Capítulo 3
A la mañana siguiente un agradable olor me despertó.
«Sato-san, despierta. He preparado el desayuno.»
«¿Hngg? ¿Desayuno?»
Normalmente me saltaba el desayuno y me limitaba a comprar un poco de pan en la tienda de camino al trabajo. Sacar las ollas y sartenes para cocinar el desayuno para una sola persona era demasiado tedioso.
«Sólo tenías huevos y tocino en la nevera, así que no pude hacer mucho, pero creo que salió bien.»
Me levanté y vi que Ayumi llevaba un delantal sobre su uniforme.
«Deberíamos hacer algunas compras después del trabajo para que pueda cocinar algo.»
«…»
¿Por qué estaba tomando el control de la cocina?
Me senté. Me puso un plato delante. Había dos huevos estrellados y tres rebanadas de tocino. Olían bien.
«¿Por qué pareces muy sorprendido?» — preguntó Ayumi.
«No sabía que las estudiantes de preparatoria supieran cocinar.»
«Huh-huhn~ La mayoría de las estudiantes de preparatoria no saben cocinar, pero yo aprendí por mi cuenta.»
Sonaba bastante orgullosa de sí misma.
«Come~»
Era el mejor desayuno que había tomado en años.
Volvió a la cocina para tomar su ración.
La vista de una JK con un delantal en mi cocina era surrealista.
Después del desayuno nos dirigimos a la oficina. Decidimos que sería raro que entráramos juntos a la oficina, así que Ayumi entró primero y yo la seguí cinco minutos después.
El día en sí fue muy ajetreado. Tenía que enseñarle a Ayumi a hacer algunas tareas administrativas básicas y aún tenía mi propio trabajo y el de Nakamura. Por si fuera poco, tenía que actuar como si no conociera a Ayumi para que nadie adivinara que la había conocido antes fuera del trabajo, nada menos que en un soapland.
A última hora de la tarde, Ayumi se acercó a mi mesa. Se inclinó y me susurró al oído.
«¿Podemos hablar en privado?»
Estaba cerca, demasiado cerca. Podía oler el aroma femenino que desprendía su sedoso cabello.
«Claro.»
La llevé a un rincón vacío de la oficina.
«¿Que sucede?»
«Vas a hacer horas extras otra vez, ¿Verdad?»
«Sí.»
«Quiero hacer algunas compras para poder cocinar la cena esta noche. Así que… uhm… ¿Puedes darme las llaves de casa?»
Ella estaba pidiendo las llaves de mi apartamento. No iba a robar nada, ¿Verdad? En realidad, era una pregunta estúpida. Si quisiera, habría robado algo anoche.
Miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos viera.
«Sí, claro.»
Busqué en mi bolsillo y le di las llaves.
«Espera y esto.»
Saqué un Yukichi Fukuzawa* de mi cartera y se lo entregué. (NT: Personaje que aparece en los billetes de 10000 yenes.)
«¿Eh? ¿Por qué me das dinero?»
«Vas a ir de compras, ¿Verdad? Así que necesitas dinero.»
«Está bien, usaré mi propio dinero.» — dijo — «Ya me estoy quedando en tu casa, no puedo hacer que pagues por esto.»
Era natural que un adulto pagara por esto. ¿Por qué esta chica era tan reservada? Y para ser honesto, me imaginé que una chica de un soapland estaría feliz de tomar el dinero. Sin embargo, no dije ese pensamiento en voz alta.
«Sólo tómalo. También vas a comprar comida para mí, ¿Verdad? No puedo dejar que una mocosa pague mi comida.»
«Una mocosa—»
Parecía insultada. ¿He dicho algo grosero?
Me miró con el ceño fruncido.
«¿…? ¿Qué?»
En silencio, Ayumi desabrochó los tres primeros botones de su uniforme y se separó la camisa. Pude ver su escote. Llevaba un sujetador de encaje negro.
«¿Sigues pensando que soy una mocosa?»
La imagen de una JK sana haciendo algo tan lascivo se grabó a fuego en mi mente. De alguna manera, esta contradicción en su aspecto y sus acciones hizo que esta vista fuera aún más atractiva.
