Waga Kishi V1 Prólogo

Prólogo

Un coche corre por la noche en una carretera principal, el interior estaba inundado por una caótica charla por radio.

“Aquí Equipo Uno! Confirmando la caída del Equipo Cuatro!”

“El Equipo Seis está al límite, contamos contigo! Ugh!”

Entre sonidos ocasionales de explosiones, las transmisiones de radio se cortan bruscamente. El hombre en el asiento del copiloto maldice en voz baja mientras ajusta los canales de radio.

“Maldita sea. Ya cayeron la mitad de los nuestros.”

Murmura, echando un vistazo al retrovisor. Holy, la chica sentada en el asiento trasero, siente su mirada y ensombrece su expresión.

Era innegablemente ella quien había creado esta situación. Era consciente de ello. Pero carecía de poder para hacer algo al respecto.

Con un sentimiento de frustración, Holy desvió la mirada y vio su reflejo en el cristal agrietado de la ventana.

Una chica con el cabello plateado recogido hasta la mitad y ojos azules. Exudaba una delicadeza frágil que parecía que pudiera romperse y desaparecer con un solo golpe. Bajo su piel blanca que reflejaba la luz de la farola, sus finos labios temblaban involuntariamente.

El miedo se apoderó de ella una vez más. La culpa de haber involucrado a muchos en favor de su propio deseo la llevó a arrepentirse de sus decisiones. Para empezar, ¿Alguna vez tuvo una confianza clara en esas decisiones? No podía decirlo. De ahí el miedo.

Holy sacudió la cabeza, cortando su vacilación. La situación había llegado a un punto sin retorno.

El coche que la transportaba avanzaba a toda velocidad por la orilla del río en la parte norte del Imperio Balga, sin faros, cortando persistentemente la oscuridad. En la noche negra, sin luna ni estrellas, los focos de varios helicópteros iluminaban el río.

Todos perseguían a lanchas rápidas que corrían por la superficie del agua. Las voces que se oían por radio desde antes les pertenecían. Cada vez que surgían llamas en el río, sus compañeros que intentaban ayudarla a escapar desaparecían.

Holy se mordió el labio con frustración.

“Estamos casi en el puerto previsto. Es crucial que nos movamos mientras nuestros compañeros mantienen ocupados a los perseguidores.” Los hombres del coche discutían su estrategia final entre transmisiones de radio. Al escuchar sus voces, Holy sintió por fin la urgencia de la situación.

“El Informante de apoyo no llegará a tiempo. Una vez que esté en el barco, partimos. ¿Entendido?”

Dentro del estrecho coche había cuatro hombres, todos con los ojos inyectados en sangre.

El coche se desvió por los carriles hacia el puerto. Mientras atravesaba el laberinto de contenedores apilados, las llamas seguían esparciéndose por el río.

Finalmente, el coche divisó el barco previsto. Se dirigió hacia la embarcación de alta velocidad pintada de negro, balanceándose sobre las olas. Sin embargo, el conductor pisó el freno mucho antes de lo previsto.

Holy se tambaleó hacia delante en el coche, chocando con los asientos delanteros. En medio del caos dentro del coche, el conductor exclamó: “Maldita sea! Van un paso por delante…”

En el momento en que el conductor gritaba, sonó un disparo que hizo que una grieta se extendiera pareciendo una telaraña por el parabrisas delantero. El conductor levantó la cabeza y algo salpicó el interior del coche.

Algo que goteaba del techo golpeó la mejilla de Holy. El tiempo pareció detenerse un instante en su interior. Sus labios temblaron, a punto de soltar un grito, pero los gritos furiosos de los hombres resonaron con más fuerza.

“Es una emboscada! Salgan del coche!”

Los hombres que quedaban se agacharon y saltaron del coche. Sacaron a Holy con ellos como si la arrastraran.

Cuando se encogió brevemente por la repentina ráfaga de aire frío que envolvía su cuerpo, se encontraron con una ráfaga de disparos. Holy soltó un pequeño grito mientras le llovían fragmentos de cristal desde arriba. El hombre que estaba a su lado, aún agazapado, gritó con una fuerza similar a la de los disparos mientras la sujetaba.

“Corran al barco! Debemos sacarla de aquí a toda costa!”

Los hombres intercambiaron miradas decididas, sus ojos desprovistos de esperanza por sobrevivir encarnaban su sólida resolución de sacrificarlo todo. Era una táctica desesperada. Se habían levantado únicamente para proteger a Holy.

Formaron un círculo protector alrededor de Holy y corrieron hacia delante. Temblando de miedo, no tuvo más remedio que seguirlos desesperadamente.

