muy agradecido.» – dije.
«Eh… ¿Agradecido? Sato-san, ¿Qué quieres decir?»
Ella ladeó la cabeza, confundida.
Al ver su expresión cansada y asustada me di cuenta de que no quería hacer esto. Quiero decir, todavía quería perder mi virginidad, pero esto no me parecía bien.
«Creo que me iré.» — dije y me puse de pie.
«¿Eh?» — el miedo apareció en su rostro antes de que recuperara el control de su expresión. Me agarró de la muñeca. Había una fuerza inesperada en su agarre — «Por favor, no te vayas.»
Su voz sonaba desesperada. La personaje JK, tan feliz y despreocupada, había desaparecido.
«Lo siento profundamente, Sato-sama. Le ruego que me perdone. Pero… pero si te vas ahora, me meteré en problemas.» — dijo ella — «Así que por favor… si no quieres hacerlo conmigo, entonces puedo conseguir otra chica.»
«Es sólo cuestión de tiempo, ¿Verdad?»
«¿Eh?»
Me levanté, me sequé con una toalla y me puse la ropa. Todo el tiempo Himeko miraba al suelo.
«No te preocupes, no me iré. Y tampoco voy a cambiarte por otra chica.»
«¿Qué quieres decir?» — me miró con desconcierto.
«No quiero que te metas en problemas.»
Me senté en el sofá. Himeko se puso la ropa y se sentó a mi lado.
Intentó retomar su personalidad, pero su expresión era tensa.
Ojalá pudiera hacer algo por ella.
No sabía que tuviera tanto complejo de caballero blanco.
Era obvio que no estaba acostumbrada a su trabajo, y podía entender por qué el gran calvo no quería que la eligiera.
«¿Supongo que has perdido bastantes clientes?»
«¿En serio soy tan mala en esto…?»
Tenía las manos metidas entre las piernas.
«Bueno, más o menos.» — dije.
«Eres muy malo!»
Al escuchar su exabrupto, no pude evitar reírme. Los dos nos reímos un poco.
«El gran calvo parecía dudar cuando te elegí a ti.»
«Oh, te refieres a Miyagi-san. Le he causado muchos problemas. De todas las chicas, soy la única que ha perdido clientes.»
«¿Eres… uhm, eres nueva en este negocio?»
«Más o menos…»
Su respuesta fue vaga. ¿Quería decir que había trabajado antes en otros lugares como éste?
«Hey, ¿Cuántos años—?»
Cerré rápidamente la boca. Incluso un estúpido virgen como yo sabía que hacer preguntas personales era tabú en un lugar como éste.
«No importa, no pasa nada.»
«Mm, está bien. Tengo dieciocho años.»
Tenía dieciocho años y tenía que hacer un trabajo así.
«Tengo veintisiete.» — dije, sintiendo de alguna manera la necesidad de devolver la honestidad.
Mirándola, era realmente bonita. La forma en que se metía la camisa dentro de la falda acentuaba sus curvas. Sus pechos eran grandes y estiraban muy bien la tela. No pude evitar mirar sus piernas; sus muslos eran tonificados y suaves.
Era como la novia que nunca tuve.
Himeko se dio cuenta de dónde estaba mirando.
«Uhm, sé que pagaste por algo más, pero podría darte una almohada regazo si quieres.»
Heh… he venido a un soapland sólo para conseguir una almohada regazo.
«Claro, por qué no.»
Puse mi cabeza sobre sus piernas y me fui al cielo.
Cuando salí del soapland, el gran calvo me preguntó cómo había ido mi sesión.
Antes de salir de la habitación, Himeko juntó las manos y me rogó que hablara bien de ella con Miyagi-san.
Quería decirle que una chica como ella no tenía por qué trabajar en un lugar así, pero ¿Tenía yo derecho a decirle cómo tenía que vivir su vida? No tenía ni idea de cuáles eran sus circunstancias y, sin embargo, quería actuar como un santurron. Y no es que yo haya conseguido algo especial en la vida.
Así que le prometí que hablaría bien de ella.
Me dio las gracias con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
«¿Cómo fue su sesión, Sato-sama?» — preguntó Miyagi-san.
«Uhm… erm, Himeko fue muy complaciente.» — dije – «Fue divertido.»
«Divertido, dices.»
«S-Sí.»
¿Dudó de mis palabras? Creo que mentí sin problemas.
«Muchas gracias por sus comentarios. ¿Puedo ofrecerle un paseo de vuelta a la estación?»
«Iré a pie, gracias.»
Salí del soapland y caminé de vuelta a la estación. Todo el tiempo la sonrisa de Himeko estaba en mi mente.
«Qué mierda de mundo.» — murmuré.
Sin embargo, no es que yo fuera mejor.
NT: Los soapland son establecimientos que funcionan como casas de Baño y Prostíbulos. Nacieron como una imitación a los baños turcos y una alternativa a los prostíbulos convencionales tras su prohibición (Fueron prohibidos durante 50 años). La prostitución como tal es Ilegal en Japón, pero el sexo compensado es legal si existe un previo acuerdo mutuo y consentido de antemano.