Pero yo no me dejaría seducir tan fácilmente. Yo era un miembro honrado de la sociedad.
«¿Qué demonios estás haciendo?» — murmure.
Le junté la camisa.
Ayumi se rio en voz baja.
«Sato-san, tienes la cara roja. Si sólo soy una mocosa, no deberías sentirte avergonzado por verme los pechos.»
«No hagas payasadas así en la oficina!»
«Entiendo, entiendo~»
Cogió las llaves y el dinero y salió de la oficina.
Hargh… esta chica estaba drenando toda mi energía — y no en el buen sentido.
Llegué a casa unas horas más tarde. Las luces estaban encendidas y había un delicioso olor en el aire. Me quité los zapatos y encontré a Ayumi en la cocina.
Se dio la vuelta en un instante. Parecía asustada.
«Sato-san! Me has sorprendido. Cuando llegas a casa, se supone que debes decir ‘Estoy en casa, cariño’.»
«Eso hace que parezca que estamos casados.»
Ahora que lo pienso, dejé de decir ‘estoy en casa’ poco después de empezar a vivir solo. Solía hacerlo, pero nadie me respondía. Con el tiempo, perdí la costumbre.
«Tú tampoco dices ‘me voy’ cuando te vas a trabajar.» — comentó Ayumi.
«Supongo que he perdido la costumbre de hacerlo. Ya que estás aquí, empezaré de nuevo.»
«Bien, bien.»
Ayumi había cocinado cerdo al jengibre para la cena. Miré en la nevera. La había llenado de tuppers, cada uno lleno de ingredientes.
«Vaya, has preparado mucho.»
«Por supuesto. Es mi forma de recompensarte por dejarme quedar aquí.»
Empezamos a cenar.
«He querido preguntarte, Sato-san, ¿Por qué fuiste al soapland en primer lugar?»
«¿Hah?» — casi me atraganté con la comida — «¿Qué clase de pregunta es esa?»
«Me refiero a que no pareces del tipo que iría a ese tipo de lugares.»
«¿Entonces qué parezco?»
«Hmm…» — Ayumi frunció las cejas e inclinó la cabeza como si estuviera pensando mucho — «¿Pareces un tío sano de mediana edad?»
«¿Qué demonios es un tío sano de mediana edad? Y no me llames ‘tío’, me duele…»
«Es que me parece que tienes un aspecto demasiado serio y sincero ante la vida como para ir a ese tipo de sitios.»
«No voy a ese tipo de lugares.» — dije — «Como te he dicho antes, era la primera vez que iba a un soapland, y sólo fui allí porque… bueno, quería perder la virginidad.»
«Claro que lo recuerdo. Me lo dijiste ayer. Pero me pareció raro, así que quise preguntar de nuevo.»
«Supongo que estaba cansado de ser virgen, eso es todo. Quizá haya otras razones, pero esa es la principal.»
No quería admitirlo, pero parte de la razón por la que decidí ir fue porque me sentía solo. Estaba cansado de pasar mis fines de semana solo, y sólo quería alguien con quien hablar.
Es triste, lo sé.
Ahora era mi turno de hacer preguntas.
«No lo entiendo muy bien, pero déjame preguntarte: ¿Por qué trabajas en un soapland? Según la información que presentaste a la empresa, sólo tienes dieciséis años. Es ilegal que te contraten.»
Ayumi bajó la cabeza. Su flequillo ocultaba su expresión.
«Mentí sobre mi edad, eso es todo.»
«¿Por qué no tienes un trabajo normal a tiempo parcial en una tienda? Todavía vas a la escuela, ¿Verdad? Nunca he oído hablar de una estudiante de preparatoria que trabaje a tiempo parcial en un soapland.»
Ayumi parecía luchar por encontrar una respuesta. Había dejado de comer. Parecía que se estaba encogiendo en su silla. Habló con una voz diminuta.