En la oscuridad, sólo las llamas de los muertos se reflejaban en la lejana superficie del agua y les servían de guía.

Holy jadeaba, con la garganta reseca por la extrema tensión, incapaz de respirar correctamente. Sus piernas amenazaban con ceder en cualquier momento.

A un observador le habría parecido que no podía correr bien. Su cuerpo se inclinaba hacia delante, balanceándose de un lado a otro. A pesar de que la vista se le nublaba una y otra vez, Holy corría con todas sus fuerzas.

Sin embargo, en contra de sus esperanzas, la realidad reveló un cruel desenlace.

El hombre que corría junto a Holy se desplomó en la esquina de su campo de visión, cayendo al suelo de cabeza pareciendo una marioneta a la que le cortaron sus hilos. Un grito brotó del hombre que había estado corriendo detrás de él, pero se cortó bruscamente, fundiéndose con los disparos. Estaban tan cerca, a sólo cincuenta metros del barco objetivo. Si pudieran subir a bordo de la robusta embarcación de alta velocidad, podrían sobrevivir. Sin embargo, por alguna razón, las escasas decenas de metros que tenían por delante parecían borrosas por las lágrimas, extendiéndose infinitamente lejos.

De repente, una mano maliciosa se deslizó silenciosamente desde atrás, rodeando con sus dedos el esbelto cuello de Holy. Una sensación escalofriante se apoderó de su corazón, y Holy extendió la mano hacia el hombre que corría delante, como buscando ayuda.

“E-Espera!”

El hombre se giró al oír la voz de Holy, pero una bala pasó rozando las yemas de sus dedos, atravesando sin esfuerzo la frente del hombre. En un abrir y cerrar de ojos, la visión de Holy se vio oscurecida por las salpicaduras de sangre. Se limpió la cara a toda prisa, pero fue inútil. Tropezó con el cuerpo del hombre caído.

“Ah!”

Su visión se apagó. Luego, sintió el frío y la dureza del suelo bajo sus pies. Arrojada al suelo como si la hubieran golpeado, Holy lanzó un pequeño grito. El dolor le recorrió el cuerpo mientras se acurrucaba en el frío suelo.

“Demos por terminado este intento de fuga. Es inútil seguir luchando.”

Desde la oscuridad, una voz la llamó, mientras surgían varios soldados. Todos vestían uniformes iguales. En el centro estaba un comandante, que se distinguía por su boina.

Holy le dirigió una mirada desafiante, lo que lo hizo sacudir la cabeza con incredulidad.

“Nunca pensaste que podrías desertar desde el principio, ¿Verdad? Este es el final del juego. Acéptalo.” Le dijo.

Holy se puso de pie, temblando de frío, miedo y dolor. Sin embargo, apretó los dientes y dirigió la mirada hacia la lancha rápida que tenía detrás.

El barco estaba al alcance de la mano, a un tiro de piedra. Aún había esperanza si aprovechaba la oportunidad. Con esa idea en mente, trató de levantarse.

Sin embargo, el comandante se dio cuenta de la táctica superficial de Holy y chasqueó los dedos. En un instante, una llama blanca estalló frente a Holly. La intensa luz, en medio de la oscuridad de la noche, emanaba del propio barco. ¿Qué había pasado? Holly no tardó en sentir el calor abrasador en sus mejillas, dándose cuenta de lo que era.

El barco en el que debía embarcar había sido detonado. La última esperanza, tan cerca que parecía al alcance de la mano, había estallado espectacularmente en el olvido en un instante.

Al cabo de un momento, llovieron del cielo fragmentos de metal destrozado. Alterando violentamente la superficie del agua, las salpicaduras envolvieron los alrededores. Holy contempló el humo ascendente, enmudecida.

Cada pequeño resto del barco se esparció en astillas a los pies de Holy. Eran las esperanzas de libertad con las que había soñado.

Sin embargo, ya no importaba. Fiel a su palabra, ahora sólo eran restos, escombros inútiles.

Holy no podía apartar los ojos de la cruel realidad. Arrodillada en el sitio, se sentó, sus labios temblorosos apenas formaban palabras.

“Odio esto… Lo odio tanto.”

El puerto, ya de por sí sombrío, se oscureció aún más. Los sonidos que habían llenado sus oídos se hicieron distantes y su conciencia empezó a desvanecerse. Holy, sin energía, miró a los soldados que se acercaban. Incapaz de oponer resistencia, vio cómo se acercaban a ella. Con una sonrisa sádica, el comandante miró a la chica que se había vuelto incapaz de resistirse y dio frías instrucciones a sus subordinados.

