Intermedio: Diario de mis Preciados amigos
Ha pasado una semana desde que me matriculé en la Academia de Magia Lischburg.
Creo que nunca olvidaré estos siete días.
El miedo a ser atormentada por otros. La culpa de herir a alguien. La angustia de ver pisoteada mi dignidad humana.
Y la calidez de la persona que se deshizo de todo.
Ouga Velett.
Mi salvavidas, increíblemente amable y fuerte… el tipo de príncipe azul con el que las chicas podrían soñar alguna vez.
Sin embargo, insulté a esa persona tan maravillosa que me había salvado, llamándolo ‘inútil’ incompetente y sin aptitudes mágicas.
Aunque sabía que las palabras pueden ser más afiladas que los cuchillos… sin duda herí su corazón.
Pero Ouga-kun lo entendió todo y aun así me dijo que me quedara a su lado. Lo aceptó todo — mi culpa, mis errores, todo.
En ese momento, una cálida luz brilló en mi vida cotidiana que se había hundido en la oscuridad.
«Todavía tengo el pañuelo de Ouga-kun…»
Cuando veo que aún conservo el pañuelo de Ouga-kun, con su tenue aroma, no puedo evitar que se me aflojen las mejillas.
Lo abracé impulsivamente entonces, pero… recordando aquello me avergüenzo, a menudo inquieta pataleando en la cama.
Mi vida ahora pertenece a Ouga-kun.
Decidí dedicar mi vida a él.
Me esforzaré aún más que antes.
Para ganar el derecho de estar al lado de Ouga-kun, no detrás de él.
Y algún día… estar al lado de Ouga-kun como un igual.