«Por supuesto que sigo yendo a la escuela. Sólo trabajo en ese lugar los fines de semana. Y… sé que no es normal. Pensé en tener un trabajo normal a tiempo parcial, pero esos no pagan lo suficiente…»
«Espera, ¿Así que ahora mismo trabajas en mi empresa cinco días a la semana y en el soapland los fines de semana?»
«No. Me estoy tomando un descanso del soapland ahora mismo, ya que este empleo paga lo suficiente. Cuando termine el empleo, tendré que volver al soapland.»
Esta mocosa estaba trabajando más duro que la mayoría de los adultos.
«¿Por qué trabajas tanto? ¿Cuánto dinero necesitas? ¿Por qué estás tan desesperada? Puede que no seas bienvenida en la dirección que has puesto, pero tu tutor tiene la obligación legal de acogerte. ¿Sólo quieres comprar más bolsos y maquillaje?»
Cuando dije eso, Ayumi levantó la vista de repente.
«No es eso!» — luego volvió a apartar la mirada — «Sólo necesito el dinero… si no, no tendré a dónde volver.»
No parece dispuesta a decirme por qué. Supongo que no se siente cómoda dejándome saber algo tan personal todavía.
Una mezcla de ira y tristeza se arremolinó en mi pecho.
Golpeé la mesa con el puño.
«¿Necesitas dinero y te pones a vender tu cuerpo así? ¿Eres retrasada?»
«¿Qué sabes tú?» — Ayumi gritó. Estaba de pie, lágrimas corrían por sus mejillas. Todo su cuerpo temblaba — «No hay nadie en este mundo que pueda ayudarme. Todo en la vida se ha vuelto contra mí. ¿Crees que quiero trabajar en un soapland? ¿Crees que soy tan estúpida? Sólo lo hago porque no tengo otra opción. Este mundo de mierda se ha vuelto contra mí, y tengo que luchar para sobrevivir!»
Este mundo de mierda…
Esta chica, esta mocosa… era como yo.
Su cara llena de lágrimas. La amargura en su voz. El desprecio en sus ojos.
Por primera vez, siento que he visto a la verdadera Ayumi — la Ayumi que se escondía detrás de las lindas sonrisas y los pucheros.
«Dices que nadie puede ayudarte… ¿Pero no te estoy ayudando ahora mismo?»
Ayumi parpadeó. Me miró fijamente.
«¿No te estoy ayudando?»
Se secó las lágrimas con las mangas.
«No tengo derecho a decirte cómo vivir, pero escúchame cuando te digo que no tienes que hacer esto. Al menos mientras vivas conmigo, quiero que tengas una vida más normal. Y no te preocupes tanto; no espero nada a cambio de ti. Sólo vive la mejor vida que puedas.»
Ayumi me miró con asombro en los ojos.
Después de un rato, dijo: «Miyagi-san me dijo que debería tomarme un descanso. No se me da muy bien, y tú no eres el primer cliente que pierdo. Hay montones de quejas sobre mí… muchos clientes dicen que soy demasiado tímida… de mala manera. Cada vez tengo un poco de miedo. A veces no puedo evitar que me tiemblen las manos. Esto hace que los clientes se sientan incómodos, y bueno… se quejan a Miyagi-san. Sólo tú tuviste la amabilidad de mentirle a Miyagi-san por mi bien.»
Resoplé y contuve la risa.
«Eres más pura e inocente de lo que sugiere tu historial laboral.»
«¿Qué?» — dijo ella. Se sonrojó de pies a cabeza — «¿Qué estás diciendo?»
«No pensé que admitirías abiertamente que eres pésima en tu trabajo.»
«Eres terrible!»
Ayumi se cruzó de brazos, hizo un mohín y miró hacia otro lado.
Después de esto, nos calmamos, calentamos la comida que se había enfriado durante nuestra conversación y terminamos la cena.
Al final, Ayumi no me dijo por qué necesitaba tanto dinero.
Decidí no presionarla más para obtener información. Esta chica ya tenía bastante con lo que lidiar. No necesitaba que un tío entrometido como yo le hiciera constantemente preguntas sobre cosas que preferiría olvidar. Al menos mientras viviera conmigo, quería que estuviera tranquila.