“Pónganla bajo custodia. Usen la fuerza si es necesario.”

Varios soldados armados se acercaron y sometieron a la indefensa chica.

Presionada sobre el frío asfalto aún cubierto de nieve, Holy lloraba en silencio. A esto habíamos llegado. Holy sintió cómo el pequeño rayo de esperanza al que se había aferrado desesperadamente se desvanecía ante sus ojos.

Más allá de su visión borrosa, la interminable extensión de un paisaje negro como el carbón lo engullía todo. Su vida acabaría aquí. Cada emoción suya se desvanecía en la noche a medida que se acercaba el final.

Quizá había llegado el momento de rendirse. Lo había hecho lo mejor que podía. Aunque tuviera que morir, había hecho todo lo posible. Al menos para consolarse, Holy se tragó el creciente sollozo. Lentamente, trató de aceptar el final cerrando los ojos.

Sin embargo, algo reflejado en sus ojos le impidió cerrarlos por completo. Al borde de la desesperación, vio algo inquietante que parpadeaba más allá de sus párpados semicerrados. En la oscuridad borrosa de la noche, sintió la presencia de dos fuegos fatuo.

Para la chica, la luz azul brillante no era un recuerdo agradable. Sin embargo, inexplicablemente, al vislumbrar aquellas luces, Holy sintió que una extraña sensación de esperanza se reavivaba en su pecho. No había ningún pensamiento consciente detrás de ello. Sin embargo, instintivamente tomó aire y, con un sabor metálico en la boca, habló.

“Ayuda! Estoy aquí!”

El repentino tono de voz de la chica rozó el de un grito. El comandante, sobresaltado, levantó la mirada. Y al mirar en la misma dirección que Holy, su expresión se endureció.

“Maten al informante!” Sonó la voz del comandante, y todos los soldados apuntaron sus armas hacia la oscuridad. Sin ningún compromiso, todos los cañones estallaron en llamas. Holy se tapó los oídos con ambas manos. Los disparos simultáneos eran tan intensos que parecía que podían romperle los tímpanos.

Los cartuchos vacíos se amontonaban en el suelo, hasta el punto de que no había espacio ni para pisar. Miles de balas fueron disparadas hacia el objetivo. Sin embargo, increíblemente, ninguna de las balas tocó su objetivo.

Como si hubiera algo entre ellas, las balas se desviaron en otra dirección. En medio del caos, una luz azul se balanceaba en el centro, acercándose con cada parpadeo.

Holy miró fijamente a la enigmática figura. Con cada destello que iluminaba la oscuridad, la figura emergía gradualmente, como si se arrastrara desde las profundidades de las sombras.

El comandante vaciló, intimidado por el solitario informante. Poco a poco, sus soldados empezaron a retroceder también. Por muchas balas que dispararan, el paso del informante seguía siendo inflexible. El miedo instintivo los envolvió.

La ola de retirada se extendió alrededor de Holy. El soldado que la había inmovilizado se puso lentamente de pie y la sujeto del cabello.

Obligada a levantarse, Holy, sacudida de nuevo por el dolor, gritó mientras se retorcía incómoda.

“Para! Suéltame!”

Inmediatamente después de oír su voz, el soldado que la había agarrado estalló en llamas. Se oyó el eco de un grito impropio de cualquier ser humano y, liberada de su agarre, Holy rodó por el suelo, medio aterrorizada.

No podía comprender lo que acababa de ocurrir.

“¿Q-Qué?”

Sintiendo una presencia que se acercaba por detrás, Holy levantó tímidamente la mirada.

En su campo de visión, un hombre emergió entre el resplandor ardiente del soldado en llamas. Dos ominosos ojos brillantes la miraron.

A pesar del frío invierno, llevaba una chaqueta medio larga, una camisa arrugada y botas.

Llevaba el cabello negro violáceo despeinado, con mechones que le caían desordenadamente alrededor de los ojos. Sus mejillas demacradas y labios pálidos carecían de cualquier exceso de carne, dándole un aspecto frágil a primera vista. Sin embargo, sus ojos brillaban con una nitidez poco natural.

“Permanece en el suelo un momento. Pronto acabará.” Dijo bruscamente. Incapaz de comprender el significado de sus palabras, Holy permaneció congelada con la boca abierta.

Ignorando a Holy a su espalda, el hombre dirigió su mirada hacia los soldados. A pesar de la abrumadora ventaja numérica, no dio muestras de nerviosismo. Su actitud irradiaba una confianza absoluta.

Al extender el brazo con precisión, sus ojos volvieron a brillar con intensidad. Al mismo tiempo, el espacio a su alrededor pareció distorsionarse ligeramente. Entonces, un rayo blanco abrasador se desató sobre los soldados desde aparentemente ninguna parte.

El rayo de calor desatado por él cortó incontables contenedores y acero, envolviendo a los soldados entre gritos, caos y llantos. Con sólo un informante, la marea de la batalla cambió asombrosamente en un instante.

En el antaño oscuro puerto, las antorchas alimentadas por los soldados se alineaban una tras otra, iluminando los alrededores con su ardiente resplandor.

En efecto, era el infierno. Presenciando la escena que recordaba a pecadores consumidos por las llamas, Holy se olvidó incluso de respirar. El frío helador que había sentido hacía unos instantes fue rápidamente sustituido por un intenso calor.

Al darse cuenta de su error, Holy miró al hombre que estaba a su lado. Sin duda era el héroe que la había salvado del peligro. Sin embargo, Holy no podía pensar en él de ese modo. No fue sólo el aura que desprendía lo que la hizo dudar. Iluminado tenuemente, sonreía diabólicamente.

Incinera sistemáticamente a los soldados que aparecen uno tras otro, sometiéndolos a conciencia hasta que perecen. Sin embargo, se ríe. Es imposible considerarlo un héroe.

Cuando la zona se queda en silencio, el hombre empieza por fin a atenuar el brillo azul de sus ojos. Observando el puerto, ahora lleno de llamas y cenizas, ya que casi todos los soldados han perecido, saca un cigarrillo de su bolsillo.

“¿Quién eres?” Pregunta Holy, con los brazos temblorosos.

Frotando un gastado mechero de aceite, enciende el cigarrillo y la mira.

“Soy Tsushima Rindou, contratado para este trabajo.”

Por su forma de hablar, Holy lo entiende rápidamente. El informante contratado por ‘Pico de Tormenta’ para su deserción es este hombre.

Al oír esto, junto con el alivio, un burbujeante sentimiento de pesar surgió en el pecho de Holy. Se secó la cara llena de lágrimas y se levantó. Entonces, para enmascarar su miedo y vulnerabilidad, reforzó su tono.

“Llegas tarde. ¿Por qué no has venido antes? Todos, todos han muerto!”

Sus emociones se desbordaron, su voz temblaba. Sin embargo, haciendo caso omiso, Holy se enfrentó a Tsushima. Sin embargo, él, con ojos carente de emoción alguna echó un vistazo a los cadáveres que ella señalaba.

“Pero estas viva. ¿No es eso suficiente?”

“Ugh!”

Holy se atragantó con sus palabras. De su interior brotaban emociones pesadas, probablemente dominadas por el odio a sí misma, un sentimiento que no podía articular bien.

Sin embargo, la mirada indiferente de Tsushima impidió cualquier discusión. Claramente poseía los ojos de alguien que vivía en un mundo diferente, que veía el mundo de forma distinta a la suya.

Mirando a Holy, con los ojos humedecidos mientras apretaba los puños, Tsushima suspiró.

“Tenían que morir aquí. Era necesario para protegerte. Teniendo en cuenta el resultado, diría que hice mi trabajo adecuadamente.”

Tsushima afirmó con naturalidad, exhalando humo. A pesar de darse cuenta de que no tenía derecho a replicar, Holy le dirigió una aguda mirada.

“¿Así que está bien que mueran porque es sólo un trabajo? Ellos también querían vivir.”

Mientras hablaba, Holy sintió una punzada de dolor ante la contradicción en sus palabras. Ella fue la que los dejó morir. No eran palabras que pudiera decir.

Incapaz de organizar sus emociones contradictorias, Holy inclinó la cabeza, sintiendo el calor en sus ojos. Las palabras de Tsushima atravesaron su mente sin reservas.

“Si es por la misión, a veces la muerte es inevitable. Simplemente eligieron eso. Eso es todo.” Dijo Tsushima con frialdad, llevándose el cigarrillo a la boca. Sus palabras hicieron que Holy apretara los puños con fuerza.

“¿Todos los informantes son tan desalmados?”

“¿Quién sabe? Puedes preguntar a otros informantes cosas tan triviales.”

Con aparente desinterés, Tsushima contestó y luego le dio la espalda a Holy.

“Tenemos que irnos antes de que lleguen los perseguidores. Sígueme.”

Al ver cómo su figura volvía a fundirse en la oscuridad de la noche, Holy sintió una sensación parecida al miedo. No podía creer que fuera un aliado, pero no había nada más en lo que pudiera confiar aparte de su espalda. Sintiéndose frustrada, Holy no tuvo más remedio que seguirlo.


Créditos a Satoshi por el coloreado.


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